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Los nuevos hijos de Willy Loman

«Los clásicos siempre van a estar para ayudarnos a entender todo lo que nos rodea y lo que nos inquieta»

 

El Teatro Infanta Isabel acoge en estos días, y por tiempo limitado, la segunda temporada de Muerte de un viajante de Arthur Miller con Imanol Arias encabezando el reparto de esta historia que habla de cómo el capitalismos salvaje devora los sueños, de la falta de comunicación en el entorno familiar y de las ilusiones truncadas.

Para esta segunda vuelta se ha contado con la incorporación de dos jóvenes actores como Andreas MuñozCastelvines y Monteses, Peacky Blinders, Gambito de Dama o Desaparecidos–  y Daniel Ibáñez –El buen patrón, Terminator: Destino Oscuro, La edad de la ira o La novia gitana– para interpretar a los hijos de este comerciante que da título a uno de los clásicos contemporáneos del teatro universal. Con ellos hemos querido hablar sobre cómo es incorporarse a un proyecto como este, cómo viven la profesión de actor y conocer su mirada al horizonte de las Artes Escénicas.

 

 

Andreas Muñoz y Daniel Ibáñez en Muerte de un viajante

 

 

Por José Antonio Alba

 

¿Qué tiene el teatro que, a pesar del atractivo del audiovisual, cuando toca a la puerta uno va a su encuentro?

Andreas Muñoz.- Tiene un halo especial que atrapa. Unos focos que ‘queman’ y absorben nada más salir a escena y un vacío lleno. Lleno de atención, lleno de silencio, lleno de emociones y magia. Para mí es comparable a un silencioso salto al vacío.

 

Daniel Ibáñez.- Es algo que va más allá de la conciencia, es un juego que no se puede explicar. La sensación de crear y destruir algo al mismo tiempo, el presente. Para mí es volver a lo primigenio de la interpretación, a la esencia; hay unos nervios previos a la salida al escenario, las palabras de público antes de subir el telón que auguran que va a suceder algo único.

 

Ambos os incorporáis en esta segunda temporada de Muerte de un viajante, ¿cómo vivís el adentraros en este clásico del teatro?

A. M.: Con mucho respeto, mucho tiento y, sobre todo, desde un estudio previo de la época en la que se escribió y se basa la obra. A partir de ahí, navegando, dejándose llevar por las palabras escritas por Arthur Miller, y por supuesto, yendo de la mano de estos fantásticos personajes. La obra está plagada de incógnitas donde se mezcla el presente y el pasado con una estructura muy veloz.

D. I.: Pues engañoso, la verdad; crees que como está magistralmente escrita estás sumergiéndote en ella con aparente facilidad, pero es ese rasgo el que a la vez le otorga una cantidad de capas que hace cada vez más intrincado el camino y divertido. Ha sido mágico, no me he acercado a esta obra desde que la estudié y es increíble como, tiempo después, sigues recordando tantos momentos.

 

¿De qué manera habéis llegado al proyecto?

A. M.: La productora llamó directamente a mi puerta. Roberto Álvarez de Okapi me propuso para Biff. Trabajamos juntos previamente en La gata sobre el tejado de Zinc caliente con el gran Juan Diego, que en paz descanse.

D. I.: Como casi todo lo que sucede, ha sido de manera fortuita; Carlos abandonaba la obra y me ofrecieron hacer este papel tras verme en una prueba para otra obra. Una carambola maravillosa que me ha llevado a este grupo humano que recordaré siempre.

 

¿Supone algún tipo de dificultad el incorporarse a un espectáculo cuando este ya ha sido estrenado y girado?

A. M.: Dificultad tiene siempre. Es verdad que cuando se comienza un proyecto desde cero puedes crear desde la base, pero en este caso hemos tenido bastante libertad para proponer, y siempre desde el respeto al trabajo previo ya hecho, que es extraordinario. Me ha llamado la atención la inmensa curiosidad y generosidad de Imanol (Arias), gracias a la cual me he sentido libre para desarrollar a Biff Loman.

D. I.: Normalmente sí porque se pretende que una pieza reemplace a otra, sin tener en cuenta que cada pieza genera un movimiento. No ha sido así esta vez, puesto que hemos podido ensayar con el equipo, han demostrado mucha generosidad y ganas de jugar y volver a crear. Tenemos la sensación de que es otra obra.

 

No todo el mundo conoce este título de Arthur Miller, ¿qué podéis contar a los posibles futuros espectadores y espectadoras para que se acerquen al Teatro Infanta Isabel a descubrirlo?

A. M.: Estoy seguro de que se van a emocionar y, como ocurre con la vida, se van a identificar con momentos que incluso aparentemente son totalmente ajenos, pero de los que se reflexiona y evoluciona. Les va a sorprender muy gratamente. Es un título que ganó un premio Pulitzer y es normal. Para cualquier actor o actriz del mundo es un sueño poder estar en las tablas con un clásico así. Tiene un nivel de hilvanación excelente y la historia es… apasionante a la par que dolorosa y ¡tan actual!

D. I.: Ésta es una obra desgarradora, en la que los vínculos reales en una familia quedan al descubierto. Se van a encontrar con algo que nos une a todos los seres humanos, el deseo de amar y ser amados. Y con suerte van descubrir que una obra así tiene el poder de conectarte con el resto de la humanidad. O eso pretendemos. Así, a grandes rasgos (risas).

 

Los nuevos hijos de Willy Loman en Madrid
Elenco de Muerte de un viajante de Arthur Miller.

 

Los temas que toca Muerte de un viajante son universales, ¿qué paralelismos podemos encontrar entre lo que cuenta y la actualidad?

A. M.: Se lanza una pregunta bastante interesante: ¿Es mejor decir y sacar toda la verdad, aunque duela o pueda desencadenar una catástrofe, o vivir con la mentira?

D. I.: Por suerte cuando algo adquiere un carácter universal ves similitudes por todos lados: la frustración de un padre con sus hijos por no saber querer y ser querido, la persecución extenuante de unos sueños irreales, lo complicado de las relaciones familiares… Hay verdad en esta obra en todas sus aristas y eso pienso que la trae bastante a la actualidad.

 

En la función interpretáis a los hijos de Willy Loman, Biff y Happy, habladme de vuestros personajes, ¿qué simbolizan? ¿qué retos os ha supuesto interpretarlos?

A. M.: Biff Loman, el personaje que llevo a cabo, me ha hecho pasar por muchos lugares psicológicos que no estoy seguro de deseárselos a nadie. Para entender a alguien devastado por dentro y al que se le han caído todos los castillos, tienes que destruirte un poquito y sentir que ocurre dentro de ti. Y con ese trabajo hecho, las palabras cobran su verdadero peso, y nace Biff. Biff, desde mi punto de vista simboliza la inocencia rota y la nobleza de alguien derruido. Simboliza la verdad.

D. I.: Mi personaje es Happy, el hijo menor de la familia Loman, siempre a la sombra de su hermano mayor Biff. Ninguno de sus padres le ha dedicado la atención, que parecía en exclusiva para su hermano. Seguidor y fiel reflejo de las actitudes de su padre parece condenado a repetirlas, es mujeriego y aparentemente frívolo, sin embargo, el único que cuida de su familia económicamente.

Para mí ha sido un viaje muy fructífero y doloroso, Happy es la persona de la que nunca se ha esperado nada y por tanto ya la estás condenando a no ser nada. Es el continuista, lleno de soledad y sin poder encontrar la capacidad de cambiar las cosas.

 

 

«Creo que al teatro se le tendría que mimar y dar un poquito más de cariño en este país, para que pudiese florecer y desarrollarse como algo primordial»

 

 

¿Qué reflexiones creéis que despertará en el público?

A. M.: La reflexión sobre la libertad. Sobre todo, y más importante, la libertad en el ámbito familiar. ¿Somos libres del todo cuando nacemos en un núcleo familiar?

D. I.: Eso es muy complicado de saber, pero más que las reflexiones que espero que despierte con el tiempo en la cabeza de los espectadores, deseo que les llene de emociones y que hagan este viaje con nosotros.

 

Andreas con Castelvines y Monteses y Daniel con Entusiastas, habéis trabajado en producciones que dialogan con los clásicos desde una mirada actualizada, sin embargo, ahora estáis en una propuesta que se ciñe al original. ¿En qué lugar consideráis que se encuentran los textos clásicos dentro de nuestro teatro?

A. M.: Los clásicos están, y siempre estarán en un lugar privilegiado. Son inmortales. He ahí que se les considere clásicos. Puedes actualizarlo, o puedes modernizarlo, pero su esencia siempre estará ahí.

D. I.: Siempre han estado en el pódium de nuestra historia teatral, creo que hay una responsabilidad a la hora de adaptar los clásicos para que percutan con la misma intensidad en el corazón del público. En este caso se ha optado por recortar la duración de la obra porque sería inviable hacer una obra de tres horas y media hoy en día, es posible, pero poco probable. Hemos sido fieles en cambio al texto original porque siempre te da las pistas y la luz necesaria para guiarte. Como conclusión, siento que los clásicos siempre van a estar para ayudarnos a entender todo lo que nos rodea y lo que nos inquieta.

 

La necesidad de triunfar y la obsesión por la imagen son temas sobre los que trata la función, algo que ahora se ha agudizado. Teniendo una profesión tan expuesta como la vuestra, ¿sentís esa presión?

A. M.: Esa presión siempre está latente en una profesión como la nuestra pero depende de cómo lo quieras enfocar. Es importante el cuidado de la imagen, pero sin ser obsesivo. Sobre triunfar… Cada cual tiene una percepción diferente sobre el éxito y yo tengo muy clara cuál es mi posición al respecto.

D. I.: Está ahí, es muy difícil ignorarla, pero en mi caso hago un trabajo de relajación intenso e intento que no me desequilibre. Hay que hacer un esfuerzo por recordarte lo que realmente es importante en tu vida y en tu profesión, si te pierdes en la espiral de la superficialidad, te olvidas de preservar, como bien dice Viola Davis, “los vínculos reales”, te enfrías y eso sí sería una tragedia.

 

Los nuevos hijos de Willy Loman en Madrid
Imanol Arias junto a Andreas Muñoz y Daniel Ibáñez en una escena de Muerte de un viajante. Foto de Sergio Parra.

 

¿Cuáles son los referentes que os inspiran para trabajar?

A. M.: Admiro el arte y el oficio del mismo en cualquiera de sus formas. En el espejo de mi baño no sólo imitaba escenas que me pertenecían, sino que empecé a conocerme como actor. Cada personaje me lleva a una nueva inspiración, pero si busco un antes y un después, pienso en Kubrick. La propia vida es muy inspiradora también pero la verdadera construcción del séptimo arte la he descubierto con cada persona con la que he trabajado fuera y dentro en todos estos años. Y aquí pienso en Juan Diego, Cillian Murphy, Anya Taylor-Joy. Espero algún día poder seguir construyendo junto a Javier Bardem, Mark Strong, Daniel Day-Lewis… Y si sigo, me quedo sin páginas.

D. I.: Respecto a esta obra en concreto cuesta no echar un ojo al Muerte de un viajante de Volker Schlöndorff, con un Dustin Hoffman iluminado, así como el resto del reparto. El propio Imanol Arias del que he podido aprender día a día y que además hace un trabajo excelso. Después personalmente Eva Rubio, por supuesto, es mi inspiración diaria como actriz y como persona; y Javier Bardem es otro de mis referentes, admiro mucho su trabajo, pero me dejo a otros tantos fuera de la historia de nuestro teatro como Bódalo, López Vázquez, Fernán Gómez o Juan Diego que nos dejó hace muy poco.

 

No os voy a pedir que elijáis entre cine, tv y teatro, pero sí me gustaría que me hablarais de los desafíos que os supone trabajar en cada uno.

A. M.: El desafío casi siempre viene dado por la falta de tiempo. Hay una forma de trabajar que admiro del Reino Unido y esto tiene que ver con mi formación allí. La mayoría de personajes para TV y cine de allí vienen de un trabajo previo en teatro, donde hay un tiempo de preparación del personaje mayor y la experiencia se cuenta en tablas. Las herramientas y la profundidad de esta investigación son esenciales a la hora de encarar un personaje tanto en cine como en TV, y de la maestría en esta investigación nace una manera diferente de construir personajes y vida.

D. I.: Retomo parte de la primera pregunta, uno de los retos del teatro es lograr la máxima expresividad con, a su vez, una sensación de intimidad y honestidad. En cuanto a la TV es cierto que se hace a un nivel hoy en día que muchas veces se asemeja al cine, pero cuando no es así diría que la velocidad a la que se graba es otro de los retos interpretativamente; y el cine es más parecido al teatro por lo que ‘no se dice’, hay una metáfora detrás de cada imagen que es difícil construir, también por un lado más prosaico el corten y acción, la falta de continuidad es otro de los retos del audiovisual que en el teatro no sucede.

 

Desde vuestro punto de vista, ¿cómo veis la situación actual del teatro en nuestro país?

A. M.: En cada parte del mundo se ve de una manera. Yo la veo en España un poco como si fuese ‘cualquier cosa’, y perdonadme, pero no; no es así. Ni debe ser así. El teatro tiene siglos de existencia, desde la Grecia clásica, y creo que en este país se tendría que mimar y darle un poquito más de cariño para que pudiese florecer muchísimo más y desarrollarse como algo primordial. También creo firmemente que se debería incentivar y apoyar más a nuevos/as creadores/as. Así como darles una mayor visibilidad.

D. I.: Difícil, pero no sólo del teatro, no quiero ser redundante en cuanto a la situación que todos nos aseguran que va a ser muy precaria este otoño debido a múltiples factores. Animaría a la gente a ir al teatro porque la cultura es lo que nos puede salvar cuando parece que la oscuridad sobrevuela; es nuestra identidad.

 

¿Cuál es el tipo de teatro que consumís como público?

A. M.: El teatro de la palabra. El teatro que sucede gracias a la fuerza de un texto inmenso trabajado de una manera minuciosa donde el cuerpo actoral es una herramienta más para volver a su época y sufrimiento, como ocurre en esta obra. El teatro que te absorbe, te traslada y te transporta al mundo imaginario.

D. I.: No tengo una preferencia, cuando veo algo que me atraviesa en algún aspecto soy un fanático de eso, y cuando veo algo que me deja indiferente pues me enfado, a lo mejor por la expectativa que pongo en ello. 

 

Seguramente, viendo vuestros trabajos, haya algún joven que quiera dedicarse a la interpretación, ¿qué recomendación le harías?

A. M.: Que sigan adelante, que se formen, que creen sus propios proyectos, que persigan sus intuiciones, que busquen en su interior, que conserven su frescura, que trabajen la fuerza que les ha llevado a elegir esta profesión, que siempre sean ellos/as mismos/as. Y, sobre todo, mucha mierda.

D. I.: Que lo persiga, que no hay nada más bonito que una vocación. Y que no es sencillo, pero a veces lo menos sencillo es lo más reconfortante. Esta profesión es como el mar, hay que tratarlo con respeto y conocerlo bien porque, si no, te puedes ahogar fácilmente.

 

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