Del Off madrileño a la cartelera de Nueva York. Esto que parece el sueño dorado de cualquier artista fue lo que Zanahorias, escrita, dirigida y, también interpretada, por Antonio Zancada, junto a Natalia Hernández, Francisco Reyes, Raquel Cordero y Mercedes Salvadores, logró. Un salto vertiginoso e inesperado que muchos, como espectadores, celebramos y que ahora nos reúne de nuevo, a compañía y público, para brindar echando la vista atrás y sonreír reencontrándonos en el presente.

Un texto ácido y rompedor que ahora vuelve a su lugar de origen para convertirse, aunque solo sea por un instante, y a modo de lectura dramatizada, en carne y voz. Una reunión de amigos que se suben al escenario para divertirse celebrando todo lo que Zanahorias provocó en aquel entonces, rememorar el origen de cada uno y brindar por lo mucho que ha venido después.

Un espectáculo que se estrenó en la Sala Triángulo, ahora Teatro del Barrio, hace dos décadas y que fue casi el pistoletazo de salida para la carrera artística de un ramillete de profesionales que actualmente podemos ver en teatro, cine y televisión. Para ello, desde Godot, hemos querido invitar a la compañía original a que nos cuente cómo sienten este reencuentro que tendrá lugar el domingo 13 en el Teatro del Barrio.

 

 

¡20 años no son nada para esta hortaliza!

 

 

Por José Antonio Alba

Foto portada: Saludos finales de Zanahorias, cortesía de Antonio Zancada

 

ANTONIO ZANCADA

Fue la primera vez que me sentí  totalmente satisfecho con mi obra, contaba lo que quería contar, no necesitaba nada más y nada menos. Empecé a escribir tan pronto en mi vida, que no recuerdo muy bien cuándo fue, recuerdo una colección de cuentos escrita con 9 años y regalados a mi profesora de aquella Los 20 años de <i>Zanahorias</i> en Madridépoca, pero seguramente hubo algo antes. La vida me fue llevando a convertirme en actor, el escribir ya lo traía de serie, así que ambas vocaciones se fundieron y nació el dramaturgo. En el 97 subió por primera vez un texto mío a un escenario, entendiendo escenario como cualquier lugar donde hubiera un público y un suelo sobre el que representar, un bar, una discoteca, una piscina municipal (sí , una piscina municipal) y me permití el lujo de ir aprendiendo el ‘oficio’ a base de prueba y error. El 2001 me ‘gradué’ con Zanahorias. Y mis cómplices fueron Raquel, Nata, Fran y Mercedes, mis cómplices y mis maestros que se lanzaron conmigo de cabeza y salió, salimos, nadamos (más allá de la piscina municipal) y llenamos teatros y nos convertimos en ‘boca a boca’ y nos dijeron aquello de “fuisteis un antes y un después” y el “nunca se había hecho algo así” en teatro alternativo, quizás porque nunca pensamos en el ‘alternativo’ como algo menos digno que el teatro ‘comercial’, nosotros queríamos hacer teatro y el teatro es multiforme, diverso, infinito, sólo necesitas querer contar y que te quieran sentir. Y de nuestra amada Triángulo, nos recorrimos media España en furgoneta, parando a desayunar, comiendo por el camino. Y un día me vi sentado, en un patio de butacas, en un país que no era el mío,  rodeado de gente que no hablaba mi idioma y viendo a los nuevos Raquel, Natalia, Fran, Mercedes y Antonio en el escenario, haciendo suya mi historia en otra lengua y supe que lo había logrado, que me había licenciado, incluso doctorado en esto de escribir teatro y que no quería hacer otra cosa en mi vida. Mi particular “tesis doctoral” fue la publicación del texto en 2019 por parte de la Editorial Antígona, el sueño estaba completo.

Y aunque los personajes para contar la historia tengan su ‘seudónimo’  en la escena, sus verdaderos nombres siempre han sido y serán Raquel Cordero, Natalia Hernández, Francisco Reyes, Mercedes Salvadores y, uno mismo,  Antonio Zancada. Mis cómplices, mis maestros, mi familia.

 

RAQUEL CORDERO

Zanahorias es algo más que el nombre de un espectáculo, además del de unas hortalizas maravillosamente ricas y buenas para la vista.

Los 20 años de <i>Zanahorias</i> en MadridZanahorias es el proyecto y más que el proyecto, el desenlace lógico de la trayectoria teatral de un grupo de personas que reían de la misma manera, compartían y entendían este mundo nuestro de la comedia, con viveza, autenticidad y buen hacer. Un buen hacer que nace de la risa, y sobre todo del respeto y la disciplina que exige, este gran regalo de la vida que es un escenario, donde expresar esas situaciones que traspasan la imaginación.

Sin Zanahorias hoy no seríamos los mismos,  marcó para nosotros una época tan importante de nuestras vidas, a nivel creativo, a nivel profesional y a nivel personal, que cada uno de nosotros sacó de este proyecto una manera de estar en el escenario. Es verdad que siempre tiene que haber una mente más ágil lingüísticamente, esa es la de Antonio  Zancada, que entiende la palabra con ritmo, color, fuerza y amplitud de miras.

Una de las frases emblemáticas que tenía siempre la carcajada asegurada, en el montón de funciones  que hicimos, se la decía la Condesa de ¡Eh! al Marqués de ¡Ufff!, cuando él le preguntaba incrédulo por su relación ‘íntima’ con el Rey ¡Oh! I de Puritania, ella irónica respondía: “Nos reímos mucho”. Pues eso resume nuestra Zanahorias. Nosotros, junto con todos nuestros colaboradores y el maravilloso texto de Antonio Zancada (haciendo de la comedia ese género que además de provocar una carcajada remueve conciencias), nos reímos mucho. Y lo que celebramos ahora es eso ‘se rieron mucho’, en cualquiera de las versiones que se hicieron, que fueron muchas, se rieron mucho.

 

NATALIA HERNÁNDEZ

Recién salida de la Escuela de Arte Dramático, Zanahorias fue para mí una de mis primeras experiencias Los 20 años de <i>Zanahorias</i> en Madridy familias teatrales. Si tengo que quedarme con algo de Zanahorias es que fue mi escuela de comedia, un nido de amistad y familia, de una compañía que sigue formando parte de mi vida 20 años más tarde.

Fue escuela y comienzo de mi amor por la comedia. La comedia se aprende haciendo y repitiendo. Y ahí fue de las primeras veces donde conseguí arrancar la carcajada del público y sentí lo feliz que me hacía. Para eso también hay que estar rodeado de un buen equipo, de gente que entienda tu humor y que sea generosa para servir la réplica o el silencio. Y ahí estaban y están mis compañeros y amigos: Antonio Zancada, Raquel Cordero, Francisco Reyes y Mercedes Salvadores, y todos los demás que pasaron por esta función.

La vida a veces te da regalos y este fue uno de los más bonitos de la mía.

 

FRANCISCO REYES

Cuando alguien me pregunta por qué me dedico a lo que me dedico, en el fondo siempre contesto lo mismo: “Es por la gente”.

Los 20 años de <i>Zanahorias</i> en MadridEn 2001 Zanahorias significaba eso. Era estar con gente muy cómplice. Gente con la que me moría de la risa fuera (y dentro) del escenario. Además, nuestro modelo de producción tipo ‘todo queda en casa’ me dio las herramientas para seguir produciendo teatro toda mi carrera, sin depender de que sonara el teléfono. Me hizo fuerte. Tanto que, cinco años más tarde, llegamos a producirla en Nueva York, en la Calle 42, y nos fuimos de gira por Puerto Rico. Ahora lo pienso y fue una locura. Pero con treinta y pocos años sigues siendo un inconsciente. Y es verdad que todo pasa por algo, porque aquello me hizo aún más fuerte.

Recuerdo llegar al Teatro del Barrio (entonces la Sala Triángulo) hace 20 años para hacer Zanahorias con cariño y con la sensación de hacer una obra divertida y algo transgresora. Para mí, cualquier historia que logre entretener y retar al público ya es un éxito. Y Zanahorias lo fue.

Hoy no tengo veintitantos pero sigo sintiéndome muy afortunado cada vez que soy parte de una historia que engancha y descoloca los esquemas del público, que descoloca mis esquemas, y además con compañeros adorables. No es fácil que todo esto ocurra a la vez. Veinte años después sigo dedicándome a esto y sin duda los cimientos que me dio Zanahorias fueron cruciales. Larga Vida a la Hortaliza Prohibida.

 

MERCEDES SALVADORES

Con las ganas recién estrenadas de quien acaba de conseguir su título en la RESAD nos lanzamos a conquistar el mundo cabalgando un puñado de zanahorias. Yo salía corriendo a poner copas en un pub después de la función, pegábamos carteles por la calle clandestinamente, viajábamos en la trasera de una Los 20 años de <i>Zanahorias</i> en Madridfurgoneta junto a esa escenografía que no sabíamos si cabría en el siguiente escenario, y lidiábamos por primera vez con la insatisfacción de no conseguir lo que creíamos merecer.

Siempre he considerado un lujo empezar en esta profesión subida a las tablas junto a estos grandísimos Antonio, Raquel, Fran y Natalia.

Tantos años después seguimos vinculados y en la profesión, que no es moco de pavo, seguimos con ganas de comernos el mundo, y celebramos que Zanahorias sigue viva. El camino ha tenido traspiés, el tiempo nos ha regalado experiencia, la vida nos ha curtido y, sin embargo, por esta obra no han pasado los años, sigue de plena actualidad.

Muchas veces digo que yo no habría conseguido terminar en la escuela si Antonio Zancada no hubiera confiado en mí, y también que esta obra me cambió la vida, no exagero, lo juro.

 

Puedes adquirir tu entrada gratuita para asistir a la lectura dramatizada de Zanahorias desde AQUÍ.

 

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