SUSCRÍBETE
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

La guerra sin fin

«Educar es enseñar a controlar los impulsos para que podamos convivir»

 

Miguel Torres es el impulsor de Teatro Lagrada, un espacio que desde sus inicios realiza ciclos teatrales sobre temas concretos para profundizar en ellos. En este caso han organizado un ciclo llamado ‘La guerra sin fin’ para ahondar en la naturaleza de los conflictos bélicos que asolan a la humanidad.

El ciclo lo componen tres montajes. Guardo la llave, la nueva obra dirigida por Miguel, es uno de ellos (podrá verse del 23 de noviembre al 9 de diciembre). Y de él nos habla en esta entrevista. Las otras dos propuestas son Guerra: ¿Y si te pasara a ti? (del 14 al 17 de noviembre), de la compañía La casa escénica, y La mala herencia (del 13 al 29 de diciembre), de Antagonía Teatro.

 

Por Sergio Díaz

Foto portada: Guardo la llave

 

¿Por qué habéis decidido hacer un ciclo sobre la guerra?

Parece que si no las tenemos en casa las guerras no existen. Parodiando al gran Forges, podríamos decir que las guerras no se crean ni se destruyen, solo se trasladan. Una vez escuché a un periodista que cubría diversos frentes, que había guerras enquistadas que a los dos bandos les interesaba mantener. Igual que frenan las energías renovables por intereses petrolíferos mantienen las guerras por la industria armamentista. «Quien olvida su historia está condenado a repetirla» y la historia de la Humanidad es la historia de la guerra perenne. En pasado presente y futuro tenemos que hablar de la guerra.

 

¿Cómo nace vuestro montaje?

Guardo la llave es el título genérico de un libro con varias historias que El Astillero editó a raíz de un taller de dramaturgia dirigido por Pepe Monleón. El hilo conductor son historias reales de guerra y posguerra sobre los cuales elaborar una dramaturgia. Como taller de fin de ciclo, dentro de la escuela de Lagrada, elegí varias historias para mostrar en la producción de un espectáculo. Diez años después con los alumnos de antaño, actores y actrices hoy, retomo aquel trabajo de tan buen recuerdo y de tanta actualidad con una producción más elaborada.

 

La obra se articula sobre seis historias. ¿Cómo las habéis seleccionado? ¿Dónde habéis investigado?

Había dos criterios para elegir los textos: que las historias y la estructura nos gustaran y que fuera posible en función del elenco. Curiosamente a actores jóvenes y no tan jóvenes así como a mí personalmente, nos resonaba en historias que habíamos oído contar en nuestro entorno personal; concretamente a mí, la historia El topo me llevó a recordar la salida de su guarida del tío de un compañero mío de instituto después de estar más de veinte años escondido.

 

¿De dónde viene el título de la obra?

Los que quieren volver y no pueden, los que no deben volver aunque puedan, los que vuelven con la mirada puesta en el pasado… Entronca con la ¿leyenda? de los judíos sefardíes que se llevaron las llaves de sus casas para cuando volvieran. Leyenda o no, después de cientos de años conservan el castellano y las costumbres de aquella época de expulsión, ello indica que puede ser leyenda pero tiene su valor simbólico.

 

Del tema de los judíos sefardíes se ha hablado poco en nuestro país y fue un hecho extremadamente grave, ¿no?

Sí, desde entonces no levantamos cabeza. Era un pueblo culto, económicamente potente, con sentido de la convivencia; aquel descabezamiento tenía unos intereses políticos y económicos claros y se enarboló la bandera de la religión única como arma para anular su poder, no militar por otra parte.

 

La obra se sitúa en nuestro país, en la época de la Guerra Civil y su cruenta posguerra. Pero podría haber estado situada en cualquier país que haya sufrido un conflicto así, ¿no?

Que haya sufrido y que sufre. Si la guerra no existiera Guardo la llave sería un documento histórico, pero por desgracia hay muchas guerras y mucho sufrimiento de gente inocente que sufre de las tropelías de los dos bandos de la contienda, por eso los personajes de la obra son víctimas de la violencia de ambos contendientes. En las guerras no hay buenos y malos, en las guerras aflora el animal más sanguinario que llevamos dentro. Nos rasgamos las vestiduras fácilmente pero o es un acto farisaico o nos dura muy poco.

 

¿Cómo la habéis ambientado?

El que sean varias historias condiciona el concepto escenográfico. Siempre he sido partidario de trabajar con los objetos imprescindibles que ni por defecto ni por exceso condicionen el montaje ni oscurezcan el trabajo actoral. El vestuario y el atrezzo tienen bastante importancia y la escenografía se limita a una mesa, dos sillas, un sillón, una lámpara de pie y poco más.

 

¿Cómo has escogido al elenco? ¿Son gente que ha surgido de Lagrada?

Todas las producciones de Lagrada se nutren de actores que hayan pasado por la escuela del teatro. En este caso, tal y como dije anteriormente, todos los intérpretes son los mismos que hace diez años terminaron su periodo de formación con Guardo la llave, a excepción de una actriz, Sheila, que por problemas personales no puede participar de esta reposición y es sustituida por Eva, que también se formó en nuestra escuela.

 

Vivimos tiempos complicados a nivel social. ¿Es importante echar la vista atrás para tratar de aprender de errores pasados?

Es imprescindible para aprender de nuestros errores. «Si cree que la educación es cara pruebe con la ignorancia». Esta frase de Derek Bok denota lo que significa que la pobreza, la ignorancia y la alienación, fruto de la avaricia que provoca un reparto injusto de la riqueza, sea causa de enfrentamientos violentos. La historia está hecha de situaciones de intereses egoístas e injusticia social radical que genera violencia; pero seguimos en la misma.

 

Ojalá que no suceda nunca, pero ¿ves posible que un conflicto como la Guerra Civil vuelva a repetirse aquí en un futuro próximo?

La guerra de los Balcanes, de 1991-2001, estuvo a punto de dividir y desestabilizar a la Europa actual que estaba en periodo de gestación. Lo que hasta la fecha había sido convivencia pacífica se convirtió en un enfrentamiento étnico y religioso. Quizás sea paranoia pero yo creo que hubo intereses ocultos para que esa guerra desestabilizara un proyecto europeo, quiero decir, que si poderes fácticos, que haberlos ‘hailos’, les interesa una guerra en España no van a dudar. Yo creo que lo que sucede en Cataluña tiene que ver con intereses ocultos a los cuales les interesa utilizar esa carta que tenían en la manga. En el teatro una conversación no es nunca una mera conversación, igual que un enfrentamiento como los Balcanes, o ahora Cataluña, no es un mero enfrentamiento.

 

La guerra sin fin en Madrid
Foto del montaje ‘Guerra: ¿Y si te pasara a ti?’, de La casa escénica

 

Nos puedes hablar un poco de los otros montajes que participan en el ciclo? ¿Cómo los habéis escogido?

La primera obra que podrá verse dentro del ciclo nos la trae La casa escénica, una compañía de Zaragoza que ya estuvo en Lagrada con Marx en el Soho. Lagrada ha organizado ciclos en torno a Beckett, Ionesco, Mujeres Dramaturgas, Clásicos Contemporáneos, etc. y siempre hemos solicitado la colaboración de compañías cercanas en los objetivos. Guerra: ¿Y si te pasara a ti?, es el título de este montaje dirigido por Esmeralda Gómez Souto a partir de un texto de Janne Taller. El título es lo suficientemente explícito.

Y la obra que cierra el ciclo es La mala herencia, de Antagonía Teatro. Alberto de Casso, dramaturgo y director que ya ha estado en Lagrada en diversas ocasiones, está al frente de esta compañía y ha escrito este texto que será dirigido por Laura Garmo. En este caso nos cuenta un enfrentamiento entre hermanos por una herencia a la muerte de la madre y la concomitancia con la guerra de Siria. En el montaje se hace un paralelismo de los conflictos cotidianos con los conflictos de mayor dimensión.

Con estos trabajos nos damos cuenta que no hemos trascendido todavía nuestro estadio animal.

 

¿Este ciclo tendrá continuación en el tiempo? Viendo el tema tan importante que trata, ¿os planteáis retomarlo en un futuro?

Educar es enseñar a controlar los impulsos para poder convivir, a un niño hay que decirle reiteradamente que no se pega, que no se tiran papeles al suelo, que es bueno compartir, por eso hay que decir reiteradamente NO A LA GUERRA. Quizás muramos en el intento pero hay que intentarlo.

 

La guerra sin fin en Madrid
Foto del montaje ‘La mala herencia’, de Antagonía Teatro
Comparte este post