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‘O agora que demora’ una odisea del S. XXI

«Tenemos que pensar cómo podemos abrir las fronteras y parar de ver a los otros como una amenaza… Todos somos hijos de personas que tuvieron que emigrar»

 

¿Cómo se relacionan La Odisea de Homero con los conflictos fronterizos de nuestro mundo? Hablamos con Christiane Jatahy sobre su obra O agora que demora, la segunda parte de su díptico Our Odyssey, un relato descarnado del conflicto de los refugiados.

 

El arte multidisciplinar de Christiane Jatahy llega al CDN

 

 

Por Marta Santiago

Foto portada: Patricia Cividanes

 

Me llama mucho la atención que hayas elegido La Odisea de Homero para hablar de los conflictos fronterizos actuales. ¿Cómo se conectan los viajes de Ulises con las vidas de las personas que tratan de cruzar esas fronteras buscando un hogar?

Para mí Ulises está buscando de alguna manera una utopía, porque busca una Ítaca de su pasado, que ha dejado atrás, pero que ya no es la misma que él recuerda. Por eso hablo de una utopía y la relaciono con la lucha y el viaje de los refugiados. Un viaje exterior e interior: sobre los sueños, sobre los deseos… Al final es un Ulises que acaba encontrando también a sus antepasados y su propia historia.

La ficción y la realidad se mezclan con textos de La Odisea, todo ello conectando con la actualidad. Además, todo ello está contado con la historia personal de los actores, que recitan los fragmentos de Homero. Decido hablar de esta realidad de esta forma porque para mí los clásicos son eternos y, aún hoy, siguen estando entre nosotros.

 

 

Tú hablas de fronteras, límites, relaciones humanas y la búsqueda de una utopía. Hay varias historias relacionadas con todo esto, pero, en general, ¿qué va a encontrar el espectador?

Bueno, creo que las obras nunca tienen un solo punto de vista. Es muy difícil responderte esta pregunta, porque creo que todos los espectadores tendrán una opinión, es una obra con tantas capas que cada uno encontrará relaciones diferentes con la obra. Yo lo que quise hacer en general fue coger la obra de Homero y pensarla en la actualidad: ¿dónde están los Ulises? ¿Dónde estás las Penélopes? ¿Dónde están los Telémacos? Quería encontrar similitudes con todas las historias del pasado de todos nosotros, con nuestra memoria y con nuestras vivencias.

Desde hace tiempo me interesa esto y también jugar con la historia real de los actores y con ficción que interpretan. Estos actores son de Siria, de África, de la Amazonia… Algunos son refugiados que no tienen posibilidades de tener un hogar. Dentro de todo esto, es muy importante hablar de los palestinos, que viven en su casa, en su Ítaca, pero que no tienen derecho sobre su propia tierra. Todo lo que se ve en la obra demuestra cómo está el mundo. Esto que está pasando es importante verlo también las historias de nuestros antepasados: ellos también se marcharon o sufrieron por muchos motivos. Me gustaría que los espectadores sientan que están dentro de la película, dentro de la historia y, al mismo tiempo, que hicieran toda esta relación.

 

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Un instante de ‘O agora que demora’ de Christiane Jatahy.

 

¿Cuál es el motivo principal que te lleva a realizar un proyecto como este?

Todo mi trabajo se compone de esa historia que quiero contar y la cuento de muchas maneas: la historia de los refugiados.  Es un tema que persigo y del cual me parece muy importante que hablemos todos. Tenemos que pensar cómo podemos abrir las fronteras y parar de ver a los otros como una amenaza… Nosotros, todos, somos hijos de personas que tuvieron que emigrar.

La utopía, la búsqueda de un hogar y los viajes a nuestro interior como seres humanos son algo que me llama la atención desde hace mucho tiempo. Yo leí La Odisea hace mucho tiempo y este proyecto es un díptico que comienza con Ítaca y que juega siendo una obra de teatro y acaba por ser una película; o al revés, que es una película y acaba siendo una obra de teatro. Según lo quieras mirar, al fin y al cabo,  es una combinación del teatro y el cine, el documental y la ficción. Esto hacía que pudiera llegar a ciertas personas y darles la posibilidad de hablar, porque con artistas como yo. Esto me parecía ya importante antes del mundo pandémico, pero ahora me lo parece mucho más.

 

En todas tus obras trabajas con el cine y el teatro a la vez, el cuerpo virtual y el cuerpo presencial. ¿Es algo que te propones dejar de lado? En concreto, en este proyecto, lo vuelves a hacer, cuéntame cómo conviven ambos ámbitos.

El cine y el teatro forman parte de mí. No siempre lo combino, a veces hago solo cine, a veces hago solo teatro… Pero hace ya muchos años que tengo mi voluntad puesta en esa creación de combinar cine y teatro, y sobre la investigación sobre los límites de la intervención. Para mí el cine es lo mismo que el engranaje dramatúrgico. Todos los dispositivos cinematográficos tienen similitudes con la creación de la dramaturgia. Para mí el cine no es solo el cuerpo virtual ni el teatro el cuerpo presente. Tienen relaciones entre ellos, entre el pasado y el presente. En este proyecto, voy más allá: ofrezco la experiencia de intentar cambiar el hechizo de cine y del teatro. Estamos juntos los espectadores y los actores viendo la película que vamos construyendo juntos. Estamos interfiriendo en esa película, la construimos juntos.

 

¿Cómo se relacionan realidad y ficción en esta narrativa?

Aquí trabajo sobre líneas de fronteras y una de ellas es la realidad y la ficción. No solo en el sentido de que algo esté escrito y por eso es ficción y que algo que viene de la vida es la realidad. Muchas veces las cosas que proceden de la vida, pueden ser ficción; muchas veces lo que con el tiempo se convierte en ficción, procede de una historia real. Actualmente es muy difícil saber dónde termina la realidad y dónde termina la ficción. Me interesa trabajar sobre la duda, estar en los dos espacios. Pensar cómo en nuestras memorias también surge ficción; cómo las realidades pueden transformarse en ficciones; y, cómo, muchas veces, la ficción es mejor que nuestra realidad. Es también caminar sobre el actor y sobre el personaje, porque hay que tener presenten lo que cuentan ellos y lo que hacen actuando.

 

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Foto de Jan Vancaille

 

Los actores tienen sus propias historias de desarraigo y pérdida y las reflejan en tu obra. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?

Trabajar con ellos ha sido una experiencia increíble. Es muy fuerte encontrar personas que son artistas y que viven en una realidad donde no pueden expresarse artísticamente. Como los refugiados sirios, por ejemplo. Para mí fue una experiencia muy importante para confirmar que las lenguas, que las fronteras, no serán jamás un muro porque estés donde estés y vengas de donde vengas puedes encontrar personas que soy muy próximas a tus pensamientos y tus vivencias. Cada uno de ellos tenía una experiencia distinta. Esto me ha confirmado la no existencia de las fronteras.

 

Uno de los motores principales de la película es la relación que se crea con los espectadores, ¿qué experiencia les estás ofreciendo?

El espectador es el punto principal de mi trabajo. Siempre pienso en su relación con el público, con el resto del público… El teatro se hace porque hay alguien que lo ve, que está presente. Asumo esa presencia dentro de la ficción. En esta obra no es que haya una participación, porque yo pienso que el público siempre está activo. En este proyecto el espectador tiene que formar parte del espectáculo, formar parte de lo que se cuenta y sentirse así. La obra no depende de su  participación, pero sí se incluye en ella la presencia del público.

 

No puedo evitar preguntarte, ¿cómo has vivido esta pandemia? ¿Cómo crees que va a afectar esta pandemia al teatro?

No sé lo que va a pasar. Solo sé que esto es muy triste para el mundo. Hay muchas heridas para el mundo del arte y de la cultura. Es terrible. Cuando hacemos cine y teatro, hablamos de arte del encuentro y es algo que ahora no podemos tener. También es muy difícil saber cómo va a cambiar. Pero tengo la esperanza de que, cuando podamos estar juntos sin miedo, el teatro sea una epifanía. Que esta experiencia colectiva haya sido transformadora, y que podamos estar viendo una obra sin tener miedo al otro.

Como personas, pienso que tenemos que aprovechar esta crisis económica, personal y social que estamos viviendo (y que será peor) para pensar en nuestros defectos como humanidad. No podemos continuar de la misma manera, no podemos seguir explotando la naturaleza, no podemos continuar explotando a los otros, no podemos continuar con ese consumismo… Esa es la verdadera utopía: un mundo sin diferencias, sin fronteras. Que esto nos sirva para demostrar que solamente juntos podremos cambiar.

 

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