Molly Bloom en Nave 73

 

Por Alberto Morate

 

Tengo que soltarlo. Esta vieja angustia, esta pasión contenida. Esta contención de lágrimas y risas. Estos pensamientos convertidos en sueños, estos sueños que no me dejan dormir.

No puedo dormir, desde hace años no duermo bien. Mis emociones me lo impiden. Mi marido, Leopold Bloom me lo impide, sobre todo, cuando él duerme a pierna suelta.

Me pregunto muchas veces si tiene sentido mi vida. Si no es una existencia sin puntos ni comas, derramada en ofrecerme a los demás y yo, sintiéndome perdida.

Las convenciones me hacen ser educada, aparentemente sociable, estable en mis relaciones. Pero enloquezco de amor. De deseo. Nadie me puede cortar las alas que no tengo. Me niego a que mi mundo sea esta habitación, estas cuatro paredes de luces amarillentas, a sentir frío por las noches mientras tú roncas. Yo no duermo. Los sueños no me dejan dormir.

Este monólogo de Molly Bloom, sobre el epílogo de la novela de James Joyce, Ulises, en la que la actriz Henar Frías, nos desvela su juventud y su madurez perdidas. En su propia versión junto con Rubén Tobías y dirigiendo este último, la mujer protagonista se desahoga mientras evoca a su hijo, a sus amantes, no quiere pasarse tejiendo y destejiendo todo lo que le queda de vida.

No duerme porque sueña. Salta de un pensamiento a otro, de una sensación a otra, se cuestiona quién es y quiénes son los otros. Solo cree en sí misma, pero no la dejan profesar.

Seguimos viviendo en una sociedad pacata y decimonónica, británica y militar, construida a base de fetiches y prejuicios, donde se permite más la libertad a los monos de Gibraltar que a los ciudadanos grotescos de la burguesía convencional.

A Molly Bloom solo le queda el recurso de la voz interior pronunciada al aire viciado de la sociedad servil. Al menos, los pensamientos siguen siendo libres. Y necesito la noche para que solo me escuchen las estrellas.

Y los espectadores que van a entender mis inquietudes. Que van a comprender mi corazón deteriorado, mi comedimiento al que solo puedo dar rienda suelta en la realidad de mi habitación solitaria.

 

Henar Frías es Molly Bloom extraordinariamente nítida. Con el desasosiego de quien tiende a sentirse viva aunque se empeñen los demás en que sea solo objeto de deseo.

En mi susurro gritaré en voz contenida que no me conformo. Aunque cada noche tenga que desvelarme para vaciarme de sentimientos.

 

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