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Javier Gutiérrez nos presenta Principiantes

“El amor nos da miedo, no sabemos lidiar bien con él”

 

El universo del escritor Raymond Carver se convierte en teatro con Principiantes, una reflexión sobre el amor en todas sus vertientes firmada por Juan Cavestany, que cuenta con Andrés Lima dirigiendo a Javier Gutiérrez, Mónica Regueiro, Vicky Luengo y Daniel Pérez Prada y que ahora, del 12 de enero al 5 de febrero, podremos ver en Teatros del Canal.

Con motivo del estreno en Madrid, hablamos con Javier Gutiérrez que, a pesar de la popularidad y el reconocimiento, no pierde de vista la pasión que le llevó a querer dedicarse al teatro y el compromiso de hacerlo llegar a todos los rincones.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

 

Por José Antonio Alba

Foto portada: Sergio Parra

 

Javier, eres un actor que goza de una gran popularidad y reconocimiento, pero me gustaría echar la vista atrás por un momento y que me hablaras del camino previo.

Llegué a Madrid con 18 años desde Ferrol dispuesto, no a triunfar, sino a vivir de esto, a poder llenar la nevera. Mi sueño, mi fantasía, era vivir como aquellos cómicos de la legua de El viaje a ninguna parte que retrataba Fernando Fernán Gómez; evidentemente no soy tonto, sin pasar privaciones ni las penurias de esa compañía. Ni por asomo me imaginaba que iba a hacer cine, ni televisión, yo quería vivir de esto y hacer de las compañías de teatro mi otra familia. Y en ese sentido, mis aspiraciones están más que colmadas.

Antes de llegar a Madrid, fantaseaba con pisar las tablas del Teatro Español, para mí era como un templo sagrado y sigo teniendo muy presente que lo primero que hice cuando llegué a Madrid fue comprar una entrada para ver a José María Rodero en el Teatro Español. Fue uno de sus últimos espectáculos, si no el último, Las mocedades del Cid, estaba ya muy mayorcito, y le vi desde el gallinero, y años después, cuando estaba con ¿Quién es el señor Schmitt?, todas las noches, antes de salir a escena, miraba hacia ese gallinero donde me senté por primera vez. Ese recuerdo me retrata mucho porque ese cordón umbilical no se ha roto, lo sigo manteniendo a pesar de las películas y de las series de televisión, a pesar del reconocimiento y del cariño del público, me sigo reconociendo mucho en aquel chaval que llegó a Madrid con una maleta de sueños. Y, como te decía, no tanto a triunfar, sino a vivir de esto.

 

¿Crees que el término triunfar, en la profesión de actor y actriz, con el tema redes sociales, cada vez se confunde más con el ser popular?

Sí, efectivamente. Evidentemente, hace más de treinta años, las redes sociales no existían, no había este poder de la imagen, en que todo está basado en una cara, un cuerpo y el talento queda relegado a un segundo o tercer plano.

Te hablo de todo esto porque creo que se ha perdido un poco esa esencia, esa connotación romántica. Ahora, mucha gente joven llega y el sueño que tienen, su idea de ser actor o actriz, va más con la idea de hacer una película, en pisar la alfombra roja, en ganar un premio. Me da mucha pena que se haya perdido ese espíritu romántico. Creo que se ha perdido algo de la esencia de este oficio.

 

Todos tenemos referentes, espejos en los que nos gusta mirarnos, ¿cuáles son los tuyos?

Yo si hay un espejo en que el que me gusta mirarme, es en el de los actores españoles y a mí me gustaría, no te voy a decir que morir con las botas puestas, pero sí seguir interpretando como Pepe Sacristán, Juan Margallo, en su día José Luis López Vázquez, Agustín González o Manuel Aleixandre, seguir subiéndome a escena.

 

A pesar de todo el trabajo que realizas en cine y televisión, siempre encuentras espacio para el teatro.

Me considero un privilegiado de nuestro oficio. Uno de los últimos estudios de AISGE habla de que hay más de un 90% de actores y actrices en nuestro país que no pueden vivir de esta profesión o malviven, y eso es algo que yo tengo muy presente. Soy un privilegiado y gozo de esa suerte. Soy consciente que mañana puede cambiar y le puede tocar a otro. En ese sentido, el teatro va a ser una tabla de salvación para mí. Si mañana, por las circunstancias que fuera, el cine y la televisión se olvidaran de mí ¡espero que no! siempre me quedaría el teatro. Eso es algo que tengo que cuidar y que mimar.

 

 

Siempre se habla del poder transformador que tiene la cultura en las personas, ¿de qué manera crees que eso ha sucedido a través de tus trabajos teatrales?

Tengo una enorme suerte y una gran responsabilidad, la de llevar la cultura y acercar el hecho teatral a pueblos de igual 300 o 400 habitantes, y eso es una maravilla. Ver las caras de los espectadores en pueblos o en ciudades pequeñas donde a lo mejor hay un espectáculo cada quince días, o mensualmente, y tú tienes el privilegio, y la enorme oportunidad, de acercar el teatro, es algo que no quiero perderme y de lo que me siento muy orgulloso.

Cuando hablo de cultura, hablo de esa cultura, no solo de grandes estrenos en ciudades como Madrid o Barcelona. Hay que cuidarlo y mimarlo porque la cultura tiene que llegar a todos los rincones del país. Y la gente más conocida, o que podemos, en este caso con Principiantes, participar en la producción, también tenemos una responsabilidad ante eso, de acercar el teatro a todos los rincones, y cuanto más lejos, más olvidado y más recóndito sea, con muchas más ganas y mucho más placer.

 

Además, eso hace que Principiantes llegue a Madrid curtido en una buena gira nacional.

Sí, a Madrid el espectáculo ya llega rodado y ojalá que guste y que tengamos muy buenas críticas. Pero llevamos desde febrero que se estrenó que hemos hecho más de sesenta bolos y a mí es lo que hace sentirme orgulloso de esta profesión. Estrenar en Madrid y Barcelona está muy bien, pero te lo digo sinceramente, ir a pequeños pueblos y acercar el teatro, y este tipo de teatro, a gente que no tiene la oportunidad de ver teatro así, creo que para eso lo hacemos.

 

¿De qué manera sientes que ha cambiado en todo este tiempo el teatro?

Ha cambiado mucho, recuerdo que cuando llegué a Madrid había un teatro comercial de muchísima calidad, te estoy hablado de Rosas de Otoño con Amparo Rivelles o Alberto Closas. Había un teatro muy comercial y muy popular, que funcionaba igualmente y luego estaban los teatros nacionales. Ahora ese tipo de teatro comercial ha desaparecido, por desgracia, por lo menos yo no lo encuentro. Pero sí hay, por otro lado, apuestas mucho más arriesgadas e innovadoras. Hay directores de escena muy importantes, desde Andrés Lima que cada vez que estrena un espectáculo se convierte en un acontecimiento, como Miguel del Arco o Alfredo Sanzol; hay gente como Carme Portaceli o Natalia Menéndez… Quiero decir que hay gente que están haciendo un tipo de teatro que antes no existía. Si es cierto que había una oferta más variada antes, que abarcaba a todo tipo de público, pero la sociedad, el país, han evolucionado y el teatro, evidentemente, lo mismo. Quizá lo que me provoca más inquietud es que hayan desaparecido espacios teatrales, hay espacios muy pequeños, pero para vivir de ello es más complicado y eso hace que las compañías lo tengan más difícil. Incluso en los teatros nacionales, en los teatros públicos, las semanas de exhibición cada vez son menores, con lo que amortizar un espectáculo se convierte en una heroicidad.

 

Si echamos un vistazo a tu carrera teatral vemos que gran parte de ella está vinculada a Andrés Lima. Supongo que a estas alturas casi no debe hacer falta que habléis para saber qué queréis o necesitáis el uno del otro, ¿no?

(Risas) Sí hace falta hablar. Andrés es un hombre de teatro y un profundo conocedor de la vida y del alma humana y si hay algo que le gusta es hablar. Creo que con los años nos conocemos más y nos apetece más reencontrarnos en el teatro. Es una maravilla trabajar con él. Siempre que hace cualquier curso aconsejo a los actores que están empezando o que quieren de alguna forma reciclarse, que no se pierdan un taller con Andrés Lima.

Es una pena que nos hayamos perdido a Andrés Lima como actor porque es un grandísimo actor, pero también tenemos la suerte de que siga vinculado al teatro a través de la dirección y, en ese sentido, es un hombre que no ha parado desde los tiempos de Animalario.

 

Javier Gutiérrez nos presenta <i>Principiantes</i> en Madrid
Javier Gutiérrez, en primer término, y Daniel Pérez Prada en una escena de ‘Principiantes’.

 

Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi sobre el escenario, fue con El fin de los sueños, con Animalario. ¿Qué supuso esta compañía para ti?

Yo venía de un teatro muy alternativo con Teatro del Duende o La espada de madera, diferentes compañías en Madrid que iban sobreviviendo, pero mi aterrizaje en Animalario supuso a nivel cualitativo un salto enorme, porque no solo me subía a escena a hacer un teatro diferente al que estaba acostumbrado, sino que tenía acceso a directoras y directores de casting, productores, que antes no me habían visto y que no sabían ni de mi existencia.

Animalario fue una grandísima cantera de actores y actrices, no solo en su forma de hacer teatro, era también una escuela de vida. por lo menos yo lo viví así. El núcleo duro de Animalario eran Willy Toledo, Alberto San Juan, Andrés Lima, Natalie Poza y Ernesto Alterio y fueron los que crearon la compañía, a ese grupo nos unimos desde Fernando Tejero, Diego Paris, Roberto Álamo, Luis Bermejo, a una cantidad de actores y actrices impresionante, y por ende desde la dramaturgia, Juan Mayorga, Cavestany. Fue una cantera teatralmente hablando muy potente para nuestro país.

 

¿De qué manera llegas a Principiantes? ¿qué es lo que te atrajo?

A mí me habla de Principiantes Mónica Regueiro, que es la productora, que es quien levanta el proyecto. Me pasa una versión que en su día le encarga a Juan Cavestany, un texto sobre varios relatos de Carver, y yo me enamoro. A partir de ahí pensamos en quién podría dirigirla y quién podría estar en el reparto. Hemos hecho un grupo que creo que es el mejor posible.

A Mónica la conocía desde hace mucho tiempo, y sabia de su interés por Carver y me parecía que ese espectáculo había que hacerlo sí o sí. Hablamos de Andrés porque es un director que más allá de la carpintería teatral y del resultado, es un tipo que tiene una mochila vital importantísima y que conoce muy bien el alma humana y era el director idóneo para hablar de todo esto, de todos estos recovecos del amor, del desamor, de la enfermedad, de la muerte… Y luego, para trasladar todo eso, tiene unas imágenes muy sugerentes.

Luego está el reparto. Mónica veía que yo podía hacer de Herb, había que buscar a una Laura y un Nick lo suficientemente poderosos, ahí está Vicky Luengo que todavía no había explotado con Antidisturbios, que está deliciosa en esta función, y Dani Pérez-Prada que hace una suerte de Carver, de narrador, y a la vez de un personaje enamorado sin estarlo, que no acaba de comprometerse con esa relación que mantiene con el personaje y, la verdad que están todos de dulce.

 

Principiantes está inspirado en los relatos de Raymond Carver, historias minimalistas, cotidianas, son historias en las que aparentemente no sucede nada extraordinario, pero que dentro esconden reflexiones muy potentes. En este caso, ¿Cuál es el conflicto que habita en Principiantes?

Yo creo que, como todo en la vida, intentar ser feliz e intentar superar las trabas que nos llevan a ese estado permanente de insatisfacción. Creo que el amor es algo intangible y que todos hemos estado enamorados y yo sostengo que nos da miedo el amor, no sabemos lidiar bien con él, no gestionamos bien el amor y las cuestiones que tienen que ver con el amor. Los que no tienen pareja están deseando tenerla y los que la tenemos estamos deseando cuidarla, aunque a veces no sabemos cómo, entonces hay una insatisfacción permanente y creo que de eso también habla Principiantes. Sobre todo, de lo difícil que es cuidar el amor que uno llega a tener. Tiene que ver también con una actitud egoísta, de no saber entregarnos, de no querer entregarnos al otro, de no abandonarnos al otro y estar pensando un poco en nosotros mismos.

 

No sé si es porque son dos parejas que conversan mientras se emborrachan, pero Principiantes me lleva a pensar en A quién teme Virginia Woolf. Con la diferencia de que Carver lleva toda esa explosividad del texto de Albee a través de una corriente subterránea.

Sí, tiene algo de eso. No hay que perder de vista que lo de Carver es un texto muy literario que poner en pie. Son cuatro tipos hablando en una mesa. Creo que Andrés ha traducido eso, de una manera muy inteligente, en una apuesta atractiva para el espectador. Es un espectáculo muy incómodo y muy violento por momentos. Hay un componente ligado al universo de Carver que es el alcohol, porque él era alcohólico, que hace desinhibirse a los personajes y todo eso late por debajo. Pero, de repente, hay un momento en el que todo eso se vierte sobre la mesa, haciendo que todo sea mucho más violento, incómodo y molesto para el público.

 

Javier Gutiérrez nos presenta <i>Principiantes</i> en Madrid
El elenco de ‘ Principiantes’: Daniel Pérez Prada, Vicky Luengo, Mónica Regueiro y Javier Gutiérrez.

 

La tensión constante hace que se siente una peligrosidad latente, como si algo fuera a reventar en cualquier momento.

El peligro en cualquier relato de Carver acecha a la vuelta de la esquina. No sabes cuándo va a estallar, incluso puede que termine el relato y que no acabe de estallar y estalla en tu cabeza.

 

La aspereza de Carver quizá haga, como comentas, que el espectador se sienta confuso, incómodo, haciéndose preguntas a la vez que lo hacen los personajes, ¿es un espectáculo asequible a cualquier tipo de público?

Yo creo que sí, siempre y cuando sepas qué vas a ver. Creo que este espectáculo requiere de un espectador activo. Aquí el espectador no viene a sentarse como si nada porque si no va a desconectar a los cinco minutos. Si realmente te arremangas y quieres saber de qué te está hablando, tienes que estar muy pendiente de lo que se dice y de lo que no se dice, porque hay un subtexto muy interesante, quizá más interesante que lo que se está viendo. En ese sentido no hay ninguna certeza, ningún asidero y el espectador va a tener que terminar de componer el rompecabezas de lo que nos cuenta Carver.

 

Y si te pregunto sobre el subtítulo de la función: “¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?”. ¿Qué me puedes decir?

Creo que es un espectáculo que habla del amor, que es algo que nos atañe a todos, de una forma u otra y que va a invitar al debate y a la reflexión y a que una vez que acabe el espectáculo o tiempo después va a regresar martilleándote en la cabeza. No sabría decirte si este espectáculo es mejor venir a verlo solo o en pareja (Risas). Con esto no quiero decir que vayamos a romper parejas, pero estoy seguro que no es lo mismo verlo con tu pareja que verlo solo o con unos amigos. Son cuestiones que nos atañen a todos ¡y de qué manera!

Dependiendo de tu estado anímico y dependiendo del momento vital que estés viviendo con tu pareja pues te afectará de una manera o de otra. Pero bueno, para eso está el teatro, para ponernos en guardia y para hacernos sentir, en cierta manera, incómodos o en peligro.

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