Ángel de Quinta es profesor de alumnos norteamericanos en la Universidad de Sevilla. Licenciado en Historia del Arte, imparte las asignaturas de Historia Cultural de España, Novela y Cine y Cine Contemporáneo Español, entre otras. Su formación se mueve entre la historia, la literatura y el cine, sus principales pasiones. Es autor del libro de texto Lecciones de Cultura y Civilización Española (Ed. Diada, 2013), y es también un apasionado del teatro musical. Ante el estreno de A Chorus Line en el Teatro Calderón, espectáculo de teatro musical producido por Antonio Banderas y protagonizado por Manuel Bandera, nos ha cedido amablemente un texto que ha escrito sobre la obra.

 

A Chorus Line, One singular sensation

 

Por Ángel de Quinta

Foto de portada: Antonio Castro

 

Después de la calma llega la tempestad, ¿o era al revés? Tras más de un año de casi total inactividad las puertas de los teatros vuelven a abrirse de par en par, y es una sensación única. Cruzamos los dedos para que nada interrumpa la buena racha que parece adivinarse pasados tantos días en barbecho forzoso. Y es que estamos de enhorabuena, los que nos sentamos en las butacas y los que salen entre cajas. Ya sean protagonistas o coristas.

De eso trata esta función, de toda esa gente que te hace feliz por un rato aunque nunca vayas a recordar su nombre, de los que forman el eco del actor o la actriz cabeza de cartel, de esos que aparecen detrás, o a veces delante de ellos, pero sin absorber la luz del cañón en su rostro, siempre reservada para otros. De los que forman la línea del coro.

Con nueve premios Tonys y un Pulitzer, A Chorus Line representa uno de los grandes pilares del teatro neoyorkino, además de un paso esencial en la evolución del concepto de musical tradicional. Una trama tan simple como una jornada en la preparación de un nuevo show para el que el director tendrá que escoger ocho de entre los diecisiete aspirantes que quedan tras la primera selección. Desde el comienzo se nos va presentando cada uno con sus historias, sus miedos, anhelos, inseguridades y su deriva personal hasta llegar allí. Poco a poco la audición se va convirtiendo en una catarsis, una sesión de terapia en la que los candidatos tendrán que desnudar su alma con todo lo que ello supone, además de demostrar ser los mejores sobre las tablas. Esa enorme presión -ni más ni menos que la que sufren los que deciden dedicarse a este maldito y bendito oficio- se va materializando en una serie de canciones que irán poniendo el foco sobre las miserias y grandezas de cada uno de ellos.

 

 

La idea original de esta función estrenada en el Teatro Shubert de Nueva York en 1975, partió de una serie de grabaciones reales de diferentes audiciones realizadas para varios espectáculos de Broadway, en las que se recogía la experiencia de los postulantes a hacerse un hueco entre ‘los elegidos para la gloria’. Muchos contaban algo muy parecido, venían de distintos puntos de la geografía americana a triunfar en Nueva York y una vez allí, lo que encontraban era una montaña de decepciones casi imposible de escalar, una competencia feroz y la necesidad desesperada de trabajar en lo que fuera para poder pagar el alquiler y la comida hasta que les llegara la oportunidad que tanto deseaban, algo que, en la mayoría de los casos, nunca sucedió. Es este un musical sobre los musicales, un show acerca del dolor y las penurias que tienen que sufrir los que dejan sus lágrimas tras los bastidores. A Chorus Line trata sobre el reverso de lo que vemos los que estamos cómodamente sentados en la butaca de un teatro.

 

El principal observador de esa colección de testimonios grabados en cintas de casete se llamaba Michael Bennett, y él mismo tuvo que pasar algunos años antes por la dura criba que implica ser seleccionado para un nuevo proyecto. Uno de los mejores coreógrafos de Broadway, además de director, bailarín y actor, un hombre curtido en las lides del mundo del espectáculo a base de renunciar a casi todo por perseguir un sueño. De eso va este musical, de los sueños y las pesadillas que a veces hay que atravesar para alcanzarlos.

But everything was beautiful at the ballet… Como dice uno de los temas principales de la obra, los malos recuerdos, los traumas de la infancia y la adolescencia o las decepciones de la juventud se disipan en el preciso instante en que el bailarín pisa el escenario. Teniendo que luchar contra los prejuicios y la intolerancia propias de la época -no fue buena idea ser judío y gay en la América de los 60- Bennett encontró refugio en la escritura, la actuación y la danza, y a pesar de que su vida estuvo plagada de frustraciones y desprecio -aunque acabara saboreando las mieles de un reconocimiento unánime- todo se volvía perfecto, todo era hermoso en el ballet. En julio de 1987, con 44 años, murió por culpa de la enfermedad que asoló a una gran parte del mundo del espectáculo. Como tantos aspirantes de aquellas ‘líneas de coro’, el alma y verdadero motor de esta pieza sucumbió a la crueldad del SIDA dejando atrás un legado inigualable, una página de oro -o más bien de purpurina dorada- en la historia del musical americano.

 

A_Chorus_Line_Godot_11
Antonio Banderas (Productor y codirector), Baayork Lee (reposición de la dirección y coreografía) y Manuel Bandera (protagonista). ©Antonio Castro

 

A Chorus Line fue un éxito sin precedentes en su tiempo, permaneciendo quince años seguidos en cartel y reponiéndose en multitud de países con enorme aceptación. Y ahora viene a Madrid después de haber interrumpido su estreno en Barcelona donde les sorprendió la pandemia por la que tuvieron que echar el cierre precipitadamente. Es también la obra que eligió Antonio Banderas para inaugurar el Teatro Soho Caixabank a finales de 2019, cuando nadie imaginaba lo que se nos venía encima.

¿Por qué escogería Banderas un musical como éste para abrir su teatro malagueño? Vete a saber. Porque es uno de los clásicos que todo actor de Broadway sueña con interpretar (perfecto para demostrar lo que hay que tener cantando, bailando y actuando a la vez), porque representa el momento al que él mismo se habrá enfrentado tantas veces, ser observado, evaluado, juzgado desde la lejanía de la oficina de un productor cualquiera o en lo oscuro de un patio de butacas. Porque cuenta con una partitura de lujo, obra del fallecido Marvin Hamlisch, en la que cada tema es una joya que narra una historia de seres humanos de carne y hueso, o porque pocas veces se ha creado para la escena una coreografía de este nivel… Tal vez porque nunca ha habido una buena versión en España de esta obra maestra del género y ya iba siendo hora, o simplemente porque nuestro héroe malagueño (heroico levantar un teatro de la nada y también hacerlo con una función de este calibre) es uno más de los miles -millones, perdón- de fans que este show de culto ha cosechado por todo el mundo desde que se estrenara hace ya cerca de medio siglo.

Él mismo interpretó el papel de Zach, director y ‘seleccionador’ de los bailarines en el estreno de 2019, siendo luego reemplazado por Pablo Puyol y ahora, en su llegada a Madrid, por el también malagueño Manuel Bandera, arropado por un cast de actores jóvenes de primera división que comienzan a saltar sobre el escenario del Teatro Calderón a partir del 8 de octubre, en una temporada que se extiende solo hasta el 7 de noviembre.

Así que no te lo pienses mucho, pilla tu entrada cuanto antes y disfruta de un clásico de Broadway como pocos se han estrenado en nuestro país. Y por encima de todo, déjate arrastrar por la emoción de este show y vuelve a vivir esa sensación única, absolutamente singular, de volver a cruzar las puertas abiertas de un teatro.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí