«El autónomo escénico es un héroe del Excel, un prestidigitador de la relación ingresos-gastos»

 

Artistas Autónomos

 

Por Pilar Almansa/@PilarGAlmansa

 

La creación escénica independiente descansa en su inmensa mayoría en la figura jurídica del autónomo. Puede que el creador firme de manera individual o que lo haga bajo el nombre de una compañía, pero lo que encontramos bajo el glamour de la originalidad y la chispa artística suele ser la única forma legal de ganar dinero cuyos costes fijos (la famosa cuota) son medianamente asumibles, dados los márgenes de beneficio medios de cualquier proyecto teatral. Es más: son muchos los que acumulan facturas para darse de alta solo un mes de esa unidad de medida de Hacienda llamada ‘trimestre’ para poder ahorrar costes. Ingresos inestables, beneficios escasos, pero deseo de legalidad: el autónomo escénico es un héroe del Excel, un prestidigitador de la relación ingresos-gastos para que la fórmula le permita seguir haciendo aquello en lo que cree.

Pero no son solo autónomos los creadores independientes: también son legión los profesionales de las Artes Escénicas que, en lugar de ser contratados por la entidad pública o privada que requiere de sus servicios, se vinculan como freelance con la productora o el teatro. Los únicos que parece que se libran de este festival de la autonomía son los actores, cuyo convenio exige que sean trabajadores por cuenta ajena. Hablamos de directores, dramaturgos, escenógrafos, vestuaristas… la lista abarca a todos los artistas involucrados en una producción. Por supuesto, el ‘freelance’ utiliza el hecho de que está dado de alta para el resto de sus actividades (muy habitualmente la docencia, y también en otras ocasiones el emprendimiento), por lo que rara vez la totalidad de sus ingresos procederá de su actividad exclusivamente escénica.

Es por ello que tanto nos atañe la reforma del sistema de cotización de trabajadores autónomos. Aunque UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos) ha hecho una propuesta con dos tramos con cotizaciones especiales para autónomos de la cultura (90 euros al mes para rendimientos netos anuales de 3.600 euros, 135 euros al mes para rendimientos anuales entre 3.601 y 5.400 euros), creo que muchos coincidiréis conmigo en que sigue siendo insuficiente: no se reconoce el carácter intermitente de los ingresos, ni la multiplicidad de actividades profesionales, ni se hace acuse de recibo de que con unos rendimientos netos inferiores a 5.400 euros anuales es imposible vivir. Por último, y aunque esto excede el contexto del autónomo, esta reforma tampoco aborda la legitimidad de la contratación como autónomos del equipo artístico de una producción de teatro.

Nuestras necesidades como autónomos de la cultura son específicas. Si ya resulta complicado organizarse como creadores, por un lado, y cuesta unir a los autónomos por otro, nuestra situación es la de individuos atomizados con dificultades para canalizar sus problemas y hacerse oír. A ver si de alguna forma somos capaces de hacerlo en esta negociación: es una oportunidad de oro para cambiar a medio plazo un sistema injusto que no tiene en cuenta nuestra realidad.