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Esther Berzal y la lógica de una realidad distorsionada

“Con esta obra metemos al espectador dentro de la persona que sufre TCA”

Esther Berzal es la autora de Lo siento, no era yo, una obra que nos propone una visión novedosa sobre el Trastorno de la Conducta Alimentaria. Es un montaje sin clichés, sin rodeos, sin miedo a contar una verdad que cada vez afecta a más personas.

Es un relato personal dirigido por María Uruñuela, interpretado por Lauren Gumuccio, Ana Belén Camarero y la propia Esther Berzal, que tras cosechar una gran acogida por parte del público la temporada regresa ahora a la cartelera, en este caso a Nave 73.

¿De dónde te viene la necesidad de escribir Lo siento, no era yo?

De disculparme. Y de exculparme al mismo tiempo, supongo. De dar una justificación y de pedir perdón.

No me gusta hacer sufrir a la gente de mi alrededor, y lo hice. Y, bueno, creo que es importante aceptar eso, reconocer de donde viene, y decirles que lo sientes.

 

Los TCA no se han tratado mucho en el teatro. Ahora mismo recuerdo la maravillosa Por la boca, de Jose Padilla. No sé si tú tienes la misma impresión. ¿Una de las razones por las que te has lanzado a escribir sobre este tema es también para llenar ese vacío?

No, de que había un vacío me he dado cuenta ahora; después. Es verdad que, como dice Padilla, sobre este tema “parece descansar un grueso manto de silencio”. No solo lo parece. Descansa. Y el manto es tremendamente pesado. Nosotras no vamos a gritar por levantar ese manto, porque no hacemos la obra ‘por la boca’, la hacemos ‘por el cuerpo’.

 

En el dossier pone que nos proponéis una visión novedosa sobre los Trastornos de la Conducta alimentaria. ¿Cuál es esa visión novedosa?

Uno mismo. Las manifestaciones artísticas que han hablado sobre los TCAs lo han hecho ‘desde fuera’, en tercera persona. Nosotras vamos a meter al espectador dentro de la persona que lo sufre.

 

¿Crees que es un tema que no se trata bien en los medios de comunicación?

Creo que es un tema que no se trata bien en ningún sitio. Creo que hay focos de luz distribuidos por la vida a los que nos podemos agarrar, pero el resto es oscuro. Y estas ‘luciérnagas’, insuficientes. Los medios de comunicación hacen apología de la extrema delgadez como símbolo de belleza y salud. Las redes sociales son una máquina-lanza pelotas de estas de tenis: como no tengas una buena raqueta para devolver todo eso, acabas lleno de moratones. Hay que tener muchísimo cuidado. Y hay que empezar a darle la vuelta.

 

¿Cómo has investigado para elaborar el texto?

He hablado mucho conmigo.

 

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Lauren Gumuccio, Ana Belén Camarero y Esther Berzal son las protagonistas de Lo siento, no era yo.

 

¿Los Trastornos de la conducta alimentaria es cosa solo de adolescentes o pasa en todas las edades?

Por supuesto que pasa en todas las edades; pero es innegable dónde está el porcentaje mayor de casos, y los motivos son claros: La vulnerabilidad, la exigencia (externa e interna), la presión, la influencia, el miedo a no ser suficiente y las ganas de más, más y mejor. Al pozo se puede caer en cualquier edad, pero hay momentos de la vida en los que vives más cerca del borde.

 

¿Y es más acentuado en las mujeres por la enorme presión a la que están socialmente sometidos vuestros cuerpos?

La pregunta se contesta sola, el 90% mujeres y 10% hombres lo sufren, dicen los estudios (y en anorexia nerviosa, el porcentaje de hombres es un 7,5%)

 

En otras propuestas tuyas como en Mi dolor es…, por ejemplo, hay autoficción. ¿Hay algo aquí de tu propia experiencia personal?

Sí, por supuesto, yo no sé escribir de otra forma. Es que… esta es la manera en la que yo me manifiesto.

 

Eres la autora de la obra y una de las intérpretes, pero dirige María Uruñuela. ¿Te ha generado algún conflicto interno los caminos que ha escogido María para llevar a cabo la obra porque tú podías tener otra idea? ¿Le has dado plena libertad?

María Uruñuela es salvaje. Es una bestia del teatro. Es visceral y es hermosísima. Aúna sensibilidad y brutalidad en su forma de hacer arte, y es la única persona que podría haber puesto en pie este montaje. En la primera página del texto pone: «Teatro para ser leído». Yo no ‘le di libertad’. Yo le di mi obra, y mi alma. Todas las ideas, todos los caminos por los que nos lleva son los correctos. Porque son los de la obra. Es así, como ella lo ve, como la obra es.

 

¿Quiénes son Carmen y Ágata?

Carmen y Ágata son dos personajes que no serían dos personas en la vida real. Y es Carmen la que dice «Lo siento»… y todo lo demás.

 

¿Qué se pueden llevar los espectadores al ver la obra?

Un susto. Un susto necesario. Un manifiesto al amor, propio y externo. Compañía, una disculpa. Una vivencia. Todas, todas, todas las emociones.

Se pueden llevar un despertar. Nosotras confiamos en que la gente despierte con la obra, en ser alarma y enseñarles algo que nadie quiere ver. Algo que es difícil de ver. Vamos a hacerles ver algo difícil de ver.

 

¿Hace falta que más gente -conocida o no- se atreva a compartir este tipo de problemas para ayudar a visibilizar?

No tiene por qué, los que nos atrevemos, nos atrevemos, y eso está bien. Los que no se atreven a compartirlo es porque no pueden compartirlo. Toda ayuda para dar visibilidad siempre es bienvenida, por supuesto, ya que es algo totalmente necesario; pero es injusto empujar a la gente a exponerse de esa manera. Todos aportamos de la forma en la que nuestra situación/vida nos permite. Hay que irse a la cama conforme con uno mismo, no se puede poner peso ni responsabilidad en los hombros de los demás.

 

¿La pandemia ha venido a acrecentar los TCA?

Lo primero que sale en Google al buscar ‘pandemia’ y ‘TCA’ es: «El encierro y el efecto de las redes sociales han provocado que los casos aumenten un 20% y hayan empeorado los 400.000 que ya existían», según un titular de El País.

 

Siempre ha habido gordofobia, pero ¿crees que están aumentando este tipo de conductas de humillación y rechazo hacia las personas con sobrepeso?

No lo sé. Si sé que es ahora cuando se está empezando a tomar conciencia de que tenemos esos comportamientos de mierda. Yo he aprendido esa palabra hace menos de un año, y me parece fuerte. Ser gordo no es un problema. Es una característica. Y la sociedad se encarga de hacerles la vida mucho más difícil a esas personas. Yo no sé si están aumentando esas conductas, lo que sí sé es que tenemos que reeducarnos.

 

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Esther Berzal

 

¿Y bajo tu experiencia cómo se puede solucionar los problemas asociados a la TCA?

Tampoco lo sé. Yo no pretendo solucionar nada, solo contar una historia. Cada persona somos un universo, y las respuestas que nos ayudan a unos, a otros no.  Lo único que queremos con esta obra es poner el foco sobre una realidad muy presente en la vida de demasiadas personas. Hacerlas ver que no están solas. Que no «les pasa solo a ellas». Porque para eso está el teatro.

 

Hemos visto otros montajes tuyos con el sello de la compañía H EL ARTE. Este se nos presenta como La Madrugada Teatro. ¿Trabajas a la vez en ambos proyectos? Háblanos un poco de ellos, ¿qué vida tiene cada uno?, ¿Son lenguajes distintos los que usa cada compañía?

Sí, trabajo a la vez en todo lo que puedo. La Madrugada es una productora teatral independiente creada por dos mujerones (María Uruñuela e Inma Almagro), que sostiene Lo siento, no era yo; y H EL ARTE tiene la misma H que tiene Esther.

Cada obra, dentro o fuera de la misma compañía, tiene su propio lenguaje. En mi compañía, Cerrado por Navidad no tiene nada que ver con Antes de Agosto, por ejemplo. Y, bueno, en este momento La Madrugada y H EL ARTE tienen en común una dramaturga, y una de las mejores actrices que conozco, a la que he tenido el placer de dirigir, y con la que me encanta actuar, Lauren Gumuccio. También es la única persona con la que podría haberme subido al escenario para hacer este montaje. Lauren es mi ídolo, y mi familia.

 

Estás recorriendo muchas salas independientes con tus trabajos. ¿Qué análisis, de tu experiencia, puedes hacernos del tejido teatral independiente madrileño? ¿Sientes que se os dan buenas oportunidades a las compañías jóvenes?

Que necesitan subvenciones. Más. Yo estoy muy agradecida a todas las salas de teatro alternativo en las que alguna vez he podido manifestarme de la manera en que lo hago, lo cual no quita que hayamos sufrido.

El tejido teatral independiente madrileño no se sostiene solo. En el momento en el que se te acaban los familiares y los amigos, tienes que dejar de hacer tu obra porque no tienes público que vaya a ver tu función. Jamás nos haremos ricos con el teatro, pero sí nos gustaría vivir de ello. Entonces es necesario un soporte más sólido gracias al cual las salas puedan mantenerse (con sus equipos, que son siempre gente increíble y dedicadísima) y así dejar a las compañías un porcentaje algo más alto de la recaudación, para que no acabemos perdiendo dinero.

 

Tú eres segoviana y puedes hablar con conocimiento de causa, ¿hay teatro más allá de Madrid?

Teatro hay hasta en la última montaña de Albania.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

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