SUSCRÍBETE

Paseando por Los puentes de Madison

«El Gobierno de España tendría que invertir más en musicales”

Los musicales se han apoderado de los teatros de la Gran Vía en esta temporada que parece confirmar que estamos viviendo un momento dulce para el género. El último en llegar ha sido Los puentes de Madison, la versión musical de la novela firmada por Robert James Waller que se popularizó gracias a la historia de amor que protagonizaron Meryl Streep y Clint Eastwood en su versión cinematográfica.

Hablamos con Gerónimo Rauch para conocer esta versión que protagoniza junto a Nina, con Julia Möller y Carlos Solano como alternantes, en el Teatro EDP Gran Vía. Una producción que, al ser de las últimas en llegar a la cartelera, arrancó con paso discreto, pero que poco a poco, y gracias al boca oreja generado por el público, se ha ido convirtiendo en una de las opciones mejor valoradas en la inmensa oferta de teatro musical que posee Madrid.

 

Foto de portada: Javier Naval

Si volvemos la mirada atrás, podemos comprobar que, en menos de dos décadas, el teatro musical en España se ha convertido en toda una industria que mueve a miles de espectadores. Durante todo este tiempo hemos venido escuchando la cantinela de que Madrid es el “el Broadway o el West End español”, y puede que ahora, de verdad, haya llegado el momento en el que eso se pueda decir con toda la razón.

Estamos ante una temporada en la que se han estrenado la friolera de catorce producciones en la misma ciudad, algo que nos da a entender que el sector goza de una muy buena salud, a pesar del desastre que ocasionó la pandemia. Quizá ahora sí estemos viviendo una época dorada del teatro musical.

 

EL BOOM DEL MUSICAL EN PRIMERO PERSONA

Un testigo presencial de esta evolución es Gerónimo Rauch, actor argentino afincado en Madrid que llegaba a España, habiendo probado las mieles del éxito y el fenómeno fan en Argentina junto al resto de miembros de Mambrú, la ‘boyband’ con la que se dio a conocer, para formar parte de la producción de Jesucristo Superstar, momento que supuso el pistoletazo de salida a una carrera como actor de musicales que le ha llevado a interpretar personajes como Mary Sunshine en Chicago, Rob J. Cole en El Médico, o el mítico Jean Valjean en Les Miresables, título que le catapultó al West End londinense, donde también protagonizó uno de sus títulos más icónicos: El fantasma de la ópera.

Quedo con él a las puertas del Teatro EDP Gran Vía, donde actualmente se encuentra representado Los puentes de Madison junto a Nina. Nos ha invitado a conversar con él mientras nos hace un tour personalizado por el ‘backstage’, una doble tentación a la que, por supuesto, no me pude resistir.

Nada más entrar encontramos al equipo técnico trabajando en la escenografía, haciendo los ajustes diarios previos a la función de una complejísima creación de Alberto Negrín, responsable también de la dirección del espectáculo, que viene avalado por producciones como Cabaret, Sweet Charity o Hairspray en Argentina. Viéndolo desde dentro, da la sensación de estar admirando la maquinaria de un reloj descomunal, todo gira, se mueve, sube, baja, se despliega, para mostrarnos los diferentes escenarios en los que se sucede la historia de amor entre Francesca y Robert, incluido el famoso puente y una reproducción exacta del porche de la casa que aparece en la película protagonizada por Meryl Streep y Clint Eastwood.

Durante el paseo, le recuerdo a Gerónimo que él fue mi primer entrevistado cuando se encontraba representando Les Miserables y nos reímos pensando adónde nos ha ido llevando la vida desde entonces.

“Creo que ahora es el momento más importante. -Nos cuenta mientras la escenografía cambia ante nosotros, del dormitorio de Francesca a la feria de ganado- Esto ha crecido exponencialmente. Me acuerdo, que apenas llegué eran cuatro musicales y ahora son catorce solamente en Madrid, más lo que hay en Barcelona y en gira. Se ve que es algo que el público fue aceptando”.

 

EL MUSICAL, ¿RECLAMO CULTURAL O TURÍSTICO?

Le comento que a mí me gusta decir que los títulos ‘comparten’ cartelera, no ‘compiten’ por ella, pero es verdad que tanta oferta hace dudar si realmente la cosa ahora mismo consiste en compartir o en llevarse la porción más grande de espectadores para poder sobrevivir. “Sí, a mí también me gusta el compartir, pero es cierto que es un público limitado, o sea, el espectador potencial que vendría a ver un musical está dividido en catorce opciones. Es verdad que es contraproducente en cierto punto, pero sigue siendo muy atractivo a nivel cultural. El Gobierno de España tendría que invertir más en musicales”. Esta reflexión nos lleva a hablar sobre si invertir en este tipo de teatro lo ve como invertir en algo puramente cultural o quizá va más enfocado a atraer turismo. “Yo creo que son ambas. Las principales ciudades del mundo, las más importantes en musicales, son Nueva York y Londres y el reclamo son los musicales, han pasado a ser parte de su atractivo, como un monumento más en la lista de visitas. Yo tuve la suerte de estar en Londres haciendo dos y los planes de la gente eran ver el Támesis, el Big Ben e ir a ver musicales, venía el pack vendido. En El fantasma de la ópera las primeras diez filas siempre eran japoneses porque venían casi con vuelo directo a ver musicales. En Madrid esto hay que agradecérselo a El Rey León que está generando que Madrid no sea solo fútbol. Madrid ahora es un fin de semana entero de actividades, de espectáculos; los hay a todas horas, al aire libre, en espacios alternativos… Creo que la cartelera es muy rica”.

Evidentemente, le pregunto que cuál es para él el mayor atractivo del teatro musical porque, hasta no hace mucho, el grueso de espectadores miraba con cierto recelo al género. Sin embargo, ahora todo el mundo es capaz de enumerar títulos e, incluso, como Gerónimo señala, piensa en viajar incluyéndolos como opción. “Yo creo que es un género que te ataca por todos lados, desde lo visual, el auditivo e incluso a nivel físico, porque la música te entra por el cuerpo. Pero sí es verdad que es raro que, de repente estés hablando y te pongas a cantar, ese lenguaje que incluso a mí, cuando escuchaba musicales por primera vez, me resultaba raro, ahora es algo que está aceptado, tanto por la gente como en las redes”. No hay más que echar un vistazo a TikTok para comprobar que los contenidos que se viralizan casi siempre incluyen a gente cantando o bailando, con la música como protagonista. “Y eso es debido a que la música está reemplazando un vacío que, evidentemente, existía y con el que convivíamos, pero hoy en día la música está más fuerte que nunca”.

 

GODOT-Los-puentes-de-Madison-02

 

EL EMPEÑO DE UN ESPÍRITU INQUIETO

Después de pasar por camerinos, por vestuario y peluquería, nos sentamos en el patio de butacas para seguir conversando, ya centrados en la producción que lo ha devuelto a la Gran Vía: Los puentes de Madison. Un título que, a pesar de no ser conocido para el público nacional, fue ganador de dos Premios Tony a la composición de Jason Robert Brown, y que ha llegado a nuestra cartelera gracias al empeño del propio actor que lo descubrió durante la pandemia, cuando dos amigas, una desde Nueva York y otra desde Londres, le propusieron cantarlo juntos, “cuando empezamos a grabarnos desde casa y compartir para entretener. -nos cuenta- Recuerdo que me insistían diciéndome que era para mí y pensé: ‘¿Pero por qué para mí?’ La puse en Spotify y al escuchar la última canción de Robert, mi personaje, pensé: ‘¿Y yo cuando grabé esto?’ -Recuerda ese primer momento entre carcajadas, cuando descubrió la partitura de este musical- Steven Pasquale, el actor original de Broadway, y yo tenemos un color de voz muy parecido. Me enamoré como loco y pensé en a quién podía liar para hacerlo realidad”.

Y, tras hacerse con los derechos, comenzó a armar un equipo en el que ha enrolado a su amigo Gustavo Yankelevich, director general de RGB Entertainment, productora argentina que en estos momentos tiene en cartel títulos como Tootsie o Casado con hijos, y el director y escenógrafo Alberto Negrín. “Me hace mucho bien saber que de una idea, de un capricho mío, tengo a nueve amigos trabajando conmigo, entre artistas y equipo técnico, gente que conozco de toda la vida y vino de Argentina por este proyecto”.

Y tras conseguir teatro en Madrid y un trabajo de más de dos años, pusieron en marcha la producción con una puesta en escena original.“En la versión de Broadway no había puente, eran estructuras que movían los actores. Era otro tipo de teatro. Lo que hacemos nosotros es hiperrealismo y la gente se va a sorprender con la gran escenografía que tenemos preparada. Evidentemente se ha respetado la partitura, con algunos arreglos nuevos, y el guion original escrito por Marsha Norman”. Una propuesta, nos explica, que vocalmente ha supuesto un reto a todo el equipo artístico por la gran variedad de estilos musicales a los que tienen que enfrentarse. “Mi personaje tiene un estilo muy de trotamundos, entonces, por momentos suena a bossa nova, por momentos suena country, e incluso en otros más rockero. Forma parte de un tipo que fue recorriendo el mundo. Francesca, el personaje femenino, es más europeo, su estilo es más italiano e incluso tiene cierta cosa operística. Y después el resto del elenco es country, folk del centro de Estados Unidos”.

 

GODOT-Los-puentes-de-Madison-03

 

UNA MIRADA RENOVADA A UN CLÁSICO DEL CINE

La historia, que habla de la llegada del amor pasada la mediana edad, tiene una “sensibilidad especial” para Gerónimo, ya que sucede en un momento de la vida en el que parece que todo está ya hecho y nada puede sorprendernos; además hace especial hincapié en señalar la importancia que posee que la historia esté contada a través de los ojos de Francesca, “en realidad, la que cuenta la historia es ella, incluso yo no sé si el Robert que vemos es el verdadero o es el que se imaginó Francesca porque todo está contado a través de sus ojos” y , al contrario de lo que sucedía en la versión cinematográfico, donde la historia está contada a modo de flashback, aquí vivimos los acontecimientos en el preciso momento en el que tienen lugar.

Evidentemente, hablando de este título y mencionando la película, es imposible no sacar a colación el nombre de Clint Eastwood, con quien Gerónimo comparte papel. “Mi Robert, por suerte, es distinto al suyo. -Nos aclara- Había dos caminos, uno estaba destinado al fracaso, que era tratar de hacer lo mismo que él, ir por su camino, que es un actor maravilloso y tiene una identidad; el otro era trabajar con nuestra verdad, y la mía se aleja mucho de la de Clint Eastwood”.

Rauch nos explica que se siente identificado con el personaje en cuanto a “romper fronteras” por su trabajo, con el que tiene que viajar constantemente y su empeño constante de aceptar nuevos retos, sin importar en qué punto del planeta vayan a tener lugar, “aunque yo no tengo la soledad que tiene este hombre, que nunca se sintió arraigado a ningún lado, pero sí tiene esto de que vivimos en busca de un sueño”, dice sobre este personaje que alterna con el actor Carlos Solano. “Si ves la función con Carlos pasa lo mismo, Carlos y yo somos agua y aceite. No podemos pedirle a Carlos, ni a mí, que hagamos algo parecido”. Algo que sucede, tanto con ellos como Nina y Julia Möller, actrices que alternan el personaje de Francesca, “cuando vos ves la función con Nina es una, ves la función con Julia y es otra totalmente. Así es como resulta algo maravilloso y verdadero”. La verdad, ahí es donde nos explica que han querido apoyar el trabajo de composición de personaje, “desde nuestra verdad y la escucha”, una labor de ahondar en el pasado, en el amor y la renuncia, que no siempre les ha resultado sencillo. “Trabajamos mucho con el realismo, hurgamos en nuestro pasado. Hubo momentos en los ensayos donde yo no podía seguir, de lo profundo que había llegado; también a Nina le pasó y a Julia. Lo que sí es muy fácil es enamorarse, entre comillas, en cada función teniendo delante a artistas que admiro tanto. Es maravilloso. Nunca es igual, nunca caemos en una monotonía”.

 

GODOT-Los-puentes-de-Madison-01

 

LOGRAR LA COMPLICIDAD CON EL PÚBLICO

Algo que también notan en las reacciones del público, “no sabíamos que la complicidad que se iba a generar con el público iba a ser tan grande. Uno imagina lo que va a ser arriba del escenario, ¡pero no sabés lo que es el público!” y me explica entre risas y con emoción que, sobre todo en las funciones de fin de semana, la entrega de la gente genera que, a veces, tengan que controlarse para que no les dé la risa; “están los que quieren evitar este amor, ‘por favor no, no caigas, no caigas, no caigas’; están los que no le creen a Robert, que piensan que lo hace todo el tiempo, que en cada pueblo tiene una novia; están los que dicen ‘sí, por favor, vete con él’. Es una complicidad con el público mágica. Evidentemente, nosotros no hacemos nada esperando una reacción del público, no es como un chiste que esperas el aplauso o la risa, acá contamos una historia y de repente, en un momento, suceden estas cosas”.

Otro punto que me cuenta que les ha sorprendido gratamente, por lo inesperado, es que siendo una función que habla de un amor entre personas que han traspasado la mediana edad, pudiera atraer la atención de un público joven “No es un amor adolescente donde hay mucha duda y mucho vértigo, es otro punto diferente desde el que se inicia esta historia de amor, otro tempo. Pensábamos que sería para el público adulto solamente y nos está sorprendiendo que vienen jóvenes y los ves emocionados, y en cierta manera te extrañás, porque todavía no vivieron todo esto como para sentirse identificados».  Sobre todo, en un momento en el que parece que el edadismo impera y niega la posibilidad de que alguien que haya superado los cuarenta pueda volver a recuperar el resurgir de la pasión y expresarlo abiertamente. «Pero sí, está sucediendo y es algo muy lindo que nos sorprende para bien”.

El tiempo de la visita se agota, es el momento de que Gerónimo deba comenzar a prepararse para la función, de hecho, hace un momento Julia Möller ha comenzado a calentar la voz sobre el escenario, otro regalazo inesperado que me ha permitido presenciar esta visita. Y para finalizar, le propongo el mismo juego que ya le planteé en nuestro primer encuentro hace años: Que deje volar la imaginación y me diga dónde cree que se encontrará el Gerónimo Rauch del futuro, -aquella vez dijo que probando el West End y protagonizando El fantasma de la ópera, y ¡voilà!, ambas predicciones se hicieron realidad- “Ahora que vi que puedo hacer sueños realidad y soy una persona muy cabezona, me veo produciendo. Subiéndome al escenario siempre que pueda, pero me veo produciendo y generando proyectos. Mi cabeza va a mil ahora, bueno, ¡siempre fue a mil! Pero nunca quise desviarme de mi curso para poder producir, pero ahora sí. De hecho, el siguiente proyecto que tengo no voy a estar yo arriba del escenario” y con una sonrisa y una mirada de ‘hasta aquí puedo leer’, nos despedimos y pienso con curiosidad, y un puntito de emoción: “¿Dónde nos habrá llevado la vida la siguiente vez que nos encontremos?”.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post