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El magnetismo y la fuerza de La Bella Otero

“Quiero que la compañía sea el corazón y los pulmones de la danza española”

 

En septiembre de 2019, con tan solo 39 años de edad, Rubén olmo se hizo cargo de la dirección del Ballet Nacional de España, relevando así a Antonio Najarro en el puesto. El joven sevillano no sabía que poco después tendría que afrontar una pandemia al cargo de la compañía de danza española de referencia. A pesar de tener que cambiar algunos de sus planes iniciales, ha podido estrenar en Sevilla el Centenario Antonio Ruiz Soler y pronto debutará en la capital, como director del Ballet, con la que es su primera obra argumental para la compañía desde que está al frente, La Bella Otero. Será en el Teatro de la Zarzuela del 7 al 18 de julio. Olmo nos relata cómo ha vivido los primeros años como director del BNE y nos habla de su última creación.

 

Primera obra argumental de Olmo para el BNE

 

Por Rubén Cabaleiro (Periodista y bailarín solista del Ballett am Rhein)

Fotografías del espectáculo: María Alperi

 

Tu carrera profesional como bailarín comenzó cuando tan solo tenías 16 años en la Compañía de Javier Barón, con la que participaste en el espectáculo El pájaro negro, y un año después pasaste a formar parte de la Compañía de Danza Española de Aída Gómez, ¿qué has aprendido en esos primeros años como bailarín, cuando todavía eras tan joven, que todavía te es de utilidad en estos momentos?

Lo que más destaco de esa época son las ganas que tenía de aprender de los demás, ganas que hoy en día sigo conservando aún siendo ya coreógrafo o director. Como bailarín, también me gusta muchísimo ponerme en las manos de otro coreógrafo.

 

Poco después de hacerte cargo de la dirección del Ballet Nacional de España llegó la pandemia del COVID-19 y, con ella, uno de los momentos más difíciles que ha vivido la cultura, ¿qué supuso esa situación en tus inicios como director del BNE? ¿Esa experiencia te ha servido para aprender algo que tienes la intención de aplicar a la forma de coreografiar o a la dirección de la compañía?

Esta época ha sido muy difícil para todos. Por nuestra parte, hemos tenido que aprender a trabajar de otra forma, hacer encaje de bolillos para poder realizar un ensayo con toda la compañía. Hemos superado la dificultad del uso de las mascarillas para crear y llevar a cabo un programa de más de dos horas de espectáculo; hemos realizado giras, aunque hayan sido pocas; hemos estrenado en Sevilla un nuevo programa, Centenario Antonio Ruiz Soler, con todo lo que conlleva; y hemos alterado la actividad diaria de la sede para crear nuevos proyectos, para no parar en esta época. Creo que hemos logrado buenas cosas.

Cuando ya no puedes acceder al público, ni en teatros ni con visitas de asociaciones a la sede, valoras mucho más que el BNE llegue a todo el mundo, aunque no vivan en Madrid o no actuemos en su ciudad. Una de las actividades que ha entrado en el BNE para quedarse ha sido la organización de retransmisiones en ‘streaming’ con maestros invitados, para que tanto profesionales como seguidores puedan presenciar y disfrutar de la labor de los coreógrafos con los bailarines. Es bueno que el público sepa cómo es el trabajo interno que hacen los bailarines cada día. Creo que ha sido una de las cosas más importantes que hemos cambiado con la pandemia.

 

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Rubén Olmo, director del BNE. ©Pablo Guidali

 

¿Cuál crees que está siendo tu mayor aportación al BNE desde que has tomado la dirección en septiembre de 2019?

Hasta ahora, creo que ha sido simplemente introducir un aire nuevo, que siempre viene bien en cualquier compañía. Todo el equipo ha trabajado en el estudio con los bailarines para que dominaran todos los registros del baile y pudiéramos crear espectáculos de todas las disciplinas. Contando con La Bella Otero, que se estrena el día 7 de julio, hemos estrenado tres espectáculos que no pueden ser más diferentes unos de otros. Esa variedad es uno de los aspectos más importantes de mi dirección.

 

¿Qué objetivos quieres alcanzar como director del BNE?

Cuando asumí la dirección en 2019, me comprometí a preservar y difundir todos los estilos de la danza española. Mi intención es recuperar ballets que han tenido gran importancia en la historia, tanto dentro del BNE como fuera de la compañía, como ya hicimos con De lo flamenco, de Mario Maya. Además, invitar a que los jóvenes creadores tengan su sitio dentro del BNE para que desarrollen montajes nuevos, tanto de tradición como de vanguardia. Quiero que la compañía sea el corazón y los pulmones de la danza española y enseñarle a todo el mundo lo que ha sido, difundiendo el archivo histórico, y lo que es, llevándolo a los grandes teatros de todo el mundo. Mi intención es que esté más cerca, tanto del público como de los creadores.

 

¿Qué diferencias encuentras entre dirigir tu propia compañía y dirigir una compañía pública?

Hay muchísimas. Lo único que no cambia es mi forma de dirigir y coreografiar, la forma de dirigirme a las personas. Por lo demás, hay muchas diferencias. Hay cosas que no puedes tener en una compañía privada que sí tienes en una pública, pero lo que puedes hacer en tu compañía no puedes hacerlo en una pública.

 

Esta es tu primera pieza argumental desde que diriges el Ballet, ¿cuándo comienzas a interesarte por la historia de La Bella Otero y qué te impulsa a la puesta en escena de su historia?

La primera vez que oí hablar de La Bella Otero fue hace bastante tiempo, cuando ni siquiera me había estrenado como coreógrafo y bailaba con la compañía de Ramón Oller. Que una de las mujeres más famosas del mundo de su época procediera de una aldea gallega me resultó fascinante. Cuando leí su historia, cómo se inventó su pasado para triunfar y cómo terminó arruinada y sola, me pareció que podía ser un gran ballet, pero tenía claro que solo era posible con una gran compañía. Cuando en 2019 me nombraron director del BNE, decidí que iba a ser mi primer ballet dramático con la compañía pública de danza española. La pandemia nos obligó a retrasar su estreno hasta este verano y a estrenar otros programas antes, por lo que tengo muchas ganas de verlo ya en escena.

 

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¿Qué te ha llevado a decidirte por la bailaora Patricia Guerrero para asumir el rol de Carolina Otero? ¿El hecho de que ya hayas trabajado con ella en el Ballet Flamenco de Andalucía te ha facilitado dar con tu ideal joven Otero?

Para mí es un orgullo que una de las figuras más relevantes de la vanguardia del flamenco actual comenzara estudiando conmigo. También perteneció a mi compañía, antes de entrar en el Ballet Flamenco de Andalucía bajo mi dirección y formar después su propia compañía. La elegí porque comparte con La Bella Otero un magnetismo muy potente. Carolina Otero no era una gran bailarina, actriz ni cantante, pero desprendía una gran fuerza. Ese era su poder y su belleza. Patricia sí es una gran bailarina, pero también posee ese control de la situación en escena, por eso la escogí para este personaje.

 

¿Qué posibilidades te ofrece el contar además con una segunda bailarina, la ex primera bailarina Maribel Gallardo, para interpretar a la protagonista en su madurez?

Además de bailarina, Maribel Gallardo es una gran actriz que ha llevado importantes personajes a escena, como Medea o La Celestina. En la pieza tiene sobre sus hombros momentos muy dramáticos y creo que va a hacer un gran trabajo porque siempre se entrega a fondo en todos los proyectos que le propongo.

 

Aparte de ser el coreógrafo de esta producción, podremos verte como Grigori Rasputin, ¿cómo se vive la interpretación de lo que es tu propia creación coreográfica?

He bailado mis propias coreografías en muchas ocasiones, porque en mi propia compañía yo era director, coreógrafo e intérprete de, al menos, un papel. Cuando he bailado mis coreografías para otras compañías lo he hecho porque tenía muy claro el concepto del personaje, cómo lo quería, o era un personaje especial al que había que darle un sello diferente dentro de la obra. Esto último es lo que me ha pasado con Rasputín. Necesitaba sentirlo como personaje dentro mi propia obra, porque tenía el concepto muy dentro.

 

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Rubén Olmo como Rasputin, junto a Patricia Guerrero y Maribel Gallardo. ©María Alperi

 

¿A qué estilos dancísticos has recurrido para coreografiar la que es tu última pieza?

Vamos a emplear diferentes estilos para hacer una fusión que permita contar la historia, utilizando desde la danza estilizada al flamenco, la contemporánea o el folclore.

 

La música para esta nueva obra es una composición original caracterizada por su gran diversidad y creada por varios compositores, ¿por qué has elegido a este abanico de compositores y cómo has coordinado la creación musical entre todos ellos?

Al igual que la coreografía, quería que la música reflejara su vida y la época que vivió, pero sobre todo, que fuera muy emocional. He contado con Manuel Busto, Agustín Diassera y Alejandro Cruz Benavides, compositores con los que ya había trabajado anteriormente, para crear la partitura sinfónica. Además, encargué a Rubén Díez de la Cortina y Mangu Díaz, miembros de Rarefolk, la música de la escena ambientada en Galicia y a los guitarristas Diego Losada, Víctor Márquez, Enrique Bermúdez y Pau Vallet piezas que remitieran al flamenco que se tocaba en los siglos XIX y XX.

 

Esta producción supone también tu debut como director del BNE en Madrid, ¿es el público de la capital más exigente que el de otras ciudades del país?

Al igual que en otras ciudades, en Madrid hay un público muy entendido. A esto se suma que aquí viven muchos profesionales de diferentes sectores culturales que tienen interés por ver el trabajo del BNE. Además, muchas más personas pueden asistir a nuestro espectáculo porque ofreceremos diez funciones en el Teatro de la Zarzuela en lugar de una o dos, como es habitual cuando vamos de gira. Por tanto, lo que diferencia a Madrid es que muchas más personas tienen la oportunidad de vernos, lo que siempre es una responsabilidad, aparte de que Madrid cuenta con un público exigente y bastante entendido.

 

Llevas muchos años inmerso en este arte como bailarín, coreógrafo y director de varias compañías, ¿cómo ves que se ha ido desarrollando la danza en nuestro país desde que te dedicas profesionalmente a ella? ¿qué es necesario cambiar para que esta disciplina sea más conocida y valorada en España?

Creo que la danza sí es valorada en España, pero es necesario que aumente el público que acude a los teatros a ver danza. Cada vez que un espectador nuevo asiste a un espectáculo de danza española, se engacha. Desde el BNE, trabajamos para crear nuevos públicos para la danza a través de nuestro proyecto pedagógico. Llevamos la danza a los centros educativos de las ciudades donde estamos de gira, además de desarrollar iniciativas relacionadas con las nuevas tecnologías que atraigan a los niños, con el fin de generarles curiosidad y que arrastren a sus padres a los teatros. Es necesario que las instituciones públicas apoyen económicamente a las compañías privadas y fomenten la creación de más compañías públicas en cada comunidad. Y los teatros también deben ayudar programando más danza

 

Con tan solo 39 años has comenzado a dirigir el BNE, ¿hay alguna otra meta profesional que te gustaría alcanzar?

Nunca me he planteado una meta ni la ambición de llegar a lo más alto de la danza, simplemente me voy enfrentando al hecho de seguir aprendiendo, evolucionando, e ir hacia adelante. Cuando presenté el proyecto de dirección del BNE lo tenía muy claro, pero si hubiera sido otro compañero o compañera el que hubiera sido elegido, yo hubiera seguido por otro camino. Cuando deje de dirigirlo, solo me planteo seguir otro camino, hacer lo que en ese momento sea importante para mí, que sobre todo me haga feliz.

 

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