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La desbocada libertad de Nieva al hablar de España

“El teatro de Nieva es como invocar a Dionisos”

Francisco Nieva regresa a la cartelera de la mano de esta Rakel Camacho, gran admiradora de su teatro, con la obra Coronada y el toro, que forma parte de su llamado Teatro Furioso. Hablamos con ella sobre esta propuesta que rebosa libertad y que aborda, a través de la comedia, temas tan diversos como la identidad, el poder femenino, la incansable muerte y resurrección carnal de España, la mitología o el erotismo.

La obra, que estará en Naves del Español del 17 de marzo al 15 de abril, cuenta con un amplio elenco: Lorena Benito, Eva Caballero, Juanfra Juárez, Jorge Kent, Chani Martín, Nerea Moreno, Pedro Ángel Roca, Álvaro Romero, Antonio Sansano, Sanna Toivanen y Germán Vigara.

Fotos: Javier Naval

 

¿Este proyecto te ha llevado más trabajo previo a los ensayos que otros?

Mi manera de trabajar tiene mucho que ver con dejar espacio al proceso en el sentido más experimental y creativo. A veces, llega la cosa más aterrizada y otras menos, esta obra la trabajé muchísimo antes de meterme a ensayar porque sabía que tenía que llegar muy preparada. Quise tener toda la propuesta escénica, plástica y la estética ya planteada y, por ejemplo, el aspecto musical muy avanzado. Es muy coral, con una estructura muy operística, hubiera sido un suicidio no empezar con las cosas claras. Luego, obviamente, el teatro se crea en los ensayos no estando yo sola en mi casa.

 

¿Absoluta libertad creativa y narrativa es algo que podría definir el teatro de Francisco Nieva?

Poner puertas al campo a su teatro es imposible, me gustaría pensar que con el mío sucede algo parecido. En su caso, hay algo muy filosófico y abstracto en las ideas, pega muchos bandazos y tiene una parte ecléctica de base muy importante. El teatro de Nieva es como invocar a Dionisos, es crear una ceremonia detrás de otra, mezclando las sagradas con las profanas, lo ritual con lo orgiástico, es una amalgama de sensorialidades. Esto en Coronada y el toro se expresa de una manera un poco más concreta, hay un hilo argumental aunque, como ocurre en todo su teatro, no es importante porque es más de ideas. Yo conecto mucho con esto, con esa capacidad de querer decir diez cosas diferentes en una sola frase y con una utilización de un lenguaje muy expresivo, surrealista y con un tremendo humor. Ya en mi trabajo de fin de carrera en la RESAD monté otra obra suya, La carroza de plomo candente, que, como la de ahora, también pertenece a su llamado Teatro Furioso.

 

¿Es un autor fundamental en el teatro contemporáneo de nuestro país?

Totalmente. Nieva propuso algo que no propuso nadie porque la vanguardia era la vanguardia y el clásico era el clásico. Muchos han fusionado, es cierto, pero yo digo de él lo mismo que él decía de Valle-Inclán, que debería ser una vergüenza para los que hacen, o quieren hacer teatro, no entender la forma dramatúrgica y de puesta en escena que tiene este creador. A Nieva no se le monta porque no se quiere hacer un esfuerzo para comprenderlo, ya que es más fácil llevar a escena todo el teatro realista que estamos viendo. Qué está muy bien, pero hay que salirse de ahí de vez en cuando, resulta muy tedioso. Coronada… está siendo muy difícil, pero para eso estamos aquí.

 

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La directora Rakel Camacho.

En los últimos años en Madrid lo hemos disfrutado muy poco.

Es que el aspecto barroco de su obra suele echar mucho para atrás, pero es que España es y va a seguir siendo barroca siempre. Pasa en todos los países, porque lo que habita un país a nivel cultural, social o religioso hace que sea así. Ahora los países son más barrocos que en el barroco. Él hablaba mucho de este menosprecio a lo barroco, como si fuera el horror vacui.

 

¿Te planteaste realizar una adaptación del texto original?

No, quería hacerlo tal cual, he tocado lo mínimo, es más, creo que he quitado menos cosas que las que quitó él cuando la puso en escena.

 

Actualmente, ¿sigue siendo un texto transgresor y provocador?

Supongo que con alguna escena la gente se seguirá echando las manos a la cabeza y con otras a lo mejor me quedo corta, no lo sé. Lo que es cierto es que te va dando revolcones todo el rato, porque dispara a izquierda y derecha, no deja títere con cabeza. Partimos de que lo que plantea Nieva es una dictadura imaginaria, pero habiéndola escrito en 1974 la referencia al franquismo es inevitable. Sin embargo, mucho de lo que plantea es completamente actual, como el pueblo inventado en el que se desarrolla la obra, hay muchos así en España todavía. Él la llama «la España en Conserva», que, aun con ciertos cambios, sigue queriendo mantener muchas cosas.

 

¿Cómo van tus conocimientos taurinos?

(Risas). Pasó una cosa muy graciosa y es que uno de los técnicos fue mozo de espadas y nos contó muchas cosas. También había varias personas del sur que conocían bastante de ese mundo. Yo he limitado mi interés a todo lo que conlleva a nivel estético. En todo caso, eso es solo el contexto, nos situamos en las fiestas del pueblo y es un aspecto muy importante de las mismas. También el toro sirve como símbolo, aquí representa a España, y luego cada uno de los personajes también lleva su toro dentro.

 

La obra rompe tabúes al hablar de religión, erotismo, lo nacional o lo tradicional.

Los critica y los ensalza, porque es una historia sobre la pugna entre el arraigo y el desarraigo. Está el alegre instinto dionisíaco, germen de todas las fiestas, que está en todos nosotros y luego el aviso de “no te arraigues tanto”, porque es la única forma de no pertenecer a un rebaño y huir de cosas con las que no estás de acuerdo.

 

¿Cuál sería el tema que subyace entre tantos elementos?

Uno que se repite en todo su Teatro Furioso: superar la culpa. Porque ese es el único camino para poder ser libres.

 

¿El alcalde Zebedeo y su hermana Coronada son dos caras de la misma moneda?

Representan los dos bandos de siempre en nuestro país. Nieva ni siquiera los juzga, como al resto de personajes los utiliza como si fueran un guiñol.

 

Y vaya personajes: el hombre-monja, el preso-torero, las dos mujeres ‘feministas’, la gitana ‘de dolor’, el párroco, los alguaciles y el pueblo, que se definen como “embestiado y mimético”. Un auténtico vodevil.

Efectivamente, hay mucho del sainete. En ese aspecto hemos trabajado mucho porque, aunque a mí no me molesta, veía que teníamos que acercar algunos momentos a un teatro más contemporáneo porque ya no estamos como espectadores acostumbrados a esas formas.

 

 

Parece que la comedia está asegurada.

Sí, aunque para mí el humor nace más del lenguaje y las expresiones. Se dicen unas cosas y de una manera que hacen mucha gracia, porque si ves las situaciones, en sí mismas, son dramáticas. Es un pueblo que tiene que suspender sus fiestas porque se pierde el toro, que es la estrella de las celebraciones. Acuérdate de la pandemia cuando no se podían hacer procesiones y sacar a los santos, el drama que eso suponía para muchísima gente.

 

Las canciones son otro elemento que también tiene una gran presencia. 

La música es fundamental, es más, al principio, la obra fue escrita con la idea de que fuera una zarzuela. Por eso, al final es un híbrido, con ese personaje de La Voz Cantante que interviene cantando en numerosas ocasiones, y para el que hemos contado con el cantaor Álvaro Romero. La cosa es que está tan bien escrita que todo fluye mucho.

 

El texto no sitúa la acción en ninguna época concreta, ¿cómo es tu propuesta?

He metido elementos muy variados, tampoco se concreta porque también se juega con el surrealismo o lo fantástico. Ten en cuenta que si tú ahora te vas a las fiestas de muchos pueblos y ves ciertas tradiciones, podrías pensar que estás en otros años. No importa demasiado porque siempre vivimos, para algunas cosas, en la misma época.

 

Es un proyecto muy especial para ti, ¿vais a poder salir de gira con él?

Eso esperamos al ser una coproducción del Teatro Español con SANRA Produce. Las grandes giras han muerto, pero me gustaría poder llevarlo, por ejemplo, a Valdepeñas, donde nació Nieva, y por toda Castilla-La Mancha donde es tan admirado como querido. Para mí como castellana-manchega sería muy especial.

 

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