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Napoles Millonaria Godot

‘¡Nápoles millonaria!’, la noche pasará

“El autor es un humanista profundo. Tiene una fe ilimitada sobre el ser humano”

 

No sabíamos que la necesitábamos hasta que nos hemos percatado de que faltaba poco para su estreno. Bajo la producción del Teatro Español llega ¡Nápoles millonaria!, una de las mejores creaciones de Eduardo de Filippo y un referente de la dramaturgia europea del siglo XX que es es capaz de arrojar luz donde sólo parece haber oscuridad. El director catalán Antonio Simón, apasionado del autor, es el encargado de poner en escena este auténtico tratado sobre la condición humana y su capacidad de resiliencia. Estará en cartel del 24 de febrero al 28 de marzo.

 

Cuando hay que elegir entre dignidad o miseria

 

Por David Hinarejos

 

Permíteme que empecemos con algo de Pedagogía Teatral. ¿Quién es Eduardo de Filippo y por qué está considerado uno de los grandes dramaturgos europeos?

Si le preguntaras a un italiano un mito, un referente cultural absoluto. Un hombre de teatro procedente de una familia de cómicos, del teatro popular más genuino. Fue un grandísimo actor que después se convirtió en un autor muy valorado con obras que se pueden considerar entre lo mejor del repertorio del siglo XX. Alguien que supo conectar con el espíritu del pueblo y al mismo tiempo crear historias de una profundidad humana impresionante.

 

¿A quién podría asemejarse dentro de la escena española?

Lo hemos comentado en multitud de ocasiones, Fernando Fernán Gómez. Hay muchas similitudes. También Berlanga, si no nos limitamos solo al teatro.

 

Considerado uno de los padres del neorrealismo italiano, él siempre fue en sus historias un paso más allá en su confianza en el ser humano.

Es porque él es un humanista profundo. Tiene una fe ilimitada sobre el ser humano y sobre su capacidad para dar lo mejor de sí mismo, de retractarse, de darse cuenta de sus errores… aunque siempre con una visión crítica y con mucho humor.

 

Yo diría que a veces peca de optimista…

También lo creo (risas), pero me encanta porque en mi caso necesito agarrarme a este tipo de personas con una visión positiva, ya estamos sobrados de cinismo en esta postmodernidad en la que vivimos. Es muy importante retomar a autores que reivindican ciertos valores muy ligados además al sistema democrático y que dan auténticas lecciones, por decirlo de alguna manera, de ciudadanía.

 

La última frase de ¡Nápoles millonaria!: “Tiene que pasar la noche”. Es el perfecto puente para unir dos épocas: la descrita en la obra y la actual, donde a la sociedad le cuesta ver la luz al final del túnel.

Absolutamente. Cuando decidimos llevar a cabo este texto todavía faltaba un mes o mes y medio para que saltara la pandemia. Realmente las circunstancias actuales, la situación de inseguridad e incertidumbre en la que estamos viviendo da plena actualidad a la obra. Y esta frase, que en Italia prácticamente todo el mundo conoce, hace referencia a ese concepto tan de moda últimamente que es la resiliencia y de seguir manteniendo la esperanza porque la noche pasará. Eduardo escribió la obra en un momento en el que la Segunda Guerra Mundial todavía no ha acabado, sigue en el norte de Italia. Y está escrita para ofrecer a los ciudadanos de Nápoles un rayo de luz.

 

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FOTO: Jesús Ugalde. Antonio Simón, sentado a la derecha, junto al equipo de la obra.

 

Hay que aguantar y seguir hacia adelante, pero no de cualquier manera, ¿no? El texto pone de relevancia la importancia de ciertos valores que como sociedad debemos cuidar.

El planteamiento de la historia es qué nos pasa a nosotros cuando vivimos situaciones desesperadas de hambre, miseria, enfermedades, bombardeos, tristeza, duelo… Y ahí lo que muestra Eduardo es toda una paleta de diferentes maneras de enfrentarse a una situación en la que los valores más incuestionables pueden ser completamente destruidos. A través de su alter ego, el personaje de Genaro, nos dice que necesitamos relacionarnos desde la ternura y la solidaridad. Que es posible salir adelante conservando la dignidad.

 

¿Quién es luz y quién oscuridad en esta familia italiana protagonista de la obra y en los personajes con los que se relacionan?

No hay personajes buenos ni malos. La luz y la oscuridad está en las actitudes que tienen en un momento dado frente a la vida y la muerte. La luz es cuando aceptan con alegría que la vida puede ser durísima muchas veces y se torna oscuridad cuando se dejan esclavizar por los objetos, el dinero, lo que Marx llamaba fetichismo de la mercancía. Esto les lleva a vivir absolutamente fuera de su lugar.

 

Dice Juan Carlos Plaza-Asperilla que en la traducción y adaptación del texto ha tratado de «desaparecer» para no restarle verdad. ¿Cómo se materializa esto sobre el papel

Traducir esta obra es complicadísimo porque el autor juega muchísimo con el lenguaje, utiliza el italiano, el dialecto napolitano y muchas expresiones muy localistas. Y siempre tiene un sentido determinado. Juan ha hecho un trabajo extraordinario encontrando una sencillez que deja ver perfectamente todo lo que quiere decir el texto, sin entrar en querer recrear los cambios de lenguaje e incidiendo en otros lugares.

 

Aunque cuenta realidades muy dramáticas, lo cierto es que luego el texto tiene mucho humor, más del que cabría esperar.

Es muy habitual en el teatro de Eduardo. Estamos trabajando mucho en encontrar el tono justo. Digamos que el primer acto es más cercano a lo ‘farsesco’, es más un teatro donde la acción física y coral prima mucho, y en el segundo y, sobre todo, en el tercero se impone más el dramatismo. Sin embargo, en ninguno se renuncia al humor y el autor consigue un equilibrio perfecto. Es complicado que el humor no solape el drama.

 

¿Qué Genaro nos vamos a encontrar en la piel de Roberto Enríquez, siendo éste un personaje muy especial, casi un alter ego del autor?

Genaro es un pedazo de personaje con muchísimos matices, muy contradictorio, muy humano. Roberto lo primero que me dijo es que se quería alejar totalmente de la interpretación que hacía de él Eduardo de Filippo como actor. Me pareció estupendo porque es cierto que la personalidad de Eduardo se comía un poco al personaje. Así, hemos podido profundizar mucho más y darle yo creo mayor entidad.

 

Una de las apuestas escenográficas para situar al espectador es utilizar proyecciones de la época en los entreactos.

Claramente el objetivo es contextualizar utilizando un tono documental. Y es que la obra comienza en 1942 en la Italia de Mussolini, que era aliado de Hitler, cuando Nápoles es incesantemente bombardeado por los aliados y en el segundo acto pasamos a 1944 con una ciudad liberada por éstos y ahora sufriendo los ataques alemanes. Además, damos una idea aproximada de cómo afectaba a la población y a la vida diaria. A nosotros para tomar conciencia de esto nos ha servido la lectura de Nápoles 1944 de Norman Lewis, un oficial británico que pasó dos años en la ciudad y relata día a día lo que va viendo y como siempre la realidad supera con creces a la ficción. Es impresionante tanto los horrores que cuenta como la imaginación de la población para hacer frente a la situación. Por ejemplo, como los napolitanos robaban banderas y mantas de los aliados para hacerse trajes, abrigos y vestidos que incluso utilizaban en eventos sociales relevantes. Algunas de esas curiosidades del libro también estarán en la obra.

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