paella, una comedia humana

 

 

Por Alberto Morate

 

Federico: Por ti bien sabe dios que hago todo esto, para ti, que has sido mi amor desmesurado, mi compañera, mi sostén, (aunque lo llevaras tú), me he sacrificado y he creado nuevos proyectos aunque seas tú quien los presentes, para ti he entornado los ojos y he desviado la vista cuando no me gustaban tus coqueteos y desplantes, para ti he escrito esta comedia desmedida que no es tan absurda y este enredo que deja a las claras las claras diferencias que todavía existen entre ser hombre, como yo, o mujer, como tú, aunque seas mujer de bandera. Para ti, para ella, el amor de mis rutinas, hasta que me despediste, ¡maldita!

Amparo: No me hagas reír, retoño en otoño, aún desconozco si eres personaje o dramaturgo, si me exasperas y me diviertes a partes iguales, pero no te tolero ese machismo de libro, ese encerrarte en mi personalidad para querer destacar tú, esa sordidez de tus insultos, eso celos infundados, esas tenebrosas y, al mismo tiempo, cómicas embestidas. Sí, ‘pa mí’, ‘pa ella’, ‘pa ti’, ‘pa el público’ que está viendo la función desde la orilla y no se moja y solo vienen a ver si se comen un platito de esa paella exquisita (aunque solo sea de verduras).

Fede y Amparo son una pareja bien avenida.

– ¡Bien sabe dios que no te odio!, pero no te aguanto esa actitud machista.

– ¿Es que ya no te acuerdas de todas nuestras risas?

paella, una comedia humana e imprecisa. Donde no se sabe cuándo es el personaje, cuándo los intérpretes, cuándo la rigidez y la crítica, cuándo el absurdo y la locura, cuándo entran y salen de sus roles, cuándo improvisan. Su autor, que a la par es su personaje, David Fernández ‘Fabu’, saca de sus casillas a su pareja, Nerea Moreno, al ‘Amparo’ de la necesidad de trascender en una relación en la que saltan chispas.

Nada fácil debe ser para su director, Víctor Velasco, marcar las pautas a los actores, a los personajes, al dramaturgo, a la mujer, al machista, a la empoderada, al arroz que se cocina. Y, mientras, los espectadores enarbolando una sonrisa.

La obra gira, y pulsa, salta, y está viva. Hasta los cables se rebelan y quieren ser protagonistas. Apuestas como estas son las necesarias y las requeridas. Que el teatro no sea una cárcel sino la libertad de creación que Surge de una mente no tan enfebrecida.

 

paella, para todos y todas, (mira que me fastidia repetir el pronombre, pero antes eso que ‘todes’ o una x como vocal inclusiva), siempre habrá diferencias, pero que eso no nos impida divertirnos en el teatro, denunciar, gritar, cantar, bailar… en definitiva, asistir a una frescura de teatro donde una paella, en escena, se cocina. Que no se nos pase el arroz ni se queden duras las verduras, que la vida es mucho más sencilla. Esta función requiere de tu presencia en esta cocina teatral donde nada es verdad ni mentira, donde todo es teatro y es la vida misma.

 

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