Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer

Fotos: Jacobo Medrano

 

Si me abrazas, capitulo

 

 

Pilar G. Almansa escribe y dirige Cama, una pequeña gran obra total, donde hay teatro naturalista, poesía, sexo, mística, cuerpos en danza y circo emocional. Y sobre todo hay una reflexión muy personal de la autora sobre lo que supone ser dos y ser iguales -o no- en los espacios de la intimidad. Coreografiada por Amaya Galeote, sus intérpretes protagonistas son María Morales y Carlos Troya, que dan vida a dos seres que irrumpen en la madrugada, cerveza en mano, arreglando el mundo como dos borrachos lúcidos y lúdicos. Un principio para una historia de amor contemporánea que se juega en verso y prosa.

 

La cama, lugar íntimo y lugar mítico. Lugar para nacer y para morir, para amar y para sufrir, para jugar, para reír, para soñar, para sentir. Lugar lagar follar fruncir. Brincar, saltar, gritar, gemir. Mirarse, encontrarse y vivir. Despertar y volver a dormir. Madrugar y volver a reñir. Hay tanta noche en la cama como día hay en sí. Hay mil historias o solo una. Hoy. Aquí. Dos seres, arquetipos, eneagramas, zoótropos, un hombre y una mujer se han conocido más y se han acompañado hasta la cama. Él y Ella, intentando barrer y fregar su cruce de caminos, allanar el solar de su casa, sincronizar sus deseos, amamantarse el uno al otro las esperanzas. Surge el amor y luego ya veremos. A Pilar G. Almansa no le basta con el simple “chico conoce chica”. Y menos mal. Hacer esta cama no ha sido ese automatizado y veraniego agitar la sábana, ajustarla a los bordes y colocar las almohadas. Esta cama de teatro o este teatro en la cama, se ha bordado con tiempo y minuciosidad.

 

El somier

El dramaturgo es un artista (gracias Perogrullo) y, como tal, cada una de sus creaciones se sustenta en las anteriores. En Cama confluyen obsesiones de su autora que se ensayaron en piezas previas y que se van puliendo en su devenir. “Mi obsesión -reconoce Almansa- es la cualidad de vivo en el teatro. Y esto parte de mis sensaciones como espectadora, es decir: ¿por qué un medio como el teatro, que lo tiene todo para ser el más vivo de todos y el más experiencial, no siempre me provoca esta sensación? En Banqueros vs. Zombies (texto anterior de la autora, estrenado en el Teatro Galileo en 2015) busqué esa cualidad de vivo utilizando la tecnología, la interactividad y a través de un tema muy de actualidad, la crisis económica, pero fue muy complicado manejar todo aquello. Entonces pensé: ¿dónde puedo poner la cualidad de vivo, dónde puedo poner la espectacularidad sin complicarme tanto la vida? Y pensé en ponerla en la palabra y en los actores. De ese impulso nace Cama”.

 

 

Regresa 'CAMA' a los Teatros Luchana en Madrid

 

El colchón

Sobre la cama, una historia de pareja. Pero no la historia de siempre. Abrir una grieta de originalidad en el eterno tema del amor no es fácil. Solo puede aspirarse a la honestidad. “He intentado hablar de la pareja según yo lo he vivido, no según me lo han contado. En un texto anterior, Excomunión, basado en un poemario mío, Versos explícitos, que tenía el sexo como tema principal, ya empecé a pensar en que, si todo es patriarcado, quizás podíamos llegar hasta el punto de que las propias figuras lingüísticas sean patriarcales. ¿La metáfora es patriarcado? Porque es una forma lingüística que lo que hace es no llamar a las cosas por su nombre para convertirlas en sublimes. Si estamos en un momento de cambio, las mujeres tenemos que contar las historias sin filtros, sin toda la cultura aprendida. ¿Cómo lo veo yo? ¿Cómo lo vivo yo? Y como soy una mujer fundamentalmente heterosexual, feminista practicante, pues aparece el feminismo”.

 

Las sábanas

Sí, decir que esta es una historia de amor feminista es ser reduccionista. “Es una historia de amor contemporánea -señala Pilar- y surge el feminismo porque es contemporáneo”. El texto, como el montaje, se sustentan en un trabajo concienzudo, depurado, técnicamente tan ambicioso como preciso. Y complejo de hacer y hasta de ver, porque el espectador va a vivir una suerte de viaje, suculento y sugerente, a través de diversos códigos estilísticos. Desde la escena inicial, puramente naturalista, cargada de promesas, en la historia irrumpe un paisaje lírico y la montaña del amor es un volcán que se escala hasta entrar en erupción. Pero como en toda erupción, la lava se enfría, se detiene y se solidifica. Y a veces hasta se agrieta. El vuelo poético se amontona con lo prosaico del día a día como se amontonan las sábanas en el cesto de la ropa sucia, bragas y calzoncillos, calcetines malolientes y vestidos con restos del perfume de la noche anterior. Esa danza se baila. Se baila realmente, porque a este montaje no le falta de nada. Tampoco le sobra.

 

Regresa 'CAMA' a los Teatros Luchana en Madrid

 

El edredón

Naturalismo, verso, danza, amor desnudo… “Está claro que hay códigos distintos que tienen que convivir -comenta María Morales– y la obra técnicamente es muy exigente porque tienes que tener la habilidad de sostener esos códigos sin que se note. El espectador tiene que estar pendiente de la historia humana y emocional que se está atravesando, y eso también es técnica actoral. Hay que darle vida a esta historia y que lo que aflore sea el corazón, la química, la intimidad de dos personas”.

 

Las almohadas

Lo personal es político. Los feministas lo sabemos. Pilar G. Almansa pone a danzar dos arquetipos contemporáneos, una mujer segura de sí misma y un hombre inmerso en su propio cuestionamiento. “El amor está en querer ver franca y honestamente a quien tienes delante”, señala Carlos Troya. “El amor -tercia el otro hombre del montaje, el productor, Pablo Jauralde– significa cuestionarse. El hombre de Cama tiene la capacidad de cambio, y es alguien que cambia aunque luego el amor no sea suficiente. A veces la voluntad no es suficiente, y eso le da riqueza a esta historia. El amor es real y el fracaso también. Y el fracaso no niega el amor”. Queda la puerta abierta para replantearse lo que significa el éxito en el amor. Lo de las comedias románticas está bien, sí, pero…