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Los últimos días de Alfonso X

«Nuestra intención es desentrañar su alma, reflejar el sesgo humano de Alfonso X»

 

La compañía extremeño-andaluza María de Melo Producciones llega al Teatro Lara con Alfonso X, la última cantiga, un apasionante proyecto sobre los últimos años de vida de uno de los monarcas más importantes de nuestra historia.

El montaje muestra esos últimos años del monarca, un hombre marcado por la enfermedad y los conflictos familiares, en el que descubrimos cómo los dilemas humanos de hace 800 años no están tan alejados de los actuales: traición, dolor por la muerte de un hijo, lucha por el poder, guerra…

Inma Cedeño, de María de Melo Producciones (una de las intérpretes), junto a Jesús Lozano (autor, director e intérprete de la obra) y Emilio Villalba (encargado de la bellísima música) se han tomado la enorme molestia de responder a mis preguntas con gran dedicación, demostrando en cada palabra su sabiduría y conocimiento acerca de nuestra época antigua y una gran ilusión porque esta obra guste al público madrileño que se acerque a verla. Tendremos la oportunidad de hacerlo del 30 de marzo al 12 de abril.

 

Alfonso X, la última cantiga en el Teatro Lara

 

 

Por Sergio Díaz

Fotos: Francisco Collado

 

¿De dónde nace el interés por hacer una obra sobre Alfonso X?

Emilio Villalba: En otoño de 2021 se celebró el 800 aniversario del nacimiento del Rey Sabio. Entre los proyectos de divulgación y recuperación de nuestro patrimonio histórico musical, creímos que era importante crear una obra escénica que recreara, en cierta forma, las estancias privadas del monarca, en compañía de los músicos que escribían y tocaban las cantigas para su libro. Se trataba de dar vida a unos acontecimientos fundamentales para conocer parte de nuestra historia medieval.

 

Es un texto original, una obra creada sobre la figura de Alfonso X. ¿De qué fuentes bebe para después ir dándole forma?

Jesús Lozano: Pues en multitud de monográficos, artículos, conferencias, etc., todo el material que pude echarme a la mano, lo leí o lo visualicé con gran entusiasmo, realmente fueron días de intenso trabajo de documentación, pero a la vez fueron horas de un inmenso placer. Puedo citar algunos de los muchos autores a los que acudí, tanto para la ilustración de la figura del rey sabio cuanto para la comprensión del contexto histórico de la época: Julio Valdeón Baruque, Joseph F. O’Callaghan, Manuel González Jiménez, Darío Fernández-Morera, Carlos de Ayala Martínez, Richard P. Kinkade, Antonio Ballesteros Beretta, Simon R. Doubleday, etc.

 

La obra se estructura en siete cantigas que reflejan siete aspectos de su vida. ¿Qué siete hitos habéis escogido? Porque imagino que podrían haber sido muchas más escenas relevantes sobre su vida…

Jesús Lozano: Sin lugar a dudas la vida de Alfonso X está llena de hechos y experiencias muy relevantes y significativas, sin embargo, una vez que me documenté sobre su figura comprendí que, en términos dramáticos, sus últimos años eran los más interesantes, aquellos donde tenía que focalizar mi atención, puesto que configuran, por los sucesos que le acontecen, lo que podríamos llamar una gran tragedia. Nos encontramos con un rey enfermo, por causa de un cáncer maxilofacial, que le provoca grandes dolores y que lo tiene al borde de la muerte en varias ocasiones y largos periodos de convalecencia; la muerte de su primogénito Fernando de la Cerda sin cumplir los veinte años arruina sus planes de futuro para el reino; la consiguiente lucha por los derechos sucesorios con su segundo hijo Sancho, se resuelve en una guerra civil, según el texto jurídico de las siete partidas impulsado por el monarca, el heredero al trono debía ser el hijo mayor del fallecido Fernando, es decir, su nieto, pero Sancho se apoya en las antiguas costumbres, esto es, el derecho consuetudinario que respaldaba su candidatura al trono; la pérdida definitiva de sus aspiraciones de ser nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al que dedica media vida para intentar conseguirlo, viajes, esfuerzos y una gran suma de capitales, derrumba su gran meta política; la huida de su mujer, la reina Violante de Aragón, llevándose a los infantes de la Cerda, vuelve a trastocar los planes del rey; las constantes revueltas e insurrecciones de nobles apoyados por sus propios hermanos Felipe, Enrique y Fadrique descontentos con la política real, desestabilizan completamente su reinado; una de las consecuencias de estas rebeliones es el ajusticiamiento de Fadrique y su supuesto amante, Simón Ruiz de los Cameros, por orden del mismo rey; las invasiones de benimerines por el sur y de franceses por el norte no hacen sino agravar la ya difícil situación; y finalmente, su exilio obligado en Sevilla desposeído de sus poderes y rentas. Digamos que en estos acontecimientos y circunstancias son en las que está basada la tragedia .

 

¿Cómo habéis abordado la puesta en escena?

Jesús Lozano: La puesta en escena la entiendo desde una perspectiva que respete los parámetros estéticos de la época en cuestión, lo justo y necesario para involucrar al público en la obra y su contexto histórico. La escenografía, realizada por Alfonso Piriz, es sencilla, un trono de madera situado en el centro del escenario rodeado por cuatro pequeños bancos donde se sientan los músicos con toda clase de instrumentos fieles réplicas de la época. El trono también se utiliza a modo de reclinatorio donde el rey reza a su adorada virgen Santa María. Damos relevancia al vestuario, acorde también a los tiempos, fue diseñado y realizado por María de Melo Collection, junto con la iluminación de Samuel Cotilla y la caracterización de Marina Haberkorn de igual importancia, construyen una puesta en escena idónea para lo que se quiere representar e interpretar. La idea es que el espectador perciba la obra tal si estuviera viendo una sala de palacio del siglo XIII, dispuesta con lo estrictamente necesario para la acción, minimalista, pero eficaz, intimidad entre luces y sombras, soledades compartidas por músicas y cantos, recogimiento que la haga entrañable.

 

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Jesús Lozano dando vida a Alfonso X

 

La Música es una parte fundamental de la obra, como bien se recoge en el título. El trabajo de interpretación de las cantigas lleva un minucioso estudio de recreación y reconstrucción de la música. ¿Cómo os habéis documentado sobre ellas y de qué formas las vais a interpretar?

Emilio Villalba: El libro de las Cantigas es uno de los cancioneros medievales más interpretados por los músicos que reconstruimos la Música Antigua. La totalidad de sus páginas musicales fueron transcritas en notación actual por Julián Ribera (Música de las Cantigas, 1922) e Higinio Anglés (La Mística de las Cantigas de Santa María, 1943). Estos estudios nos han facilitado mucho la interpretación de estas músicas. Nosotros hemos trabajado ambas versiones, junto con las páginas originales en notación cuadrada del siglo XIII para desarrollar nuestra propia visión de las cantigas. Por otra parte, también es importante imaginar cómo sonarían en el ambiente intercultural en el que fueron escritas: el rey se rodeó de músicos gallegos, castellanos, portugueses, franceses y andalusíes. Cada uno de ellos aportó su saber y la estética artística de su tiempo. Por tanto, estas canciones llevan ese sabor que a veces nos recuerda a Al Andalus y otras a paisajes lluviosos del norte. Por último, el máximo esfuerzo ha sido interpretar estas cantigas justo con los mismos instrumentos que tenían en la época: laúdes, rabeles, cítolas, salterios, adufes… Hemos reconstruido algunos de los instrumentos que aparecen en el llamado Códice de los Músicos, puesto que es así como nos acercamos al sonido que pudieron tener estas composiciones.

 

Alfonso X ha pasado a la historia como el Sabio. ¿Qué Alfonso X vamos a ver en vuestro montaje?

Jesús Lozano: Pues vamos a ver un rey solitario, al que casi todos los suyos han abandonado, refugiado en su virgen Santa María, en sus dedicaciones artísticas y culturales, en la música de sus cantigas, un rey que se enfrenta a sus fantasmas, a sus contradicciones, que atenazado por la enfermedad se ve sometido a ataques de ira que desvirtúan su antigua imagen de hombre culto, amable y educado, un rey que transita por estados de ánimo contrapuestos, pasando del llanto al enojo encolerizado, de la depresión a la exaltación de los sentidos, del amor al odio, posponiendo su toma de decisiones y sucumbiendo en una especie de juego ‘hamletiano’ que lo paraliza, un rey cuyo último anhelo es de libertad, al menos, de sus pensamientos. En este sentido, la interpretación requiere de la entrega máxima del actor, con una intensidad desbordante por momentos, dejándose, casi diríamos, literalmente la vida sobre el escenario.

 

¿El objetivo era humanizarlo o simplemente que la gente tuviera toda la información para darle su justa trascendencia?

Jesús Lozano: No hay que olvidarse que esto es teatro, es ficción, no es un documental, es tratar de utilizar todos los mimbres dramáticos que sus últimos años de vida nos ofrecen para construir una tragedia que verdaderamente llegue al público, lo emocione, despierte sus sentidos, y por supuesto, ser verídicos con la historia. Desde luego que nuestra intención es desentrañar su alma, reflejar el sesgo humano de Alfonso X, y por encima de todo, ser capaces de edificar un espectáculo teatral que mantenga un diálogo con el presente, que interpele al espectador sobre la situación político-social que vivimos, que sus palabras sean un espejo de nuestra propia realidad: “Un gobernante debe ser un maestro para su pueblo, educándolo con el ejemplo de sus propios actos; un gobernante debe evitar engañar a su pueblo y descargar su odio sobre aquellos que no lo merecen”, llega a decir el monarca en sus primeras intervenciones. Recuerdo que estando en Valladolid, a las órdenes de Jesús Peña, el director de Teatro Corsario, supervisando la dirección de la obra, enriqueciéndola con sus nuevas ideas y matices, fue cuando aconteció el inicio de la guerra en Ucrania, noticia desoladora por otra parte, y al representar la escena en la que el rey se enfrenta a sus fantasmas más preponderantes, su hijo Sancho y su hermano Fadrique, la emoción se apoderó de mí, pues me pareció estar interpretando lo que desgraciadamente estaba y está pasando en estos aciagos días con tan solo cambiar unos nombres y lugares en el tiempo por otros, sirva como ejemplo sin entrar en excesivos detalles: Navarra es invadida por soldados franceses, el rey concede el mando de sus tropas a Fadrique para hacerles frente, pero este lo traiciona y…:  «¡Plantado te quedaste a las puertas de Pamplona contemplando la masacre de cientos que esperaban TU AYUDA!». Pero más allá de la situación político-social, la obra interpela también al espectador en cuanto a ciertas pulsiones universales que son fundamento de la condición humana, en el caso de nuestro rey, la traición y la ingratitud son compañeras de viaje en gran parte de su vida, la desalmada ingratitud y la alevosa traición desmedida de aquellos a quienes amaba y pensaba que lo amaban, son también pilares muy importantes que sostienen la obra.

 

Más allá de estos conflictos bélicos, lo que es innegable es que su figura ayudó mucho al crecimiento de las Artes y las Ciencias… Hay estudios que avalan que con él comenzó el Renacimiento en España. ¿Lo veis así?

Emilio Villalba: Pienso que se exagera un poco la mano del monarca en las obras que promocionó; afirmar, como algunos musicólogos defienden, que compuso las Cantigas, es como decir que el califa Abderraman se puso a poner ladrillos en la construcción de la Mezquita de Córdoba. Durante la Edad Media, reyes, papas, obispos y nobles son meros promotores y mecenas de los trabajos civiles y de las Artes. Es cierto que Alfonso fue un auténtico impulsor de la cultura de su tiempo, contratando y rodeándose de intelectuales, y que también participaría activamente en los trabajos de sus obras, pero no hizo otra cosa que continuar una tradición iniciada por sus antecesores: en nuestra Historia ha habido muchos reyes sabios como Alhaquem, o Almutamid, que promocionaron las Artes e invertían mucho en la cultura. La escuela de traductores de Toledo en tiempos del Rey Sabio no habría existido sin textos que traducir, y estos ya venían de esa España anterior al rey Alfonso. Pero efectivamente, es indudable que gracias a su entusiasmo y mecenazgo, se tradujeron saberes de la antigüedad al latín y al castellano, e incluso se componen nuevas obras científicas o lúdicas, y gracias a ese proyecto, podemos conocer las ciencias y saberes del pasado.

 

 

«El Juego de Tronos que aquí se dio en aquella época es insuperable»

 

 

En España parece que nuestra historia comienza a partir de los Reyes Católicos. ¿Se ha sido injusto con otras figuras anteriores?

Emilio Villalba: Completamente. A día de hoy seguimos sin digerir nuestros 8 siglos de Edad Media andalusí, cuando deberíamos estar orgullosos de este periódico histórico, pues ciudades como Sevilla, Córdoba, Zaragoza o Toledo, fueron auténticos centros del saber, del conocimiento y de avances científicos. Alfonso X supo entender todo el potencial cultural del país que reinó durante el siglo XIII, y aprovechar los recursos humanos de los sabios e intelectuales de su época para producir tratados, traducciones y proyectos culturales.

 

¿Es cierto que la documentación más importante sobre su figura no se encuentra en España, que hay que salir fuera para estudiar en profundidad a Alfonso X?

Jesús Lozano: Sobre esta cuestión yo solo añadiría que internet lo pone bastante fácil a la hora de recabar información y adquirir libros especializados, hay que saber buscar, pero desde casa puede uno documentarse estupendamente. Lo que sí he descubierto en mis lecturas, es que algunos autores, particularmente de lengua inglesa, -resaltaría el libro The Wise King de Simon Doubleday, realmente fascinante-, tratan la figura del rey sabio con una mayor admiración, deleite, si así se quiere expresar, por todo lo que supuso su buen hacer en el impulso de las artes y las ciencias en el contexto del siglo XIII, basta recordar Las siete partidas, soberbio compendio del derecho, Las tablas alfonsíes, libro de cabecera de Copérnico y Galileo, La General estoria, Los libros de ajedrez, juegos y tablas, el ingente trabajo de la Escuela de Traductores de Toledo que afianza de manera definitiva al castellano como lengua vehicular, Las Cantigas de Santa María, su empeño en la creación de universidades, etcétera. Sabemos que él no fue directamente el responsable de todas la obras, en el sentido de que salieran de su puño y letra, pero sí su impulsor, el hombre que disponía del poder para rodearse de los sabios y eruditos que lo podían realizar.

 

Y con todo lo que hay, ¿es posible hacer una fiel recreación de su biografía o hay aspectos de su vida o su gobierno que están más opacados?

Emilio Villalba: Como en todas las biografías de los monarcas medievales, hay abundancia de datos: los escritos por ellos mismos y lo que cuentan los demás sobre él. En este sentido, sus obras dan muchas pistas para conocer al monarca: qué temas le interesan y le preocupan. En el Libro de las Cantigas, por cierto, bastante enigmático desde mi punto de vista, podemos descubrir muchos miedos e inquietudes que sufría: terror a la enfermedad y un profundo sentido de hacer justicia sobre los que obran de mala manera. Encontrar que en cada cantiga siempre pierde el mal y gana el bien, nos demuestra una forma de ser algo infantil en su vida y que no le debía ir demasiado bien en sus asuntos de Estado. Siempre iba acompañado de un libro de las cantigas como protección. Tenía un profundo miedo al fracaso.

 

Aquí no tenemos la tradición de hacer teatro sobre la nobleza y los Reyes y Reinas que escribieron nuestra historia, como sucede en el Reino Unido por ejemplo. ¿Estáis notando el interés del público por acercarse a su figura?

Jesús Lozano: La obra, tengo que decir, está siendo excelentemente acogida allá donde va, Sevilla, Ciudad Real, Almendralejo, Moraleja, Toledo…, nos han mostrado un enorme cariño y la entrega del público en cada representación ha sido total, solo puedo tener palabras de inmenso agradecimiento para todo el público que nos ha inyectado cantidades industriales de energía, lo que nos ha dado muchísima fuerza para continuar y que nos mantiene la ilusión intacta. Ahora, Madrid…

 

https://www.youtube.com/watch?v=wvW-W3x9F3Y

 

¿Quizá si en la televisión tuviéramos una serie como The Crown a la española aumentaría el interés entre el público de a pie estas historias sobre los diferentes reinados que nos ha hecho llegar a donde estamos?

Jesús Lozano: Bueno, es curioso, podemos representar tranquilamente Ricardo II ó III, Enrique IV, V, VIII, o lo que quieras, pero si decimos Alfonso X o cualquier rey castellano, español, o medio-pensionista, debo recalcar, que aunque minoritariamente, el gesto se tuerce en ciertas expresiones faciales, una oscura sombra nubla el rostro, e incluso diría que a veces parece como estar haciendo algo casi prohibido. En fin, no salgo de mi asombro ante tanta estupidez, imagino que es debido a prejuicios absurdos y, me atrevería a decir, por causa de una ignorancia supina. La vida de Alfonso X y la de muchos de los personajes que le rodearon dan para una serie de 10 temporadas. El Juego de Tronos que aquí se dio es insuperable, y ahí lo dejo.

 

Alfonso X murió con un laúd en sus brazos en medio de una guerra. Es algo muy simbólico de lo que fue su vida, ¿no?

Emilio Villalba: Es una bonita leyenda de la cual no sabemos si ocurrió exactamente así o no. Imagino que se basa en hechos reales: en el testamento del rey encontramos su deseo de ser enterrado con el Libro de las Cantigas que él mismo poseía. Tenía una obsesión por ese libro. Por lo tanto, cabe la posibilidad de que se encontrara escribiendo algunas de sus páginas,  junto a sus músicos en el Alcázar de Sevilla cuando le sobrevino la muerte. Alfonso aparece representado en multitud de miniaturas en el Códice Rico (signatura T.j.1) y en el Códice de los Músicos (códice J.b.2), ambos en la Biblioteca del Escorial, tocando instrumentos como el rabab, la cítola o un laúd de cuello largo. Sería un gran entusiasta de la música al que le regalaban instrumentos musicales. En una de las cantigas de Sevilla se cuenta cómo al monarca le obsequiaron con una guitarra bien trabajada con decoraciones preciosas. Podemos imaginarlo pues, abrazado a uno de sus instrumentos que le regalaron.

 

¿Quiénes formáis María de Melo Producciones y qué tipo de teatro queréis llevar a cabo?

Inma Cedeño: Una difícil pregunta ya que la compañía intenta rodearse siempre de un equipo humano multidisciplinar, que enriquezca el espectáculo con sus dotes artísticas y profesionales, además de pasión por su trabajo. En principio, María de Melo Producciones nació por mi amor al Teatro Clásico, a la Historia y a la Historia del Arte. Tras varios años trabajando como actriz y diseñadora en varias compañías de teatro, tenía la necesidad de hacer algo diferente, de manera que en 2019, cuando Jesús Lozano me enseñó el libreto en verso Malandrino-julandrino de El Juego de los Embustes, me decidí a lanzarme a la producción teatral con esa divertida obra, que tenía el ‘savoir faire’ de la comedia del arte pero con una mirada muy actual al tratarse de una dramaturgia contemporánea. La estética rococó del siglo XVIII, su música y las caricaturas burlescas que encontré me ayudaron a imaginar como podría ser el resultado y no pude resistirme a la tentación de llevarla a las tablas. Fue un trabajo arduo, ya que el verso de la obra es un trabalenguas y no atiende a cánones, además, el esfuerzo físico que se hace en escena es brutal, alternando cambios de personajes muy rápidos y esgrima escénica, siempre aderezado con música en directo que matiza los caracteres cómicos de cada uno de los personajes.

En la actualidad, y tras las secuelas económicas en las Artes Escénicas provocadas por la era Covid, como la idea de realizar un montaje sobre la figura de Alfonso X surgió de Emilio Villalba, decidimos unir fuerzas y sinergias haciendo una coproducción en la que cada integrante aportara sus conocimientos de la materia y es así como María de Melo, se ha unido con Emilio Villalba, Jesús Lozano de La Diosa Cómica y Sara Marina de la Fundación Instrumentos Musicales con Historia para realizar este montaje.

Desde mi compañía hemos aportado la coordinación y distribución, así como el equipo técnico, el vestuario, la escenografía, la iluminación con Samuel Cotilla y la caracterización con Marina Haberkorn, también he vuelto a repetir en fotografía con mi querido José Bayón. Desde La Diosa Cómica, el texto, la dirección y la interpretación actoral con Jesús Lozano a la cabeza, y desde Emilio Villalba y Sara Marina con la Fundación Instrumentos Musicales con Historia, todo lo referente al apartado musical y sus integrantes, añadiendo al equipo a Ivo Blanek al canto y a Belisana Ruiz en cuerdas, así como la interpretación de varios personajes que aparecen en escena durante la obra. En resumen, un equipo muy renacentista entendiéndolo como que cada uno de los integrantes puede abarcar varias materias y dotes escénicas, y además con mucha calidad. Incido en este punto porque alguna vez he escuchado a algún programador decir que desconfía de las compañías que lo hacen todo ellas. Entiendo su recelo pero me parece injusto ese prejuicio sin ver el resultado. Es cierto que en el siglo XXI se tiende a la especialización, pero siguen existiendo muchísimas personas a las que les gusta trabajar en varios campos, sin ser por ello menos válidas en cada uno de ellos. A ello se suma además la necesidad de abaratar costes dada la precariedad de nuestro sector. Yo estaría encantada de delegar si tuviera más medios porque me gusta aprender del trabajo de otras personas. Precisamente, en busca de esa mejora continua, y por tener otro punto de vista externo, ya que uno desde dentro no es imparcial, hemos contado con el asesoramiento y apoyo en la dirección de un grande del teatro como es Jesús Peña, de Teatro Corsario, que con su experiencia e indicaciones ha enriquecido la obra y las interpretaciones tanto de Jesús Lozano como Alfonso X, como de una servidora como Violante de Aragón.

Y sobre qué tipo de teatro queremos hacer desde mi compañía decirte que mi intención es hacer un teatro de calidad pero accesible al público general porque ambas cosas no deben estar reñidas, pero siempre con una mirada al pasado, o bien por la estética o bien por los temas tratados, ya que considero que es fundamental conocer nuestra historia para aprender de sus logros y no repetir sus errores. Si por el camino somos capaces de crear nuevos públicos y enseñar algo, feliz de la vida, ya que el teatro es siempre una experiencia enriquecedora y echo de menos a gente más joven en las salas.

 

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Alfonso X y Violante de Aragón, a la que da vida Inma Cedeño

 

Vuestros espectáculos son obras de artesanía, una mirada profunda hacia el pasado. ¿Es mucho más complicado levantar un espectáculo así que recrea fielmente la estética original?

Emilio Villalba: En lo que respecta a la música, es más difícil de lo que pueda parecer en realidad. Interpretamos las cantigas con instrumentos que están hechos con los mismos materiales con los que se construían en la Edad Media: cuerdas de tripa, tapas de piel, clavijeros de madera, etc. Tenerlos ajustados y afinados para el momento en el que sube el telón es un reto en cada una de las funciones, pues son instrumentos delicados que sufren con los cambios de temperatura de los escenarios, donde hay focos, calefacciones o aires acondicionados. Y en una obra de teatro actual no puedes parar para afinar, en caso de necesitar hacer algún desajuste. También imitamos las ‘poses’ o posturas de los músicos que aparecen en las ilustraciones de las cantigas para dar mayor realismo a la interpretación musical a la hora de coger los instrumentos, lo que es otro reto añadido al hecho de tocar estas músicas.

Inma Cedeño: Yo provengo de una familia de artesanos, que han trabajado arduamente para sacarnos adelante, donde las manos siempre han tenido una simbología especial, así que el trabajo duro no me da miedo, lo llevo en los genes. Y sí, es mucho más complicado, porque tienes que hacerlo todo desde cero, además del trabajo de documentación que conlleva tanto el diseño escenográfico como el de vestuario, aunque el reto merece la pena por el resultado y lo que se aprende en el proceso. En general se suele creer que llevar ropas históricas es incómodo y nada más lejos de la realidad. Esos ropajes imprimen personalidad al actor, además de moldear su cuerpo a los cánones de cada periodo y darle una movilidad muy peculiar inconfundible en cada era. Todo tiene un porqué y una funcionalidad, nuestros antecesores sabían lo que hacían. Por ejemplo, el patronaje de las vestimentas del siglo XIII era para aprovechar al máximo la tela, a base de rectángulos, de manera que no se desperdiciaba nada (ten en cuenta que la tejeduría era manual en telares de lizo y la costura también debía realizarse a mano). La profusión de motivos ornamentales heredados y provenientes de la cultura andalusí también era un detalle a tener en cuenta. Era muy común, como se puede observar en las vestimentas de la realeza conservadas en el Monasterio de las Huelgas, las inscripciones cúficas, por lo que nosotros hemos querido hacer un guiño en las prendas interiores del monarca con la frase ‘la felicidad y la prosperidad’ con este tipo de letra. También hemos utilizado fibras naturales como el lino y la seda, que además de dar un aspecto auténtico y evitar brillos no deseados, alivian el calor que puedan padecer músicos y actores por el uso de tantas prendas unidas a los focos, y así permitir la transpiración. En la escenografía también se ha recurrido a la madera para darle ese toque rústico, siempre buscando que todo encajara en un puzzle perfecto, de manera que cuando el espectador vea la obra sienta que está visualizando alguna de las miniaturas iluminadas de las que aparecen en el Códice Rico y así mostrar la riqueza de colores que existía en la Edad Media.

 

Hay muchas compañías que hacen teatro del Siglo de Oro o revisitan el teatro clásico grecolatino, pero con una mirada medieval me viene a la cabeza únicamente Nao d’Amores. ¿Vuestro trabajo va por una línea parecida?

Inma Cedeño: Uff, Ana Zamora y Nao d’Amores hacen un trabajo maravilloso y son un referente en el teatro, ojalá algún día nosotros seamos capaces de conseguir sus logros, pero nuestro trabajo creo que va en otra línea, ya que de momento estamos utilizando dramaturgias actuales, aunque siempre poniendo la mirada en el pasado.

 

¿Es necesario reivindicar el teatro esa época medieval, a partir del siglo VIII? Una época no tan oscura como pensamos…

Emilio Villalba: La Edad Media no es una ‘época oscura’ en absoluto y mucho menos en nuestro país, cuna de filósofos, escritores, poetas y músicos que estuvieron a la vanguardia de las artes de su tiempo. Hay un listado enorme de nombres de personajes célebres que no aparecen en los libros de texto de las escuelas y que todo español debería conocer. Es necesario que trabajemos en crear producciones sobre nuestra historia medieval que resulten atractivas y que interesen al público. Es una asignatura pendiente que tenemos los profesionales de las artes escénicas, puesto que las obras históricas no terminan de ‘llegar’ a todos los públicos, concretamente a los más jóvenes. Debemos trabajar para poner en valor estas historias y este legado cultural del que somos herederos.

 

Sois una compañía de fuera de Madrid. Os vamos a poder ver algunos días en el Teatro Lara. ¿Una compañía de fuera de la capital lo tiene más complicado para acceder al circuito y tener visibilidad?

Emilio Villalba: Pienso que el problema no es ser de fuera, sino de cómo está estructurado el sector de las Artes Escénicas en España. Existe una desconexión total entre los festivales y circuitos de distintas ciudades que hacen muy difícil organizar una gira, en un fin de semana puedes estar en dos o tres ciudades distintas, a muchos kilómetros de distancia, solo porque tu proyecto encaje en las fechas de una celebración concreta en uno de estos lugares que te solicitan. Los viajes encarecen la producción, sin contar con el desgaste físico que supone hacer tantos kilómetros. Esto no ocurre en Francia o Alemania, donde organizan giras coherentes para que un espectáculo vaya de teatro en teatro a lo largo de una comarca. Creo que hace falta un cambio y plantear modelos más sostenibles para que las compañías puedan viajar a Madrid para ofrecer sus trabajos y viceversa.

Jesús Lozano: El teatro en la mayoría de países occidentales está muy centralizado, en el sentido de que si no estás en la capital no eres nadie. Por otra parte, una vez que logras estar, te enfrentas a una oferta tremenda en la que resalta el gran tirón de las cabezas de cartel, las grandes productoras y distribuidoras, etc. Bueno, la pena es que se hacen muy buenos montajes en diferentes lugares del país, en las provincias, que son de una calidad envidiable, pero que en muchas ocasiones no tienen la posibilidad de ser reconocidos en toda su valía y, lo que es más importante, es muy complicado girar por todo el territorio. Las causas son de diferente índole, casi todas las redes de teatro son de carácter endogámico y dificultan la entrada y salida de compañías de unas a otras; por otra parte, una compañía de teatro no deja de ser una empresa y por tanto sometida al mercado, luego la publicidad y la distribución son de una importancia extraordinaria, y no todo el mundo  tiene las aptitudes de venta apropiadas o recursos para lograrlo.  Y, en fin, el criterio, tristemente, no siempre se basa en la calidad de la propuesta sino, digamos, en intangibles…, aunque ingenuamente o no, sigo confiando en que la calidad artística prevalecerá tarde o temprano.

¿Qué se puede hacer? Seguir luchando… Yo, personalmente, animo con toda la pasión del mundo al querido público a que asista a la Sala Lola Membrives del Teatro Lara de Madrid pues les garantizo que van a disfrutar de una obra de teatro apasionante que les va a conmover, que les va a llegar al corazón, por la actualidad de lo que se expone y de cómo se expresa, por la excelente calidad de su música, y por su deslumbrante fuerza e intensidad dramática.

 

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