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Antonio Zancada, más actual que nunca

“En esta obra utilizo la comedia para contar algo terrible”

 

Como él mismo reconoce, sigue siendo Antonio Zancada «el de Zanahorias«, aquel éxito teatral surgido en Sala Triángulo hace 21 años y que pudo verse hasta en Nueva York. Ahora vuelve a traer a la cartelera un texto suyo que ya se estrenó hace 9 años en El Sótano de la Graciosa, Inaudita. Pero en esta ocasión es él mismo quien dirige y será Raquel Cordero la actriz que pueda evitar el fin del mundo.

 

 

El botón del fin del mundo

 

 

Por Sergio Díaz

 

Inaudita se estrenó en 2013 en El Sótano de La Graciosa. De aquella primera propuesta han cambiado muchas cosas como la actriz protagonista, y en esta ocasión también diriges tú. ¿Qué montaje vamos a ver en este 2022?

En aquella ocasión fue Beatriz Ortega como ‘Lorena’ y Quino Falero dirigiendo en un montaje fantástico. Creo que fue de las primeras veces que dejé que un texto mío ‘volara’ libre, sólo quería sentarme a ver cómo me habían ‘interpretado’ y fue toda una experiencia, me encantó el resultado. Como padre al que le cuesta mucho desprenderse de sus hijos, siempre me quedó la curiosidad de ver cómo lo haría yo. Hasta que me reuní con Raquel Cordero y las  ganas de volver a hacer algo juntos nos trajeron a Inaudita de vuelta, Lorena parecía llamarnos desde su búnker, diciéndonos “¡eh, que estoy más de actualidad que nunca!”.

Inaudita utiliza la comedia para contar una historia terrible, el fin del mundo, nada más y nada menos. Una comedia que transita entre la carcajada y la lágrima, muy poco dada el discurso por el discurso, es más un diálogo interno en voz alta cargado de verdad, pero al mismo tiempo con ese toque cabaretero que nos caracteriza, como si el personaje se mirase desde fuera y se parodiara a sí mismo. Lo que la convierte en una comedia muy física, no para en ningún momento, es un torbellino cada vez más rápido, cada vez más intenso y el público va a acompañar a Lorena en ese viaje, convertido en un personaje más.

 

¿De qué premisas parte Inaudita?

Hace poco comentaba con amigos entre risas, que el monólogo es un género imposible. Tanto como ‘imposible’ no es, pero es complicado tener a una persona hablando sola en el escenario durante una hora o más, es complicado para la actriz o el actor que tiene que sorprenderse a cada momento con un nuevo estímulo que le haga ser ‘fresca’, complicado para el espectador que tiene que mantener la atención… Así que nos hemos puesto a jugar y hemos inventado el anti monólogo, un dialogo entre las distintas ‘Lorenas’ que le viven dentro al personaje, al que vamos descubriendo poco a poco, mientras que ella misma se descubre. Hay pocas actrices con esa capacidad de vivir mil vidas dentro de una, pero sin duda Raquel es una de esas actrices, capaz de eso y de mucho más.

 

Lo que parece que no ha cambiado mucho es el mundo en el que nos desarrollamos, incluso el planteamiento inicial de tu obra sobre los conflictos entre dos grandes potencias bélicas está de máxima actualidad. ¿Es por eso por lo que has decidido recuperarla ahora?

Cuando la escribí hace casi diez años, el nombre de los protagonistas de la actualidad era otro, pero el conflicto seguía siendo el mismo, media humanidad enfrentada a la otra media. ¿Las razones? Se me escapan, si te paras a pensar ninguna razón es válida. Se ve que estar en paz, dejarse en paz, vivir en paz es solo la respuesta favorita de cualquier miss que se precie (tengo toda una escena sobre ello en Cuentos surrealistas para mujeres reales). Escuchas las noticias y el mundo se ha vuelto un lugar terrible, espero no ser agorero y la respuesta no sea la que plantea Inaudita. Claro que, a lo mejor, hay cientos de ‘Lorenas’ escondidas por ahí esperando la señal.

 

Raquel Cordero es la actriz protagonista. ¿Qué Lorena va a interpretar? ¿Por dónde la has hecho transitar?

No es nuestro primer monólogo, ni nuestra primera obra, llevamos trabajando juntos desde 1997. Creo que es la actriz con la que más he trabajado y por supuesto, no es solo una de mis actrices favoritas del mundo mundial, sino que es parte de mi familia. Por vicisitudes de la vida llevábamos sin reunirnos mucho tiempo, así que el reencuentro tenía que ser muy, muy especial y queríamos sorprendernos haciendo algo que no hubiéramos hecho nunca. Siempre hemos sido muy ‘cabareteros’, incluso haciendo drama, y esta vez también queríamos reírnos de todo, pero con ese puntito amargo, ese «si te paras a pensar», si te paras a pensar asusta, si te paras a pensar ves que está pasando, si te paras a pensar el mundo parece ir para atrás. Lorena nunca se sintió libre, nunca pudo ser ella misma, siempre dependió de lo que los demás pensasen de ella. Lorena habla desde la que se sabe perdedora y se ríe de sí misma, y del mundo en el que le ha tocado vivir.

 

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Raquel Cordero es la protagonista de Inaudita.

 

¿Y quién es esa Lorena a la que da vida?

La mujer de la cabina del fin del mundo. Una mujer que nunca dejó a la niña inocente que llevaba dentro y  a la que el juego se le ha vuelto en contra, pues no hay nada de inocente en el acto que va a cometer. Y se da cuenta justo cuando está a punto de cometerlo, se hace consciente y crece de pronto, Inaudita habla de esa ruptura con el pasado a lo bestia que le toca vivir.

 

Raquel Cordero es una actriz y directora con la que has colaborado mucho. Imagino que ya os entendéis solo con una mirada. ¿Son esas sinergias que se establecen con compañeras y compañeros de profesión una de las cosas por las que merece dedicarse a esto?

Una de las suertes que he tenido en mi vida es trabajar prácticamente con la misma gente desde que empecé. Han sido mi escuela, he podido experimentar, aprender, equivocarme, rectificar, crear un lenguaje propio y una forma de hacer, con la seguridad de ser entendido y respetado. Hemos creado compañía en todos los sentidos de la palabra y eso es un privilegio hoy en día, porque me permite seguir creciendo. Y con Raquel, no hace falta hablar, solo con un gesto ya sé lo que piensa y ella sabe lo que pienso, el camino es muy fácil y solo nos centramos en crear, sorprendernos y avanzar en esto de hacer arte.

 

Construyes tus obras y tus personajes con unas altas dosis de surrealismo. ¿Es el absurdo el mejor vehículo para hablar de las incoherencias del mundo?

Es que el mundo en sí en bastante surrealista. Siempre busco lo imprevisible, no repetirme, darle una vuelta inesperada, me muevo más por impulsos, pasiones, que por lo que se supone coherente. ¡No soy coherente! Pero, si te paras a pensar, el mundo tampoco lo es.

 

En tu carrera profesional has escrito, dirigido y/o interpretado montajes como Galletas, Spo(T), Estúpida, Cuentos surrealistas… pero todo el mundo te sigue recordando, 21 años después, por la inolvidable Zanahorias. ¿Qué supuso esa obra para ti?

Sin querer caer en el tópico, fue un antes y un después en mi carrera y en mi vida. Recuerdo que mientras la escribía me di total libertad, no pensé en esquemas, ni estructuras, ni siquiera, en lo que se llevaba en ese momento, ni en si iba a funcionar, me deje llevar. La sorpresa llegó cuando se estrenó. La reacción de la gente fue impresionante, la obra fue creciéndose con el público, que abarrotó la sala, ibas por la calle y te paraban diciéndote: «¡Eh, tú eres el de Zanahorias!»,  robaban los carteles, nos pedían autógrafos, colas en la puerta del teatro… Y estamos hablando de teatro alternativo, de ese templo absoluto que fue la Sala Triángulo. Nos marcó a todos los que participamos en ella, a Raquel Cordero, mi Inaudita, que por supuesto ya estaba conmigo por aquel entonces, y también a Natalia Hernández, Mercedes Salvadores y Francisco Reyes, que se la llevó a Nueva York y fue la locura total. Recuerdo bajarme en la estación de Time Square-42 Street e ir andando al teatro, a ver Carrots escrita por un tal Antonio Zancada… ¡Surrealismo puro! Es imposible que no te marque, pero sobre todo porque hice lo que sentía, escribí lo que quise, no esperaba nada de ella y me lo dio todo. Siempre estaré muy orgulloso de ser Antonio Zancada «el de Zanahorias».

 

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Antonio Zancada

Aunque algunos de tus trabajos que hemos mencionado fueron igualmente una maravilla… como por ejemplo Estúpida, en mi humilde parecer. ¿Sientes que tuvieron el recorrido y el reconocimiento merecido? ¿Piensas en volver a retomar algunos de ellos?

No me gusta quejarme, ni reivindicarme, queda como si estuvieras pidiendo algo a alguien y no es verdad. Llevo escribiendo teatro más de 25 años y escribiendo, en general, desde que tenía 9. Ni sé cuántas obras he escrito, más de 20 seguro, creo que ya me he ganado mi sitio, creo que ya he conseguido ‘una voz’, creo que algunos ya saben quién soy y lo que hago. Sólo quiero seguir haciéndolo y no tener que empezar de nuevo cada vez, no tener que explicarme cada vez. Es sorprendente darse cuenta de que muchas veces, en este país, el mundo del teatro tiene poco que ver con el teatro como obra artística, como creación. Por supuesto que me encantaría ver de vuelta Estúpida, porque no le dio tiempo a ser, porque al igual que Zanahorias fue un bombazo, pero al menos Zanahorias pudo vivir su historia. Estúpida se convirtió en obra de culto con solo diez representaciones y merece mil, merece que todo el mundo sepa quiénes son Cristinita, Estefanía, Basilia y su historia. Y por supuesto que pienso retomarlas las veces que haga falta, hasta que todo el mundo las conozca.

 

Eres un creador multidisciplinar que abarca todo  de una obra en el plano artístico. Me genera mucha curiosidad cómo uno es capaz de realizar labores tan diversas como dramaturgo, director o intérprete de un mismo montaje. ¿Cómo logras compartimentar todo y que la visión de una faceta no interfiera en otras?

Todo es parte de lo mismo, yo no lo veo como disciplinas separadas, todo es parte del proceso de creación. No entiendo el trabajo en el teatro como algo individual,  como un auto-homenaje, es un trabajo de equipo, crear un buen equipo es fundamental, te hace crecer. Cuando me toca dirigir, rara vez actúo y viceversa. En cuanto a la escritura, eso sí que lo dejo para mí solito, porque por encima de todo me considero autor. Pero el resultado es la suma de un montón de gente con talento, a la que he tenido la suerte de ir encontrando por el camino.

 

Ya veo que el diálogo que estableces entre tu ‘yo’ dramaturgo y tu ‘yo’ director es fluido y natural, pero ¿ha sucedido que una vez con la obra ya escrita y puesta sobre el escenario tu ‘yo’ director ha cambiado partes de tu propio texto porque era lo que pedía el montaje?

Está pasando con Inaudita, el teatro es algo vivo y hay que darle la posibilidad de que crezca. Y eso es lo maravilloso de nuestra profesión, cuando lo ves en pie, en la voz de otra persona y descubres al personaje de nuevo. Esta es la Lorena de Raquel Cordero y nadie podría interpretarla como ella.

 

 ¿En qué momento está actualmente Antonio Zancada?

Con una actividad casi frenética después de esta pausa forzada tan larga. Hemos estrenado Inaudita en la Nueve Norte, sala fantástica dónde las haya, con María (Segalerva) y Marcos (Fernández Alonso) como los mejores anfitriones. Y mientras, preparo mi vuelta al mundo de la comedia musical con SúperStrella y a ese universo oscuro entre el drama y la comedia que será Santa o la familia terrible. Aparte de estar ultimando la publicación de Cuentos surrealistas para mujeres reales y Galletas en un volumen con Ambular Ediciones, que si todo va bien saldrá a finales de año. Afortunadamente no paro.

 

Desde tu perspectiva, ¿qué análisis puedes hacer de cómo están actualmente las Artes Escénicas?

Raras, acabamos de pasar una temporada horrible, odio la palabra, así que no la voy a decir. Pero sí es cierto que estos casi tres años de parón no nos han venido nada bien. Creo que se está apostando más por cosas seguras, por repetirse, por sacar beneficio. ¡Ojo! que no me parece mal que se quiera uno ganar la vida con esto, que es lo que debe ser, pero creo que estamos subestimando al público, cayendo en lo comercial y en las famosas cabezas de cartel, para asegurarnos el beneficio. Creo que hay público para todo y para todos, sólo tenemos que dar la oportunidad de que se vean y se escuchen nuevas propuestas, nuevas voces. Y con ‘nuevas voces’ no me refiero solamente a jóvenes dramaturgos, hay autores que llevan toda la vida escribiendo que necesitan tener su lugar y ser vistos ‘de nuevo’ o incluso por primera vez. Afortunadamente es un trabajo donde la edad no importa, una autora de 60 años, puede ser más ‘moderna’ que un joven dramaturgo de 20, no sólo más moderna, sino más comprometida, más rompedora, y hasta más ‘joven’. Hay cierta querencia a igualar moderno con joven y no tiene nada que ver, pido la oportunidad de que se oiga y se apoye también a los ‘viejos’ creadores, porque cultura somos todos y si nos olvidamos de nuestros maestros, ¿qué hemos aprendido?

 

Una frase tuya es: “Quiero creer que aún quedan cosas por inventar”. ¿Sigues trabajando por inventar nuevas cosas que compartir con los espectadores?

No es solo qué se cuenta, sino también cómo se cuenta y en ambos casos el arte no tiene reglas, la creatividad es infinita y siempre se puede uno inventar su propia realidad y esa es mi pretensión. ¿Quién dice que mañana tenga que ser mañana? ¿Y si de pronto mañana es ayer? ¿O ni siquiera existe el tiempo? ¿Y si la vida ocurre en un segundo?… Pues eso.

 

¿Crees que son las personas anónimas como Lorena las más importantes al fin y al cabo, las que pueden cambiar el mundo, o es solo una feliz utopía?

Espero que no haya muchas ‘Lorenas’ como la de Inaudita en el mundo, en serio. Piensa en quién da las órdenes y en quién las ejecuta, el nombre que conocemos es el del primero, el segundo siempre es anónimo, pero es el que tiene en su mano la decisión final,  ¿y si de repente se vuelve al primero y le dice «no quiero»?

 

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