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Nuria Espert, entre el estremecimiento, la lágrima y la carcajada

Nuria Espert: “Da mucho placer oír reír al público”

La isla del aire, de Alejandro Palomas, nos habla sobre el dolor de la pérdida y la importancia de los vínculos dentro de una familia conformada por Nuria Espert, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito. Un férreo matriarcado construído sobre las heridas, no siempre cicatrizadas, que se mueve en el delicado filo de la tragicomedia bajo la dirección de Mario Gas.

Tuvimos la ocasión de poder conversar telefónicamente con Nuria Espert sobre este espectáculo que ahora la devuelve al escenario del Teatro Español, del 7 de diciembre al 14 de enero, y que nos brinda la oportunidad de seguir descubriendo nuevos registros de una de las grandes de nuestra escena: ‘La Espert’.

 

Foto de portada: David Ruano

 

 

Nuria, después de la carrera que lleva a sus espaldas, donde podría decirse que ha hecho de todo, ¿en qué se fija para decidirse por un proyecto? ¿Y qué le llevó a elegir un proyecto como La isla del aire?

Ante todo, que el texto me guste. Me parece que, de alguna manera, hay algo en ese texto que no he tenido nunca, unas respiraciones diferentes al teatro que yo hago habitualmente que es un teatro más dramático. En esta obra, verdaderamente, el autor maneja los sentimientos de una manera extraordinaria, dibuja los personajes, que acaban tomando vida delante de ti, como seres humanos.  La isla del aire contiene esos elementos, pero al mismo tiempo está la risa bordeando casi permanentemente la vida de estas mujeres. Es un texto magnífico que hemos tenido la suerte de que cayera en las manos de Mario Gas, que es el que ha dirigido el espectáculo de una manera magnífica, de maestro.

 

Confieso que leyéndola solté varias carcajadas con su personaje, ¿qué significa para usted hacer reír al público?

Da mucho placer la verdad, he tenido pocas oportunidades de hacer este tipo de teatro que es encantador y el éxito que tiene todos los días, que tiene absolutamente en todas las funciones, con esos finales emocionados y con carcajadas, es impagable.

 

Hacía mención a Mario Gas, con quien ha coincidido en varias ocasiones a lo largo de los años, ¿cómo son estos encuentros entre ustedes? ¿cómo es la forma de trabajar que tienen cuando se encuentran?

La verdad que hemos hecho unas cuantas cosas juntos, hicimos Masterclass, Salomé, Incendios y él como actor en Doña Rosita la soltera y el lenguaje de las flores. Trabajar con él para mí es sumamente grato, le conozco muy bien, y sé cuándo sus ideas evolucionan y van tomando forma y lo respeto y me quedo quieta y tranquila hasta que eso se convierte en una pequeña obra maestra.

 

La obra habla sobre la pérdida, la juventud truncada, la enfermedad, la sanación, ¿qué nos puede contar sobre la obra desde su perspectiva? ¿Cuáles son los temas que usted considera que aborda la función?

Pues todos los que tú has dicho para empezar, y continuar hablando de la sensibilidad con que es tratada la muerte de uno de los personajes. Yo creo que el hecho de que esta obra pertenezca, de alguna manera, en sus lejanos días de creación, a una trilogía magnífica ha permitido al autor saber de los personajes mucho más de lo que se sabe habitualmente cuando se empieza un nuevo espectáculo. Es dura de hacer, es difícil, se necesita mucha concentración, pero además tiene el perfume de una obra contemporánea, la fuerza de un autor vivo en pleno éxito. Aquí está todo lo que uno ansía y que es tan difícil de encontrar, como es un texto español de autor vivo, que guste, que interese, que emocione y que divierta.

 

 

¿El autor del texto, Alejandro Palomas, ha intervenido de alguna manera en el proceso de la puesta en escena?

Eso es algo que nos ha llenado de bienestar y de tranquilidad. Que el autor acuda a los ensayos, compartiendo con nosotros los momentos difíciles, cuando una escena se resistía, ayudándonos a desentrañar, buscando, sacando y encontrando… que son cosas hermosas que tiene nuestra profesión, es una situación que se da muy poco en el teatro que yo hago. A mí se me ha reprochado, y han tenido toda la razón, que he hecho los grandes textos internacionales, y españoles, pero siempre del pasado, pero aquí no hay reproche que hacer, aquí lo hemos traído al presente, a la mirada actual. Cuando comenzó tenía todas esas cosas que no es tan fácil encontrar en otras ocasiones, las tenía todas: el autor vivo, viniendo a los ensayos, diciendo lo que le parece, hablando con nosotros y saliendo muy satisfecho y nosotros muy tranquilizados.

 

La obra nos muestra a cinco mujeres de una familia con el alma rota por la repentina muerte de una de ellas. Ese dolor parece como si les brotara físicamente y emocionalmente, como si les fuera haciendo añicos y distanciando, sin embargo, Mencía, su personaje es quien saca la fuerza para hacerlas ver que siguen unidas a pesar de las diferencias. ¿Quién es Mencía, su personaje?

Es cierto y me da mucho gusto oírte hablar de ello, es magnífico poder compartirlo. En cuanto a mi personaje, no sé muy bien quién es porque ella misma no lo sabe bien. Los secretos que han estado pesando en sus vidas, ese perdón que no se pide, están todo el tiempo colgando delante de mi personaje, cosas que ella sabe y que no tendrá más remedio que mostrar. Es una persona en cierto modo siniestra, que de pronto trata de poner orden entre esas mujeres, quizá de una manera equivocada. Ella piensa que son demasiado jóvenes para pensar ya en la muerte y en la soledad. A mí me gusta mucho el vínculo que establece con el último eslabón familiar, con las nietas jóvenes.

 

Es cierto, esa relación entre abuela y nieta, esa confianza, el intercambio de confidencias entre las dos hace que la relación entre las mujeres de esta familia tan áspera, en ocasiones muy distante e incluso violenta, acabe siendo reforzada por el vínculo que las mantiene unidas, ¿cómo las siente usted?

Sí, todos hemos tenido abuelas y encontramos tantos rescoldos, tantos recuerdos, que se vuelven vida. Y lo consigue realmente, es muy emocionante porque es una jugada que nos ha salido muy bien entre el estremecimiento, la lágrima y la carcajada, da la impresión de que se forma una especie de cóctel que tiene un sabor agradable y duradero que acaba haciendo una especie de ovillo de amor y de realidad. La gente ve la función dos veces, tres veces y siempre encuentran aquella primera impresión, eso es un milagro que no sé si me había pasado antes… lo pensaré (risas), pero me parece que no. Hay un momento clave en la función en el que el personaje que yo interpreto, esa abuela, que no se sabe si es buena o si es mala, comete una maldad mintiendo y oyes al teatro, que está abarrotado, soltar una exclamación, como una protesta colectiva contra la maldad y la mezquindad de esta mujer que, a la vez, es tan buena en tantos momentos, y que ha sacado adelante sola esta familia. Es divertidísimo (risas). Por supuesto, no hay un solo hombre en toda la función.

 

Precisamente le iba a preguntar por la ausencia de esa figura masculina, ellos son agentes externos que han provocado muchas de las heridas del pasado de cada una de ellas.

Yo creo que no hacen falta que los que tienen que estar, están en el recuerdo y eso redondea lo que podemos sacar de esta función.

 

Nuria Espert, entre el estremecimiento, la lágrima y la carcajada en Madrid
Vicky Peña y Nuria Espert en una escena de La isla del aire.

 

Me gustaría también preguntarle por el trabajo escénico con sus compañeras, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito, ¿de qué manera se han nutrido unas de otras?

El reparto lo hizo Mario, nos eligió una a una, tomándose mucho tiempo y eligió el reparto más perfecto que yo he visto nunca en un escenario. Hemos tenido la suerte de que nos amoldáramos las unas a las otras, nunca habíamos trabajado juntas y, sin embargo, da la impresión de que ni La Comédie-Française está tan unida como nosotras (risas). Es impresionante cómo nos hemos ido despojando de quiénes somos para convertirnos poco a poco en estas mujeres y comprender lo que le sucede a la que está enfrente. Son actrices geniales; hay muchas actrices geniales en los repartos, en todas las obras, por supuesto, lo que es difícil es tener justo lo que tú necesitas, no tener sólo una buena actriz, sino tener a la actriz que podría hacer único ese papel, y eso ocurre con cada una de ellas. Aquí se ha vertido una entrega que tiene que ser total y conjunta, y eso es como un milagro.

 

¿Y cómo ve la situación de las Artes Escénicas?

Iba a decir que, en todas partes, pero no sé si en Londres pasa, pero en el resto del mundo el teatro está en un buen momento, con muchas ganas. Esto nosotros lo percibimos con esta gira, con esta obra de la que nadie sabía nada de nada, pero de la que se han vendido todas las localidades, eso te hace ser optimista. Tampoco es que tengamos 10 espectacularazos cada año, que es lo que deberíamos tener, pero tenemos los que podemos y los que podemos los defendemos muchísimo, y el público nos lo agradece función a función.

 

También es cierto que tener a ‘La Espert’ encabezando un reparto ya es, de por sí, un acontecimiento que hace que el público acuda. Por cierto, ¿cómo le hace sentir que el público se refiera a usted como ‘La Espert’?

Para mí es como un título de nobleza, o como si me dieran siete premios Nobel. Me gusta porque al mismo tiempo tiene un tono cercano, un tono de barrio, como el barrio de Hospitalet donde también se usa. En Palacio y en Hospitalet lo de ‘La Espert’ funciona (risas).

 

Ya ha aclarado, por activa y por pasiva, que no se retira, que va tomarse un descanso tras La isla del aire…

¡Mucho estabas tardando en preguntármelo! (Risas)

 

¡Si es que somos unos pesados!

No, no, no, lo provoqué yo, lo que no se entiende es eso que entiende todo el mundo, así que la equivocada soy yo. Ese malentendido en aquella rueda de prensa, no recuerdo ni dónde fue ni qué me preguntaron para que yo acabara diciendo: “No, bueno, pero cuando acabe esta obra no saldré corriendo a buscar otro texto como he hecho siempre”, y eso se interpretó como una cosa dramática, como la Barca de Caronte (risas) y desde entonces no me han dejado vivir. Tengo salud, los empresarios me buscan y me ofrecen un par de obras cada mes por si quiero interpretarlas. Este espectáculo podría, o no podría, ser el último, esto no está decidido ni lo decidiré yo, lo decidirá el público, la vida o la suerte.

Uno de los personajes de la función, Bea, dice que escribe para que la escuchen, ¿usted para qué diría que actúa?

Porque el Teatro es mi vida.

 

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