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Natalia Mateo y su Nochebuena feliz

«Las mentiras piadosas se dicen, en estos casos, para sostener el sistema familiar»

 

Las Navidades están a la vuelta de la esquina y nos preguntamos si tienes todo listo para sumergirte en ellas: luces, decoración, regalos, visitas de tus familiares y allegados… Además de todo esto, ¿estás preparado para enfrentarte un año más a la temida cena de Nochebuena?

Nosotros no disponemos de un manual para salir airoso de los enfrentamientos familiares, pero tenemos un plan de choque terapéutico familiar que recomendarte para salir ileso de la cena de navidad. Natalia Mateo estrena el 22 de diciembre en Teatros Canal la adaptación teatral del cortometraje que le valió una nominación a los Premios Goya en 2013, Ojos que no ven. Una comedia desternillante, dirigida por Carles Alfaro e interpretada por Mamen García, Mariola Fuentes, Javi Coll, Mar Abascal, Jorge Roelas, Álvaro Fontalba y María Maroto, que pondrá delante de tus ojos muchas de las situaciones cotidianas que vivimos todos esa noche tan especial.

Si no eres capaz de sentarte a cenar con tu familia en Navidad, llévalos a ver teatro.

 

 

Natalia Mateo y su Nochebuena feliz

 

Por Ka Penichet

 

El montaje es una adaptación teatral de un corto, lo natural es que hubiera crecido a largometraje, ¿por qué a una obra de teatro?

Desvié mi camino del cine al teatro de manera muy intencionada. Fue una decisión que tomé básicamente, porque en el cine trabajas mucho y estás muy vendido. Nada depende de ti y el esfuerzo de escribir con guiones es enorme. Puestos a poner tanto esfuerzo, preferí hacerlo en teatro, no es más fácil, pero eres más dueño de tu texto.

 

 

Entre teatro y audiovisual, ¿qué preferirías?

No se puede elegir. A los cortos les debo mi vida. Todo lo que he ido aprendiendo y disfrutando ha sido gracias al cortometraje. De ahí nace mi carrera. Yo jamás podría descartar el cortometraje de mi carrera. Al teatro he llegado, no sé si tarde, pero he decidido dedicarme al teatro después de los cortometrajes.

 

El corto lo dirigiste tú y, en teatro la dirección la firma Carles Alfaro, ¿qué destacarías su de su mirada?

Carles aporta todo. El texto no deja de ser negro sobre blanco y hay una atmósfera escrita pero luego el director suma desde su experiencia como profesional y con sus vivencias y este tipo de obras de obra de teatro son muy universales: una nochebuena, una familia. Pues otro punto de vista como el de Carles también es todo y, por descontado y en particular, el talento que tiene.

 

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Ojos que no ven

 

¿Algún motivo por el que no repitas mismo reparto que en el cortometraje?

Entre el corto y la función de teatro han pasado muchos años. No tiene ningún sentido el elenco porque hay personajes que han desaparecido, otros han cambiado y, además, en este caso el elenco lo arman entre dirección y producción. Ellos son muy educados y me consultan, pero, como dramaturga, mi respuesta siempre es que hagan lo que ellos consideren. Es Carles quien les va a dirigir. Es cuestión de no invadir espacios.

 

Cuando escribiste el guion del de corto, la figura del ‘cuñado’ o del familiar insolente tal como la conocemos hoy en día, no existía en redes, ¿te consideras una pionera del concepto?

Yo juraría que entonces no conocía esa figura. Además, no soy persona de alimentarme de las redes. En realidad, yo creo que en todas las familias siempre hay alguien que nadie quiere que venga a cenar. Creo que ni todas las familias son iguales ni todas las familias son diferentes pero los roles que hay en las familias, son los mismos en todas: el matriarcado que se impone en nochebuena es el que es, el cuñado en paro lo tenemos todos, la prima que va por la tercera carrera la tenemos todos… hay algo muy universal en esos roles y pienso que eso es lo más interesante a la hora de trabajar en una obra de teatro sobre una familia. Cómo retrato todos esos roles que están en todas las familias, pero, de alguna manera, son genuinos. Todos estamos hartos de ver cómo nuestra hermana o cuñada educa a sus hijos y a mí me parece mal. Al margen de que lo haga bien o mal, que no lo sabemos, eso es subjetivo. Lo que también es subjetivo es que a mi me parezca mal. Ahí está la genuinidad que ahí sí que ha tenido mucho que ver Carles. Él les ha sobredotado por encima del texto, pero en la atmósfera ha conseguido que veamos una familia gracias a la música, a muchas cosas que les hacen únicos. El texto es complicado.

 

En las funciones que ya han rodado y has podido ver la reacción del público, ¿crees que se ven retratado en esos roles?

En las funciones que ha habido hasta ahora, en más de una ocasión, todo el mundo se ve retratado a si mismo o ve retratada a su hermana, a su madre… porque están todos. Hay una particularidad que tiene la función, que habla de las mentiras piadosas, que sostienen a esa familia. Las mentiras piadosas sostienen a todas las familias, es ese momento universal que cuando estás de camino a casa de tu tía en nochebuena, tu madre te dice de todo lo que no se puede hablar durante la cena.

 

¿Crees que mentimos por no hacer daño o por evitar la culpa?

Creo que mentimos por tener una noche agradable. Creo que todo el mundo desea que la nochebuena sea lo mejor posible. Se compra el boleto que se tenga que comprar para que sea una noche agradable, para que no sea un cisma. Las mentiras piadosas se dicen para sostener el sistema familiar, para que el año que viene volvamos a tener Navidad.

 

¿Qué pasaría si se sentara a cenar en navidad el reparto de esta comedia?

Primero, partirían de la energía que tienen creada de la función. A saber dónde llegarían. Han creado un clima de dardos que es una locura, creo que se desfogarían mucho. No porque se lleven mal ni bien, sino por la energía teatral esta de los actores intensos.

 

¿Cómo son tus cenas de Navidad?

Todo es muy normal. Yo tengo un recuerdo de la Navidad de mi infancia maravilloso en la que me lo pasaba super bien, bailábamos, cantábamos, hacíamos teatro… muy parecido a esta familia en lo bueno y luego, cuando te vas haciendo mayor y pones a cantar a los niños para evitar hablar de otros temas. La Navidad es un globo que se pincha y que todos intentamos sostener y cuando empieza a venir otra generación de niños a la familia, vuelve a tener sentido, pero ahí hay un paréntesis en el que no hay hijos donde esa ceremonia alegre queda un poquito en entredicho.

 

Por qué rescatas esta historia ahora, ¿crees que la sociedad está más polarizada?

No, esta obra hacía mucho tiempo que tenía ganas de hacerla, pero es una obra muy complicada con muchos actores, es una producción difícil. Ahora, gracias a Producciones Come y calla y Entrecajas Producciones se ha podido levantar esta función. Llevo cinco años con mucho deseo de que se hiciera esta función. También hace un par de años hice otra que fue muy bien y eso siempre alimenta a la siguiente. Hacer una obra con ocho personajes es un poco difícil en la industria del teatro y en este caso me han puesto más facilidades.

 

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Ojos que no ven

 

¿Qué cambios se han producido en las cenas de Navidad de cuando escribiste el corto (2013) a las de ahora?

Con el paréntesis pandémico que hemos tenido que lo ha puesto todo tan difícil, no sabría decirte. Ahora, no te voy a decir que me apetezca la navidad, ni muchísimo menos, pero estoy agradecida de que podamos sentarnos a cenar. Claramente, del 2013 hasta ahora, la pandemia está en medio, entonces ese cambio es brutal.

 

En el caso de una discusión familiar, ¿cómo convives con el remordimiento que se genera después de ella?

Cuando tengo una pelea con algún familiar, no sé cómo lo hace el resto de la gente, pero yo hago muchos esfuerzos por no hacer daño y si me tengo que hacer bicho bola una semana y no hablar con nadie, lo hago antes que hablar y herir.

 

¿Crees que tu manera de gestionarlo es la tónica habitual?

Hay gente que tiene códigos muy agresivos.  Hay familias que dentro de sus códigos entienden que pueden gritarse y no les parece excepcional. Yo, como madre, en alguna ocasión le he gritado a mi hijo y después ha habido una conversación porque ni a él ni a mi nos ha parecido normal. Evidentemente, cuando convives con alguien hay ocasiones en las que estás al límite por tu trabajo, por el dinero… y, de pronto, llegas a casa y echas chispas, y hay gente que eso lo compra como si fuera lo normal. Para mí no, a mí me pasa también, pero es excepcional y, además, creo que después de una acción así el de enfrente merece unas disculpas y una explicación de qué día he tenido para llegar a este límite. Es un código más basado en el respeto y más basado en el ser humano que tiene enfrente, al margen de que sea hijo o madre merece unas disculpas y una explicación.

 

Si nos vamos a tus inicios, ¿a qué te dedicabas cuando aun peleabas por hacerte un hueco en la profesión?

Yo nunca he peleado. Yo he tenido mucha suerte, he confiado en mi formación. He estado muy tranquila. No he sentido que me tenía que hacer un hueco, yo me formé e inmediatamente empecé a ser autosuficiente. Empecé a trabajar como actriz, a escribir, a dirigir… confiando mucho en mí, sin que yo tenga especialmente la autoestima bastante alta, sino una cuestión de confianza en mí misma y de ser muy trabajadora.

 

¿Crees que tu trabajo hubiera sido más reconocido de haber nacido hombre?

Soy feminista radical pero no como una rebeldía por algo que me haya pasado a mí, sino como un posicionamiento ante la vida y ante la justicia, pero yo nunca he pensado que si fuera hombre me hubiera ido mejor. He estado muy ocupada. No sé si por el hecho de ser hombre me hubiera ido mejor, te prometo que no me lo he planteado. Aunque si reflexiono sobre tu pregunta, tristemente la respuesta es sí.

 

Si todo no se hubiera dado así, ¿a qué te hubieras dedicado?

Es que no sé hacer otra cosa. Solo sé escribir, actuar, dirigir y dar clases, pero todo es teatro. No me imagino haciendo otra cosa. Fíjate que no me imagino, ni siquiera, no ser autónoma. Tuve la suerte de encontrar primero lo que me hacía feliz y luego poder vivir de ello. Y eso lo que hace es que todo sea fácil, a pesar de la dificultad. A mi cada día de mi trabajo, me nutre.

 

 

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