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Una luz para el colectivo lésbico

“La obra va de dos mujeres lesbianas, pero en el fondo es la historia de muchas otras”

 

El día 28 de junio, Día internacional del Orgullo LGTB, el Teatro Lara acoge en la sala Cándido Lara el estreno de Una luz tímida, un espectáculo musical del Col.lectiu la Cicatriz que relata la historia de amor de dos mujeres profesoras silenciadas por la represión franquista. La pieza, de África Alonso Bada y Andrea Puig Doria, dirigida por Marilia Samper, llega a Madrid avalada por el éxito en la cartelera de Barcelona.

La obra solo estará en cartel durante tres días (del 28 al 30 de junio) y desde la revista hemos querido conocer la trayectoria de esta compañía y el proceso de creación de la pieza a través de la propia África Alonso, intérprete de la misma junto a Júlia Jové.

 

 

Una luz tímida, estreno en el Teatro Lara

 

 

Por Ka Penichet

 

África, eres fundadore del Col.lectiu La cicatriz, ¿qué hacéis en él?

El colectivo nació hace dos años aproximadamente por la voluntad de llevar al escenario Una luz tímida, pero después nos dimos cuenta de que era un proyecto que podía tener mucha más continuidad. Lo conformamos mujeres y personas no binarias del Colectivo LGTB, lesbianas o bisexuales, que queríamos crear en clave LGTB, memoria histórica, feminismos… Lo conforman personas del mundo de las artes escénicas, de la cultura audiovisual, de la producción y son personas que no encuentran un proyecto que les represente. Todes tenemos nuestro trabajo aparte, pero queremos crear un proyecto en el que poder llevar a los escenarios nuestras obras. Cada une tiene como su función dentro del colectivo.

 

¿Funcionáis más allá de una compañía de teatro?

Sí porque es multidisciplinar. Es decir, el primer proyecto sí que es de artes escénicas, que es Una luz tímida, pero ahora estamos con un segundo proyecto que se llama La respuesta a todo lo que le preguntarías a una tía trans, que la hacemos con una mujer que es externa al colectivo y nuestra posición es como productora. Es un proyecto que incluye podcast, talleres de divulgación, un futuro libro. El eje son las artes escénicas, pero también nos gusta pensar que tiraremos adelante con otros proyectos como los audiovisuales, por ejemplo, si todo va bien.

 

El colectivo apareció el año de la pandemia, ¿qué lectura positiva haces de esto?

La pandemia nos pilló justo cuando íbamos a estrenar, perdimos la programación en el teatro que teníamos… todo eso que pasó a las compañías, que fue una especie de masacre y fue muy duro. El sector de las artes escénicas sufrió lo que no está escrito y nosotres también. Pero bueno, eso nos dio la oportunidad de trabajar en Una luz tímida de una forma mucho más estirada. Al final, por narices, tuvimos que dedicarle más tiempo y yo creo que esto se ve. Tú ves la obra y te das cuenta de que no es un trabajo de dos meses. Hemos creado casi un universo alrededor de esta obra y tuvo su parte buena en ese sentido.

 

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África Alonso Bada

 

¿Tu formación viene del teatro musical?

Yo estudié interpretación musical en el Institut del Teatre y a mí me pasaba que me faltaban musicales que realmente me representaran, que hablaran de mí, ya no solo en tanto a las historias y los personajes sino en la manera de hacerlo, el sitio honesto desde donde hacerlos. Entonces quise crear uno a mi manera y de ahí nació Una luz tímida.

 

¿imaginas tus trabajos sin que la música tenga un papel tan relevante en la pieza?

La música es muy importante en mi vida, mucho y para mí es la mejor forma de expresarme que encuentro. Haciendo teatro y, además, haciendo teatro musical. Me cuesta mucho focalizarme en una sola cosa. Soy una persona, aparte de caótica, que quiere todo el rato probar formatos nuevos. Una luz tímida es un musical distinto, pero cambia un poco las reglas del juego. Otro musical es posible. Sé que hay mucha oferta y que es difícil decidir qué voy a ver. Una luz tímida es algo muy nuevo pero muy honesto.

 

¿Cuál es el éxito de este musical?

Para mí uno de nuestros grandes éxitos es haber creado un público muy joven y diverso. Esto en Barcelona cuesta. El público de teatro es de una edad como más avanzada. Los teatros empiezan a ver que tienen que empezar a cambiar las propuestas para atraer a públicos nuevos. En nuestro caso, algo que a mí me encanta es que vienen muchas chicas y personas disidentes muy jóvenes y que repiten, y vuelven a repetir. Yo quería hacer algo que, si yo viese desde la butaca, me muriese de rabia por no haberlo hecho yo.

 

¿De qué manera te ha ayudado trabajar a través de la música tus proyectos?

Me ha ayudado a encontrar el alma de la obra de una forma muy clara. La música es como un personaje más de Una luz tímida. Siempre decimos que la guitarra es como más el alma de Carmen, que es uno de los personajes, y el chelo es el de Isabel. La guitarrista y la chelista están en el centro del escenario y están metidas en la escena constantemente, algo poco usual en los musicales. Estos cuatro elementos tienen un alma y una identidad. Hay otras formas de hacerlo por supuesto, pero para mí la música es con la que me sale de forma más natural. Cuando mejor me expreso yo es cuando canto y cuando compongo.

 

¿Cómo conociste la historia de Isabel y Carmen?

Una noche de insomnio, apareció la creatividad de una forma bastante inesperada. En el sofá de mi casa, de repente, leo una noticia antigua de la que había muy poca información. Isabel y Carmen fueron dos maestras de una escuela franquista en Valencia que se enamoraron. A Carmen su familia la obliga a internarse en un psiquiátrico para “tratarse de la homosexualidad” que era una cosa que se hacía en la época y que, aún se hace en según qué sitios. Después de pasar por ese tratamiento, decide volver con Isabel años después. Ellas viven juntas, pero Carmen se queda muy tocada después de pasar por el tratamiento. Pasa por un proceso de enfermedad psíquica que no mejora. No quiero hacerte ‘spoiler’, pero según el artículo que yo leí era una historia que acababa de una forma muy trágica. Intenté darle una vuelta a este final y es distinto. La obra está inspirada en ellas, pero no acaba como la historia real.

 

 

A partir de ahí, ¿qué trabajo de documentación realizaste sobre esta historia de amor?

Siempre digo que esa noche escribí la obra. Me refiero a que esa noche la vi pasar entera por mi cabeza y encajaron todas las piezas. De repente, canciones que habíamos compuesto con Andrea que es la otra compositora de la obra y directora musical, casaban de una forma casi mágica. Pasaba que las canciones casi escribían el relato. Ahí empezó la obsesión más agradable que puedes tener en la vida que es con algo que vas a crear. Yo empecé con eso en 2017 cuando acababa la carrera. En ese contexto fue cómo nació La cicatriz. Desde el principio nos dimos cuenta de que era una historia que era muy importante que se explicara y que había que hacerlo de una forma muy sincera. Aunque la historia solo involucrara a dos mujeres lesbianas, en el fondo, era la historia de muchas otras. Tanto de mujeres del colectivo como de las que no lo eran porque al final la obra habla de la violencia que sufren las mujeres, del silencio, de no poder decidir sobre sus propias vidas. Nos dimos cuenta de que había un vacío que había que llenar. Nos dimos cuenta a través de la gente. Pasó que se identificaron tanto las chicas jóvenes del colectivo como esas mujeres mayores que, de repente, ven sus historias contadas al fin.

 

¿Qué cosas no han cambiado hoy en día respecto a la historia de amor que vivieron Isabel y Carmen?

Eso daría para un libro. No me voy a enrollar mucho, pero muchísimas. En primer lugar, hay que entender, que la cuestión no es sólo si ha habido cambios en la situación del colectivo. La cuestión es que aquello que el colectivo sufrió, no hace tanto, no se ha curado. El pasado del colectivo LGTB no se ha contado debidamente. Hay una herida abierta.

 

¿Por qué el colectivo se llama La cicatriz y no La herida?

Porque el colectivo pretende cerrar esa herida pero que siga siendo visible. Hay una frase de Louis Madeira que dice: “Aquí dolió, aquí sanó”. Una cicatriz es visible pero no es tan dolorosa. Incluso puede ser una marca hermosa como lo es Una luz tímida. Ves la obra y te preguntas “por qué algo tan bonito me está haciendo pupa”. Porque esta historia de estas dos mujeres, que ahora me está emocionando, que me está haciendo llorar, que me está haciendo reír… podría haber pasado y podría estar pasando en casa de mis vecinas. Estas dos mujeres podrían ser mis vecinas. Como hay tanto silencio alrededor de las historias de las lesbianas, son historias que siguen siendo actuales. Ellas podrían estar aun luchando ahora contra las consecuencias de la homofobia y del fascismo. Fascismo que, por supuesto no ha desaparecido, ha estado un tiempito más discreto, más callado si quieres, pero que es obvio que no ha desaparecido y que de hecho está muy presente. Hay muchísima gente a la que no le importaría que estas historias volvieran a pasar.

 

¿Qué personas te acompañan en este proyecto y por qué forman parte de él?

Júlia Jové es una actriz de la que me enamoré a nivel artístico desde que la conocí. Yo era muy jovencite y tenía miedo de decirle que había soñado una obra y ella era Carmen. Coincidimos en un curso de interpretación y cuatro años después le presenté la obra. A mí me gustaba porque tenía un altísimo nivel interpretativo y una voz preciosa. Yo escribí la obra ya pensando en Júlia, ella me contó que había leído el texto como si fuera una peli, que eso tenía que acabar en Netflix.

Con Andrea Puig había trabajado toda la vida. Fue mi primer ‘crush’, a nivel musical y personal, cuando teníamos 13 años. Con ella hemos estado componiendo y creando hasta día de hoy. Para mí es una excelente guitarrista y tiene una sensibilidad infinita tocando la guitarra.

 

¿Qué visibilidad tienen en el teatro este tipo de propuestas?

Pues no estoy muy metide en el tema cartelera madrileña. Desde mi ignorancia lo que veo es que quizás hay mucha más variedad que en Barcelona. De lo que sí estoy segura es que hay más propuestas que representan al colectivo G y que hay una invisibilización incluso dentro del colectivo de la L y de la B, y de la T también. Una luz tímida ha destacado en Barcelona no solo por la calidad de la propuesta sino porque no hay historias donde los personajes lésbicos no caigan en el cliché de siempre. Estos son los proyectos que quiero que lleguen a los escenarios. No solo contar una historia sino quién explica la historia creo que hace mucho la diferencia.

 

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¿Recuerdas cuál fue la primera serie, película, obra de teatro en la que te sentiste representade?

Yo cuando era niñe consumía un montón de historias. No tenía tele, pero leía un montón. Recuerdo haber leído una saga que era tipo Harry Potter que se llamaba La orden de la Academia Spence, pero que contaba la historia de cuatro amigas que van a parar a una escuela de chicas que les enseñan a coser, tocar el piano… pero que son muy rebeldes. Hacen un círculo mágico entre ellas y pueden acceder a un mundo paralelo. Una de ellas se enamora de la otra, aunque no fuera tan explícito. Recuerdo que era de una escritora británica. Tenía 13 años y quería ser como ellas.

A mí siempre me han gustado las historias que cuentan algo muy duro de una forma muy preciosa. Esta forma de enamorarse habla de mi forma de enamorarme. Son historia de las que salgo destrozade pero pensando: “qué precioso”. Eso me recuerda a una frase de Hadestown, un musical de Broadway sublime, que dice: “It’s a sad tale. It’s a sad song. But we’re gonna sing it anyway”. Porque en el momento de explicarlo volvemos a revivir lo bonito que fue en el principio. Es la necesidad de explicar estas historias, aunque duelan.

 

¿Qué mujeres lesbianas tienes como referentes y por qué?

Valentina Berr que es la chica con la que estamos trabajando nosotres es una experta en comunicación, además mujer trans y lesbiana, es una persona absolutamente brillante y todo lo que he leído de ella me parece espectacular pero que está demasiado a la sombra. Debería estar en muchos más espacios teniendo en cuenta cómo habla de las problemáticas de las mujeres trans. También conectamos mucho con Tríbade que es un grupo de música transfeminista y que han venido a ver la función.

 

Sheila Jeffreys explica en su libro La herejía lesbiana: una perspectiva feminista de la revolución social lesbiana una tesis según la cual la lucha de las lesbianas está más relacionada con el feminismo que con el colectivo LGBTI

Sí, pero según con qué rama del feminismo. Yo como mujer blanca, seguramente no tengo suficientemente en cuenta según qué luchas porque no sufro ese tipo de discriminación y porque me falta muchísima formación. Desde mi privilegio lo tengo clarísimo. Si me hablas de feminismo transincluyente y transversal, yo también estoy ahí 100%. Hay transfobia por parte del colectivo lésbico como también lo hay por parte de las mujeres heteros y la sociedad en general. Como persona no binaria no solo me identifico con la etiqueta de mujer, de hecho, me identifico más con otras etiquetas más abiertas, pero es mi caso personal.

 

 

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