‘Re cordis’ regresa a la cartelera el 10 de febrero al Teatro de las Culturas. [entradilla]

 

Tras haber inaugurado la Sala Intemperie Teatro esta misma temporada, este espectáculo de Alberto Amarilla, ‘Re cordis’, puede volver a disfrutarse en otro espacio teatral nuevo: Teatro de las Culturas. Su creador e intérprete nos habla de este interesante viaje por la memoria y los recuerdos.

 

 

Por Sergio Díaz

 

 

¿Cómo se crea Re cordis? ¿De donde partís para crear la dramaturgia?

 La idea surge a partir de dos talleres: uno con Nacho Sevilla en el que trabajamos sobre la memoria y otro con Sol Garre acerca del punto de vista que los actores pueden tener sobre la realidad. A partir de ahí fui desarrollando un proyecto apoyándome especialmente en el concepto platónico de recordar como fuente de conocimiento: “conocer es recordar”. Etimológicamente, recordar viene de la palabra latina recordare. El prefijo re- significa ‘volver’ y el elemento cordare está formado sobre el nombre cordis, ‘corazón’. Por lo tanto, el significado completo sería ‘volver a pasar por el corazón’. Si conocer es recordar, el conocimiento está en el corazón. Esto me llevó a los nuevos estudios de neurociencia que defienden que dentro del corazón también hay neuronas. Me puse en contacto con neuropsicólogos que me hablaron de cómo la tristeza prolongada en el tiempo puede generar demencia y empecé a desarrollar la historia de un actor que no recuerda quién es. Creé una estructura a partir de arquetipos clásicos y teorías científicas donde el actor hacía un viaje a través de los recuerdos que le asisten, como si de un médium se tratase, para desvelar su propia identidad. La colaboración de Mabel Del Pozo, Sergio Rubio y Alberto Arcos fue crucial ya que más allá de la estructura previa, la dramaturgia y la dirección se fraguaron en los ensayos. La premisa fue partir de las experiencias vividas o vistas vivir del actor y desde ahí permitir la entrada de lo transubjetivo y universal. El resultado fue un lenguaje disruptivo y con mucho sentido del humor. Lo recuerdos que aparecen en la función, aunque responden a arquetipos clásicos, encarnan figuras de la actualidad que son fácilmente reconocibles por los espectadores. Esto produce una ruptura temporal, ya que el presente del público es el pasado del personaje.

 

Otra presencia fundamental en la creación del espectáculo fue la música de Arvo Part, interpretada Pedro Piquero. En definitiva, a pesar de que solo hay un actor en escena se trata de una creación compartida y así debe de ser. Si de algo habla Re cordis es del nosotros a través del yo.

 

Temas de neurociencia no se han tratado mucho sobre un escenario…

En verdad sí, aunque no de una manera consciente. Piensa que la neurociencia está demostrando cosas que el teatro y sus teóricos llevan haciendo desde hace mucho tiempo. En la preparación de Re cordis leí un articulo brillante de Martín B. Fons Sastre que me impresionó mucho. En dicho artículo, habla de la relación directa que existe entre teatro y neurociencia. Temas como la percepción, la emoción, la representación de la memoria, la atención y la simulación mental están radicalmente unidas al trabajo del actor. El descubrimiento de las neuronas espejo, vinculadas a la imitación y a la capacidad empática del ser humano, la Teoría de la Mente (ToM) y los estados de «como si» definidos por el neurólogo Antonio Damasio, suponen la demostración neurocientífica de La poética de Aristóteles o del «sí mágico» ‘stanislavskiano’. En resumen, lo que todas estas teorías confirman por qué los seres humanos tenemos la facultad de ponernos en el lugar del otro, visualizar la acción y llevarla a cabo. Por esta razón el protagonista de nuestra historia es un actor, es decir, una persona entrenada en la acción y en la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

 

Un arte vivo como el teatro aborda muchos temas de actualidad (política, relaciones, corrupción…), ¿pero crees que le falta dar un paso más, echas de menos un teatro 2.0 (que aborde temas de ciencia ficción, robótica, cambio climático por poner ejemplos, que serán grandes retos para la humanidad en breve espacio de tiempo)? ¿O ya que como sociedad no aprendemos mucho, tenemos que seguir revisitando los clásicos para ver si somos capaces de dejar de cometer los mismos errores?

Es posible que los errores que cometamos sean los mismos, pero el teatro debe de ser hijo de su tiempo. Vivimos en una época donde se están produciendo grandes cambios y la dramaturgia actual toca temas como los que nombras. Otra cosa es que no tenga cabida en la programación de los teatros. Recuerdo que un profesor mío, Ignacio García May, nos decía que dentro de quinientos años, lo único que se podrá decir del teatro del siglo XXI es que adaptábamos obras clásicas de otras épocas. Lo que él nos quería infundir es que si seguíamos mirando hacia atrás, perderíamos la oportunidad de contar nuevas historias. Por supuesto que él nos animaba a beber de los clásicos, pero sin perder la atención en el presente.

 

En una época donde se recuerda todo (ya que todo queda fotografiado y escrito en RRSS) tu montaje nos acerca a la verdadera esencia de los recuerdos… a sentir lo que de verdad representan, ¿no?

Imagino que lo que cambia es la carcasa de los recuerdos, no lo que está por debajo de ellos. Sin embargo, para que se produzca ese reconocimiento de lo impermanente, las imágenes que se presentamos en Re cordis responden a formas de nuestra época.

 

Hace ya varios meses que la estrenaste ¿cómo ha crecido el montaje en este tiempo? Una obra que habla de memoria, recuerdos…

Tanto la dramaturgia como la puesta en escena de Re cordis están en constante evolución. A pesar de que la obra habla de la memoria y de los recuerdos, la historia está muy conectada con el presente de los espectadores para que se produzca una ruptura temporal. Esto nos obliga a estar abiertos a posibles cambios.

 

 

 

Alberto Amarilla: "Esta obra me reconecta con aquello que me llevó a ser actor" en Madrid
Fotos: Elisa Sánchez Fernández

 

 

 

¿Crees que vivimos una época demasiado cerebral, demasiado fría y analítica?

Vivimos un época con demasiados estímulos que nos alejan cada vez más del sentir. La sociedad en la que vivimos valora más lo cerebral que lo emocional. Precisamente por eso, uno de las intenciones de este proyecto era unir dos partes que a veces se pelean dentro de nosotros: lo intuitivo y lo racional, lo femenino y lo masculino, la espontaneidad de lo artístico y el rigor de lo científico, la herencia de nuestros ancestros y nosotros.

 

Te hemos visto haciendo cine, televisión. ¿Para ti el Teatro es como Re cordis, la disciplina que te conecta con la esencia pura de actuar? 

Amo los tres medios, aunque es cierto que la creación de Re cordis partió de mi necesidad de volver al origen del actor. Necesitaba reconectarme de nuevo con aquello que me llevó a tomar este camino y reivindicar el punto de vista que esta profesión puede tener del mundo.

 

¿Qué tipo de teatro te interesa como actor?

Me interesa cualquier tipo de teatro siempre que pueda viajar con lo que sucede en escena. Lo que me atrae es el viaje emocional, intelectual o espiritual que puede producir una obra. Esto no solo depende de la dramaturgia, sino también de la dirección y de la libertad creativa de los actores.

 

¿Y como dramaturgo? ¿Estás preparando algo nuevo?

En el caso de mis compañeros: Mabel Del Pozo comenzará a dirigir una versión de Calígula de Albert Camus. Sergio Rubio estrenará en octubre su primera película como guionista en el cine, El mundo es suyo. Y Alberto Arcos está dirigiendo una función sobre El patito feo.

 

En cuanto a mi, voy un poco más lento. Trato de compaginar la escritura de un texto sobre el cambio de paradigma, mi trabajo como actor y mis estudios de dramaturgia en la RESAD.

 

¿Cómo ves la escena Off madrileña?

Por un lado permite que nazcan proyectos fuera de la endogamia que padece el teatro en nuestro país. Por otro, rompe con el intento de que los actores puedan vivir dignamente de su trabajo.

 

Fuiste de los últimos en actuar en la Sala Tú, has inaugurado Intemperie Teatro y actúas ahora en el Teatro de las Culturas. Nuevos tiempos para nuevos espacios. ¿Qué nos puedes comentar acerca de estas salas?

A parte de la mejora en la infraestructura técnica que han sufrido ambas salas, tanto la sala Intemperie Teatro como el Teatro de las Culturas, están apostando por programar a solo dos compañías a la semana. Se trata de una apuesta muy valiente, porque va en contra del sistema de multiprogramación que impera en las salas off de Madrid. Esta decisión permite a las compañías tener un mejor desarrollo de sus proyectos. Ojalá tengan éxito con su iniciativa.

 

 

 

RE CORDIS

Teatro de las Culturas

Del 10 de febrero al 4 de marzo