Las Naves del Español recuperan la adaptación teatral de Jesús Cracio del libro Ejercicios de Estilo de Raymond Queneau, un clásico contemporáneo lleno de imaginación y originalidad donde un sencillo suceso es abordado desde diferentes puntos de vista, estilos y géneros. ¿Qué no…? pone en escena más de 30 variaciones de una misma anécdota, por lo que el elenco formado por Nur Levi, Paloma de Pablo, Claudia Salas, Fernando Sainz de la Maza, Álex Villazán, Arturo Martínez Vázquez, Javier Ballesteros y Rosa Martí se encargará de encarnar diferentes roles. La obra estará en cartel del 22 de octubre al 21 de noviembre.

 

Variaciones de la palabra

 

Por David Hinarejos

Foto destacada: Jesús Ugalde. En la imagen el director Jesús Cracio en el centro junto a todo el elenco del montaje.

 

Habiendo dejado ya atrás los albores del S. XXI, la sobreinformación que trajo consigo la expansión de internet ha mutado hacia una especie de espiral de reinterpretación infinita de cualquier suceso o dato. Ya ni siquiera intentamos mantener la cordura y la visión crítica ante la avalancha de noticias porque nos perdemos en la cantidad de explicaciones, apreciaciones, memes, videos, comentarios y ‘fakes’ sobre cada una. A través de distintos medios y redes toda clase de generadores de contenidos, desde periodistas hasta tertulianos, youtubers, tuiteros, trolls, gente que se aburre… lanzan su propia versión de las cosas sin preocuparse, en la mayoría de los casos, de aportar nada sustancial.

Ante esta realidad que nos abruma no podría resultar más conveniente el estreno de ¿Qué no…? , la adaptación teatral del director Jesús Cracio de Ejercicios de Estilo de Raymond Queneau (1903-1976). El original, imaginativo y versátil autor francés consiguió en este libro de 1949 hacer del tema de las diferentes visiones de un suceso una joya del uso del lenguaje y la palabra. En su caso, la anécdota en sí no ocupaba más de unas cuantas líneas, pero mostraba 99 versiones de la misma. Lo que podía haber sido un compendio de textos repetitivos y aburridos, gracias al constante cambio de puntos de vista, estilos y géneros en cada narración, se convirtió en una obra que aún hoy es referencia para cualquiera que quiera convertirse en un buen narrador de historias.

 

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Reestreno 44 años después

En 1987 Jesús Cracio se enamoró del libro de Queneau cuando lo leyó por recomendación de la periodista Rosana Torres. “Su lectura me echó para atrás -comenta el director-, tantas variaciones de la misma historia… luego descubrí que encajaba con uno de los lemas del grupo OULIPO (Taller de literatura potencial) del que Queneau era fundador: ‘Siempre la misma, pero diferente’. Rosana fue la que me retó a llevar esta locura de texto a escena. No pude resistirme. Yo venía de codirigir La Reina del Nilo en el Albéniz con un gran reparto (Carmen Maura, Santiago Ramos, el Gran Wyoming…), pero este montaje que era el primero que iba a dirigir en solitario se convirtió en un proyecto muy en la línea del teatro independiente. Para ello conté con 8 alumnos y alumnas del Instituto de la Juventud en el que yo dirigía el Área Teatral”. Entre aquel elenco se encontraba una jovencísima Natalia Menéndez, actual directora del Teatro Español. “Natalia me llamó para montar algo esta temporada, y después de barajar varios proyectos decidimos que encajaba muy bien dentro de la programación de este año recuperar ¿Qué no…?”. Indudablemente los tiempos han cambiado y Cracio, de nuevo junto a Antonio Fernández Ferrer, ha realizado algunos cambios en el texto: “La estructura dramática es la misma, pero era obligatorio dar una vuelta a algunos aspectos que en esta época no funcionarían”.

 

Ejercicio de funambulismo

Al igual que Cracio define como ejercicio de funambulismo el texto del escritor francés, su labor a la hora de llevarlo a escena no es menos arriesgada. “Somos conscientes que estamos en la cuerda floja todo el rato porque la repetición existe, así que, o lo haces muy bien o puede perder el atractivo y el interés en cualquier momento”. La anécdota base es muy sencilla: una persona observa a otra en un autobús y luego la vuelve a ver en una plaza conversando con alguien, en ambos casos sin que pase nada relevante. Las mismas virtudes que se desarrollaban en el múltiple tratamiento de este hecho en el libro se despliegan ahora en el montaje teatral: “Cada variación crea una historia diferente que además el espectador suele terminar de desarrollar en su cabeza. Nosotros hacemos unas 36 variaciones, casi todas ya venían en el texto original, pero hemos creado dos nuevas: una de estilo policíaco y otra a la que llamamos Poetriste”.

 

 

El entramado dramático y la música

El director asturiano ha ideado una puesta en escena dividida en tres actos otorgándole a cada uno un entramado dramático que une tanto a los numerosos personajes que aparecen en escena como a las narraciones de cada uno. “La primera parte es como si fuera una road movie donde un personaje se mueve por distintos espacios y habla con diferentes personas; la segunda se desarrolla en un restaurante; y la última entra en otros terrenos más surrealistas. Cada intérprete cambiará de caracterización según en la que estemos”.

La música será otro elemento importante en la función: “Queneau escribió el libro después de escuchar El arte de la fuga de Bach. Él quiso trasladar a la literatura lo que el compositor había logrado en la música. Inspirados en ello, nosotros hemos utilizado la Toccata y Fuga en D menor de Bach interpretada en variadas versiones -sinfónica, rock and roll, jazz…- para acompañar y unir los elementos de la escena”.

Sin duda, esta adaptación continúa siendo más de cuatro décadas después de su estreno una propuesta valiente y arriesgada en la que según el propio Cracio “prima la palabra, la palabra bien dicha. Eso es lo importante de la obra, devolverle el valor a la palabra en un momento en el que decir bien la palabra es algo que parece ya no cotiza”.

 

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