Villa y Marte de Ron Lalá

 

 

Por Alberto Morate

 

¡Ay, que el planeta tierra se queda sin gente! Se queda sin aire, sin recursos naturales, sin ser habitable, sin café y churros, sin fiestas ni verbenas. Menos mal, sí menos mal, que un intrépido astronauta (Daniel Rovalher) con su androide programado (Juan Cañas) llegan a Marte y, concretamente, a Martiz, donde serán protagonistas de una auténtica zarzuela.

Allí viven y conviven con elegancia y presteza, chulapos y castizos del chotis y la taberna. San Isidro labrador que tiene que ir en busca de otras tierras. La tierra roja de Ares, pero esta vez sin guerra. Aunque hay conflicto porque hay que cumplir una misión certera y porque el amor surge cuando nadie se lo espera.

Volvemos con Ron Lalá a la canción, al verso, a la crítica irónica y a que nos cuenten algunas vergüenzas, en una historia sainetera, de personajes con varios pares de manos y piernas, con sardónico humorismo de los males que nos aquejan.

Yayo Cáceres vuelve a dirigir a la compañía con sus ingredientes básicos de cazuela, los actores mencionados antes, más Diego Morales, Fran García y Miguel Magdalena. En el texto y dramaturgia, cogiendo al toro por los cuernos, como siempre Álvaro Tato, maestro en lidiar con romances, sonetos y endechas.

Hay barrio en el universo, hay santos y fiestas, toros y organillos, picarones y lavanderas, hay tentaciones y sueños, delaciones, envidias, donde todo quisque es un menda, donde la cama es la piltra, y la borrachera una melopea, donde el gabriel es un chaleco y el calabozo la trena.

Nos rescatan, sin miedo a la risa, con canciones y costumbres de otras épocas, remontándose hasta el barroco, hasta los pasos de Rueda, hasta los sainetes de Arniches y las composiciones de Chueca. Villa y Marte de Ron Lalá, pero también de Galdós, de Quevedo, de Cervantes y de Lope de Vega, de Ramón Gómez de la Serna, incluso de Joaquín Dicenta.

Muchos hijos son los que tiene esta Villa, y a todos se les recuerda, aunque no se los mencionen, que no hay tiempo para el santoral de las letras. Por eso cantan y nos ponen en la tesitura de que alguna vez la historia se desarrolle más allá del localismo de que Madrid es España y lo que no, se queda fuera.

Ea, tenemos pues, un espectáculo fetén o dabuten, chachipén o lo que ustedes quieran, divertimento y comedia nueva, fiesta teatral, que refleja el ambiente de la época, la actual, aunque hablemos de futuro en otro planeta.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí