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Ser payasa es algo muy serio

«Ser payasa es jugar a la vida jugándose la vida en cada juego»

 

Raquel Martínez es actriz, payasa, productora y creadora. Una actriz vocacional que, tras estudiar en la Escuela de Cristina Rota, descubrió que su verdadera forma de expresión la alcanzaba tras ponerse una nariz roja. Se ha formado con grandes maestros y maestras del clown y ahora es ella quien enseña este maravilloso arte en diversas escuelas. Además, crea sus propios espectáculos con la ayuda de su alter ego, Angosta Di Mente (que es también el nombre de su compañía).

Juntas e inseparables, se suben al escenario de Bululú2120 este mes de marzo para interpretar Muerte accidental de una payasa, un texto escrito y dirigido por Sergio Artero en el que asistimos a la despedida de una payasa a la que le ha llegado su hora y debe aprender a morir. 

 

 

Raquel Martínez, de profesión payasa

 

 

Por Sergio Díaz

 

¿Cuál es el comienzo de Raquel Martínez en las Artes Escénicas? ¿Cuándo sientes que tienes que encaminarte por ahí?

Recuerdo que quería ser actriz cuando tenía 8 años. En mi casa no era una opción, así que estudié otra carrera (Económicas) pero me di cuenta de que no era lo mío. Un día me dije a mí misma, o te lanzas o no lo vas a conseguir nunca y comencé a estudiar arte dramático. Fue como ‘salir del armario’ (risas).

 

Y esa decisión te llevó a estudiar en la Escuela de Cristina Rota. ¿Cómo viviste ese proceso formativo?

Era mi primera escuela. Entraba con 22 años sin saber nada del oficio y pronto me di cuenta que debía desnudarme emocionalmente para poder abordar los personajes con los que fuera a trabajar, darles mi alma, pero descubrirse no es tarea sencilla, es como cuando pelas una cebolla, vas quitando capas.

Siempre le estaré agradecida a la escuela porque allí aprendí no sólo el amor a la profesión, también el compromiso con el trabajo, el valor del esfuerzo y la importancia del rigor. Además de encontrar, por fin, yo que venía de Económicas, gente afín, con la que compartía el mismo objetivo en la vida: actuar.

 

¿Y en qué momento descubres que hay una payasa dentro de ti?

Fue en Barcelona. Allí me presenté a un casting para un espectáculo de Jango Edwards, el conocido payaso. Pero en ese momento yo no sabía quién era él, ni lo que significaba ser payasa. Me cogieron por hacer una payasada. Volví a Madrid y surgió la posibilidad de colaborar con Leo Bassi. Después, hice un curso con Gabriel Chamé, otros con Hernán Gené y muchos más profesionales del clown. Fue como mi segunda revelación en la vida, y hasta ahora.

 

 

¿Y qué fue esa revelación? ¿Qué es ser una clown para ti?

Ser clown para mí es libertad y fuerza. La nariz del payaso da el permiso para hacer todo, cualquier cosa, exponerse con toda la mochila, ponerse al servicio del juego, improvisar, abandonar el control, sentirse ridícula sin vergüenza, desdramatizar, divertirse y sentir placer… Es un personaje fascinante.

 

¿Consideras que ser clown o payasa puede ser una de las formas más libres de expresión que haya?

Para mí, sí. Reír es un ejercicio de libertad. Reírse de una misma de los miedos y de las censuras propias también es un acto de generosidad.

 

¿Es necesario resignificar y reivindicar la palabra payasa?

Payasa es una palabra hermosa cuando sabes lo que hay detrás. Me río cuando digo que soy payasa. Algunos/as me miran como pensando “cómo se atreve”, es una pro-vocación. También me hace gracia cuando me presentan y ponen un gesto de “qué descaro llamarla así! ”, otros piensan: “¿Eso es un trabajo”. Pero lo que ellos no saben es que ser payasa es una cosa muy seria.

 

El clown ha sido una disciplina mayoritariamente masculina históricamente. Ahora las cosas van cambiando y hay mujeres payasas, claro que sí, pero aún hoy se hace necesario visibilizarlas. ¿Crees que las mujeres lo seguís teniendo más complicado para encontrar vuestro hueco? ¿Qué conquistas por la igualdad en tu oficio hacen falta a día de hoy?

Para la mujer casi todo es más complicado en el ámbito social. Tomar un espacio público como el escenario, ha sido una conquista. Durante mucho tiempo las mujeres hemos sido el objeto de burla. Educadas para ser serias, responsables y gustar. Hacer humor para una mujer es un reto porque tenemos que deconstruir el referente y considerar la idea de que nuestras tareas a nivel social, son taaan importantes, taaaaan valiosas, como para incluso, reírnos de ellas. Y mostrarnos sin vergüenza. Aún nos queda otra conquista que es cobrar lo mismo, que no siempre es así.

 

“La actuación es la exploración del alma dices en tu web”. ¿Recuerdas ese momento concreto en que sentiste cómo tu alma se ensanchaba y podías bucear en ella?

Cada vez que salgo al escenario y me pongo delante del público me pongo al servicio del espíritu. Cada vez que entreno. Es una búsqueda permanente de humanizarme un poco más. En el texto hay un momento que digo: «representar es como volver a presentar la vida». Mi profesión es una multiplicación de la vida.

 

El texto al que haces referencia es el espectáculo en el que podemos verte este mes de febrero en Bululú2120, Muerte accidental de una payasa. ¿Cómo surge este proyecto? ¿Es un encargo que le haces tú a Sergio Artero? ¿Ha escrito el texto ya pensando en ti?

Cuando mi padre muere, entro en duelo y la tristeza no me permite payasear. Siento que necesito interpretar algo serio. Contacto con Sergio y hablamos sobre lo que quiero contar, sobre qué es ser payasa, sobre la vida, sobre el humor… Y él que es muy hábil y también es poeta, escribe. Pasa el tiempo,  me presenta el texto y a mí me encanta, así que nos ponemos manos a la obra. Hemos congeniado tanto que él también me dirige.

 

¿El título de la obra hace referencia, de alguna manera, al conocido texto de Dario Fo Muerte accidental de un anarquista?

Al final de la obra el personaje, Sara, se encuentra en comisaría por un malentendido. Por esos temas de los que no se puede hablar, porque la risa, para algunos, es satánica.

 

¿Qué se va a encontrar el espectador que vaya a ver este espectáculo?

Un espectáculo que navega entre varios géneros, diferente, que mezcla con la profundidad la liviandad. Es también un homenaje al clown, al teatro y a la cultura, y en general a la vida. Y por lo demás… tendréis que venir a descubrirlo.

 

¿Cuáles son esas muertes de las que se compone la vida?

Toda pérdida es una pequeña muerte. La vida está llena de ellas.

 

 

¿Cuál es ese punto de vista ético que tiene un clown?

Mostrar nuestra verdad. La esencia de nuestro ser. Guiarnos por lo que sentimos y queremos o no queremos. Nada de catálogos, de normas generales. Jugar a la vida jugándose la vida en cada juego.

 

¿Cuánto hay de Raquel Martínez en un escenario y cuánto de alter ego?

No lo he calculado, las estadísticas no son lo mío (risas). ¿Quien soy? ¿Soy Raquel? ¿Soy Angosta? ¿Angosta puede vivir si Raquel no le presta el cuerpo, la voz? Ya en serio, Raquel es la actriz que da vida a la payasa Angosta. Somos la misma y somos diferentes.

 

¿Con qué intención nace entonces Angosta Di Mente?

Cuando descubro que soy payasa, quiero darle un nombre. Distanciarme me facilitaba poder reírme de mí.

 

¿Y cómo ha ido evolucionando tu trabajo en los 21 años que llevas de trayectoria?

Creo que he conseguido transitar de ser un poco tonta, a ser una clown tontísima (risas).

 

Las y los clowns quizá un gran problema al que os enfrentáis es donde poder mostrar vuestro trabajo. ¿Echas en falta un circuito más amplio para tu disciplina artística?

En Cataluña y País Vasco, hay varios festivales, y el clown es muy valorado. También en Galicia y Andalucía, hay circuito. En Barcelona hay un festival de ¡¡pallasses!! Una maravilla. Quizá es en Madrid donde menos circuito hay. Queda por entender que el clown no es solo para niños, ni es un arte menor. Es uno de los más difíciles. Los y las clowns no servimos para nada, pero estamos dispuestas a todo.

 

Colaboras con Payasos sin fronteras desde hace 20 años. ¿Cómo vives esas experiencias? ¿En qué proyectos has participado o participas?

Es mi contribución de forma voluntaria, haciendo lo que mejor sé hacer, en los lugares en los que la vida no es fácil. Es una experiencia para ensanchar el alma por doble o más. He viajado a Irak y Líbano. En España también vamos a residencias, hospitales, cárceles, centros de discapacidad y personas en riesgo de exclusión social.

 

Eres docente y enseñas clown. ¿Qué es lo más importante que habría que transmitir a alguien que quiere iniciarse en este maravilloso oficio?

Paciencia y perseverancia, le diría.

 

Al hilo del título de la obra, ¿Cuántas veces ha muerto y resucitado Raquel Martínez?

Cada día. En ocasiones, varias veces al día.

 

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