El festival ClasicOFF, organizado por la sala Nave 73, nos presenta la nueva producción de la compañía Bestiario Teatro. Una propuesta que cuenta con la dirección de César Barló, donde los mitos bíblicos y el Siglo de Oro se dan la mano, conjugado diferentes lenguajes escénicos, para establecer un diálogo con la contemporaneidad.

 

 

¿Cuántas veces debemos desenterrar nuestras raíces para sembrar un futuro diferente?

 

 

Por Redacción

 

Bestiario Teatro presenta su tercera creación escénica, Jerusalén en llamas, una indagación sobre los orígenes de nuestra Cultura como pueblo y su reflejo en la sociedad actual. La Biblia, La venganza de Tamar, de Tirso de Molina y Los cabellos de Absalón, de Calderón, son la base de esta fusión del Teatro Clásico en una propuesta escénica contemporánea.

«El proceso nos ha llevado a los textos de Calderón y Tirso; al mito bíblico de la Casa de David. En base a estos textos hemos creado una dramaturgia contemporánea para vehicular esta leyenda con la familia, las raíces de nuestra civilización. Así hemos llegado a lo que hoy es Jerusalén en llamas» nos cuenta Pablo Ríos, cofundador de la compañía.

El Rey David es una de las figuras más icónicas de la cultura de la que somos herederos. Su familia está representada en el libro de Samuel, dentro de la Biblia. También lo encontramos en los textos del Siglo de Oro de Calderón y Tirso de Molina. Este es el germen de la última creación escénica de Bestiario Teatro. Una joven compañía caracterizada por visión teatral a partir de las dramaturgias de la imagen y una estética escénica basada en el teatro físico y poético. Sus anteriores propuestas, El viaje a ninguna parte y Antigonía, aún están en cartel en la programación del Off madrileño (Sala Bululú).

Con Jerusalén en llamas se consolida su visión teatral. Riesgo, nuevas lecturas y nuevos lenguajes escénicos, esta vez al servicio de una dramaturgia de textos del Siglo de Oro y su diálogo con la contemporaneidad. Bestiario Teatro se presenta así al Festival ClasicOff de Nave 73, con su energía poética y una reflexión sobre nuestros días.

«Trabajar el teatro clásico desde una óptica diferente, contemporánea, y sobre todo performática es el motivo principal que nos llevó a seleccionar los textos mencionados anteriormente como base para crear Jerusalén en llamas -añaden desde Bestiario Teatro- Unos textos anclados en el Antiguo Testamento, que a su vez contienen un gran potencial de material artístico adyacente, lo cual nos da diferentes posibilidades, diferentes formas de enfocar el hecho escénico».

 

 

La cultura se hereda

Aquel Rey David que llegó a nuestro conocimiento cuando aún no éramos mayores se convirtió rápidamente en icono. Aquel niño que, con tan solo una honda y una piedra, pudo vencer al gigante Goliat. Un relato tan simple como potente. Un relato así no se cuestiona. David, aquel llamado a unir a todas las tribus en la gran nación de Israel. Una historia así no se discute. El rey que será el abuelo de catorce generaciones de Jesucristo. Una leyenda así debe perdurar por los siglos de los siglos.

Además, a todo esto, se suman innumerables representaciones artísticas a lo largo de los siglos. Desde el más conocido, el David de Miguel Ángel, pasando por numerosas piezas pictóricas o escultóricas y fílmicas. Es imposible no conocer al rey David… ¿o sí? La historia que nos cuenta Samuel en sus libros de la Biblia y lo que encontramos reflejado en los textos de Tirso y Calderón es la de un tirano, con una familia totalmente disfuncional, que detentan el poder de una zona de oriente próximo. David, rey sanguinario que, con la justificación de la religión, extermina pueblos cercanos. Un déspota que acumula con orgullo cadáveres allá por donde pisa. Esposo de un harén de 10 esposas. Padre de varios hijos. Alguno de ellos le disputará en guerra la corona. Y acabará muerto en combate. Otro violará a una de sus hijas. Este morirá a manos de su hermana y hermano. David, todo un ejemplo de abnegación religiosa que aún se mantiene en el panteón de los inviolables.

 

<i>Jerusalén en llamas</i> en el ClasicOFF en Madrid
Escena de Jerusalén en llamas de Bestiario Teatro.

 

Es tiempo de poner en cuestión esta cultura. En 1871, E.B. Tylor acuñó una de las definiciones más clásicas de la cultura: “La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en cuanto miembro de una sociedad».

Si nos basamos en esta definición, ¿qué hemos heredado de una familia así? ¿Es ese el mundo en el que
queremos vivir? Jerusalén en llamas es un alegato a la puesta en cuestión de todo aquello que no cuestionamos. Una llamada a la atención a aquellos relatos que son tan sencillos de creer. Nos cuestionamos cómo estos elementos de una cultura de hace más de 3000 años puede hacer eco en nosotras. Y sí, lo siguen haciendo. Por eso creemos que debemos investigar y ofrecer al público nuestras preguntas. ¿Hasta cuándo vamos a estar bajo el yugo de una cultura violenta y depredadora? ¿Cuántas veces debemos desenterrar nuestras raíces para sembrar un futuro diferente?

Jerusalén en llamas es un proyecto elaborado durante 9 meses bajo una metodología de investigación
y creación escénica. Durante este tiempo hemos discurrido por la elección de los textos, la visión que
se le daba a los mismos, la elección de los personajes, dispositivos escénicos hasta llegar a una propuesta
de creación contemporánea a partir de textos del Siglo de Oro, en concreto textos de Tirso de Molina y
Calderón de la Barca, sin olvidar los relatos bíblicos en los que se basan los anteriores.

Les presentamos un alegato contra todo aquello que no cuestionamos. Una llamada a la atención a
aquellos relatos que son tan sencillos de creer. Nos cuestionamos cómo estos elementos de una cultura
de hace más de 3000 años pueden hacer eco en nosotras. Y sí, lo siguen haciendo. Por eso creemos que
debemos investigar y ofrecer al público nuestras preguntas. ¿Hasta cuando vamos a estar bajo el yugo
de una cultura violenta y depredadora? ¿Cuántas veces debemos desenterrar nuestras raíces para
sembrar un futuro diferente?

 

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