Por Miguel Pérez Valiente

 

Pasiones desbordadas y genialidad musical

 

Dramma en cuatro partes de Giuseppe Verdi con libreto de Salvadore Cammarano, basado en la obra de teatro El trovador (1836) de Antonio García Gutiérrez. Con dirección musical de Maurizio Benini y dirección de escena de Francisco Negrín. Esta nueva producción del Teatro Real cuenta con dos repartos repletos de grandes estrellas verdianas como Ludovic Tézier, Maria Agresta, Ekaterina Semenchuk, Francesco Meli Roberto Tagliavini, entre otros.

 

Después de la absolutamente deliciosa producción de Capriccio, una ópera que aún no había sido estrenada en el Teatro Real, el coliseo madrileño nos ofrece uno de los títulos más representados del repertorio operístico clásico.

Basado, por voluntad expresa de Verdi, en el drama caballeresco El Trovador, del famoso romántico español Antonio García Gutiérrez, el libreto que comenzó Salvatore Cammarano y que tuvo que terminar Emmanuele Bardare por el fallecimiento de este, es uno de los más confusos e inverosímiles de toda la historia de la ópera.

Parte de la complejidad del libreto se debe a que Verdi, exigió a sus libretistas que, en vez de centrase en el protagonista de la obra teatral, el trovador, pusieran el foco en un personaje secundario de la trama, la gitana Azuzena, a la que convirtió en la verdadera fuerza motriz de todo el drama. La razón para esta traslación es que el personaje de Azuzena, gitana devorada por emociones extremas (resentimiento, furia, envidia venganza y amor), permitía al compositor acometer una escritura vocal extraordinariamente exigenente que representase una evolución sobre lo que venía siendo el modelo musical tardo-belcantista. Azuzena, la única madre en la producción operística de Verdi, fue también el primero de los muchos papeles para mezzosoprano dramática que luego serían tan habituales en sus creaciones operísticas.

Cronológicamente, la obra, estrenada en Roma en 1853, se enmarca en el periodo medio de la producción de Verdi y los estudiosos la han asociado con otras dos obras maestras del compositor: Rigoletto (1851) y La Traviata (1853) creando lo que se ha denominado la trilogía popular o trilogía romántica, tres títulos indispensables con los que el de Busseto consiguió empujar el arte operístico desde el belcanto tradicional hacia un nuevo código musical y un nuevo lenguaje dramático.

Programar Il Trovatore siempre supone un desafío para los teatros de ópera porque se requieren al menos cuatro cantantes excepcionales. Esta coproducción del Teatro Real cuenta con algunos de los cantantes verdianos más interesantes del momento: Ludovic Tézier, Maria Agresta, Ekaterina Semenchuk, Marie-Nicole Lemieux o Francesco Meli entre otros por lo que todo apunta a una fantástica experiencia verdiana.