“Hay una gran cantera de mujeres que recuperar y dar su lugar en la historia”
La actriz Silvia de Pé tuvo un flechazo con Josefina Aznárez, personaje que habita en La carne, novela de Rosa Montero. El enamoramiento la llevó a mover cielo y tierra para crear El caballero incierto, una especie de spin-off teatral en el que este personaje contará con su propia historia creada por Laila Ripoll. Juegos de identidades en un thriller gótico que reivindica el lugar de la mujer en pleno Siglo XIX.
El caballero incierto en el Teatro Español
Foto portada: Sergio Verdú
¡Me encanta que escribieras a Rosa Montero para pedirle la mano de Josefina Aznárez!
¡Estoy medio loca! (Risas) Leyendo la novela pensaba: “Cómo mola, Josefina. Nunca había oído hablar de ella”, además hablaba de que tenía un diario de 500 páginas y pensé: “Qué bien, en cuanto me termine la novela, me leo el diario”, y cuando la termino pone que todos los personajes son reales menos uno: Josefina Aznárez. Y Yo: “¡¿cómo?!”. Me cabreé mogollón; me enfadé y me ilusioné a partes iguales porque pensé que había que hacer algo con ella, si no había más información se podía escribir, y decidí escribir a Rosa Montero, pensaba que nunca me respondería, le pedí la mano, le prometí que en dote le iba a dar el mejor escenario, el mejor equipo, el mejor vestuario. A las pocas horas Rosa Montero me respondió y me dijo que sí, ahí pensé: “¡Mierda! Ahora lo tengo que hacer” (Risas), “Pues nada –dije– ahora hay que hacerlo”.
Silvia, ¿quién es exactamente esta mujer que habita dentro de El caballero incierto?
Es una mujer de finales del siglo XIX, una señorita de provincias, de familia bien, que está sometida a las reglas de ese momento. Ella quiere estudiar, pero no está bien visto y sus padres no se lo permiten. Ella tiene que hacer todo a escondidas, escribir, leer y estudiar, porque la sociedad no lo permite y se inventa un personaje, un hombre, para que escriba por ella. Hay una frase que dice “Yo debía estar maldita porque la mala suerte quiso que los libros se cruzaran en mi camino”.
Es interesante que de una novela quede vibrando un personaje tanto como para querer extraerlo de su universo primigenio y ahondar en su historia. De eso se ha encargado Laila Ripoll, ¿cómo ha sido su trabajo de creación?
Se lo planteé a Laila y me dijo que sí al momento, ¡estas mujeres están tan locas como yo! (Risas) Y me escribió un texto increíble, respetando totalmente la propuesta de Rosa. Ha puesto un microscopio y la ha llenado de detalles para que sea real, para que sea de carne y hueso.
¿Dentro de qué género se mueve El caballero incierto?
Es un cuento gótico. Hemos apuntado hacia ese sitio. Tiene una cosa un poco oscura a lo Penny Dreadful. Tal y como lo ha creado Laila tiene como toques de thriller.
¿Podríamos decir que El caballero incierto es una forma de reconocer y dar voz a todas esas mujeres que fueron desplazadas, silenciadas y de las que algunos se aprovecharon para hacer carrera a costa de su talento?
Efectivamente, es un homenaje a todas esas mujeres que han sido silenciadas y se han inventado un seudónimo para poder hacer cosas. Josefina va un poco más allá. No sabes la cantidad de señoras maravillosas que eran escritoras que estaban completamente censuradas, hay una gran cantera de mujeres a las que hay que recuperar y dar su lugar en la historia. Yo me dedico a esto para hacer cosas así.
¿Desde dónde se mira un tema como este en pleno Siglo XXI?
Hablando con Laila, pensábamos en qué sentido tenía contar algo que pasaba entonces, pero tiene todo el sentido. Nos queda mucho por superar. Aunque hay dramaturgas y directoras que están haciendo un trabajo maravilloso, te sorprendería cómo este asunto sigue levantando ampollas. Cuando rascas un poco, te das cuenta que no es un asunto que se haya superado del todo, para nada. Las mujeres seguimos buscando nuestro lugar en el mundo, es increíble, y sin saber cómo ocuparlo. Que en pleno 2020 sigamos teniendo que andar a codazos para ocupar el lugar natural y orgánico que nos corresponde. Ojalá esto fuera una obra que hablara de un tema superado, pero no.
Devolverles ese lugar creo que es ensanchar la mirada de la propia Historia
Totalmente. La Historia también forma parte de ellas y se ha hecho gracias a ellas. Y lo bueno de hacerlo con esta obra es que no tiene un componente incómodo. Lo hace desde el entretenimiento. La gente que ha podido verla tiene la sensación de que pasa volando. Laila lo ha escrito con mucha acción, con tintes de thriller, está contado de una manera que engancha. Que la gente no espere un discurso reivindicativo ni nada, todo eso late por debajo de la historia.
En esta aventura repites con dos directores con los que ya has trabajado en varias ocasiones: José Recuenco y Alberto Castrillo-Ferrer, con quien además ahora podemos verte compartir pantalla en Historias lamentables de Javier Fesser.
El proceso comenzó con los tres, Alberto estuvo en las dos primeras semanas, pero después tuvo que marcharse a otros proyectos, pero la mayor parte de los ensayos he estado con José Recuenco. Ha sido un viajazo.
Supongo que encarar un proyecto como este se vive de una manera diferente porque tú eres el motor que lo ha puesto en marcha. Has elegido el equipo y es casi un traje a medida.
El día que Natalia Menéndez me contesta y me dice que quieren coproducirlo, acabé llorando de ver como se hacía realidad, después de cuatro años poniéndole todo el cariño. Ha sido un proceso muy bonito. Todo cobraba sentido, Rosa me decía que sí, Laila también, Natalia lo mismo, ¡todo mujeres maravillosas!
Me siento muy afortunada. Que yo estrene el 12 de enero es un privilegio, aunque a los dos días de que Natalia me dijera que sí entramos en estado de alarma y se cerró el país… ¡ahora que salía esta historia! Pero seguí trabajando, me reuní con mi socia en Come y Calla, Eva Paniagua, otra mujer increíble, y seguí armando el proyecto. Casi daba pudor pensar en tus proyectos con todo lo que estaba pasando.
Ahora que vamos recuperando la actividad, pero sigue siendo un momento muy crítico para el sector, ¿crees que los unipersonales son la solución para poder seguir trabajando?
Sí, va a ser la tendencia para los productores. Espectáculos con uno, dos o tres actores como mucho. Todo se ha tambaleado, ¿quién se va a meter en proyectos de más envergadura? ¿cómo lo vendes? Seguro que hay muchos proyectos que se han vuelto a meter en un cajón. De todos modos, llevamos en crisis desde los griegos y ya estamos curados de espanto. Yo no he vivido un solo año tranquila, este trabajo es así. Va intrínseco con esta profesión.
