SUSCRÍBETE
Familia_Camino_Godot

La sonrisa amarga de ‘Familia Camino’

“Ya no me interesa tanto el humor chusco, me apetece ahondar más en el alma de los personajes”

 

El Teatro Lara será testigo este mes de la puesta de largo como director y dramaturgo del actor César Camino que presenta Familia Camino, una propuesta muy personal en la que hace un llamamiento, en clave de comedia, aunque un tanto amarga, a frenar el ritmo endiablado en el que andamos sumidos y dedicar tiempo al cuidado de nuestros mayores. Para ello se ha querido rodear de nombres como los de Tina Sáinz, Eloy Arenas y Carmen Flores Sandoval, que le acompañan sobre el escenario, y la producción de Gabriel Olivares, con el que ha trabajado en títulos como Burundanga, El nombre o Gross Indecency.

Un retrato familiar que, aunque nos arrancará risas, resulta un pellizco que a más de uno escocerá y sobre el que hemos querido conversar con su creador para acabar descubriendo más sobre la carrera de este actor que quiere explorar nuevos aspectos dentro de la comedia.

 

Por José Antonio Alba

 

César, este es el primer texto de larga duración que estrenas, ¿cómo surgió la idea de Familia Camino?

La historia resume como tres años de mi vida condensados en 24 horas. Un día mi padre se cayó desplomado, vinieron los del SAMUR y se lo llevaron. Él vivía solo con mi madre, mi hermano y yo ya nos habíamos independizado, mi madre tenía Parkinson, no se podía mover, prácticamente había que ayudarla a caminar por la casa y era mi padre el que la cuidaba. Al caer desplomado mi padre, entré yo en juego y me encontré con que no podía ir al hospital a ver a mi padre porque mi madre no podía moverse sola. Me encontré con una situación difícil de manejar y se me ocurrió hacer una comedia de todo esto por catarsis.

César, a ti se te identifica con la comedia y aquí continúas con el género, pero el espectador que vaya a ver Familia Camino se va a encontrar con un giro hacia algo más áspero.

Sí, no es una comedia fácil y divertida, tiene un poso amargo, he intentado retratar lo más mezquino que salía de nosotros en esos años. Es el tipo de humor que a mí me gusta. Es verdad que los proyectos en los que he participado son más luminosos, pero esto es lo que me sale cuando me pongo a escribir. No me interesa ya tanto el humor más chusco, lo he hecho mucho. Empecé en el teatro comercial con Burundanga y fui enlazándolo con otros proyectos similares y no me apetecía hacer otra más así, me apetecía más ahondar en el alma de los personajes.

¡Nada como uno mismo para hacer que vire el timón!

La verdad que lo necesitaba, ahora que he estado haciendo El vergonzoso en palacio del Clásico, o Sueños de un seductor con PasoAzorín, he disfrutado de otras maneras de hacer y de entender el teatro. Siendo comedia todo, ¿eh?, pero como que me he ido desprendiendo de cosas y me apetecía hacerlo así, muy diferente a lo que he hecho hasta ahora.

Puestos a cambiar, ¿por qué has elegido continuar con la comedia para contar esta historia?

Me paso tanto tiempo haciendo reír que, cuando me he sentado a escribir, ya tenía el impulso de hacer reír. No me había planteado escribir un drama, pero según iba escribiendo, comenzaron a salir estas cosas de mí. La verdad que después me asusté un poco porque estaba diciendo unas cosas terribles, pero bueno, salpimentada de comedia de situación, se la podía comer uno bien. Si no le hubiera puesto alguna situación disparatada habría sido un drama muy amargo y, a lo mejor, no hubiera sido interesante, pero exagerando un poquito, acercando la situación a los espejos deformantes, resulta divertida. Haciendo reír a la gente también les hago reflexionar sobre qué hacemos con nuestros mayores cuando llegan los momentos difíciles, esa prisa que tenemos hay que pararla, no creo que todo el mundo sea capaz, yo no fui capaz durante tres años, iba desquiciado y cabreado por la vida y es lo que he intentado reflejar en el texto.

La situación que están viviendo nuestros mayores con la pandemia, las residencias, la soledad, ¿es una pista de por dónde va Familia Camino?

A este personaje la vida le obliga a parar, se niega a cuidar a su hijo y se ve obligado a cuidar del padre. Ahora que han muerto con el COVID tantos ancianos en residencias, la gente parece que se ha parado a pensar y ha puesto el foco en los mayores. Ha tenido que venir una pandemia para que nos paráramos un pelín a pensar.

Familia_Camino_Godot
Carmen Flores Sandoval, Eloy Arenas, Tina Sáinz y César Camino protagonizan ‘Familia Camino’

¿No da cierto pudor subir a un escenario una ficción sobre una vivencia familiar real?

Quizá es un poco exhibicionista esto de la autoficción (Ríe) pero es verdad que a mí lo que me tira es estar en un escenario. La fui escribiendo por drenar esa mala leche que tenía, pero a la vez, según la escribía comenzaba a vislumbrar que se podía montar ¿y quién la iba a hacer? La tenía que hacer yo, siempre me la he imaginado conmigo.

La obra para mi es como un estado mental, no es real, es más algo simbolista, la casa en la que estuve envuelto durante tres años es la que he intentado reflejar y en la que, cada vez que entro, no soy capaz de salir.

Esa situación en la que se encuentra tu personaje me recuerda un poco a El ángel exterminador, esos intentos por salir y en los que siempre hay algo que lo frena.

Ese es el gag recurrente, el hijo coge el casco de la moto, la mochila, el abrigo, va a salir y siempre hay algo que le frena ¡y siempre es algo desagradable y cómico! El caso es que nunca logra salir por la puerta, siempre hay un chantaje emocional o una urgencia que resolver. Me he planteado la función como una yincana, como estas películas de Buster Keaton que va sorteando obstáculos, intentando alcanzar un ideal que, en este caso, es convertirse en mejor persona o mejor hijo, aunque el personaje no se dé cuenta. Una catarsis que le ayudará después a enfrentarse a los problemas que tiene en casa.

En el reparto cuentas con Tina Sáinz, Carmen Flores Sandoval y Eloy Arenas, ¿cómo han llegado cada uno de ellos al proyecto?

Tina Sáinz ha llegado por cómo es ella, cuando pensaba en el personaje de la madre siempre se me venía a la cabeza ella, también me venía Amparo Pamplona, son actrices que tienen cierta elegancia en sus maneras. Tina fue de las primeras opciones, leyó el texto y dijo sí casi en la misma tarde. Me está ayudando mucho porque cuestiona mucho las cosas y me ayuda a entender muchos aspectos del personaje de la madre.

El personaje de Dora al principio era una chica ecuatoriana, estaba escrito pensando en todas esas mujeres que vienen a España buscándose la vida, en casa tuve contratadas varias, pero luego, a la hora de releer la obra me parecía todo un poco cliché y decidí pasarlo a español porque tampoco quería ofender. Y lo llevé a una chica de Toledo.

De Tembleque para ser más exactos, ¿no?

Sí, de Tembleque. Se me ocurrió por el tema del Parkinson (Ríe) Y llamé a Carmen Flores Sandoval que ha trabajado mucho conmigo, hemos hecho Gross Indecency, y me gusta mucho cómo es y su físico, que es espectacular.

Eloy Arenas ha entrado un poco de segundas, teníamos un actor vasco que nos gustaba mucho a Gabriel y a mí que se llama Zorion Eguileor, recientemente hemos podido verle en El Hoyo, nos gustamos y empezamos a ensayar, al poco tiempo tuvimos que llevarle al hospital porque pensábamos que tenía COVID, se puso malísimo, al final fue una infección de orina muy grave y se tuvo que volver a Bilbao en la primera semana de ensayos. Y con Zorion en el hospital, llamé a Eloy que entró a sustituirle de un día para otro. Le va a dar un punto muy divertido al personaje. Eloy cae bien a la gente y el padre necesita caer bien a su manera.

¿Qué te gustaría que se llevara el público cuando salga de ver Familia Camino?

Me gustaría que salgan con las ganas de llamar a casa, a su padre o a su madre y decir “Hola, que solo llamo para decir que te quiero” y ya está porque nunca se sabe si se lo decimos suficiente. Eso es lo que me gustaría provocar en el espectador. Como la obra es tan amarga, tan dura, por lo menos que al final esté esa sensación amable y esperanzadora. Yo creo que el teatro tiene que tener algo de catártico para bien, no quiero dejar al espectador con el corazón encogido.

Comparte este post