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Jorge Muriel nos habla de la llegada de ‘Tribus’ al CDN

Vivimos en un mundo sordo a todos los niveles con unos pensamientos que te llevan a no ver al otro”

 

Jorge Muriel es un gran cazador de textos, gracias a él han llegado a nuestros escenarios espectáculos como Los Iluminados, la celebradísima, Cuando deje de llover o, la más reciente, Las cosas que sé que son verdad. El amor y el respeto que siente por su trabajo se intuyen en cuanto abre la boca; un conversador incansable que llena de pasión y entusiasmo cualquier encuentro.

En esta ocasión la excusa para encontrarnos y charlar ha sido el estreno de Tribus, de Nina Raine – Del 6 de noviembre al 27 de diciembre en el Teatro Valle-Inclán – Una función que, desde el plano familiar, aborda temas como la segregación, el sentimiento de pertenencia mal entendido, las dificultades para entendernos o la falta de escucha. Una producción que se nos revela como un principio y un final dentro de la carrera de Jorge.

 

 

Teatro inclusivo, pero de verdad

 

Por José Antonio Alba

Foto portada: marcosGpunto

 

Jorge, Tribus llega por fin al CDN. Una obra que lleva fraguándose desde el 2015 y que, cuando al fin comienza a ser posible, se encuentra de bruces con una pandemia. Ahora por fin verá la luz en el Valle-Inclán. ¿Cómo ha sido retomar el proyecto?

Todos en general estamos más tranquilos y centrados y aunque los ensayos se quedaron a la mitad y aunque la pandemia nos ha zarandeado a todos, está fluyendo de maravilla. El texto es una pasada, muy inteligente, tiene muchas capas. ¡Es un poco locurón!

 

¿Cuándo tuviste tu primer contacto con Tribus?

Vi el texto en Nueva York, era uno de los veranos que me había ido a investigar sobre Los Iluminados, el texto que íbamos a montar, y esto estaba en un teatro pequeñito, un amigo me habló, fui y flipé, un poco como cuando leí Cuando deje de llover. Es de esos textos que te maravillan, es poliédrico, una filigrana bonita que emplea el microcosmos de la familia para hablar de la no aceptación de la diversidad, sobre la pertenencia, como eso también segrega.

 

‘Tribus’ utiliza la sordera como metáfora para hablar sobre la incomunicación. ¿Se podría decir que, con la situación actual, adquiere todavía mayor sentido tratar este tema?

Totalmente, es lo que está sucediendo ahora, esta cosa de identificarte con unas ideas, con unos pensamientos que te llevan a no ver al otro. Es lo que está pasando en política y en el mundo. Es tristísimo. Es una radiografía de la sociedad, vemos a esta familia, pero piensas: “Si es que así va el mundo”. Para mí, la crítica última del texto es que vivimos en un mundo sordo a todos los niveles y esa sordera, como sociedad, genera separación, diferencias, conflictos y juicios. Lo hermoso es que lo une metiendo el tema de la sordera real, del tema de los sordos, con dos actores sordos reales.

Hay algo muy bonito en el texto que, utilizando el lenguaje de signos, la reivindicación de que es un lenguaje sin palabras, no hablado, sino signado y con imágenes, ayuda a la autora a hacer un hermoso viaje sobre lo inútil que son a veces las palabras si no escuchas lo que hay detrás de ellas, es muy potente. Nos falta el vínculo de la comunidad, por eso hay tanta disputa política. Qué pena que nos veamos como fronteras y países, más que como un todo.

Creo que estamos en momento duro vital y social, pero es hermoso ver en el lugar en el que nos puede despertar. Creo que este texto como lo que estamos viviendo nos lleve a mirar mejor al otro y poder escuchar y no estar tanto en uno, si no, estar en los demás. Que vivamos esta vida sin estar tan centrados en el individualismo.

 

En la obra uno de los hijos es sordo y los padres en vez de poner los medios para facilitarle la vida, le obligan a adoptar las formas de vivir de los oyentes. En este caso el sentimiento de pertenencia, a la familia, se transforma en un intento de anulación.

Los padres no ven a sus hijos por lo que son, sino por lo que quieren ver que son, pues no te dejan ser tú mismo. La obra habla de la castración de los padres, del amor que pone un padre para darle todo a un hijo, pero que al mismo tiempo no es lo que ese hijo necesita, de la necesidad de la emancipación; habla de la fraternidad, de la dualidad que tenemos todos, de la fachada, de la máscara, cómo tenemos que presentarnos siendo algo y no poder mostrar lo que realmente somos.

También es un discurso sobre la lengua, sobre el lenguaje. El padre es un intelectual que escribe libros, pero no escucha a su hijo, la hermana es una cantante de ópera y se expresa a través de la voz, pero no de la palabra, luego mi personaje empieza a oír voces, porque tiene alucinaciones auditivas ¡Es una genialidad meter un personaje con alucinaciones auditivas cuando tienes otro personaje que no oye! Además, es una comedia muy bruta. Te abre a una locura expresiva bellísima. Eso es lo que me tiene más ilusionado, eso y que vaya al entendimiento, hay un final esperanzador que es lo que más nos gusta, que ante la aspereza, pueda haber esperanza o responsabilidad para que lo pongamos en práctica.

Me gusta mucho que no es partidista, muestra estas tribus, la de los oyentes y la de los sordos, con sus luces y sus sombras, creo que es una obra que puede resultar incómoda, para oyentes y para sordos, porque reparte por todos lados.

 

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Jorge Muriel, a la derecha, junto a Marcos Pereira en un momento de ‘Tribus’. Foto marcosGpunto

 

Me comentabas que el texto lo descubriste en un viaje a NY, pero ¿Cómo nace la idea de ponerlo en escena?

Se da una sincronicidad muy bonita. Yo era profesor en la escuela TAI y responsable del área de artes escénicas, vi Tribus y, cuando llegué a Madrid, Gemma Piri, presidenta de la Asociación de Sordos de Madrid y miembro de la Compañía El Grito, quiso entrar a hacer el grado universitario en TAI. Al ser sorda, imagínate lo que provocó en la escuela: Una actriz sorda quiere entrar a hacer un grado universitario público y no estamos abiertos a que esto pueda ser. Una vez más la realidad supera la ficción. Es verdad que la escuela después fue muy flexible y la apoyó. Conocer a Gemma, conocer su realidad, lo que implicaba su entrada en la escuela y mi amor por el texto que acababa de descubrir, empezó a fusionarse. Sentí que era un maravilloso texto para hacer.

 

En Tribus todas las funciones serán accesibles, habéis incluido los sobretítulos como parte de la propia escenografía, ¿Qué puedes contarme sobre ello?

Me parece un gran acierto para que la comunidad sorda pueda venir y opinar; verse ,o no, en lo que se está retratando. La obra está escrita para despertar a la cultura oyente y nos dimos cuenta que para hacerlo tenía que ser accesible todos los días porque si no íbamos a caer en lo de siempre: Si yo soy sordo, o tengo otra capacidad diversa, no puedo ir al teatro todos los días, te viene marcado qué días de la semana y del mes puedo ir a verte. Muchas veces hemos pensado: “Qué poca gente sorda viene al teatro” Sobre todo, gente joven sorda ¡Cómo van a venir! No les interesa una mierda porque no tienen opciones, ¿Qué van a hacer? ¿Mirar la cartelera y apuntarse que el jueves 16 a las 20h pueden ir al teatro? Pues no irán, a no ser que amen el teatro o que les interese mucho.

Ese es el discurso de parte de la obra: No nos interesa incluirlos, nos interesa hacer una cosa espacial que nos haga parecer que somos inclusivos, pero no lo somos, estamos yendo a nuestra puta bola. Es verdad que hasta que no te encuentras con otras realidades, no te das cuenta de eso.

Es la misma regla del heteropatriarcado que llevamos arrastrando siglos y siglos. Es una sociedad hetero, blanca y oyente, así que amóldate a ella y si no, encuentra tu hueco. Te tienes que subir al carro y te subes como puedes, precisamente esto es lo que genera tribus. No se nos educa para la diversidad, se nos educa para cumplir la norma establecida.

 

Los personajes sordos son interpretados por Ángela Ibáñez y Marcos Pereira, dos actores con sordera real. Imagino que esto ha hecho que se la comunicación en escena se modifique y se potencie, ¿no?

Sí, los primeros días fue muy difícil. Con un compañero oyente tú puedes estar al quite, pero aquí si cambias o das la espalda y tu compañero no te oye el pie… ¿Pero sabes lo bonito? Que esto genera una escucha verdadera que en la vida real das por sentado. Lo bonito de tener un compañero como Ángela o Marcos es que necesitamos escucharnos, aunque no nos oigamos y me parece precioso, es el regalo personal que me estoy llevando. Qué bonito ver más allá de lo que nos podemos decir. ¡Y a eso añadirle lo jabatos que son! Lo ponen todo fácil.

 

Además de participar como actor eres el adaptador de la versión que veremos en el CDN. Háblanos sobre este trabajo, porque creo que para el espectador medio es bastante invisible.

Me apasiona y creo que no está muy valorado. Mi fortuna es que lo leo más allá del mero traductor, sino como el intérprete que va a estar involucrado en el proceso. Me enamoro de los textos y cuando me enganchan lo que siento es una responsabilidad máxima por intentar traducir a nuestra lengua lo que el autor original ha querido plasmar. Intento entender muy bien de lo que se está hablando. Con los años también he aprendido que no se puede ser literal que, a veces, tienes que dejar cosas a un lado de la literalidad la lengua inglesa porque en castellano, si vas a lo literal, se perdería. Intento ser muy delicado y si tengo la oportunidad de conocer al autor, que me ha pasado algunas veces, lo debato con ellos o intento explicarles cómo lo diríamos nosotros. Hay que confiar en el instinto del traductor.

 

 

¿Cómo ha sido trabajar sobre la adaptación de Tribus? ¿Has podido hablar con su autora?

En este caso no he conocido a Nina Raine. Esta ha sido de las más difíciles que he hecho, creo que es de las que más he tardado porque es de las que más delicadeza necesitaba. A diferencia de otras obras, en esta la palabra es crucial, en todas lo es, pero en esta es muy exacta. Y, mientras que en otros textos decidimos no traerlos a España, en este había muchos referentes muy ingleses, y creo que en España no se entendían; muchas bromas y giros de palabras. Una parte de la familia es muy rápida y muy ágil mentalmente, me ha costado mucho ese slang inteligente británico, y he tenido que trasladar todas esas bromas a la realidad actual española, pequeñas bromas de aquí y de ahora. Por otro lado, me pone las pilas porque yo soy muy payaso y Julián me las acepta, incluso vamos cambiándolas.

 

¿Has ubicado a la familia de la obra en España?

Sí, es una familia española. Creo que si el público español no se sintiera identificado el texto perdería muchos puntos y había cosas en el original muy locales. De forma delicada, se habla de España, se habla de los catalanes, se habla del Atleti… es una familia de aquí. He intentado encontrar referentes que, aunque no fueran exactamente lo que decía la autora, tuvieran el mismo significado. La autora, por ejemplo, habla de la independencia de Irlanda como una forma de segregación de tribus y un personaje se pone en contra, ¿y yo que he hecho? Lo he utilizado con la independencia de Cataluña. A ver si funciona. Es importante sentirse parte de esta familia y de las opiniones que tienen. Hay un discurso tan variado e interesante que incluso que creo que va a generar controversia, tan pronto te convence uno, como te convence el otro. Es una obra muy excitante y viva.

Jorge, tú y Julián Fuentes Reta formáis un tándem muy sólido dentro de nuestro teatro contemporáneo. Esto os ha llevado a cosechar un gran reconocimiento por parte de la profesión y del público, dando a conocer autores hasta ahora no representados en nuestro país. ¿Cómo es vuestra forma de trabajar? ¿Cómo elegís en qué trabajar? ¿En qué os fijáis para centraros en un proyecto?

 

Me emociona esta pregunta porque, en realidad, estamos sintiendo como que una fase ha llegado a su fin. No puedo estar más agradecido a Julián. Agradezco a la vida que me lo encontrase. Creo que hacemos muy buen tándem. Nos hemos mantenido juntos este tiempo porque entendemos el teatro de una forma muy parecida, intentando un teatro social que nos conmueva, que nos haga reflexionar, que sea inteligente, que no se posicione. Eso nos ha llevado a hacer cinco proyectos juntos: El proyecto Laramie, Los Iluminados, Cuando deje de llover, Las cosas que sé que son verdad y ahora Tribus.

Los dos sentimos que estamos llegando a un final de etapa, como de necesidad vital, pero esto no cierra puerta a nada porque estoy feliz de cómo trabajamos, pero quizá él necesita contar sus historias y yo siento que necesito dirigir mis proyectos. Siento la necesidad de dar un paso más, encontrar proyectos en los que no actúe, pero los dirija. Nos hemos hecho fuertes y adultos trabajando juntos y ahora necesitamos seguir encontrando nuestra voz por separado, sabiendo que tenemos un confidente en el otro.  Me ha hecho evolucionar muchísimo con ser humano y como actor y como creador. Los dos sentimos que empieza una nueva etapa.

 

Y esa nueva etapa, ¿ya tiene algún horizonte concreto?

Siempre me gustó mucho escribir, por eso también lo de los cortos, por haber escrito el guion antes, pero justo en la pandemia tenía muchas ganas de escribir un texto teatral y, por tiempo, ha sido el momento idóneo para poder hacerlo. Tenía muchas ganas de hablar sobre la ausencia del padre, inspirado por Andrew Bowell que es un hombre al que admiro y que la vida me lo ha regalado como amigo y confidente; él, como dramaturgo y como escritor, a veces trabaja pidiendo colaboraciones con otros artistas, y yo estoy creando un texto con Pilar Gómez, Pepe Ocio y Borja Maestre, durante la pandemia empecé a mandar deberes a estos tres maravillosos actores, proponiéndoles escribir sobre temas y ya tengo una versión de un texto teatral con ellos tres como actores que me gustaría, por supuesto, dirigir. Estoy muy ilusionado con eso.

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