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Marta Aledo, una madre coraje en el Fernán Gómez

«Es una maravillosa alquimia transformar la tragedia en belleza a través de la música»

 

Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer

 

Tras la incursión televisiva en la serie Vis a Vis, Marta Aledo vuelve al teatro interpretando a Selma, la protagonista de Bailar en la oscuridad, en la primera adaptación teatral en castellano de la película que estrenó Lars Von Trier en el año 2000 con una inolvidable Björk al frente del reparto. Fernando Soto se ha encargado de dirigir esta primera adaptación española al teatro del célebre filme. José Luis Torrijo, Luz Valdenebro, Inma Nieto, Fran Calvo y Álvaro de Juana acompañan a Aledo en escena. 

 

¿Qué recuerdos tenías de la película antes de saber que la interpretarías en el teatro?

Yo no me imaginé en mi vida que se pudiera hacer una obra de teatro con esta película, pero cuando leí el texto ví que tenía mucho sentido. Recuerdo que fue una conmoción, porque yo esta película la vi en los Cines Ideal en su día y me provocó un shock. No la había vuelto a ver hasta ahora porque el impacto fue brutal, recuerdo que después de ese fundido en negro con el que acaba la peli, estuve llorando un buen rato, me fui con unos amigos a cenar y mientras hablábamos, llorábamos todos. Es más que una película, es una reflexión muy grande sobre la pena de muerte, la injusticia, el amor… son temas muy potentes.

 

Y lo que eres capaz de hacer por un hijo…

Efectivamente. Y ahora que yo también soy madre entiendes otra capa. Pero siendo hija, que yo la vi cuando era hija, me impactó también profundamente. Pero siendo madre creo que te toca más, es como ponerte unas gafas 3D, lo entiendes más y mejor. Es un privilegio poder hacer este personaje para una actriz, es un viaje espectacular, y lo bueno es que Fernando (Soto) y Fran (Calvo) llevan trabajando en esto desde hace mucho, y se nota. Llego a un lugar donde ya hay mucho hecho, mucho trabajado, y hay que subirse al tren. Yo lo he hecho encantada.

 

La obra se presenta como un musical, y cantas. ¿Lo habías hecho antes?

La música es un ingrediente muy importante de la historia, es el mundo interior de Selma. A través de la música salgo de mi tragedia y me voy a un mundo musical. Todos cantamos y bailamos, es un espectáculo bastante coral. Y no, no había cantado antes, me daba muchísima vergüenza, he tenido que hacer un buen trabajo para estar aquí. Lo que me ha pasado es un poco lo que le pasa a Selma, es una gozada hacer las partes cantadas, porque hay un fondo tan duro en la función, que llegar a las cancioens y al baile es una maravilla, es muy divertido, para el personaje y para la actriz. Eso me quitó bastante el miedo, porque es muy liberador, es una especie de alquimia poder transformar los sentimientos trágicos y las cosas injustas que pasan en la vida -porque pasan- en música. Por eso, si canto bien o mal me da más igual, porque va más allá. También ayuda que hemos estado con Verónica Ronda preparando las canciones, y es una auténtica crack.

 

¿Para ti qué es lo que sustenta al personaje de Selma fundamentalmente?

El amor. Lo hemos trabajado desde ahí, no queremos estar del lado de cortarnos las venas. Selma es la primera que no se compadece de sí misma, y a pesar de que todo va en su contra, es el amor lo que le mueve.

 

¿Esta es una de esas obras que sirven para ponernos en situaciones ajenas que en realidad están aquí mismo?

Esto de transformar la tragedia en belleza, a través del arte y el amor, me hace irme cada día a casa con muy buena sensación. Pero también es verdad que tomas conciencia de muchas cosas. Yo vivo fuera de Madrid y he estado viniendo a ensayar en autobús por las mañanas muy temprano junto a muchas mujeres como Selma, escuchando sus conversaciones, oyéndolas hablar de las horas que echan, de sus hijos, que a veces están a miles de kilómetros, de los médicos, las citas… tomas conciencia de la precariedad tan jodida en la que viven.

 

No sé si es una misión, pero el teatro al menos nos pone frente a realidades que normalmente pasamos por alto…

Tengo a dos personas cerca en una situación que me parte el corazón, mujeres que tienen a sus hijos de 3 años a 3000 kilómetros y todo lo que ganan lo mandan. Cuando digo lo que dice Selma, “nunca le dediqué suficiente tiempo a mi hijo”, yo me rompo. Estas mujeres se pierden la infancia de sus hijos por mandarles 1000 euros, por darles otra vida, por pagarles unos estudios. No entiendo ese sacrificio, pero sí la finalidad, pero no debería ser así, las madres tienen que estar con sus hijos. Es una puta mierda. Ese es el viajazo que me pego yo con esta obra…

 

Marta Aledo, una madre coraje en el Fernán Gómez en Madrid

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