Foto de portada: Los días felices, con escenografía de Elisa Sanz. ©marcosGpunto

 

El término ‘escenografía’ procede de la palabra griega skênographia, que hacía referencia a la labor artística de adornar, pintar y decorar el teatro en sí mismo. A lo largo de los siglos, la escenografía ha ido transformándose al igual que pasa con todas las artes plásticas y escénicas. Mientras que en la época renacentista la escenografía era el acto de pintar un telón de fondo en perspectiva al fondo del escenario, en la actualidad la escenografía ya es considerada como la ciencia y el arte de organizar el espacio teatral. Intrínsecamente, el concepto sigue manteniendo la connotación de ‘decorar el espacio’ que se le atribuía siglos atrás, pero es necesario dotar a este trabajo de un significado mucho más concreto y menos coloquial. Razón por la que, en las presentes líneas, se hablará de manera completamente alejada del envoltorio conceptual del escenario para asentar el discurso sobre la definición que Patrice Pavis (conocido estudioso e investigador teatral contemporáneo) dio en 1996 en su Diccionario del teatro: “La escenografía es la escritura del espacio tridimensional (al que habría que añadir la dimensión temporal). Es un texto prexistente, determinante y del todo protagonista en el arte de crear historias teatrales”.

El teatro es una labor de equipo, aunque algunos roles de este trabajo sean más visibles que otros (como los actores o el dramaturgo). Detrás de un escenario hay muchas personas que han trabajado en la obra de la que nosotros somos espectadores, sin embargo, su presencia queda invisibilizada y relegada a un segundo plano. La escenografía es uno de esos sectores que siempre está presente, pero a menudo no se toma en cuenta el trabajo de aquellos que la llevan a cabo. En la creación teatral contemporánea, en la mayor parte de los casos, el dramaturgo presenta el texto escrito al director de escena. Este último, con ayuda del escenógrafo/a, adapta el texto a una puesta en escena sobre el propio escenario. Podríamos considerar que lo que hacen el escenógrafo y el dramaturgo es crear un “cuadro teatral”, que es el que presenta al público un pacto de aceptación y creencia sobre lo que se le está contando. Pero, alejándonos de lo meramente teórico, es interesante conocer la definición que le dan a su trabajo alguno de los escenógrafos del panorama actual.

 

Mónica Boromello, escenógrafa de obras como Cronología de las bestias (Lautaro Perroti), Zoo (Sergio Blanco), Celebración (Luis Luque) o Los farsantes (Pablo Remón), entiende la escenografía como “un ente que se mueve y se transforma, aquello que está en el escenario rodeando a los actores. La idea es hacer una propuesta de espacio, que puede ser realista o no, pero que sitúe al espectador en una historia, en una sensación y en una emoción”. Alessio Meloni, escenógrafo de La Infamia (José Martret), Troyanas (Adriana Ozores) o las más recientes, Amistad (Juan Mayorga), Los Pálidos (Lucía Carballal), Soledad. Vida y muerte de mi abuela (Selu Nieto), añade a esta definición el concepto “arquitectura efímera” y habla de la creación de un nuevo lenguaje escénico: “Es crear un espacio acorde a la dramaturgia, siendo los primeros en empezar en el proceso, porque tenemos que gestionar con tiempo una idea que hay que materializar y diseñar. Es un juego creativo”. Elisa Sanz, escenógrafa de obras como Silencio (Juan Mayorga), Los días felices (Pablo Messiez), Loop (Aracaladanza) o Algunos días (Cristina Rojas), finaliza esta definición alejando la escenografía de la ‘decoración’: “No me gusta que hablen de decorado. No soy decoradora. Podemos hablar de escenografía como diseño del espacio escénico donde se produce el drama. Su composición, en cuando a volumen, dimensión, color, textura, uso de objetos… Cito a Anne Ubersfeld: el espacio escénico es el lugar de conjunción de lo simbólico y lo imaginario”.

 

La escritura del espacio en Madrid
Elisa Sanz
La escritura del espacio en Madrid
Foto de Psique, trabajo escenográfico de Elisa Sanz. ©marcosGpunto

 

LE ESCENA (IN)VISIBLE

Peter Brook (director de cine, teatro y ópera) decía que “en el teatro existen diferentes lenguajes a través de los que se establece y mantiene la comunicación con el público. Todos ellos se han de añadir a las palabras disponibles”. Para que estos lenguajes se creen dando lugar a la comunicación teatral completa, es necesario que existan profesiones como la escenografía, que complementen las labores de los actores, los dramaturgos y los directores. Los escenógrafos trabajan tras el telón, dando forma a cada personaje y cada mundo que les rodea. Su trabajo está presente desde el momento en que los espectadores entran a la sala de teatro, en muchos casos, está presente antes que la propia interpretación de los actores (no olvidemos los grandes espectáculos musicales que ambientan la sala teatral completamente, como ocurre como El Rey León; o los telones abiertos que dejan a la vista el mundo de la obra antes que se vea lleno de personajes). Teniendo en cuenta esto, es llamativo que su trabajo quede invisibilizado en la mente de los espectadores: “En la mayoría de los proyectos, los cabezas de cartel son los intérpretes o los directores/directoras. Hay muy pocos casos en los que se pone en valor alguna figura del equipo artístico”, confirma Mónica Boromello. A pesar de poder resultar repetitivo, es importante resaltar de nuevo en este punto que la creación teatral es un trabajo grupal y no se debe poner la responsabilidad de la invisibilización de algunas de sus profesiones en otras que formen parte del proceso, como nos explica Alessio Meloni: “El planteamiento teatral es otro. Es contraproducente fomentar la competitividad entre miembros del equipo, todos queremos que la obra funcione y cada uno conoce el lugar que ocupa”. Entonces, paradójicamente, la invisibilización acaba encontrándose en los ojos de quien mira. Aquella mirada que pone la importancia en el ‘aparecer’ de manera física (ya sea por nombre de cartel o por presencia en el escenario de la propia persona) que en el ser y estar a través de la creación. Algo que, a su vez es contradictorio, porque vivimos tiempos en los que la imagen es de las cosas más importantes y, sin duda, imprescindibles. “Una puesta en escena tiene que tener excelencia visual. Los directores/as e intérpretes de este país saben que una buena escenografía, vestuario e iluminación les hace brillar aún más. Quien piense que la escenografía no es imprescindible no hace el teatro que yo quiero en este país”, determina Elisa Sanz.

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Alessio Meloni. ©Romero de Luque
La escritura del espacio en Madrid
Foto de La Infamia, trabajo escenográfico de Alessio Meloni. ©David González Bermejo

Debido a la invisibilización de este oficio teatral (y de otros como figurinistas, iluminadores, regidores, videoescenistas…) existen asociaciones como la AAPEE (Asociación de Artistas Plásticos Escénicos de España), fundada en el 2014 y cuya presidenta es Elisa Sanz, que tiene como objetivo representar a los creadores/diseñadores en el sector de las Artes Escénicas y Audiovisuales visibilizando su trabajo y mejorando sus condiciones laborales y jurídicas. “Uno de los grandes desafíos de esta profesión es que se considere un oficio, que no solo nos dedicamos a esto por amor al arte. Vivir de la escenografía, en mi caso, ha empezado hace cinco o seis años. Yo soy una privilegiada, este trabajo tiene intrínseca la inestabilidad”, afirma de manera rotunda Mónica Boromello. Ya es sabido que vivir de la cultura y las artes es una suerte que muy pocos tienen, no podemos evitar citar el último estudio publicado por La Caixa, titulado Condiciones laborales y de vida de los artistas y profesionales tras la pandemia, en el cual se plantea un panorama desolador para los artistas de nuestro país. Sin embargo, en aquellos sectores menos visibles del trabajo de creación, la precariedad es mucho más presente no solo en los presupuestos, sino también en las ganancias. En los últimos años la escenografía está sufriendo mucho más que la iluminación, el vestuario o la videoescena por un motivo evidente: para poder crearse se necesita material de obra, maquinaria para montarla y desmontarla y medios para transportarse. Los precios en España han aumentado considerablemente en los últimos tiempos y se ha visto reflejado en todos los sectores: “Si quieres vender bolos, normalmente, lo primero que reduces es el transporte de la escenografía y de lo demás, en el tiempo y en el personal de montaje. Y, cómo no, en la construcción de la escenografía. Además, los cachés de diseño han bajado considerablemente. Los profesionales lo estamos sufriendo”, nos explica Elisa Sanz.

 

LA CUESTIÓN DE GÉNERO EN LA ESCENOGRAFÍA

Los estudios dirigidos a la dramaturgia y dirección en España están reglados desde aproximadamente veinte años, tiempo mucho más superior a lo que lleva siendo reglado el sector de la escenografía. La presencialidad de las mujeres ha ido cambiando a lo largo del tiempo en el sector teatral, desde que ocupaban solo puestos de vestuario porque la escenografía o las artes técnicas eran comprendidas como ‘trabajos de hombres’. Fue en los años 90 cuando se decretó la Ley Orgánica de Ordenación del sistema educativo español que mejoró la visibilidad de las mujeres en el teatro tras abrir las puertas a títulos universitarios sobre las artes teatrales y dando cabida a que muchas más mujeres accedieran a puestos como la escenografía, la dirección y la dramaturgia. Se rompieron estereotipos de género.

La escritura del espacio en Madrid
Mónica Boromello.
La escritura del espacio en Madrid
Foto de la escenografía de Los farsantes, de Mónica Boromello

Actualmente, en los estudios de las artes y la cultura predominan las mujeres (según el Informe de Igualdad, presentado por el Ministerio de Cultura y Deporte, con participaciones cercanas al 60%). También fomentaron de manera positiva la presencia de nombres femeninos en los distintos premios del mundo teatral, como los Premios Max, premio que ganó por primera vez una mujer escenógrafa, Elisa Sanz: “Visibilizar a Elisa en el campo de la escenografía, en su día hizo que se generaran referentes para otras mujeres. Me da la sensación que por diferentes mecanismos machistas y por una herencia de profesiones aparentemente ‘masculina’, el camino no fue fácil y según lo que veo, ahora tampoco”, comenta Alessio Meloni. Si echamos un vistazo atrás y nos situamos en los años 90, es muy difícil encontrar nombres de mujeres en el ámbito de la escenografía, algo que actualmente ha cambiado de manera radical, aunque su presencia es menor que otros roles teatrales: “Sigue existiendo es cierto prejuicio sobre si las escenógrafas controlamos técnicamente el proceso de realización, cosa que no creo que se ponga en discusión a los colegas hombres, aunque afortunadamente esta tendencia se va difuminando más”, comenta Mónica Boromello. Sin embargo, es importante resaltar que la cosa ha ido evolucionando y ya no se trata de cuántas mujeres hay en determinados ámbitos, es mucho más importante observar si estamos evolucionando. Hay que conseguir que la igualdad ya no sea algo de lo que hablar, sino algo con lo que vivir.

 

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