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Sobre la mujer y la culpa

Federica Colucci: «Shakespeare entendió muy bien lo que la culpa conlleva en una mujer»

Se ha estrenado en la Sala Mirador, Las culpables, una dramaturgia firmada por la italiana Federica Colucci, dirigida por Carlos Be e interpretada por la propia autora junto a Helena Lanza, Laura Barceló, Laura Montesinos y Alexandra Prokhorova.

Giulietta, Ofelia, Cordelia, Desdémona y Lady Macbeth son las protagonistas de esta pieza que ahonda en un tema universal que atraviesa todas las obras de Shakespeare, la culpa. Por qué las mujeres seguimos hoy en día lidiando con el sentimiento de culpa y cómo podemos despojarnos de él. El texto plantea estas cuestiones a las que intentaremos aproximarnos de la mano de Federica a través de esta entrevista.

Fotos: Ilde Sandrin

 

¿De dónde partió la idea de reunir a todas las mujeres de Shakespeare?

Lo que a mí me importaba era hablar del sentimiento de culpa. Siendo yo una estudiosa de Shakespeare, encontré que ese tema estaba muy bien desarrollado entre sus heroínas de los dramas. Todas son suicidas o se dejan matar, que es lo mismo, por culpas que objetivamente no tienen o por tomar responsabilidades que pertenecen a los demás. Ningún hombre es suicida en Shakespeare, ellos se matan entre sí, pero las mujeres se quitan la vida. Shakespeare había entendido muy bien lo que el sentimiento de culpa trae en una mujer; yo, de otra parte, necesitaba hablar del tema de manera universal para que todas y todos se sientan identificadas. Contar mi personal historia de sentimiento de culpa sería estado menos impactante, menos sensacional y también más autorreferencial.

 

En el caso de que el delito no pueda demostrarse, la decisión judicial perjudica a la víctima, ¿qué tiene que suceder para que esta premisa cambie?

Pongamos como ejemplo de delito el abuso sexual. La víctima puede escapar o intentarlo, gritar, luchar, pero incluso puede bloquearse, inmovilizarse. El cuerpo se para, se queda sin respiración y la víctima espera que la violencia termine. Esto es algo que cuesta demostrar en un juicio. Sin heridas, ni signos de violencia es como si no existieran pruebas. De igual manera existen ciencias que no se tocan, no se ven. La psicología, por ejemplo, se basa sobre presupuestos indemostrables, al menos aparentemente. Lo único que puede ayudar a este tipo de víctimas es la psicología. Entender que una violencia física es, al mismo tiempo psicológica, o que la psicológica es una violencia igual de importante que la física. Eso es lo que tenemos que cuidar para que ninguna víctima se sienta abandonada y humillada.

 

A lo largo de tu vida, ¿cuántas veces y por qué te has sentido juzgada sin haber tenido un juicio justo?  

Muchísimas. Llevo una educación de juicios, del buen sentido (o sentido común), de la vergüenza, del pudor y de millones de sentimientos de culpa. Nací con eso. Los motivos son varios, pero todos llevan a la imposibilidad de no ser perfecta. Los errores para no ser lo máximo.

 

¿Qué pesa más la opinión popular o la judicial?

Las dos por igual, pero te llevan a dos cárceles diferentes. La judicial te puede llevar a una cárcel física o a una multa, es decir, a algo tangible que tiene fecha de fin. La popular empieza y no se sabe cuándo termina: cadena perpetua. El cuerpo se lo lleva dentro como parte integrante de sí mismo (igual que un brazo, un pie…). Y cuando piensas que ya no te domina, vuelve en forma de miedo y de inseguridades. Para mí, esa es una verdadera enfermedad humana.

 

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Federica Colucci

En una obra tan feminista, en la que se habla de la culpa, ¿hay algún motivo para que la dirigiera un hombre?

Absolutamente sí. Quería que fuera un hombre en dirigirla y, en este caso, Carlos Be es el mejor maestro de orquesta que podía tener, porque el tema es tan intensamente femenino que es necesario, en el momento del cuento artístico, un punto de vista más destacado, pero igualmente sensible.

 

Cuéntanos qué le habéis aportado vosotras al trabajo de dirección y él a vosotras.

El proceso de ensayo se está revelando como un proceso creativo y de compartición, fino e intenso. La dirección de Carlos deja expresar las actrices con propuestas complejas y participativas que el director cuida sin que eso pueda romper el ritmo natural de las intérpretes. Seguramente nosotras (Laura Barceló, Helena Lanza, Laura Montesinos, Alexandra Prokhorova y yo) aportamos nuestra experiencia personal de sentimiento de culpa igual que nuestras afinidades con los personajes shakespearianos. De otro lado, Carlos nos deja llegar a su dibujo creativo de dirección con naturaleza y precisión poniendo continuamente en duda nuestras intenciones, pensamientos y acciones y eso, como actriz, creo que es el mejor de los trabajos.

 

¿De dónde crees que viene hoy la culpa femenina?

Ha nacido con la religión cristiana. Todos nacemos con culpa hasta que no hay un bautizo; el pecado original lo tienen todos. Es más, si volvemos atrás, podemos pensar en una famosa ‘culpa’ compartida acerca de una manzana, por la que solamente es Eva quien paga su error y con la peor de las sentencias: «Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti» (Génesis 3:16)

 

Si esta obra la hubieran protagonizado hombres, ¿quiénes serían los personajes y qué historias contarían?

Cambiaría totalmente de género. No sería un drama sino una obra de teatro de acción o un thriller. Hablaría de culpas concretas y no de sentimiento de. Sería un poco aburrido, se contaría algo ya contado, todos lo entenderían sin ningún esfuerzo por lo que sería mejor no contarlo.

 

Siendo una obra feminista, que reinventa los personajes de Shakespeare, ¿has tenido miedo a la censura?

Mis personajes se llaman Cordelia, Julieta, Desdémona, Ofelia y Lady Macbeth, pero si se llamaran Juana, Silvia, Paula, Emilia y Carolina sus historias no cambiarían. Esas mujeres cuentan una plaga social todavía sin definición, etérea. Las historias de Shakespeare que, además, sabemos que no son originales, son excusas para el tema. Así que, como mujer extranjera, actriz, atea, bisexual afectada de sentimientos de culpa desde tiempo inmemorable, no, yo no tengo miedo.

 

Decía Shakespeare en Julio Cesar: «La culpa, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores». ¿Hemos consentido las mujeres en sentirnos inferiores a lo largo de los siglos?

No me sorprende para nada que esta frase la pronuncie Julio Cesar; hombre atractivo, blanco, poderoso al que sin duda muy poca gente ha intentado someterle o manipularlo. La cultura machista ha nacido con la humanidad y no con la animalidad. Desde allí se ha desarrollado en maneras diferentes a lo largo de las épocas, pero nunca ha dejado este planeta. Así que no, no creo que tengamos, como mujeres, que tomar la responsabilidad de cómo esa cultura alimenta esa inferioridad. Eso sería demasiado.

 

Háblanos de la puesta en escena, ¿cómo se ha construido y de dónde bebe?

La puesta en escena nace desde la fantasía de Carlos, que pone esas 5 mujeres en una prisión muy especial, hecha de objetos raros, risas incontroladas, dolor violento y magia. En esa celda no existe el tiempo, así como fue para los personajes originales y así como se manifiesta el tiempo de un sentimiento de culpa pegado a el corazón. Bebemos desde nuestras sensibilidades, de profundos análisis y de un cuidado de alma que deja espacio a una fantasía brutal y cortante.

 

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Las cinco intérpretes de Las culpables

 

¿En qué medida y de qué manera el poder afecta a las acciones o decisiones de una persona?

La jerarquía de poder afecta decisiones y acciones también sin afectar la voluntad. Hay una diferencia importante entre lo que tenemos que hacer y lo que queremos hacer. Y eso influye en todos los aspectos de la vida. Cada individuo puede ser afectado de una particular manera y con una fuerza totalmente distinta por momentos de la vida, educación, miedo y por muchas razones más. Entonces podemos también preguntarnos ¿el buen sentido y el medio a no ser aceptados cuánto influyen en la manipulación recibida?

 

¿Cuáles son las cárceles mentales a las que seguimos sometidas las mujeres?

Son las cárceles de la ‘buena niña’ (Cordelia), son las cárceles de ‘me gusta el sexo’ (Desdémona), son las cárceles de la falta de libertad en amar alguien diferente (Julieta), son las cárceles del aborto o del ‘no quiero hijos’ (Lady Macbeth), son las cárceles del haber nacido del sexo equivocado (Ofelia).

 

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