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Yo solo vine a ver el jardín

“Necesitamos una educación donde podamos hablar del sexo como algo natural”

 

Tras haberse estrenado en la pasada edición del Festival Experimental de Teatro Clásico ClasicOFF, Yo solo vine a ver el jardín regresa a Nave 73. Se trata de una pieza del Colectivo amor & rabia compuesto por Lluna-Issa Casterà (actriz, cantante y performer) y Carla Nyman (poeta y dramaturga).

La obra parte de la Tragicomedia de los jardines y campos sabeos de la sevillana Feliciana Enríquez de Guzmán, dramaturga y poeta del Siglo de Oro silenciada por la historia. El texto original cuenta la historia de tres hermanas que, en lugar de elegir casarse por imposición paterna entre seis hombres, los escogen a todos. Carla Nyman actualiza el texto a través del monólogo de Aglaya, una mujer de hoy en día que busca citarse con seis hombres a través de Tinder. Una propuesta actual y valiente que aborda los tabúes con los que hemos ido creciendo las mujeres a lo largo de los siglos. ¿Conseguirán romperlos con esta pieza? Hablamos con ambas creadoras para que nos cuenten más detalles de esta interesantísima propuesta, un monólogo incómodo, macarra y a veces naif, para festejar el sexo y el cuerpo.

 

 

Yo solo vine a ver el jardín, en Nave 73

 

 

Por Sergio Díaz

Foto portada: Dani Jaén

 

Feliciana Enríquez de Guzmán es una de esas mujeres a las que ha sepultado la historia. ¿Cómo llegáis a ella?

Carla Nyman: Llegamos a Feliciana Enríquez de Guzmán porque necesitábamos contar desde el deseo de la mujer, desde sus pulsiones, y ver qué ocurría con el peso de los siglos. Para nuestra sorpresa nos acabamos topando con una tipa macarrísima.

 

Lluna Issa Casterà: Tenemos una necesidad ferviente de que las mujeres silenciadas puedan tener espacio para su expresión, se conozcan y lleguen a la gente. Hay muchas mujeres y muchos trabajos que requieren de una investigación académica con el fin de que no se sigan repitiendo los roles y sigan apareciendo en los libros de historia los mismos referentes masculinos. No puede ser que sigamos dando el Siglo de Oro en las aulas con un recorrido de autores sesgado. Hay muchas mujeres que han creado, escrito, investigado, pintado o en cualquier otra disciplina de las cuales todavía no se conoce, pero la realidad es que en los periodos históricos está lleno de mujeres creadoras, artistas que son necesarias para poder inspirar a las mujeres y hombres del hoy. Hemos llegado a la autora a través de la investigación.

Carla Nyman: Además, da la casualidad de que una de las mayores expertas en la obra de Feliciana Enríquez es Piedad Bolaños Donoso, catedrática de la Universidad de Sevilla y mi profesora de Teatro del siglo XVII, cuando cursé Filología. Así que nos pusimos en contacto con ella para seguir explorando a esta señora gamberra.

 

Se la considera la primera dramaturga española y no se enseña en las escuelas, al menos en mi época. No sé si eso ha cambiado…

Carla Nyman: La verdad es que no. No hubiera oído hablar jamás de esta señora si no hubiera sido por Piedad Bolaños. Tuve la suerte de toparme con alguien que ha dedicado gran parte de su vida a investigarla. Pero fuera de esta casualidad extraordinaria, en los manuales de la universidad o en las aulas de colegios, institutos, etc., ni siquiera la conoce su madre. Creo que todo sigue siendo muy sota, caballo y rey en educación. Los mismos nombres de los mismos ‘señoros’. Que está genial estudiarlos y conocerlos, pero es una mirada muy sesgada de lo que ocurre en realidad. Y yo qué sé, que ya estamos un poquito empachadas de tanto Lope Lope Lope.

Lluna Issa Casterà: Yo soy profesora de niños y también estoy vinculada dentro del mundo académico y de estudiantes y definitivamente las cosas todavía no han cambiado. Hay algunas profesorAs que dentro de su programa intentan modificarlo un poco para incluir a algunas mujeres, pero esto solo ocurre en el mejor de los casos, ya que la mayoría de los profesores son hombres y por tanto siguen apoyando la idea y el discurso de “si no hablamos de las mujeres es porque las obras de los hombres tienen más importancia”, “si no se conocen puede que no hicieran nada para que se publicaran sus obras o porque sus obras se hicieran conocidas, pese a ser igual de buenas”. Mientras sigan estos discursos, no podemos hablar de un verdadero cambio, aun así ponemos en valor a las mujeres profesoras que además de su trabajo docente se preocupan y trabajan en investigar y traer a referentes femeninos a las aulas.

 

¿Qué habéis podido descubrir de ella en el proceso de escritura de Yo solo vine a ver el jardín?

Lluna Issa Casterà: Que Feliciana era más transgresora que muchxs en el siglo XXI. Tenía una mirada futurista, súper cínica y poderosa. A veces más orgánica que muchas voces que escucho ahora. De hecho, adaptarla a ‘lo contemporáneo’ realmente fue un retazo. No quisimos aproximar el personaje de Aglaya a un discurso más panfletario o enfadado, sino rescatar esta mirada naif y descarada que tenía Feliciana. Es un desafío dialogar con esa tensión.

 

Vuestra obra es una versión revisada y contemporánea de Tragicomedia de los jardines y campos sabeos. ¿Qué habéis rescatado en vuestro montaje de la obra original de Feliciana Enríquez de Guzmán?

Lluna Issa Casterà: Esta idea de hablar, sin posicionarse, sobre la subversión del género, las relaciones poliándricas, todo tipo de cuerpos, tullidos y deformes, el placer, el autoplacer y, sobre todo, el deseo femenino.

 

¿Y cómo habéis elaborado la propuesta escénica?

Carla Nyman: La propuesta escénica la hemos elaborado investigando en la sala de ensayo entre las dos. Con prueba y error, buscando lo escénico a través del lenguaje sonoro y visual. Probando qué ocurría si de pronto Lluna sonaba así o asá. Qué pasa si quitamos esta parte del texto y lo hacemos solo desde el cuerpo.

 

<i>Yo solo vine a ver el jardín</i> en Madrid
Escena de Yo solo vine a ver el jardín.©Elvira Casalins

 

Solo vine a ver el jardín es también una obra de Silvina Ocampo y Alejandra Pizarnik. También hay un texto de igual nombre de la dramaturga mexicana Silvia Peláez, que también habla sobre el cuerpo femenino. ¿Vuestro título hace referencia a esas obras? ¿Ese jardín que se nombra en las tres obras hace alusión al cuerpo de la mujer?

Lluna Issa Casterà: El jardín hace alusión al universo creativo y creador de la mujer. Es el lugar de la convivencia, es La Paz, lo idealizado, lo otro, el ser, las posibilidades, el mundo.

Carla Nyman: Creo que tanto Silvina como Alejandra pillan ese verso de Alicia en el país de las maravillas. Nosotras lo pillamos también. Estos jardines y campos sabeos de Feliciana nos venían a la cabeza como el lugar de lo obsceno, el ensanchamiento de la intimidad. Nos imaginábamos una vagina abriéndose a la tierra. Y permaneciendo allí a gusto.

 

Habladnos un poco de Aglaya, la protagonista de vuestra obra…

Lluna Issa Casterà: Aglaya es una mujer habitando los roles de género para poder finalmente liberarse de algunos de estos conceptos que tienen que ver con  ‘lo femenino’o ‘lo masculino’. También se replantea los modelos éticos y morales de la tradición judeo-cristiana de ‘lo que está bien’. Es casi una oda al deseo, al despilfarro. A veces Aglaya juega con esa doble moral, el peligro en el consumo de cuerpos, y se hace crítica a ella misma. O no.

 

Carla, además de la dramaturga de esta pieza, eres la directora. ¿Cómo has trabajado con Lluna para que interpretara a Aglaya? ¿Por dónde habéis viajado para crear el personaje?

Carla Nyman: A nivel general hemos trabajado con mucha escucha. Todo ha fluido mucho porque tenemos modos generacionales y casualmente vitales parecidos a la hora de entender lo escénico y la vida. A las dos nos une una gran necesidad por querer entender el deseo de la mujer como energía fundamental de transformación. Más específicamente, hemos hecho trabajo psicológico sobre el pasado de Aglaya, el vínculo con su padre, sobre su familia, su infancia, su presente y cómo se relaciona con su sexualidad, su imagen, y sensibilidad. A través de esto hemos ido poco a poco dándole a Aglaya una forma de moverse, una mirada y una intención en lo que hace.

 

La obra original fue enormemente transgresora en su visión del amor, era también una parodia sobre la sociedad de su época… ¿Era también una reivindicación del placer y el autoplacer de las mujeres?

Carla Nyman: Evidentemente, en el Siglo de Oro no podemos hablar de feminismo como lo conocemos hoy en día, por tanto, hablar del placer femenino o de palabras como vulva o clítoris se nos escapa un poco. Partimos de la base de que a la autora la leemos y la vemos desde el momento histórico propio. No creemos que explícitamente hablara de la reivindicación del placer o el autoplacer, pero sí podemos entender que dejaba intuir algunas de estas cuestiones. Esta señora era una mujer culta, era consciente de la diferencia de géneros y privilegios (basta con ver la que le montó Lope). No es casualidad que en su obra desmontara esta idea de masculinidad donjuanesca y amor cortés con cuerpos no normativos. No es casualidad que tres mujeres, con motivo de su casamiento por obligación paterna, eligieran a todos los pretendientes en lugar de escoger a uno solo. Nosotras sentimos una profunda conexión con la autora y a través de esta obra entramos en diálogo con ella y aprovechamos su energía para hablar de eso que creemos e intuímos que ella quería decir.

 

¿La sexualidad femenina sigue siendo un gran tabú en esta sociedad?

Lluna Issa Casterà: La sexualidad sigue siendo un tema tabú, teniendo en cuenta que en muchos países todavía se hacen las ablaciones de mutilación genital femenina, y que en otros la mujer todavía no puede poseer una cuenta del banco o incluso es juzgada violenta e injustamente por el hecho de denunciar una violación. En tanto que esto ocurre, las mujeres y los hombres no pueden detenerse a pensar en la sexualidad, simplemente porque las mujeres están intentando sobrevivir.

 

<i>Yo solo vine a ver el jardín</i> en Madrid
©Elvira Casalins

 

¿Somos una sociedad con una buena educación sexoafectiva?

Lluna Issa Casterà: Tristemente somos una sociedad con una educación todavía falocentrista. Necesitamos una educación donde podamos hablar del sexo como algo natural entre los cuerpos, a todas las edades. Por otro lado, poco a poco hay más espacios para que la mujer pueda expresar lo que desea y por parte del hombre más educación a la hora de preguntar por el consenso de las prácticas sexuales. 

Carla Nyman: Desde la educación secundaria en adelante la masturbación femenina o el sexo contado por mujeres se sigue viviendo en muchas ocasiones desde la vergüenza. Es casi como si viéramos la abertura de la vagina como una herida. Cuando es nuestro lugar de placer, nuestra casa.

 

Macarra es una palabra que se repite bastante en las referencias a vuestra obra. ¿En qué sentido macarra?

Lluna Issa Casterà: Macarra en el sentido de la ruptura de lo establecido, ruptura del pensamiento normativo lineal. Ruptura del peso de la educación. Ruptura con los conceptos de familia, de educar, de ser mujer. Macarra como metáfora de un grito con la boca bien abierta.

 

En esta sociedad donde las mujeres están cosificadas desde siempre, ¿cuándo sois conscientes, como mujer, de ser sujeto y no meramente objeto?

Lluna Issa Casterà: En este punto hay dos cosas que hay que puntualizar. La primera es que el foco no lo queremos poner en que la mujer sea consciente o no de que sea sujeto u objeto. La mujer deja de ser y es cuando ella dice que deja de ser y es, por tanto, la mujer es libre en tanto que se dice a ella misma que es libre. La segunda cosa es que el foco debe de empezar a estar en cómo el hombre lee, interpreta y mira a la mujer. Siempre menciono el libro de John Berger, Los modos de ver, donde se hace una interpretación y análisis de las obras del arte donde la mujer ha sido representada casi siempre desnuda e interpretada, en este caso, siempre por hombres, quienes pintaban y quienes pagaban por que se hicieran las pinturas. 

Carla Nyman: Es una pregunta muy difícil. Ojalá supiéramos resolverla. Y así resolveríamos nuestros males. Al margen de los casos muy evidentes de cosificación, creo que a veces es complejo saber en qué punto estás siendo objetualizada. A veces ocurre que romantizamos el abuso. De tanto normalizarlo, de tanto verlo en las películas, en los libros, en la vida, nos lo creemos y nos enamoramos de él. También puede pasar que nos apoderemos de esta idea de cuerpo como objeto y la gocemos. No sé si por placer o por tradición patriarcal, pero es que el deseo es taaaaan complejo y bello.

 

¿Aún es costoso para una mujer dialogar con el deseo de su propio cuerpo?

Carla Nyman: En nuestra época existen muchas redes sociales como TikTok u otras plataformas que hablan del cuerpo de la mujer y esto ayuda a normalizar algunos temas que conciernen a la mujer. Creo que el dialogo siempre ha existido y que poco a poco, hablando entre mujeres, se va abriendo paso y camino entre nuestra sociedad.

 

Las dos habéis creado el Colectivo amor&rabia. ¿Cuál es el ideario de este colectivo? ¿Qué queréis mostrar al mundo?

Lluna Issa Casterà: El ideario del colectivo es la creación textual y sonora como material escénico con la finalidad de expresar el arte y de poner al público en lugares de inflexión. Lo que queremos mostrar al mundo es el poder del presente de la creación y la filosofía que nos atraviesa en nuestro contexto político y social. 

 

Apostáis por un teatro multidisciplinar. ¿Creéis que la diversidad de lenguajes puede llevar más lejos vuestras propuestas, las puede enriquecer y hacer que el mensaje cale mejor?

Lluna Issa Casterà: El lenguaje multidisciplinar que hemos utilizado pueda cambiar y variar en cualquier momento, como colectivo no estamos casadas con nada. Vamos probando y poniendo los materiales en función de lo que queremos contar. Partimos de la libertad para crear con nuestro criterio propio. Somos investigadoras y creadoras.

 

Como creadoras jóvenes, ¿cómo véis la escena teatral ahora mismo?

Lluna Issa Casterà: La escena teatral en España depende demasiado de la política, y a la política no le importa un pimiento la cultura. Así que estamos apañadxs. Hay que transformar estas cositas. Creemos que es importante hacer trabajo de mediación en las propuestas escénicas para ir moviendo lo que los políticos no mueven.  

 

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¿Creéis que se está haciendo lo suficiente por enganchar a los adolescentes al teatro?

Lluna Issa Casterà: Lo ideal sería que apostaran por una mayor publicidad en los principales medios, como por ejemplo la televisión, la radio o redes sociales como instagram, Facebook o Tio tok. Esto todavía sucede a muy pequeña escala, pero poco a poco se van abriendo caminos y hay posibilidades de colaboración. Lo más importante es tener visión de futuro y entender que lo que hacemos es tremendamente importante para poder valorarlo e impulsarlo ahora, en nuestro presente y no en un futuro, porque ahora es cuando tenemos la energía las ganas y las ideas y la gente perfecta para realizar los proyectos, en tanto que haya espacio para realizar esto, los adolescentes podrán llegar al teatro y a otros espacios de cultura. 

Carla Nyman: En los planes de lectura de los colegios e institutos a lo mejor hay, contadas veces, una obra de teatro de Miguel Mihura o Lope de Vega. Ya está. Incluso en el grado de filología pasamos de largo el teatro porque si no, no daba tiempo de profundizar en la novela. En fin. La narrativa tiene más tirón editorial y es más doméstica y ordinaria. Contamos lo que nos ha pasado en el día narrando. Lo puedo entender. Pero creo que también es interesante conocer otras maneras de contar. Por no caer en los mismos modos de siempre. Y por no tener una visión tan recortada de la realidad.

 

Carla, eres dramaturga y poeta, y escritora en toda su amplitud. ¿Estamos asistiendo a un florecimiento de la poesía? ¿Es más mérito de las jóvenes poetas -y me refiero a vosotras conscientemente- o ha sido por la difusión de la poesía gracias a las redes sociales?

Carla Nyman: Creo que las redes sociales están funcionando como trampolín o como escaparate para democratizar la poesía, para bajarla del pedestal ese mohoso donde la habíamos dejado y acercarla desde los cuidados. También están surgiendo nuevas editoriales que trabajan en la visibilización de voces periféricas o más marginales. Nosotrxs nos hemos montado en este carro y es guay tejer estos lazos y diálogos con lxs nuevxs lectorxs que se van sumando. Ahora bien, en todo este armatoste de múltiples publicaciones y posts de Instagram creo que es importante preguntarse cómo me trata el libro.

 

¿Tu libro de poesía Movernos en la sed y Yo solo vine a ver el jardín son como dos actos de una misma obra conjunta? ¿Hay una continuidad? Siendo esquemas distintos…

Carla Nyman: Soy una persona tremendamente obsesiva. Y últimamente estoy atravesando esta necesidad de hablar del deseo, del sexo, del cuerpo de la mujer. Movernos en la sed y Yo solo vine a ver el jardín son hijas de esta obsesión. No sé cuántos niñxs más tendremos.

 

Acabo de leer una entrevista en La Vanguardia a una de tus referentes -si no estoy equivocado-, la escritora Ariana Harwizc, en la que dice que: “las novelas deben seguir siendo peligrosas”. ¿Lo crees así? ¿Tu trabajos lo son?

Carla Nyman:¡Mucho! Me encantaría que lo fueran. Me gusta encontrar en los libros desafío y luz. Una voluntad de dislocar el lenguaje para dislocar la realidad. O de entrar de una manera oblicua en lugares que tal vez teníamos muy vistos. De pronto se ven feos o muy voluminosos o raros, como si aprendiéramos de nuevo a nombrarlos, a señalarlos nuevamente con el dedo. Esa mirada torcida sobre las cosas y la palabra me pone en tensión y me libera. Me viene siempre a la cabeza la imagen de una escalera de caracol. En cada vuelta hay casi un ejercicio de equilibrismo: o te alejas demasiado del centro y no se te entiende un pimiento, o te acercas tanto que acabas no diciendo nada o dices lo mismo de siempre. Creo que ahí está el reto y el peligro. En ser un poco esa funambulista. Como si la transparencia fuera casi un demonio.

 

También dice Ariana Harwizc que “cuando escribo no sé nunca donde estoy, me domina el lenguaje”. ¿Carla Nyman escribe también en trance?

Carla Nyman: Sí, hay mucho de ese trance funámbulo. Pero creo que la sensibilidad también se trabaja. Creo mucho en las horas de lectura, en las horas de escritura, en esto de escribir como un oficio.

 

Yo tengo la sensación de estar ante alguien importante en el futuro de las letras y del teatro de nuestro país y no suelo decir esto y sé que vosotras tampoco me lo vais a decir -aunque estaría genial que lo hicierais-. ¿Cómo veis vuestra carrera dentro de 10 años?

Lluna Issa Casterà: Nuestra carrera dentro de 10 años como colectivo lo veo produciendo poco a poco con buenas financiaciones y pudiendo abrir nuestro trabajo en la sala de ensayo para que los jóvenes y no tan jóvenes puedan adentrarse en nuestro universo y aprender con nosotras. De modo personal la veo haciendo música y películas. Por otro lado, me encantaría estar trabajando con las instituciones para trabajar dentro del ámbito de la cultura, esto todavía se puede traducir en muchas posibilidades. 

Carla Nyman: Haciendo mis movidas. Aprendiendo mucho. Siendo una dinosauria feliz de que me llamen dinosauria (pero sin que me multiprogramen en todos los teatros de Madrid).

 

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