No es fácil definir la identidad y el espíritu de un espacio escénico en palabras, aunque justamente el espacio exlímite tiene muy claras sus premisas y las explican de forma meridiana en su web. Aún así hemos querido preguntar a uno de sus impulsores, Juan Ceacero (el otro es Gérard Imbert), para que nos siga destripando todo lo que nos podemos encontrar en este proyecto creativo del barrio de Usera. “El proyecto -nos dice Juan- esencialmente se basa en generar un espacio de creación, de investigación y de desarrollo de proyectos y tratar de llevar eso a la realización final de cualquiera que sea el objetivo que se plantea. Trabajamos desde la idea de colaboración, entablamos una conversación y un diálogo con las compañías y artistas para que nos expliquen sus necesidades y nosotros tratar de ayudarles en el desarrollo de su nueva creación. Esta colaboración está muy centrada, sobre todo, en proyectos que quieren asumir riesgos, que no solo tienen problemas económicos, sino que necesitan llevar su trabajo, desde el punto de vista de la producción o desde el punto de vista de las necesidades técnicas, a un estadio al que normalmente las compañías medias o emergentes no son capaces de conseguir. Por eso nuestro discurso es siempre desde la creación, no desde la gestión cultural, tenemos un compromiso con la creación por encima de todo, ya que nosotros también somos creadores y somos compañía”.

 

LO IMPORTANTE ES EL CÓMO

Y partiendo desde la creación como motor no vale hacer las cosas de cualquier manera. No se busca un dato o un número o una cifra, está el interés en el viaje, en cómo se llega desde un punto A (una idea primigenia) a un punto B (la realización escénica de esa idea). “Lo que no puede ser -prosigue Juan- es que una compañía que lleva una obra a una sala de Madrid el primer día que pise ese escenario sea el día del estreno. En esas horas previas al estreno es cuando se prueba la escenografía, se prueban luces, la compañía siente la energía del lugar… En nuestro caso, exlímite está muy vinculada al propio espectáculo, porque se ha ensayado ahí y esa energía está contenida y se impregna de alguna manera en la obra, porque aquí ofrecemos no una sala de ensayos, ofrecemos un lugar que permite, como parte del proceso creativo, la exhibición, para que puedan mostrar su trabajo en unas condiciones buenas, y poder completar así todo su viaje, que esa misma compañía pueda volar y ofrecer un montaje consolidado al llegar a otros espacios”. Un buen ejemplo de esta colaboración lo tenemos en una obra que se ha podido ver en febrero: El cuento del tomate frito. “Esta obra de la cía. Doña Perfectita sería un gran ejemplo de lo que son nuestras colaboraciones de 0 a 100. Su proyecto se está desarrollando íntegramente en exlímite. Ellas han empezado aquí y el vínculo es muy estrecho con nosotros porque todo su viaje lo están desarrollando en nuestra casa. La compañía no solo hace ensayos, sino que hay oportunidad para hacer puertas abiertas, work in progress a la mitad del proceso, talleres abiertos para abrir esos procesos y mostrar la metodología con la que se está creando… Porque ese es otro de los pilares importantes sobre los que se sostiene exlímite, la formación que aquí impartimos que está vinculada a los desarrollos artísticos y no solo a vender una técnica específica”.

 

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Juan Ceacero

Ya tenemos dos de las cuatro columnas sobre las que se asienta este espacio de la calle Primitiva Gañán: colaboración y formación. El tercero sería la creación, que son las propuestas que la propia compañía exlímite desarrolla y que han quedado perfectamente plasmadas en reconocidos trabajos como Los Remedios o Cluster. Y el cuarto pilar sería la investigación, y es que exlímite pretende servir como espacio de encuentro y de realización de proyectos de investigación conectados con la formación y la potencial creación. La forma de investigar que proponen es a través de sus Laboratorios.

 

BUSCANDO NUEVOS LENGUAJES

Y una vez que ya sabemos cómo está construido exlímite buscamos lo que allí podemos encontrar, dejando muy claro que no es un espacio meramente de exhibición, ni una sala teatral al uso en la que abunda la multiprogramación. Otra vez volvemos a que allí no buscan un dato de taquilla, si fuera así programarían ‘stand up comedy’. En exlímite arriesgan en cada cosa que emprenden y siempre hay lugar para propuestas y lenguajes que difícilmente tienen cabida en otros espacios. “Desde el inicio siempre hemos estado abiertos a otras disciplinas que tienen un circuito más cerrado y estamos tratando de conectar al público con ellas. Llevamos con el Ciclo de Butoh ya tres años y ha sido una experiencia muy positiva”. En estos tres años llevan programando una obra de danza butoh o lenguajes afines un jueves al mes, y ahora quieren hacer lo mismo con el circo y con el flamenco, algo muy meritorio, la verdad. Este mes de febrero comenzarán programando la obra circense Si me hace bien no puede estar mal, de Carolina Yaven (sábado 18 de feb.); comenzará también el llamado Ciclo de Flamenco y otros animales con Marta Aramburu el domingo 26 de febrero; y seguirán con su Ciclo de Lecturas Dramatizadas en colaboración con Teatro del Astillero, que han llamado Vermú Dramático. Juan Ceacero nos explica el porqué de todas estas propuestas. “No queremos exhibir una obra sin más, queremos fomentar la experimentación del público alrededor de una creación. Queremos que el público vaya, se pueda tomar un vermú, entablar conversación con los creadores… queremos fomentar la cercanía. Esto ya ha ocurrido con el Ciclo de Butoh, con el Vermú Dramático y esperamos que pase lo mismo con el Ciclo de Flamenco”. Y es que el flamenco es un gran desconocido a pesar de ser algo muy ligado a nuestra cultura, lo tenemos como dado por hecho, pero muy pocas veces tenemos la oportunidad de ver flamenco en un teatro y de disfrutar de una experiencia a través del flamenco, y desde exlímite nos lo ofrecen. “Este ciclo va a tener que ver con esa parte más tradicional de cante y baile, pero también queremos hacer pedagogía, explicar el flamenco y acercarlo a la gente, sobre todo a la gente del barrio de Usera. Al igual que ocurre con el butoh, son disciplinas que permanecen sumergidas y queremos darles la oportunidad de que se muestren a un mayor número de personas para que las descubran. Nuestro corazón y nuestra mirada no está puesta en la oferta de actividades puramente cercanas a la exhibición, lo que queremos es abrirnos para que el espacio sea una plataforma sí de visibilidad y de muestra, pero también de desarrollo. Nosotros, al no ser una sala de exhibición propiamente dicha, ni al tener una multiprogramación que nos obliga a estar constantemente llenando el espacio nos podemos permitir ser más radicales y abrirnos a esas nuevas disciplinas”, termina Juan. Y en estos tiempos que corren donde la uniformidad parece la norma, donde todos hacemos lo mismo para seguir avanzando con la masa, hacen falta espacios radicales en su fondo y en su forma, espacios independientes donde poder descubrir nuevas formas de expresarse y de comunicarse con el mundo, porque falta nos hace.

 

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