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Lucia Trentini 1

Indomable Lucía Trentini

«Siento que la escena madrileña tiene poca apertura para ver cosas nuevas»

 

El Bastardo Hostel, situado en pleno centro de Madrid, está siendo testigo de una experiencia inusitada firmada y dirigida por Lucía Trentini que nos ha fascinado en este extraño verano. La lavandería y la cocina son los lugares en los que se desarrolla Criaturas domésticas, una pieza ‘site-specific’ de 45 minutos interpretada por Gloria Albalate, Begoña Caparrós y la propia autora para 6 espectadores y un subsuelo. Un montaje que te hará bajar al inframundo del servicio doméstico y de las miserias de los seres humanos.

Tras salir de la función, tuve un encuentro con la creadora uruguaya que ha tenido la capacidad de alcanzar el reconocimiento en su país pero que no le importa resetearse para empezar de cero en una ciudad como Madrid.

 

 

Lucía Trentini

 

 

Por Ka Penichet/@KaPenichet

Fotos Lucía: Fernando Roca Andreu

 

¿Qué vínculos tienes con España?

Mi primer vínculo con España fue en 2015 cuando vine a Matadero a representar No daré hijos, daré versos. En 2017 regresé con Rabiosa melancolía al Teatro Español y también estrené mi ópera prima Música de fiambrería… ahí me empezó a gustar mucho el país.

 

Y en 2018, decides instalarte en Madrid…

Vine a hacer un master. Quería vincularme al lugar desde otra perspectiva porque cuando uno viene a trabajar es otra cosa porque de primeras es difícil entender el sistema del funcionamiento del teatro aquí. Así que me vine a hacer un master en la Carlos III dirigido por Juan Mayorga que fue revelador y que terminé el año pasado.

 

¿Qué cosas o personas hacen que no te arrepientas de haber tomado esta decisión?

Begoña Caparrós y Gloria Albalate son dos personas que me regaló esta ciudad que son increíbles. Son mujeres que quiero muchísimo y admiro. También conocí a Tomás Pozzi y Tomás Cabané que fueron a ver mi función de Música de Fiambrería en El Umbral Primavera y han contado conmigo en su proyecto Querido capricho que por fin estrenaremos en noviembre en el Centro Dramático Nacional. Son personas que uno conoce y dice: «qué lindos». Además, para mí el confinamiento fue particularmente difícil porque lo pasé sola, lejos de mi casa y con temas económicos que vinieron, bueno como a todos, no es que sea yo una excepción, pero tener esos amigos cercanos me impulsó mucho a poder crear. Criaturas domésticas nació un poco así , de llamar y decir, ¡necesito trabajar ya!

 

Es decir, que este montaje antes de que nos encerraran no estaba en tus planes

Esto no estaba en los planes. Necesitaba algo urgente de hacer pero en ese momento no quería continuar con los planes que tenía, quería hacer algo que me conectara con la realidad y que se pudiera montar ahora. Que tuviera que ver con lo que estoy sintiendo ahora, lo que estoy viviendo, lo que me está pasando. Así que hablé con las chicas (Begoña Caparrós y Gloria Albalate) para montar algo con ellas para cuando todo terminara, aunque solo se pudieran reunir diez personas. No me importaba lo que fuera, solo que había que hacer. Empezamos a trabajar vía Zoom. Yo escribo teatro pero no me siento propiamente dramaturga, me siento bicho de escena porque la dramaturgia me impone un poco más de respeto.

 

En el proceso de escritura del texto, ¿tenías claro ya el espacio en el que lo querías montar?

Del espacio no teníamos ni idea. Empezamos una historia que tenía que ver más con los accidentes domésticos, con el encierro, con la obsesión por la limpieza, por los vínculos humanos… Me parecía una temática súper potente, pero cuando pudimos salir de casa Gloria sugirió hacerlo en un hotel y a mi me parecía hermoso pero también ambicioso. Se dio la coincidencia de que Bego conocía a Juan, el dueño de Bastardo Hostel y le pedimos una reunión. Cuando nos mostró todo el hotel entré en conflicto porque vi tanto material que me daba para hacer 20 obras ahí. Finalmente, nos decidimos por el subsuelo porque representaba un poco el ‘underground’, el estar bajo tierra y como también estábamos viviendo una situación híper apocalíptica esa sensación de estar ahí abajo nos parecía alucinante. Nos pusimos a trabajar como unas 6 horas al día y estrenamos el 10 de julio, día de mi cumple. Fue como un regalo.

 

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Foto de Criaturas domésticas

 

La música es otro eje temático en la función

Sí, algo así como la música de los románticos como la música ‘de planchar’. Empezamos a investigar un poquito sobre Raphael, Roberto Carlos… sobre estos héroes del amor que por lo general están asociados a las clases más bajas, la música ‘de planchar’, porque se supone que las mujeres que trabajan en el servicio doméstico planchan la ropa y escuchan canciones de estas temáticas. Nos pareció que eso tenía una connotación social y sobre todo esta cosa que se empieza a generar entre los vínculos humanos como el amor, la servidumbre, la sumisión… y ahí empezaron a aparecer otras cositas y en un momento nos dimos cuenta de que estábamos hablando de la violencia porque de hecho la obra en parte es violenta, yo creo que una tragicomedia. Algo que me gusta es generar la risa a través de cosas que son terribles, me gusta como evidenciar los lugares más miserables del ser humano.

 

Aunque no es una adaptación de Las criadas, me parece curioso que Genet escribiera el texto encerrado en la cárcel y tú confinada

Fue un poco así pero nuestra idea no era partir de Las criadas en absoluto. Llegamos a ella una semana antes de terminar la pieza. Cuando abrí el proceso de creación a ojos externos, alguien comentó que le recordaba a Las criadas y, aunque lo habíamos leído, no estábamos pensando en el texto.

 

Durante el proceso de creación, cuando ‘abrieron el mundo’, en tus redes he visto que hiciste intervenciones en la calle, contraprogramando las caceroladas 

Todo surge porque una colega que trabajaba con vestuario, salía de viaje y me dejó un bolso lleno con batas de limpieza. Le dije a Gloria que saliéramos a cantar a los balcones unos boleritos. Fue hermoso porque la gente salía, nos escuchaba, aplaudía y era como una forma de activarnos. Salíamos a la calle a caminar cantando con esos vestidos. Al proyecto lo llamamos #Coronadas y a la gente le contábamos que nos habíamos escapado del barrio de Salamanca y que estábamos buscándonos la vida así y con los mandiles agarrábamos las monedas que nos tiraban de los balcones. Estuvo bueno porque fue un alivio al espíritu. Fuimos a casa de gente mayor que no podía salir, los viejitos se emocionaban y lloraban. Eso fue otra manera de inventarnos para esto que sucedió.

 

Lucecita, Marianela y simplemente María son los nombre de los personajes de la pieza que, por una lado, me hace pensar que le haces un guiño a Benito Pérez Galdós pero, por otro, me genera curiosidad. ¿A qué se deben?

Hay un pequeño guiño a Galdós porque estamos celebrando el aniversario de su fallecimiento. A los nombres de los personajes le dimos vueltas y en un momento pensamos en ponerles nombres de telenovela. Telenovelas que hicieron historia en España y, ese caso, las chicas lo tenían más claro porque yo no soy de acá pero a mí me gusta aprender un poco de la cultura del país donde estoy y conocer cómo es la tradición del servicio doméstico en España y bueno a través de la novela conectar con novelas clásicas y conectar con las historias. Marianela es una historia fantástica, el personaje es ciego y el personaje de Gloria tiene un parche en el ojo. Hay pequeñitas cosas a las que fuimos dándole nuestra circularidad para hacerlas cerrar. Pensamos en cuando los personajes se comunican con su amor a través de notas, a través de cartas o una dedicatoria en un libro de Benito Pérez Galdós.

 

Después de tu exitosa carrera en Uruguay, dejas todo y decides empezar de cero en Madrid, ¿te ha resultado difícil acceder al circuito teatral madrileño?

En Uruguay yo tenía un reconocimiento y como una facilidad para trabajar porque llegué a Montevideo con 17 años y no he parado de formarme y de ejercer la profesión y eso me lo ha dado el entorno y la confianza de las personas que me han acompañado. Venirme acá, evidentemente es empezar de cero pero también yo entiendo que es como un desafío. Siempre fui un poco inconsciente. Entiendo que es difícil. Siento que la escena madrileña tiene poca apertura para ver cosa nuevas. Siento que hay montón de directores interesantes muy consagrados y que hay poco espacio para otras alternativas al menos fuera de lo institucional. A mí eso me genera mucho desafío, me dan muchas ganas de trabajar, de seguir haciendo. Yo creo que me fui de Uruguay buscando un poco esto, para romperme y armarme de otro modo. Uruguay es precioso pero también es muy pequeñito.

 

Después de Criaturas domésticas, ¿tienes algún proyecto más en mente?

Quiero desarrollar una pieza que se llama Jabalí. Es un terreno delicado porque cuando llego a Madrid me topé con el libro Las cartas de Elena Francis, que habla de un programa de folletín anterior a la Segunda República y cómo a través de la radio se empieza a perfilar a la mujer hacia el silencio. Es un texto que me interesó mucho porque además yo también he trabajado en radio en Uruguay. Di con discursos políticos de mujeres durante el franquismo y empecé a investigar por ahí. Me gustaría trabajar este proyecto con tres mujeres que hablen del poder de la palabra y del silencio en todos estos años de dictadura y de revolución. Me gustaría musicalizar todos esos discursos y hacer una pieza que tenga bastante electrónica, que sea bastante contemporánea, pero abordando estos temas de corte más documental.

 

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