«En mi último trabajo plasmo todos los miedos que han surgido en el camino desde que quise ser payasa»

 

Paula Valluerca se graduó en Arte Dramático en la Escuela Navarra de Teatro y cursó un postgrado en la London International School of Performing Arts, que la especializaba en Creación de espectáculos. En 2018 ganó el premio a la Mejor Actuación Femenina en el London International Solo Festival, y ha presentado su trabajo en los festivales de teatro de Edimburgo, Praga, Berlín, Brighton o Londres. 

Este mes de abril podremos ver su último trabajo, QUEST!ON, en el Teatro Lara. Un espectáculo en el que Paula Valluerca toma sus propias experiencias reales como punto de partida para su creación. Temas como los miedos, el fracaso, el valor, la mujer en una profesión complicada… Sobre todas estas cosas nos habla también Paula en esta entrevista. 

 

Paula Valluerca estrena QUEST!ON en el Teatro Lara

 

 

Por Sergio Díaz

 

¿Qué es ser una clown?

Hoy en día, el clown no tiene nada que ver con tirantes y los zapatones. Aun así, el nuevo concepto no ha llegado a calar, y es mucha la gente que todavía relaciona la palabra ‘clown’ con fiestas de niñxs, globos y flores que escupen agua. El clown es un lenguaje teatral que requiere poner lo que te hace ridícula a disposición del público. Ser una clown es interpretar un personaje al que le has prestado cosas tuyas.  “A un clown se le paga para hacer reír y vende todas las ridiculeces, las suyas”, como dijo Philippe Gaulier en una entrevista para El Cultural en 2010.

 

 

Esas sensaciones que ponéis al servicio del público, la vergüenza, el ridículo, la humanidad, la vulnerabilidad, la condición de perdedores… ¿Son sensaciones que ayudan al payaso? ¿El fracaso es el éxito del payaso o la payasa?

Para responderse a esto voy a seguir citando al rey del fracaso, Philippe Gaulier. Yo no lo podría haber descrito mejor: “El payaso y el fracaso son grandes amigos. En el fracaso vemos la sensibilidad del payaso, la torpeza nos ayuda a construir algo grande y maravilloso. Es el lado estúpido de actor que se encuentra trabajando con honestidad sin caer en la simple imitación”. (Philippe Gaulier, 2006, Le Gégèneur).

 

Tu trabajo también surge de esa parte ridícula que comentas y que todos tenemos, pero que sólo algunas sois capaces de mostrar abiertamente. ¿Te consideras doblemente valiente por ser mujer y clown, por hacer visible tu vulnerabilidad?

Creo que las mujeres siempre tienen que ser doblemente todo lo que los hombres tienen que ser para llegar al mismo sitio. Y sí, creo que soy valiente. Madame Señorita es una mujer sin nada ni nadie en lo que apoyarse. Nada más a parte de su cuerpo y su corazón.

 

Tanto los clowns como su dramaturgia nacen de una parte muy íntima de los intérpretes. ¿Cuáles de esas emociones internas has trasladado a tu alter ego escénico, a la Madame Señorita que mencionas?

Intento trasladar las que funcionan con el público. Por ejemplo, al público generalmente le gusta verme pasándolo mal. Entonces, le presto el dolor de Paula a Madame Señorita. Pero sólo puedo prestarle un dolor que no pese demasiado. Madame Señorita no puede jugar con el dolor que se te queda cuando alguien muere. El dolor de la voz en mi cabeza que me dice que no voy a llegar a ganar un Goya jamás si sigo por este camino, ese sí es un dolor con el que se puede jugar. Son las emociones ligeras las que le presto a mi payasa. Pero no por ser más ligeras son menos verdaderas.

 

Question_Madame_Senorita_Godot_02
Madame Señorita, alter ego de Paula Valluerca, protagoniza ‘QUEST!ON’

 

¿Cuándo comprendiste que el clown iba a ser tu forma de vida o la forma artística en la que querías expresarte?

Cuando entendí que me encanta hacer reír al público y que no quiero esperar a nadie para ponerme manos a la obra y empezar a trabajar para llegar a vivir del teatro.

 

¿Consideras que ser clown o payasa puede ser una de las formas más libres de expresión que haya?

Una clown tiene que haberse ganado la libertad para poder disfrutarla. Yo cuando soy clown soy una servidora. Me siento completamente a merced del público. Lo más importante es que se rían. Cuando la cosa va bien y ‘les tienes en el bote’ (esto nunca es cierto del todo), empiezas a hacer trampas para conseguir hacer lo que siempre has soñado en el escenario. La clown sueña con ser algo que vio y le cautivó, y siempre intenta buscar un huequito en el que poder hacerlo. Cuando consigue que le queramos, sueña con total libertad, y si le queremos, soñamos con ella.

 

¿Quiénes fueron tus referentes?

Maestros como Mick Barnfather, Cal McCrystal, John Wright o Phillipe Gaulier, y artistas como Doctor Brown, Carlo Jacuzzi, Adrienne Truscott, Ana Esmith, Lady Rizo… La mayoría, actores internacionales que basan sus solos en el clown. Pero también artistas de cabaret, bufones y performers de todo tipo.

 

¿Es necesario resignificar y reivindicar la palabra payasa?

La palabra ‘clown’ no tiene género, ya que las palabras en inglés no lo tienen, pero yo creo que es una trampa. Porque por mucho que se disfrace de ‘nombre neutro’, todo el mundo piensa en un hombre cuando se dice clown, o payaso. Y esta es una de las razones por las que la repercusión de las mujeres payasas en la historia ha sido menor, y corre el riesgo de seguir siéndolo. Así que… ¡sí! A mí que me llamen payasa.

 

Como nos dices el clown ha sido una disciplina mayoritariamente masculina históricamente. Ahora las cosas van cambiando y hay mujeres payasas, claro que sí, pero aún hoy se hace necesario visibilizarlas. ¿Crees que las mujeres lo seguís teniendo más complicado para encontrar vuestro hueco? ¿Qué conquistas por la igualdad en tu oficio hacen falta a día de hoy?

Creo que socialmente, los aspectos ridículos de la mujer no están tan aceptados como los de los hombres. Por ejemplo, cuando las mujeres hacemos comedia con nuestro cuerpo, estamos rompiendo la concepción de la mujer como objeto de deseo. Los hombres siempre salen ganando cuando juegan a ser físicamente ridículos. Sus cuerpos tienen menos restricciones en cuanto a qué deberían ser o para qué deberían ser utilizados. Durante siglos hemos sido testigos de grandes payasos, héroes de la comedia gestual como Buster Keaton, Charles Chaplin, Laurel & Hardy… y se ha relegado a las mujeres al papel de ayudantes o novias.

En España, hasta mediados del siglo XX con Lina Morgan muy poca gente tiene referencias de otra payasa famosa. Y después de ella, no tenemos constancia de ninguna otra que haya llegado a la fama. En cambio, antes y después de ella hemos disfrutado de gente como Marcelino, Charlie Rivel, Pepe Viyuela… Sin embargo, la libertad humorística, la comedia sin límites en las mujeres siempre ha corrido el riesgo de considerarse vulgar o suscitar la vergüenza ajena. Aunque sea cierto que cada vez más mujeres se lanzan a mostrarse ridículas en el escenario, las dudas e inseguridades que afrontarán al hacerlo serán el doble que las de un hombre. Y son precisamente éstas dudas las que han inspirado QUEST!ON (pregunta), mi último trabajo. No es casualidad que se hable de los miedos en esta obra. Son todos los que han surgido en el camino desde que quise ser payasa.

 

Pues háblanos un poco de QUEST!ON, ¿qué quieres transmitir con este trabajo?

Pues lo primero que quiero conseguir es que la gente se ría un rato, lo cual no estaría nada mal.  Si puedo hacer que se encuentren con sus inseguridades, sería un plus. Para nota, sería hacer que se reconcilien con ellas y que así se reconcilien con ellxs mismxs. Y de Premio Nobel sería hacer que se despertara en ellxs la compasión por la humanidad y todos nos viéramos con ternura y amor. Pero me temo que para esto haría falta repartir sustancias ilegales al principio de la función. Y no estamos para sustos.

 

Uno de las frases con la que presentas QUEST!ON es que quieres volver a la esencia más pura del clown. ¿Cuál es esa esencia?

La de hacer feliz al público. El trabajo del clown es trabajar la sensibilidad con el público para desarrollar una buena escucha y entender qué es lo que funciona cuando actúa. Después de realizar este trabajo, podrá provocar su imaginación y mostrarle sus sueños. Me gustaría alejarme de personajes superficiales y edulcorados, sin profundidad, que infantilizan este género. Quisiera evitar los mensajes moralistas que quieren adiestrar al público. La payasa no utiliza artificios ni manipulaciones, como pueden hacerlo los actores y actrices. La payasa sólo puede intentar que le quieran por lo que es. Esa es la más pura esencia del clown para mí.

 

Paula_Valluerca_Godot_01
Paula Valluerca

 

¿Cómo reacciona el público masculino frente al cambio del código tradicional? ¿O ya se ha asumido con naturalidad a las clowns?

El problema es que, como te decía al principio, la palabra ‘clown’ aún suscita muchas dudas y a veces no saben a lo que vienen. Me han pasado cosas que me han hecho pensar que algún hombre venía a ver un espectáculo de cabaret o burlesque y se ha marchado decepcionado. Pero en general, la presencia masculina en mi show la he disfrutado mucho, y creo que ellos han disfrutado conmigo. Sí es verdad que tengo la sensación de que casi todos pasan por un mecanismo de adaptación al principio de la obra porque su intuición les bombardea: ¡Alerta! ¡Una mujer haciendo gala de sus ridiculeces! ¡Pero si es guapa! ¿Por qué hace esto? ¡No hay ninguna necesidad!, ¡hay que protegerla, se va a hacer daño! ¿Por qué?? ¿por quéee?

 

Quizá un gran problema al que os enfrentáis es dónde poder mostrar vuestro trabajo. ¿Echas en falta un circuito más amplio para tu disciplina artística?

Hay muchas payasas en Madrid. Pero las veo a todas intentar poner en pie su espectáculo en la más absoluta precariedad. Las payasas están abandonadísimas de las carteleras de los grandes teatros y de las instituciones públicas. Para que demos lo mejor de nosotras necesitamos que las programadoras nos vengan a ver, estructuras donde apoyarnos, teatros acogedores con equipos que se ocupen de la producción, la promoción, la parte técnica, etc. Necesitamos agentes culturales que entiendan lo importante que es hacer gala de las ridiculeces femeninas hoy en día. Porque cuando una mujer que se siente insegura con un cuerpo que no se corresponde con los cánones de belleza va al teatro, y ve a otra mujer pasándoselo en grande sacando sus carnes al aire y jugando, se redime de esa inseguridad causada por el patriarcado y sale renovada. O cuando una madre primeriza siente la presión social de adorar a su hijo/a y se encuentra en el teatro con una payasa que le da una patada a un bebé imaginario y lo manda a tomar viento fresco, se muere de la risa y sale del teatro más ligera. Si la gente de a pie tuviera acceso a espectáculos de payasas más a menudo, el feminismo daría una zancada hacia delante.