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Sanzol se va de bares con la memoria

“Vivir es un acto creativo, creo que es algo que debería estar más presente en el día a día”

 

El actual director artístico del CDN, Alfredo Sanzol estrena espectáculo: El bar que se tragó a todos los españolesUna función que arranca con una frase como “¿Por qué resulta un problema para mí escribir la frase: Yo soy española?”, nos predispone a un viaje por la identidad, la propia y la de toda una nación, pero igual que sucede en la vida, nos acabará llevando por lugares de la memoria totalmente inesperados.

“No hay mejor barrote para una cárcel que un buen prejuicio”, dice también este personaje, alter ego del protagonista de nuestra entrevista, frase que supone una invitación a embarcarnos en una sorprendente road trip repleta de personajes y situaciones curiosas, poesía, historias de iniciación, amor y mucho humor, para recuperar la memoria de una España no tan lejana y en homenaje a quienes lucharon por construir su propia vida. Eso sí, siempre de bar en bar.

 

El calor del amor en un bar

 

Por José Antonio Alba

Foto portada: Luz Soria

 

Alfredo, se cumple un año de tu llegada a la dirección del CDN, ¿cómo lo has vivido?

Todo el año ha sido muy impredecible, imprevisible, muy intenso. Estoy contento con lo que hemos estado haciendo: tirar para adelante con la programación y recuperar las cosas que se habían quedado colgadas en primavera; cuando hemos tenido confinamiento, seguir con programación a través de la web del CDN. Estamos todos, como en muchos otros ámbitos de la vida profesional, con un trabajo muy intenso, pero a la vez muy contentos. A nivel de seguridad, que los teatros en ningún momento hayan sido foco de contagio, es una gran noticia. He firmado un manifiesto para que se recupere la actividad de los teatros en Europa porque en muchos países los tienen cerrados. Con las mascarillas, las medidas de distancia, la higiene, se logra que sea una actividad sea segura y lo hemos demostrado desde que hemos abierto.

 

Podría decirse que somos una constatación de que así es. De alguna manera, el teatro español se ha convertido en referente para el resto de países, demostrando que se puede continuar con la actividad. 

Se está viendo que los focos de contagio están en otros lados. A nivel profesional, de los casi 1.800 artistas que han trabajado en todas las unidades del INAEM, ha habido una tasa de contagio inferior al 1%. Creo que es muy importante la paciencia, dedicación y esfuerzo para que el público se sienta seguro. Sobre todo es gracias al trabajo en equipo, desde dirección, técnicos, producción, personal de sala… es gracias a ellos, sino esto sería imposible.

 

 

¿Cuáles son los ejes sobre los que quieres que se vertebre tu dirección? ¿Cuáles son los puntos fuertes y qué objetivo te has marcado para estos cinco años?

El objetivo número uno es que aparezcan grandes montajes basados en nuevos textos. Poner el esfuerzo en la presencia de las mujeres, ser muy cuidadosos con la paridad. También incluir dentro de la programación habitual artistas con discapacidad, sin poner el acento en que es un espectáculo con o sin artistas con discapacidad, que formen parte de la programación como el resto de los espectáculos porque así lo merece su trabajo. Crear giras por diferentes ciudades de España, que cada año salgan dos producciones; y estamos haciendo un intento de conexión internacional con otros teatros y artistas para crear vínculos de intercambio. También son muy importantes las actividades transversales, las residencias de dramaturgos que están dentro del plan general, el proyecto de nuevos dramáticos que llevamos a cabo con niños.

Otro de los objetivos principales es abrir el CDN al público. Dentro de estos planes, lo esencial es ser muy orgánico y estar muy atento de cuál es la necesidad de servicio público puede dar una institución cultural para la sociedad. Las instituciones culturales somos motores para la comunicación, la expresión, la consciencia de la sociedad, son herramientas esenciales para que el público desarrolle una visión más amplia de su propia vida. Ese es nuestro servicio, es el que yo, como público, requiero.

 

Acabas de salir de Macbeth, que es la primera producción contigo como director del CDN, pero realmente El bar que se tragó a todos los españoles es tu primera creación como director, ¿cambia mucho la forma de trabajar como director cuando estás al frente del CDN a cuando llegas como artista programado?

No, mi trabajo dentro de la sala de ensayos sigue siendo lo mismo y a la hora de escribir también. Sí cambia que, cuando sales de la sala de ensayo, aún queda el trabajo del CDN. Las jornadas son más largas e intensas, pero no en el trabajo artístico, porque en la sala de ensayo las jornadas siguen su curso.

 

¿Por qué elegiste El bar que se tragó a todos los españoles como primera creación como director?

Quería empezar con un texto propio porque parte de mi proyecto es la apuesta por la nueva dramaturgia y la creación contemporánea. Pertenezco a una generación de autores que está recogiendo el esfuerzo realizado por otro autores de después de la Guerra Civil y somos una primera generación que se encontró con cierta plenitud, tanto técnica como de poder mostrar su trabajo, y he creído que el CDN, si yo estaba al frente siendo autor, tenía que hacer ese riesgo. Estrenar un texto nuevo es un riesgo, pero es esencial dentro de mi creación.

 

La función tiene un punto muy Salinger, también algo de Kerouac, mezclado con aromas a Berlanga y Azcona, pero ¿de dónde has bebido realmente para escribirla?

Hay algunos casos como hice con La ternura que puse el punto de mira en Shakespeare, pero no es algo que suela hacer. Las influencias son muy variadas y lo bueno es que quedan en un lugar inconsciente y, cuando te pones a escribir, va pidiendo una forma, que pueda ir usando recursos, pero el objetivo es crear una historia que tenga su propia forma. El bar que se tragó a todos los españoles es el viaje de un tipo que quiere cambiar de vida y en el camino se enamora. El humor es importante en toda la función, sobre todo, como elemento liberador y estos que me nombras usan el humor como arma de liberación.

 

La función habla de una odisea particular, un viaje con el que podemos identificarnos perfectamente porque son los pequeños-grandes acontecimientos vividos por el protagonista.

Es verdad que es un personaje que tiene algo de generacional, representa a todos estos hombres que en los años 60 se salieron de curas y se lanzaron al vacío, porque era gente mayor, no tenían otro oficio. Todo eso tenía algo de riesgo y de aventura y de voluntad de transformación, es lo que quería contar.

 

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Escena de ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ de Alfredo Sanzol. Foto: Luz Soria

 

¿Por qué el título?

El título fue lo primero, a veces pongo el título por delante y me va dando una referencia. Hay un protagonista dentro de la función que es un bar, que se va transformando. Al principio pensaba que era un bar por el que iban pasando muchos tipos de españoles, como una especie de mosaico de pequeñas historias, pero me di cuenta que no, que este bar simbolizaba la herramienta con la que muchos españoles han vivido cuando han tenido que emigrar o exiliarse y significaba el refugio que muchas veces buscaban españoles en bares de otros españoles; de alguna manera es esta idea que tiene España de lugar de reunión y de refugio, como de segundo salón de casa, y se prolonga fuera también de España. Este Jorge Arizmendi va haciendo este periplo por diferentes países, pero siempre de bar en bar, y bueno creo que de alguna manera para el público un bar siempre tiene una serie de referencias contradictorias, es un lugar de refugio, pero también es un lugar de encuentro, de mil cosas, cuando dices bar se abren las posibilidades. No es casualidad que se vaya encontrando con gente en los bares, se va a EEUU y lo primero que hace es encontrarse con una de su pueblo, esto hace el mundo un poco más pequeño. Esto lo decían antes. Mis padres decían: “Nosotros siempre que hemos viajado, hemos preguntado dónde estaba la Casa de Galicia” porque tú ibas a cualquier parte del mundo y siempre había un lugar que era la casa de Galicia, entonces, tú ibas allá y encontrabas españoles ahí. Un tipo como Jorge Arizmendi va encontrando en estos bares sus pequeñas boyas de salvación, sus anclajes.

 

Háblame del elenco, ¿cómo está siendo el proceso de creación?

Es un súper reparto, está Francesco Carril, Natalia Huarte, Jesús Noguero, Nuria Mencía, Albert Ribalta, Camila Viyuela, David Lorente, Elena González y Jimmy Roca; salvo Francesco y Natalia, que hacen los dos protagonistas, los demás doblan al resto de personajes, cincuenta en total. Hemos conseguido hacer algo muy complicado que es poder repartir estos personajes entre un elenco de nueve y que quede muy bien. Cada uno de ellos hacen personajes muy importantes que a lo mejor solo tienen una escena o dos, pero que tienen mucho peso en la acción. La función pide un trabajo muy coral y al mismo tiempo muy divertido y variado, se va a usar mucha caracterización para que veamos ese caleidoscopio de personajes y que sean una especie de constelación.

 

La función es un viaje del protagonista, desde EEUU, pasando por la España franquista, hasta llegar al Vaticano, con cameos de personajes históricos y populares, entre lo surrealista y lo costumbrista. ¿Cómo se va a traducir todo esto en escena?

La puesta es en escena arranca con un bar perfectamente construido, está hecho de piezas que se van desmontando y entra en una especie de ciclón que va moviéndose, se va transformando, es de Alejandro Andújar, y en esa transformación va creando nuevos bares y nuevos espacios. Es una puesta en escena muy dinámica; las piezas que componen en la escenografía tienen algo de actores, tienen su propia coreografía.

 

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Francesco Carril protagoniza ‘El bar que se tragó a todos los españoles’. Foto: Luz Soria

 

También hay mensaje en la obra que habla sobre la búsqueda y la lucha para romper con el miedo y lo preestablecido, reclamar nuestro derecho a elegir.

Creo que esa generación se enfrentó a una dictadura que ocupaba todos los ámbitos de la vida. Las normas eran muy rígidas y las posibilidades muy pocas. Los que decidieron tomar su propio camino se enfrentaron a unas dificultades muy grandes; nosotros hemos tenido otras limitaciones que nos resuenan en todo eso, son personajes muy cercanos, el mundo es otro, pero la voluntad de cambio y de ruptura nos sigue tocando.

 

¿De qué manera va a repercutir en el espectador de ahora una historia como esta?

Espero que despierte interés y, sobre todo, que repercuta en la visión de sus propias elecciones vitales. Al final es lo que más me interesa, el que el espectador tenga resonancias en su propio imaginario que es para lo que sirve la ficción. Ojalá resuene y repercuta mucho en la visión de la realidad del público.

 

Parafraseando a uno de los personajes de la función: ¿Vivir es un acto creativo?

Muchas veces los personajes dicen cosas con las que el autor no está de acuerdo, pero en este caso ahí sí que estoy hablando yo. Vivir es un acto creativo y creo que es algo que debería estar más presente, que en el día a día lo tuviéramos más en cuenta e incluso que fuera un acto de conversación. Que no se aparte la creatividad a ciertos momentos o lugares. El moverse por la calle, el hablar con los demás, el construir una relación de amistad es un acto creativo, si no, se entra en el automatismo, en el prejuicio, en la repetición, en el miedo, en lugares que hacen que la vida se seque.

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