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Jean-Luc Lagarce y la insoportable incomunicación familiar

Eneko Sagardoy: «Lagarce no tiene ningún miedo a incomodar»

Las Naves del Español cierran el 2023 con el estreno de Tan solo el fin del mundo, un texto de Jean-Luc Lagarce escrito poco tiempo antes de fallecer enfermo de SIDA, un crudo retrato sobre la familia lleno de incomunicación, resentimiento e incomprensión.

Conversamos con Eneko Sagardoy quien da vida al protagonista de esta nueva producción de Kamikaze Teatro, dirigida por Israel Elejalde, en la que María Pujalte, Raúl Prieto, Irene Arcos, Yune Nogueiras y Gilbert Jackson completan el reparto.

 

Foto de portada: Esmeralda Martín

¿De qué manera han confluido los caminos de Eneko Sagardoy, Kamikaze y Jean-Luc Lagarce?

El link un poco estaba en que yo protagonicé La clausura del amor en euskera, en el 2021, vino Jordi Buxó de Kamikaze y ahí nos conocimos. Tiempo después recibí una llamada de Israel (Elejalde) para ofrecerme esta obra y no tuvo que convencerme para nada, el ‘sí’ fue instantáneo, para mí fue como cuando te ofrecen un proyecto soñado. He seguido durante muchos años el trabajo de la compañía, conocía el texto por la película de Xavier Dolan. Todos los elementos me atraían y me apetecía muchísimo trabajar con ellos. Desde el principio he sentido también con Aitor Tejada y con Miguel del Arco, que han venido a los ensayos, que es un equipo con muchísimo amor al teatro, que cuidan al milímetro todos sus proyectos. Creo que Kamikaze está haciendo una apuesta por directores y creadores contemporáneos sin miedo a lo que van a hacer y confiando muchísimo en todos sus creadores, por ejemplo, el trabajo de Pablo Messiez, que a mí me interesa muchísimo y que siempre me atrae. Entonces, eso ya te da una señal de que va a ser una casa segura y estimulante para trabajar. Y así ha sido, estamos trabajando con mucho relajo y con mucha exigencia, y esa combinación está muy bien.

 

Mencionabas La clausura del amor, y creo que el estilo de Pascal Rambert y el de Jean-Luc Lagarce, autor de Tan solo el fin del mundo, tienen cierta conexión. Salvando las distancias, ambos hacen un teatro totalmente apoyado en la palabra.

Sin ninguna duda, sí, yo creo que son, si no hermanos, pues padre e hijo literarios. Lagarce tienen esta cosa de repetir estructuras, de ir desmenuzando la idea hasta dar con la palabra exacta, para lo bueno y para lo malo. Tan solo el fin del mundo es un texto que afila muchísimo el cuchillo para clavarlo en el sitio exacto, por muy doloroso que sea, y al mismo tiempo es un texto que no tiene prisa, no tiene miedo a tomarse el tiempo para encontrar lo preciso. No todas las palabras valen y creo que eso sí es una cosa que tiene muy en común con la forma de escribir que tiene Pascal.

 

El texto, como dices, contiene la dificultad de que los personajes siempre están intentando encontrar la manera exacta de expresarse, ¿eso condiciona mucho a la hora de trabajarlo?

Totalmente. Yo creo que es un texto que está escrito para ser dicho y no tanto para leerse porque es verdad que, cuando te aproximas por primera vez, parece que todos hablan rarísimo, que no son nada claros, que se tropiezan con ellos mismos y con sus ideas. Pero lo más curioso es que, al ponerlo en pie, descubres que es una forma real de hablar; aunque sobre papel resulta muy extraña, luego en la palabra hablada y acompañada con el gesto, es algo muy cercano a un texto no pensado, paradójicamente, a un texto muy improvisado, muy real en el sentido de que vas a la calle y hablamos así, cortamos así las palabras, volvemos treinta segundos atrás para retomar lo que hemos empezado a decir, aunque me haya ido a otra parte. Y eso, una vez lo entiendes, lo entrenas y lo trabajas, es muy gozoso de hacer, e incluso fácil, pero es verdad que leyéndolo puede parecer otra cosa.

 

 

La dificultad en la comunicación dentro de la familia, el miedo la muerte son algunos de los temas que se abordan dentro de la obra, pero ¿qué nos cuenta Tan solo el fin del mundo?

Creo que nos habla de las heridas que germinan durante la infancia, las ideas preconcebidas, los rencores, la ira que acumulamos y cómo todo eso se transforma ante una ausencia muy grande, como la de Louis, mi personaje, que ha estado doce años sin aparecer por casa. Al hablar de familia, habla también de amor, habla de la incomunicación/comunicación y también diría que habla sobre el derecho a la huida o no, y nos pregunta sobre qué necesitamos hacer para ser quien somos dentro de la familia, es decir, un hijo que huye y no aparece en doce años, ¿sigue siendo un hijo? Una madre que no agarra el toro por los cuernos y de alguna manera sobrevuela con una especie de protección y una especie de rencor mezclados, ¿qué tipo de madre es?

 

La función no es nada condescendiente, ni con los personajes ni con el público.

Totalmente. Creo que nos lanza muchísimas preguntas muy incómodas, muy oscuras y muy íntimas sobre la figura que ocupa cada uno dentro de una familia. Y creo que eso es fascinante. Lagarce no tiene ningún miedo a incomodar e incluso a quedar mal, porque recordemos que este fue el último texto que escribió, murió muy poco tiempo después enfermo de SIDA. Hay mucho de autobiográfico. Creo que una obra así, que ha sido escrita al límite de la vida y la muerte, con la sabiduría y con la valentía y también con una grandísima autocrítica y capacidad de análisis, no solo de él mismo dentro de la familia, sino de los otros elementos también, tiene que generar esa incomodidad en el público.

 

Este retrato familiar nos devuelve un sentimiento de no pertenencia, hay mucho resentimiento, incluso la madre habla en un momento del miedo que siente la familia hacia Louis, ¿ese miedo lo genera el desconocimiento hacia este alter ego del autor?

Así es. Ni se menciona la enfermedad, ni se menciona tampoco la orientación sexual de Louis, aunque se puede leer entre líneas. Creo que el no mencionarlo da una clara imagen del estado real de comunicación de esta familia, en la que nada de esto se ha hablado jamás. El que no se mencionen explícitamente estos temas, creo que nos ayuda porque la obra realmente no habla sobre estos temas, sino habla de por qué en una familia hay conversaciones tan graves y trascendentales como estos que no se ponen sobre la mesa y, sin embargo, siguen pudiendo comer en esa mesa, entonces ¿qué peso genera todo esto que está escondido? ¿cómo les entorpece y cómo los violenta? También genera situaciones de ligero humor que a mí realmente me encanta.

 

En un momento se habla de la antigua habitación de Louis, un espacio que ha quedado sin ser habitado tras su marcha y que usan como cuarto de los trastos, siendo un poco el reflejo de lo que le sucede a la familia con él: un espacio que llenan de cosas sin sentido porque no saben muy bien qué hacer con él.

Totalmente, es que de hecho esta imagen de la habitación llena de cajas de cartón podría ser perfectamente la caja del hijo muerto que está llena de sus cosas, que nadie quiere mover, pero tampoco quieren tener a la vista. Estoy de acuerdo que resume muy bien el estado en el que se encuentra Louis, y el espacio que ocupa ahora mismo dentro de esa familia.

 

Jean-Luc Lagarce y la insoportable incomunicación familiar en Madrid
El reparto al completa de Tan solo el fin del mundo de Jean-Luc Lagarce.

 

Hay muchas interrogantes en tu personaje, ¿quién es? ¿por qué huye? ¿qué le sucede?

Pues no se sabe, no se cuenta explícitamente más allá de las explicaciones que da él mismo en el primer monólogo, ¿no? Bueno, está claro que es un escritor de éxito, que no ha parado de trabajar y ha viajado y vive al sur de Francia, que es donde se está situada la obra. Se puede intuir, por el texto, que ha vivido una vida frenética, huyendo de muchísimas cosas, muy inestable, con mucha nocturnidad y probablemente evitando también mirar a la familia, mirar al pasado. Entonces, después de toda esta vorágine, de todos estos años medio perdido, medio iluminado, un poco las dos cosas, es cuando recibe la noticia de que va a morir y es cuando decide volver, sin saber muy bien por qué ni a qué, incluso no entiende cómo puede ahora, en este momento tan extremo de su vida, decidir volver a ese sitio del que nunca se ha sentido parte, de alguna manera hay algo ahí animal, instintivo, cuando recibe la noticia de la muerte que automáticamente lo empuja a volver a su casa. Es algo que hacen algunos animales. En el caso de Louis, decide volver y, por supuesto, lo que se encuentra ahí pues da para esta magnífica obra que es una buena tragedia.

 

Tus intervenciones son casi siempre al público, son pocos los momentos en los que tu personaje conversa con la familia, sin embargo, está siempre presente, eso conlleva que estés constantemente en la escucha, algo muy complicado de mantener durante toda una función.

Mira a mí también me lo parecía, pero no sabes lo gustoso que está siendo. Por una parte, porque los textos del resto describen a mi personaje de una manera voraz, por lo tanto, he ido construyendo el personaje en todos los ensayos con ellos. Y, por otro lado, porque María Pujalte, Irene Arcos, Raúl Prieto y Yune Nogueiras son increíbles. Después, mi personaje es como si estuviera suspendido en el tiempo, en el espacio, el verbo cambia muy rápidamente, a veces sin darnos cuenta, porque realmente comulga con ese estado en el que se encuentra Louis, entre la muerte y la vida, a veces nos habla desde el Louis muerto y a veces nos habla desde el pasado, y a veces desde el mismo domingo que tuvieron la comida. Todo eso redimensiona todo el rato al personaje, a todos los personajes, al texto, entonces está siendo un ejercicio muy exhaustivo, pero también muy divertido porque, en un momento dado, estás contando el cuento al público y de pronto estás haciendo que mi madre y mis hermanos hagan ciertas cosas o pidan ciertas cosas, de alguna manera soy un narrador omnisciente y ese juego, planteando por Israel, es una de las pequeñas joyas que tiene la obra.

 

Con respecto a eso, en escena tu personaje se desdobla, posee un alter ego apoyado en el movimiento, ¿qué me puedes contar?

Sí. Tenemos ahí al Louis B, como lo llamamos en los ensayos, que es el bailarín Gilbert Jackson que es alucinante y da un una fisicidad y un ritmo y una sensación también, para mí, de fiesta, de todas esas noches, de toda esa nocturnidad, de toda esa huida hacia adelante, que genera muchísimo el tipo de baile y coreografías que está trabajando. Y sí, luego en cuanto al personaje, pues se juega con este desdoblamiento también, de quién es esta figura que va vestida igual que Louis, el público sacará sus conclusiones, digamos que transita distintas identidades, es el reflejo, la sombra, el doble, el pasado, la muerte de Louis.

 

Antes hacías referencia a la versión cinematográfica de Xavier Dolan sobre este texto, ¿hay alguna relación entre esa versión y la puesta en escena que estáis llevando a cabo?

A mí me gustó muchísimo esa película, en su día la vi varias veces y yo diría que tienen poco que ver, pero es muy identificable al mismo tiempo, porque es un texto tan impoluto que en los dos resuena y duele muchísimo. Es verdad que la gran diferencia es que, en la película, la mayoría de los monólogos internos de Louis fueron eliminados y aquí los tenemos. Cuando Israel me llamó, le decía: “pero si yo no tengo casi texto, va a ser todo escucha, qué difícil” y me decía: “No, hay monólogos impresionantes y esos los vamos a mantener”. Entonces, yo diría que la mayor diferencia, en cuanto al texto, en cuanto al tono, en cuanto a la puesta en escena, en cuanto a la caracterización de los personajes, esta es una obra nueva. Evidentemente, quien haya visto la película viajará a ella también, pero yo creo que es otra cosa.

 

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