Tercer cuerpo, de Claudio Tolcachir, en el Teatro Infanta Isabel

 

 

Por Redacción)

Foto de portada: Javier Naval. El elenco protagonista justo a Claudio Tolcachir (sentado).

 

Tras el éxito de La omisión de la familia Coleman, el actor, autor y director argentino Claudio Tolcachir presentó en Madrid Tercer cuerpo, dentro del Festival de Otoño de 2009. Un montaje que había sido estrenado en Buenos Aires en agosto de 2008 y que dejó una grata impresión en su representación en la sala pequeña del Teatro Español, con el elenco argentino original. Estas dos obras, junto a El viento en un violín, forman la santísima trinidad con la que el creador argentino se presentó ante el gran el gran jurado de las Artes Escénicas para que ya dejasen esculpido su nombre en mármol, porque su huella iba a ser imperecedera.

Ahora, 12 años y medio después llega una nueva versión de este multipremiado montaje al Teatro Infanta Isabel a partir del 24 de marzo. Una revisión del propio Tolcachir, que vuelve a dirigir la propuesta, y que cuenta con un gran elenco compuesto por Carmen Ruiz, Natalia Verbeke, Carlos Blanco, Nuria Herrero y Gerardo Otero. Estos cinco intérpretes sostienen la propuesta, una obra que parece que no va de nada, que no habla de nada, a priori. Cinco personajes, una oficina, cinco vidas grises que a todos nos pasarían desapercibidos porque son tan parecidos a nosotros que ya los tenemos muy vistos. Pero el trasfondo de la obra es grande, enorme, como lo son los problemas de estos cinco seres animadamente inanimados. Problemas como la soledad, la cotidianidad, la rutina, el miedo, la incomprensión, la necesidad y sobre todo, la necesidad de ser amados…

A partir de la ruptura del espacio escénico Tercer Cuerpo se nos presenta como una propuesta apoyada en las actuaciones. El eje espacio-tiempo, como unidad convencional, se quiebra aquí dando paso a una homologación de situaciones diversas que conviven en un mismo espacio, un espacio que es uno y muchos a la vez.

Desde la puesta en escena, la escenografía y la iluminación acompañan sin subrayar esta apuesta donde el acento está sobre los personajes y los vínculos que mediante ellos se desarrollan, desatan, explotan.

El despojo del dispositivo teatral da cuenta de una propuesta apoyada en una economía de recursos, donde lo más importante es lo que no se ve, lo que no se dice, lo que se calla, lo que mueve al deseo.

 

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Carmen Ruiz y Natalia Verbeke. ©Elena C. Graiño

 

Sinopsis

Una oficina destartalada, la casa de una pareja, un bar y un consultorio médico. Diferentes sitios que se alternan en un mismo espacio conjugando la vida de cinco personajes. Los une la soledad, la incomprensión y la necesidad de amar.

Cinco vidas, cinco deseos de amar, cinco personas incapaces. Mientras tanto se vive, se trabaja, se intenta.
Miedo a no ser, miedo a que sepan quién soy.
Miedo e incapacidad.

La historia de querer y no saber qué hacer. La historia de un intento absurdo.
Y subir las escaleras.
Y querer vivir cada día a pesar de todo.

 

Palabras del autor

Muchas veces sentí que yo no estaba preparado, que no era lo suficientemente maduro o inteligente para afrontar los desafíos más simples de la vida. Como si todos los demás hubieran recibido un manual de instrucciones que a mí no me llegó. La incapacidad absoluta como sello de fábrica, y sin embargo un deseo enorme de vivir. Torpemente, equivocadamente, pero al menos intentarlo. Esto es Tercer cuerpo para mí, un recorrido patético y lleno de humor sobre cinco vidas de gente extraviada que quiere, pero no sabe cómo, salir adelante. Ellos hacen todo por ser felices, y todo, absolutamente todo… lo hacen mal.

Muchas veces, durante los ensayos, los actores me preguntaban que personaje era yo en esta obra… ¡TODOS!
Todos ellos son parte de mí. Y por eso los amo tanto.
Cuento con un elenco extraordinario, sobre todas las cosas por la capacidad de dejar ver sus propias humanidades por delante de la actuación. Son enormemente generosos y trabajar con ellos fue un regalo conmovedor. Al igual que el adorado y ya familiar equipo artístico.

Trabajar con la producción PTC (Producciones Teatrales Contemporáneas) es para mí jugar de local. Me siento protegido, estimulado, acompañado y sobre todas las cosas me siento libre y feliz. En este proyecto nuestro Timbre 4 también es productor. Primero porque es una obra nacida de las entrañas de nuestro espacio y también como parte de una apuesta grupal por ensanchar los lazos y encarar nuevas aventuras por estas tierras.
Qué más se puede agregar para explicar que este estreno es muy emocionante y conmovedor para mí en lo personal. Ojalá el pequeño retrato de desorientada dignidad les conmueva como a todos nosotros.

 

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