Que reseñemos en Godot esta novela no es una casualidad. El circo imaginario es la tercera de su autor, Daniel de Lima (Madrid, 1965), un hombre muy vinculado al teatro por familia y amigos (es hermano del director Andrés Lima) y por su propia tentativa dramatúrgica, que se materializó con el estreno, en 2010, de la obra Lo que queda de nosotros.

 

También ha hecho sus incursiones en el cine. Precisamente el germen de esta novela está en un guión para una película que iba a llamarse La compañía y que iban a protagonizar los miembros de Animalario. Pero los caminos de las historias son caprichosos y aquel relato pensado para la pantalla se ha terminado haciendo realidad en forma narrativa. En forma de comedia de enredo, llena de peripecias y locuras, nunca mejor dicho lo de locuras.

 

El argumento nos presenta a una compañía de teatro recién creada por cuatro amigos, una compañía un tanto desastrosa. Pero una institución psiquiátrica se cruza en sus vidas. Bueno, en la vida de uno de los miembros de la compañía ya estaba, porque es el psiquiátrico que ha regentado su familia desde la Guerra Civil hasta nuestros días. Su hermano, actual gerente del sanatorio, pide a Miguel y sus colegas de la compañía un favor a la desesperada: necesita actores que se hagan pasar por locos para abultar el número de internos y que la inspección no les cierre San Marcelino, que así se llama el hospital. ¿Qué pasa si encierras a un grupo de actores con enfermos mentales? ¿Alguien notará la diferencia? Pero hay preguntas que van más allá de las risas que nos vamos a echar leyendo el libro. ¿Cómo se trata desde los estamentos públicos a las personas con enfermedades mentales? ¿Por qué se le exige rentabilidad a un hospital que, curiosamente, ha preferido la terapia psicológica a la farmacológica? ¿Importan las personas o importan las estadísticas? No sé si hay una respuesta única a estas preguntas, pero ya solo por plantearlas merece la pena esta novela.

 

EL CIRCO IMAGINARIO. Editorial Sitara