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Las criadas a través de los ojos de Ana Torrent

Ana Torrent, Alicia Borrachero y Jorge Calvo brillan encima del Teatro Bellas Artes con Las Criadas, de Jean Genet, versionada por Paco Bezerra y llevada a escena por Luis Luque en una propuesta que hipnotiza al espectador.

Claire y Solange son las criadas de una señora de la alta burguesía francesa, y juntas imaginan un ritual de cambio de personajes donde cuesta diferenciar la realidad de la ficción.

Charlamos con Ana Torrent, que nos habla de su personaje, de la historia y del arduo proceso que ha supuesto levantar esta función que permanecerá en cartel hasta el 9 de enero.

 

«Estas criadas son unos monstruos, como nosotros mismos cuando soñamos»

Jean Genet

 

En la esclavitud no es amarse

 

Por Javier López

Foto portada: cortesía de Messala Films

 

¿Cómo te llegó la propuesta para hacer Las Criadas?

Me llegó por Luis Luque. Veníamos de hacer Todas las noches de un día, nos había gustado mucho la experiencia de trabajar juntos, nos habíamos entendido muy bien y queríamos seguir trabajando mano a mano. Tengo que decir que me engañó porque estábamos buscando una comedia, pero un buen día me ofreció este papel y es que no se puede decir que no a Las Criadas. Un personaje así es tan potente que en cuanto me habló del proyecto, acepté sin dudarlo.

 

 

¿Confiasteis en el éxito de la obra desde el principio?

Nuestra preocupación era si íbamos a estrenar o no. Nosotros empezamos a ensayar antes de la pandemia, en marzo tuvimos que parar, y al retomar en septiembre todo era diferente. El mundo ya no era como lo conocíamos, había mucho más dolor, más locura y más angustia en el ambiente y, sobre todo, incertidumbre. Es verdad que no teníamos expectativas porque íbamos viviendo el día a día y veníamos de una lección muy grande en la que aprendimos que hacer planes no servía de nada.

Antes de la pandemia, cuando hablamos de hacer Las Criadas pensé que estaríamos menos tiempo, que haríamos temporada en Madrid, una gira pequeña y ya está, pero resulta que estrenamos y fue un éxito. A los dos o tres días de estrenar, uno del público gritó: ¡Gracias!, y se fueron uniendo todos a ese grito de: ¡Gracias! Se nos puso la piel de gallina. Fue una experiencia regresar a los teatros, el público se volcó porque necesitaban otra vez ese contacto con la gente, hacer cosas en común y compartir.

 

 

Y además es una propuesta arriesgada.

Sí. Ha sido impactante y sorprendente para mucha gente, que podían esperar encontrarse con decorados típicos del siglo XX, pero llegan y ven que esto es un espacio en blanco… Ha habido algo que a la gente le ha atrapado, algo como muy hipnótico desde el principio. Se han juntado dos cosas: que la propuesta ha gustado y que el público ha sido muy agradecido.

 

«Todo en Las Criadas está envuelto por la falta de amor»

 

¿Parte de ese éxito puede deberse también a que la historia es más actual de lo que parece? Los juegos de poder, las apariencias, el amor, el fracaso….  

Yo creo que sí. En España, la lucha de clases no sigue igual que entonces. Se han conseguido cosas, pero las desigualdades sociales están ahora disparadas, y en otras partes del mundo ya ni hablamos. Eso sigue muy vigente y también sigue muy vigente lo que hace el poder con las personas, tanto para quien lo tiene como para quien no lo tiene. También se habla de la falta de amor, de que el otro no te vea, que no existas para los demás, de la soledad, de la pobreza material y de emociones, el sentirse querido…. el qué papel nos toca en esta vida y si somos capaces de cambiarlo.

 

Quizá gran parte de la sociedad se vea identificada en estos procesos, pero también hay mucho del oficio del actor en todo eso.

Es un paralelismo cierto porque Jenet habla del teatro dentro del teatro, de una representación y de unos personajes. Las criadas prefieren ser asesinas antes que criadas porque el personaje que les ha tocado no les has gustado y lo quieren cambiar. Tampoco es casual que sea una función dentro de una función. Ese ritual con que empieza la obra Jenet lo escribe en la cárcel con la idea de ser representado por hombres, y eso es para que el espectador sea siempre consciente de que está viendo una función. Hay una poética en eso también, en lo que es un ritual, una ceremonia, el teatro, todo envuelto principalmente en el tema de la falta de amor. Todos los problemas sociales que existen al final repercuten en una falta de amor, una incapacidad para que te amen y amar, a veces. Mi personaje lo dice en un momento dado: “en la esclavitud no es amarse”. Las criadas están heridas y les cuesta querer al otro. Para Luis Luque es uno de los principales temas de la obra, y además todos hemos pasado por ese proceso alguna vez, así que nos sentimos identificados.

 

¿Cómo ha sido trabajar mano a mano con Alicia Borrachero?

Alicia y yo habíamos trabajado en una película hace años y no habíamos vuelto a coincidir, pero sí nos habíamos visto como amigas.  Ha sido fantástico reencontrarnos, porque Alicia es muy buena compañera, muy trabajadora, precisa y responsable. Además, entiendo muy bien su forma de trabajar. Es verdad que los ensayos no han sido nada fáciles por esos miedos e incertidumbre que te comentaba de la pandemia, encima Alicia y yo somos muy hipocondriacas… Ha sido muy especial todo lo que hemos vivido. Hemos podido disfrutar mucho y a la vez jugar y experimentar, tanto con Luis como con Jorge con ese personaje tan maravilloso que ha construido. Solamente puedo decir cosas buenas de ellos y de la obra. Nos hemos cuidado mucho entre todos y ha habido comprensión, respeto y cariño.

 

Las Criadas
Alicia Borrachero y Ana Torrent son Las Criadas en esta versión. Foto Jesús Ugalde

 

¿Cuál fue vuestra sensación en los últimos ensayos y ver cómo encajaba todo?

Muy nerviosas, porque no tuvimos tanto tiempo de ensayo como nos hubiera gustado. Los ensayos de antes de la cuarentena se dieron por terminados, y cuando retomamos en septiembre era una propuesta diferente, Luis había cambiado ciertas cosas y tenía otras ideas. Era empezar de cero con menos tiempo. Aparte de los típicos nervios de antes de un estreno, teníamos miedo e incertidumbre. Nos preguntábamos mucho ¿cómo reaccionará el público?, y, sobre todo, ¿llegaremos a estrenar? pero, al final, toda esta locura que vivimos se acercaba más al universo Jenet y al mundo de Las Criadas.

 

«Claire y Solange se mueven en una olla a presión a punto de estallar en cualquier momento»

 

El personaje de Claire tiene una evolución muy interesante, pero ¿ella realmente se ve capaz en algún momento de romper con su situación de criada?

Esa pregunta me la he planteado alguna vez: ¿Qué esperan exactamente al matar a la señora? Pero yo creo que al final, tanto Claire como Solange se mueven por impulsos y emociones y no analizan ni razonan como tú y yo. Se mueven como una olla a presión a punto de estallar en cualquier momento. Viven en un estado mental muy concreto, ya desde el momento en el que empieza la función. Luis también insistió en eso en los ensayos. La forma de trabajar los personajes tenía que ser diferente, porque al no existir ese proceso de análisis, todo cambia en milésimas de segundos y se dejan llevar por la situación y el contexto en el que viven.

 

Hay un componente audiovisual importante en la función y tienes un fragmento potente donde se te ve en primer plano durante un rato ¿Cómo fue grabar esta parte? 

Lo repetimos tres o cuatro veces. Lo que pasa es que estas cosas se graban a veces en mitad de los ensayos, cuando todavía no está todo el proceso completado y estamos descubriendo la obra y los personajes, pero como Luis tenía tan claro cómo lo quería, creo que encaja muy bien. Además, no se abusa mucho de la pantalla, solamente con tres momentos muy precisos que justifican muy bien lo que está ocurriendo fuera.

 

<i>Las criadas</i> a través de los ojos de Ana Torrent en Madrid
Ana Torrent en una escena de Las Criadas. Foto de Jesús Ugalde.

 

¿Dónde te sientes más cómoda, en cine o en teatro?

No te sé decir. Yo he hecho más cine que teatro, pero en los últimos años me siento muy a gusto en el teatro. Hay una cosa en el trabajo que es más gratificante. El cine tiene otra magia, la de la luz, del primer plano, de la imagen. Pero el teatro tiene la aventura del recorrido y del personaje. Cada cosa tiene su atractivo, su dificultad y su belleza. Me gustaría poder seguir compaginando las dos cosas.

 

¿Comentáis entre compañeras de profesión la escasez de personajes femeninos a partir de una cierta edad?

Ya ni lo hablamos porque es evidente. A partir de una edad ya no hay personajes excepto para tres actrices, pero no solo en España, en todas partes. A partir de los cuarenta y algo el trabajo empieza a bajar y bajar. Es duro, pero es así. Quizá ahora haya más series donde hay más espacio para mujeres, pero el problema existe y está ahí. Y da rabia porque cuando más aprendes y cuando mejor te sientes por veteranía, es cuando menos trabajas.

 

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