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La señorita Doña Margarita teatro español

Petra Martínez, la actriz que nunca dejará de aprender

“En la actualidad este texto está más vigente que cuando lo estrenamos en los 90”

 

Junto a Juan Margallo forma una de las parejas, tanto personal como profesionalmente, más respetadas de la profesión. Referentes absolutos de la historia del teatro independiente español gracias a sus más de 50 años de trayectoria, ahora traen al Teatro Español, bajo producción de La Estampida, La señorita Doña Margarita. Esta es la tercera ocasión que abordan este texto, tras haberlo montado anteriormente en diferentes épocas con su compañía, actualmente disuelta, Uroc Teatro. Aprovechamos la ocasión para hablar con Petra del estreno pero también de muchos aspectos de su vida, tanto profesional y personal. Un verdadero lujo poder escucharla.    

 

Má de 50 años encima de un escenario

 

Por David Hinarejos

Foto destacada: La señorita Doña Margarita. ©Susana Martin

 

Con esta, son tres las ocasiones en que habéis montado este texto del autor brasileño Roberto Athayde. ¿Ejemplifica bien el tipo de montajes que durante más de 30 años llevasteis a cabo Juan Margallo y tú desde vuestra compañía Uroc Teatro?

Si te digo la verdad, si lo hace no ha sido conscientemente. Es verdad que en los 70 con los grupos Tábano, El Búho y el Gallo Vallecano hicimos un teatro muy politizado, combativo, y por nuestra forma de ser siempre mantendremos el gusto por un teatro crítico y comprometido, pero desde que montamos Uroc Teatro lo único que hemos hecho es escribir y adaptar textos que en un momento determinado nos apetecía hacer y nos divertía, sin más pretensiones. Hemos montado tres veces este texto: yo con 30 y tantos, luego con 50 y tantos y ahora con 77 años, y fundamentalmente ahora lo hemos escogido porque creemos que en la actualidad tiene más vigencia que incluso cuando lo estrenamos por primera vez en los 90 y por la curiosidad de cómo lo abordaríamos a nuestra edad. Esto también nos pasó con otras obras como Una mujer en la ventana. Nuestras elecciones en Uroc siempre han sido mucho más casuales de lo que puede parecer.

 

Athayde escribió La señorita Doña Margarita para criticar la dictadura militar brasileña (1964-1985). Has nombrado tu participación en el grupo teatral Tábano, que desarrolló gran parte de su trayectoria durante la dictadura de Franco. ¿Cómo era hacer teatro bajo tal control?

Pues lo recuerdo como un momento tan divertido como terrible. En 1970 se formó el grupo Tábano a modo de cooperativa, era una forma de hacer teatro independiente y dar salida a esas ansias de libertad que teníamos todos. A pesar de nuestra ilusión y trabajo, resultaba muy duro. Imagínate, después de haber invertido lo que teníamos en montar una obra y haber pasado la censura del texto, te cancelaban o prohibían una obra o incluso te metían en la cárcel o te ponían una bomba, como nos pasó en una ocasión. Era muy complicado. Hacíamos de todo, había gente que donaba sangre para comer o nuestras familias nos daban arroz, tomate y huevos: el arroz a la cubana era un clásico para el grupo. Realmente nos salvó la posibilidad de poder irnos fuera a trabajar en Holanda, Suiza o Alemania y aunque casi no ganábamos nada era maravilloso descubrir otros países, otra gente, sobre todo emigrantes. Éramos un grupo de gente con tantas ganas, tantas ilusiones y expectativas de futuro…

 

Tuvisteis cancelaciones muy sonadas, como la de Castañuela 70.

¿Sabes lo más gracioso? Que si tu lees Castañuela 70 es como para niños pequeños. No es que fuera infantil, pero al tener que meter tantas cosas para camuflar lo que querías contar y encima teniendo en cuenta que no éramos muy buenos actores, pues el resultado era casi ridículo. Lo que pasa es que nos prohibían todo y todavía hoy no he conseguido entenderlo completamente. Era tan absurdo ver los libretos una vez que te los devolvían de la censura. Un ejemplo: nos prohibieron que apareciera un cartel durante una obra y entonces le pusimos una X encima, que se veía igualmente, y eso sí nos lo permitieron.

Lo que sí creo es que, aún con todo eso, tuvimos la suerte de irrumpir en los escenarios cuando la democracia ya estaba en ciernes, notábamos que el poder de la dictadura se iba debilitando y que contábamos con el apoyo de algunas figuras relevantes de la sociedad. 

 

Y ya en democracia, vendría vuestra participación en El Búho y El Gallo Vallecano.

El Búho, aunque duró muy poco, nos permitió hacer obras que nos gustaron mucho. La iniciativa El Gallo Vallecano duró más. Montamos una especie de Centro Cultural en Vallecas al que pusimos ese nombre, fíjate lo que sería Vallecas por aquel entonces, en el año 78 que empezamos y hasta el 84 en el que se acabó. Mucha gente nunca había ido al teatro en su vida. Fue una pena porque desde ninguna administración hubo interés en ayudarnos. Desde el principio nos vimos superados por el gran éxito que tuvo, se convirtió en un lugar referencia para grupos de teatro de toda España. Creamos un festival de autonomías y no te creerías lo que fue aquello. Conseguimos reunir a muchísimos de los artistas emergentes que había en la época, una locura.

 

Durante estos más de 50 años de trayectoria, tanto Juan como tú, habéis compaginado el teatro con otros trabajos en cine o televisión y habéis tenido épocas de mayor reconocimiento y otras de menos. ¿Se aprende de todo?

En cada momento he aprendido cosas, desde que llegué de Londres en los 70 conociendo a dos de las personas de las que más he aprendido como el maestro William Layton y mi compañero de vida Juan Margallo, hasta ahora en cualquier proyecto. Hablo ahora con gente muy joven de la profesión y me dicen la envidia que le da nuestra trayectoria y no puedo decirles otra cosa que “no me extraña porque realmente lo que hemos podido vivir ha sido maravilloso”. Pero no voy a mentirte también ha sido duro.

 

Petra Martinez y Juan Margallo
Petra y Juan en una de las muchas obras que han compartido encima del escenario.

 

Trabajando los dos en una profesión tan inestable económicamente hablando y tan particular en cuanto a horarios y viajes, ¿cómo afecta eso a la vida familiar?

Sabes lo que pasa que siempre hemos vivido igual, en la misma casa, sin grandes pretensiones. Eso ha facilitado poder sobrellevar los momentos complicados. Además, es verdad que había giras y a veces no podíamos estar con nuestros dos hijos, pero también hemos tenido la gran suerte de contar con ayuda de mucha gente, sobre todo las hermanas de Juan, que siempre han estado ahí para nosotros y cómo el trabajo iba y venía pasábamos mucho tiempo también en casa. Siendo ya mayores hemos comentado con nuestros hijos alguna vez (tienen dos: la actriz y directora teatral Olga Margallo y el actor y profesor de técnica alexander Juan Margallo Martínez) cómo lo vivieron ellos, ¿si pensaban que éramos pobres? ¿si hemos faltado demasiado? Sorprendentemente ellos nos comentaban que ¡pensaban que éramos ricos! (risas), sobre todo porque algunas veces nos acompañaban en alguna gira y nos alojábamos en hoteles o comíamos bastante fuera de casa, y eso no era algo que hacían todos sus conocidos.

 

Sin duda, es un tipo de vida que no todo el mundo sería capaz de llevar durante tantos años. ¿Vuestros hijos han llegado a entender vuestra pasión por lo que hacéis y los sacrificios que ha conllevado?

Afortunadamente yo creo que sí, con el tiempo. Los dos de una manera u otra tienen una vena artística y, por tanto, ahora saben lo que es. Nosotros siempre hemos trabajado en lo que nos ha apetecido y eso nos ha hecho muy felices, podríamos haber aceptado muchos proyectos de más dinero, pero nunca nos ha movido eso. A Juan le han ofrecido muchos puestos institucionales que siempre se ha negado a aceptar. Nunca le ha apetecido porque, aunque mucha gente lo niegue, siempre conlleva perder cierto grado de libertad. El único proyecto en el que se embarco fue en la creación Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz y principalmente porque le permitió viajar mucho y conocer lo que se hacía fuera.

 

Es curioso como después de tantos años de carrera mucha gente te haya conocido por tu papel en la serie de tv La que se avecina.

He tenido otros momentos de mucha popularidad, con la serie Herederos o en su momento cuando hice Barrio Sésamo, pero con La que se avecina ha sido espectacular. Te encuentras a la gente que te dice «yo no me acuesto sin ver un capítulo, me alegra el día». A mi me ha enseñado muchísimo y estoy muy agradecida a los directores, Laura y Alberto Caballero. Confío en ellos ciegamente y siempre me han facilitado poder compaginar los rodajes con otros proyectos. Además, el grupo humano que se ha formado es muy divertido e interesante.

 

Y este año también estrenas nueva película llamada La vida era eso de David Martín de los Santos junto a Ana Castillo. ¿Qué nos puedes contar sobre el proyecto?

Es una historia muy poética que aborda un tema que a mi me interesaba mucho ver en un una película como es el de la tercera edad y como una persona a esa edad va afrontando los cambios de la vida, y no solo para estar bien si no también para estar al día. Podríamos decir que la película está dividida en dos partes, una es la confrontación de dos generaciones diferentes y otra el despertar de una persona mayor que empieza a preguntarse ciertas cosas.

 

¿Una no se jubila de esta profesión?

Pues lo cierto es que estamos jubilados, pero todo es más complicado para los artistas de nuestra edad porque lo de estar dados de alta y esas cosas sólo empezó a hacerse ya muy avanzada nuestra vida laboral.

 

¿Crees que la situación laboral y la protección social ha cambiado lo suficiente para los actores?

Yo pienso que se pueden hacer muchas cosas todavía porque no ha cambiado tanto teniendo en cuenta que las circunstancias sí son completamente diferentes. En otros países la protección para el artista es mayor durante las épocas en las que no tienes trabajo, por ejemplo. Y eso no quiere decir que no seamos una industria independiente, ayudas y protección por parte de las administraciones tienen casi todos los sectores.

 

¿Y has notado diferencias entre los que se quieren dedicar a la interpretación ahora y los que lo hacían cuando empezaste?

Hay una fundamental: las perspectivas de futuro. Actualmente hay gente maravillosa, joven y menos joven, haciendo teatro, pero lamentablemente tienen pocas expectativas respecto al futuro, y más ahora con la pandemia. Nosotros no teníamos de muchas cosas, pero veías posibilidades por todos lados. Realmente tuvimos mucha suerte en ese sentido de de vivir la época que nos tocó.

 

Hablando de cambios y expectativas. Tengo la sensación que esta terrible situación que estamos viviendo y sobre todo durante el confinamiento ha servido para que mucha gente se dé cuenta de la importancia de lo que hacéis los profesionales de la cultura.

Completamente. Lo veo tal cual dices. Tengo amigos que están haciendo teatro que me dicen “no te puedes imaginar como está respondiendo el público”. Por un lado, yo creo, porque aprecian nuestra valentía y por otro porque dan importancia a nuestro trabajo en un momento como este. Es que, ¿qué hubiera sido de mucha gente en aquellos tres meses de confinamiento sin poder disfrutar del trabajo de tantos artistas en cine, televisión, música…? Creo que se ha comprendido el valor que tiene la cultura para la sociedad y que va a salir muy fortalecida. Además, hemos podido hacer tan pocas cosas y tenemos tantas ganas de salir que cuando todo se normalice cines, teatros, salas de conciertos… van a vivir un momento tan fantástico que yo me emociono cuando lo pienso.

 

Por vuestra edad, estáis dentro de uno de los grupos con un riesgo más alto ante la Covid-19 y aún así no paráis de hacer cosas. ¿Cómo está siendo este año para vosotros?

Hemos estado bastante confinados y, aunque pueda parecerlo, no salimos mucho. Tenemos mucho cuidado, no sube gente a casa y cuando nos reunimos con alguien de la familia, lo hacemos al aire libre, en la calle. Como todo el mundo ya estamos hartos y algo ansiosos por que lleguen las vacunas, pero es lo que toca. Con este proyecto en el Español lo que pasa es que nos comprometimos en su momento y hemos tirado para adelante, a lo mejor si me lo preguntaran ahora diría que no. Pero bueno, la verdad es que nos están tratando muy bien y cuidando muchísimo.

 

Entrando de lleno en La señorita Doña Margarita. ¿Cuáles son los engranajes que sustentan todo sistema autoritario y qué vamos a poder ver en la función?

Abuso de poder, miedo, inseguridad, represión, también sexual… Esta profesora es muy dura con los alumnos porque con ellos sí puede, aunque luego sabes que es una cobarde de las que se acongojan ante cualquier superior. Vive bajo una dictadura que se impone ella, otra que le imponen de fuera y, por último, la que ejerce ella con sus alumnos. Esto sucede en un colegio, pero es completamente extrapolable a cualquier estamento o nivel de la sociedad. Se pone sobre la mesa lo importante que es moldear y modificar las mentes de las personas cuando aún son jóvenes para que luego no tengan opiniones propias. Todo esto está camuflado en el texto, sobre todo a través del humor.

 

La señorita Doña Margarita Teatro Español
‘La señorita Doña Margarita’. ©Susana Martin.

 

¿Cómo es afrontar el reto de dar vida a un personaje de este calibre?

A mí me gusta mucho, lo primero porque es un personaje tan complejo que a lo mejor tengo que hacerlo una cuarta vez para hacerlo perfecto. Es una mujer trastornada, pero que al público le va a hacer mucha gracia en muchos momentos, pasa en un abrir y cerrar los ojos de dar lástima a ser una persona muy violenta. Es una persona reprimida que se considera la más lista, la mejor y que siente verdadero regocijo al dominar y ejercer el poder. Para una actriz es muy divertido, me recuerda a cuando vi la película Joker y pensé lo bien que se lo habría pasado el actor haciendo ese papel.

 

La adaptación del texto es de Juan, ¿ha tenido que actualizarlo de alguna forma?

Básicamente hemos utilizado la que hizo hace algunos años. Ya entonces introdujo algunas partes y cambió otras respecto al original, sería más preciso casi hablar de versión que de adaptación.

 

Mires la entrevista que mires, a lo largo de muchos años se repite una constante en las contestaciones: vuestra gran sintonía al trabajar juntos. ¿Cuál es el secreto para que parezca tan sencillo compartir vida personal y profesional?

Hablábamos el otro día justamente con Aída de la Rocha (ayudante de dirección) sobre machismo y feminismo y le comentábamos que obviamente en los 70 todos, mujeres y hombres, teníamos muchísimos comportamientos machistas, pero que entre Juan y yo, tanto personal como laboralmente, eso había desaparecido de una forma natural, sin darnos cuenta. Y es que en nuestro caso se impone cómo nos queremos y respetamos y todo lo que compartimos y nos divertimos juntos todos los días, tendrías que ver lo infantiles que somos a veces. Ojo, claro que hay discusiones, pero cuando acaban pues ahí se quedan. Los dos sabemos lo afortunados que somos al haber encontrado a una persona con la que encajas a la perfección y de poder disfrutar cada día de una relación tan bonita.

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