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¿Qué sabes de Victoria Kent y Clara Campoamor?

“No pueden seguir borrándonos de la Historia”

 

Carmen Nieves es la directora de Victoria viene a cenar, una obra de Olga Mínguez Pastor que imagina un encuentro entre dos personalidades fundamentales de la historia de nuestro país: Clara Campoamor y Victoria Kent. Ellas fueron dos mujeres feministas con opiniones muy distintas sobre el sufragio femenino. Tras estrenarse el pasado mes de julio en el Teatro Galileo dentro del Festival Sala Joven, ahora podrá verse en los Teatros Luchana a partir del 22 de octubre. Por ese motivo recuperamos la entrevista que le hicimos a la directora de esta interesante propuesta protagonizada por Rebeca Fer y Tiffani Guarch.

 

Victoria viene a cenar, dirigida por Carmen Nieves

 

Por Sergio Díaz

 

La premisa de esta obra es una cena entre dos mujeres fundamentales de nuestra historia, Clara Campoamor y Victoria Kent. ¿Cuánto hay de realidad y de ficción en este encuentro que proponéis?

El encuentro en sí como lo contamos, desafortunadamente, nunca llegó a suceder, es totalmente fruto de la imaginación de Olga Mínguez Pastor, la dramaturga. Sin embargo, en referencia al texto, sí que hay mucha realidad en él. Datos, acontecimientos o fechas, por ejemplo, que si vienen traídos de sus historias vitales. La obra es muy fiel a la biografía y vida de las protagonistas, tanto que la hace verdaderamente especial. Nuestro país y la democracia les debe mucho.

 

Y aunque son dos nombres que a todos nos suenan, en realidad, la sociedad actual no conoce la verdadera dimensión de estas dos pioneras. Un caso más de lo parcial y patriarcal que es la historia, ¿no?

Totalmente de acuerdo, yo misma no conocía como ahora a las figuras de Victoria Kent o Clara Campoamor. Recuerdo la primera vez que leí la obra, que me enfadé mucho pensando justo en esto, en la falta de referentes femeninos, el desconocimiento social de la vida de tantas mujeres eclipsadas. Creo que hoy en día sigue estando descuidada la inclusión de referentes femeninos en muchos campos, pero el más preocupante es el educativo. Un ejemplo de esto es que el otro día mismo un amigo se examinaba de la asignatura historia de la filosofía y no tenía ni una autora en el programa de la universidad, esto me parece algo intolerable y algo que debería cambiarse desde ya. No pueden seguir borrándonos de la historia.

 

Cómo bien dices en el dossier, creemos conocer bien la figura de estas dos mujeres, pero no es así. ¿Qué aspectos de ellas no conocemos? y ¿cuáles nos vais a mostrar en la obra?

Vamos a mostrar a dos mujeres maduras que ponen sobre la mesa su trayectoria profesional reflexionando la una con la otra, haciendo un recorrido por sus biografías, destacando sus hazañas y aportaciones más importantes a la sociedad. Pero también sus miedos, sus traumas, las decisiones que las vieron tambalearse o las visiones encontradas de cómo debería ser la democracia, el estado, o el exilio que vivieron.

En cuanto a lo que no conocemos de ellas, probablemente, no se conoce tanto la importancia que tuvo el trabajo de Victoria Kent siendo directora general de prisiones y los avances en derechos sociales que consiguió.

 

¿Por ese motivo te surge la necesidad de llevar a la escena esta historia? ¿Conocías el texto de Olga Mínguez previamente? ¿Quién se acercó a quién?

Yo tenía como necesidad creativa llevar a escena una propuesta que diera voz a mujeres silenciadas, que nos hablara de mujeres que han cambiado la sociedad con sus actos, de mujeres revolucionarías, mujeres de cualquier clase social, edad, cualquier raza, con cualquier capacidad especial, con vidas desconocidas… Quería una obra que fuese herramienta para concienciar a la sociedad de lo importante que es escuchar historias nunca contadas por mujeres a las que no se les ha prestado la suficiente atención… y buscando obras escritas por dramaturgas españolas, encontré a Olga y a Victoria viene a cenar,  una obra con la palabra como arma, reivindicativa, necesaria y sobre todo didáctica. Fui yo la que contactó con ella y desde primer momento sentí una conexión especial. Olga estaba encantada y yo me sentí muy afortunada de que confiara en nosotras para dar vida a su texto.

 

Ellas eran las dos únicas mujeres en las Cortes de 1931 y tenían posturas enfrentadas sobre el sufragio femenino. Con ojos de hoy, quizá no se pueda entender lo que defendía Victoria Kent, pero era un debate de bastante mayor calado del que se puede pensar, ¿lo crees así?

No solo estaban ellas, también formaba parte Margarita Nelken por el Partido Socialista, es más, fue la única mujer que consiguió las tres actas parlamentarias durante el periodo de la Segunda República.

 

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Imagen de ‘Victoria viene a cenar’

 

Perdón, fallo mío. Otra mujer silenciada a la que seguir la pista a partir de ahora. Me lo apunto.
Pues sí, una más… Margarita también se oponía a la aprobación del sufragio femenino, como Victoria Kent, sin embargo, no votó, ya que aún no tenía su acta como diputada. El debate de Victoria estuvo muy justificado para muchas personas y hoy en día creo que lo sigue estando, según lo que ella decía, la mujer española no estaba preparada para votar a favor de la república y por eso debía esperar.

 

Al final ganó la opción que defendía Clara Campoamor, pero incluso eso se le acabó volviendo en contra por la opinión de muchos hombres de partidos de izquierda de la época… Las mujeres son las eternas culpables de todos los avatares de la Historia, ¿no?

Siempre se trata de buscar un culpable cuando algo no funciona o no hay el resultado esperado. Clara soportó el peso de todos los grupos de izquierdas, fue culpada, rechazada y repudiada por todos. Las mujeres somos las eternas culpables, desde el mito de Eva en el paraíso, hasta casos actuales como el de Juana Rivas, es más fácil culpar de lo malo en general a quien no tiene voz para defenderse.

 

En vuestro montaje vemos cómo dos mujeres con visiones antagónicas sobre un mismo tema debaten y tratan de entenderse a través de la escucha, algo muy en desuso en la época actual. ¿También es un ejemplo importante ese que mostráis?

Totalmente, es un ejemplo de tolerancia, que es algo de lo que hoy en día carecemos bastante, yo misma me incluyo en el lote. Vivimos con una carencia de la escucha muy potente. Nos falta prestar más atención a los demás, a sus motivos y razones para creer en lo que creen. Solemos juzgarnos constantemente entre nosotras/as y pocas veces damos opción al debate sin previos prejuicios.

 

¿Es quizá por ello que la obra crece alrededor de la palabra? ¿Cómo es la propuesta dramatúrgica?

La palabra es el todo de esta obra, sin el texto no hay historia. Es una propuesta que se centra 100% en el lenguaje empleado, es por eso por lo que lo más importante ha sido el trabajo con el texto y los matices, nada es casual, todo lo que se dice nos cuenta información de los personajes y de su relación.

 

¿Cómo elegiste a las actrices? ¿Ellas pertenecen a la órbita de tu compañía, de la que luego hablaremos?

Bueno, no creo que yo las eligiera solo a ellas, creo que más bien, nos encontramos y nos elegimos ambas. Mi proyecto Pisando Escenario comienza con Victoria viene a cenar y sin ellas no hubiera sido posible nada de esto.

 

Háblanos un poco de cómo es el trabajo que realizan sobre el escenario. ¿Qué directrices les has dado para que se metan en el papel de estas dos grandes mujeres?

Partimos de un trabajo hecho con mucho mimo, mucha escucha y eso es algo que el público verá desde el inicio de la obra. Tiffani Guarch (Clara Campoamor) y Rebeca Fer (Victoria Kent) hacen un trabajo minucioso y preciso en sus interpretaciones y en la relación entre sus personajes. Ha sido muy gustoso trabajar con ellas y dirigirlas. Estudiamos el texto y lo leímos juntas, mil veces. Cada coma es una palabra, cada silencio un grito. Suena profundo, pero es tal cual, no ocurre nada arbitrario, todo pasa por algo. La directriz que más he usado quizá haya sido preguntarles constantemente ¿por qué? y hacer hincapié en la búsqueda del subtexto.

 

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Rebeca Fer da vida a Victoria Kent

 

 Se cumplen 90 años de la aprobación del sufragio femenino, algo que no tiene sentido desde la perspectiva actual, que la mujer no pudiera votar desde el primer instante que lo hizo un hombre. ¿Qué cosas que afectan a la igualdad hoy mirará la sociedad de dentro de 90 años con asombro?

Hay tanto que afecta a la igualdad que no terminaría, pero así por encima y mojándome mucho, ojalá y la sociedad no espere tantos años para mirar con asombro y ver que es un sin sentido para los derechos humanos, el que aún tenga cabida la violencia machista, la prostitución, los vientres de alquiler, la no igualdad de oportunidades por sexo o la no igualdad salarial, la falta de inclusión social de los colectivos minoritarios, el racismo, la homofobia, la pedofilia… etc.

 

Es increíble que a estas alturas de la Historia aún no hayamos avanzado lo suficiente como para vivir en una sociedad de plena igualdad, plena inclusión y que aún se siga negando la violencia machista desde muchos sectores. ¿Cómo vives tú todas estas situaciones? ¿Crees que algún día se podrá conseguir?

Yo las vivo con mucha rabia, mucho asombro y con dolor cuando me entero de noticias día sí y día también de violencias machistas. También trabajo conmigo misma mi responsabilidad individual cómo promover la igualdad y cómo ayudar a frenar la violencia machista o desigualdades. A nivel personal siempre hay cosas que podemos mejorar y deconstruir para contribuir realmente a alcanzar la igualdad soñada.

 

Háblanos un poco de ti como directora, porque tu formación ha sido principalmente como actriz. ¿Cuándo te das cuenta de que quieres dirigir?

Efectivamente, me licencié en Arte Dramático en la ESAD de Córdoba, con especialidad en interpretación textual, en mi último año de carrera tuve como asignatura dirección escénica y me encantó, Rafael Torán como profesor nos hizo dirigir distintas escenas, y la experiencia me marcó, recuerdo lo bien que me sentí. Supongo que siempre he querido hacerlo, muchas ideas de espectáculos me han llenado siempre la cabeza y no ha sido hasta esta vez que me he atrevido o que me han acompañado las circunstancias de mi vida.

 

Has formado tu propia compañía, Pisando Escenario, imagino que lo haces para sacar adelante tus propios proyectos. ¿No encontrabas tu propia voz dentro de la escena?

Creo que más que no encontrar mi propia voz, diría que no encontraba o no me llegaba una oportunidad. Cuando tienes que trabajar en cualquier cosa menos en lo que te gustaría para sobrevivir es complicado estar implicada buscando una oportunidad dentro de la escena, en este caso madrileña, y cuando la buscas, o no llega o no tienes paciencia. Movida por esta necesidad de crear, puse un anuncio lanzando una pregunta dirigida a actrices: “¿Estás cansada de no pisar un escenario?”, y me contactaron unas 40 mujeres que se sentían como yo, deseosas de crear, de encontrar a compañeras con cosas que decir, de sacar su voz. Fue así como se consolidó Pisando Escenario.

 

¿Qué tipo de montajes os interesan como compañía? ¿Vas a seguir dando voz a referentes femeninos tan necesarios para crecer en una sociedad no patriarcal e igualitaria?

Nos interesa crear montajes que muestren, hablen de cualquier tipo de desigualdad social o colectivo discriminado y ahí hay cabida para muchos temas, pero sí quizá lo que más nos mueve sea el contar historias de mujeres, porque somos las grandes desconocidas e invisibilizadas de la sociedad. Hablar con voces femeninas, de autoras españolas o de cualquier parte del mundo y ayudar a dar a conocer referentes femeninos a las generaciones futuras.

 

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Tiffani Guarch es Clara Campoamor

 

Al hilo de esto, gracias a la labor de muchas dramaturgas, actrices y directoras como tú se está recuperando la memoria de mujeres olvidadas. Aún falta mucho camino por recorrer, y me da la impresión de que sobre todo hay que seguir trabajando para recuperar la memoria de mujeres en otros ámbitos distintos que no se trabajan tanto en los escenarios, como por ejemplo la ciencia, u otras profesiones que realizan mujeres anónimas pero cuya vida es heroica también… ¿Crees que habría que incidir también por esos caminos desde las Artes Escénicas?

Generalmente creo que el poder en sí lo tiene la educación. Tiene que ser una realidad que los programas educativos sean inclusivos y que recuperen la memoria femenina en cualquiera de los ámbitos y campos, pero sí, desde cualquier sitio es bueno que se trabaje para recuperar la memoria de las mujeres, y el teatro es una vía didáctica imprescindible. Habría que incidir en la presencia obligatoria de las Artes Escénicas en la educación.

 

¿Cuál es el mensaje o la impronta que queréis dejar en las personas que vayan a ver Victoria viene a cenar?

Queremos que el público salga del espectáculo conociendo y entendiendo a Clara Campoamor y a Victoria Kent.

 

Y una obra que habla sobre referentes, de la importancia de tenerlos en cualquier etapa de la vida y de la importancia de recuperarlos, sobre todo si son mujeres silenciadas y olvidadas, ¿Cuáles han sido esos referentes que han acompañado a Carmen Nieves en su camino?

Los fundamentales son mi madre, mis abuelas, desde arriba, y mis hermanas. Ellas me dan ganas de seguir, de agradecer lo que tengo y de superarme día a día.

 

 

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