Humor, misterio, música e imaginación. Estos son los pilares sobre los que se levanta la obra Los desiertos crecen de noche de José Sanchis Sinisterra, que se podrá ver en el Teatro Fernán Gómez hasta el 5 de marzo. Esta majestuosa obra del dramaturgo español, la cual codirigen su hija Clara Sanchis junto con el actor David Lorente (Premio Feroz 2023 al mejor actor de reparto), pone en pie diez piezas o textos antológicos de este escritor que se iniciaron en los años 80 y que ahora salen a la luz.

Se trata de un microcosmos que atraviesa la comedia, lo imprevisible y el mundo de los sueños, que juega con el poder de la palabra y sus trampas, donde los intérpretes van y vienen desde sus instrumentos -teclado, percusión, trompeta y voz- a sus personajes. La música es lo que facilita el hilo conductor de estas historias que, a priori, parecen ser completamente diferentes. Pero se entrelazan entre sí para que el espectador disfrute de los vericuetos del pensamiento de este dramaturgo, incansable en la tarea de inventar nuevas formas de abordar la ficción.

Una banda de músicos que se pierde en su propia música. Rodolfo, interpretado por José Luis Patiño, y Ludovina, la propia Clara Sanchis, nunca llegan a besarse. Un director de teatro, que lo encarnará David Lorente, lucha con el tigre que lleva dentro. Una lectora, será interpretada por la actriz Concha Delgado, descubre sus sueños más íntimos en la novela de un autor desconocido. Historias que se adhieren al surrealismo de la poética de los sueños, entre los cuales no falta la ironía y el humor, ya que según afirma Sinisterra “el humor es primo hermano de la poesía, la poesía es prima hermana del sueño, el sueño es primo hermano de la magia, y así sucesivamente…”

 

MÁS CERCA DEL ESPECTADOR

Los actores casi pueden abrazar al espectador y hacerle copartícipe de la obra, gracias a la cercanía de la sala y del propio montaje, que roza la inmersión sobre las historias como si las pudieras palpar. David Lorente asegura que “la sala es un sueño, porque tenemos al público muy encima y eso apetece mucho con estos textos, porque es una cuestión de compartir, tratamos de que el espectador se sienta participe continuamente, y esta especie de ring de combate es perfecto”. Además, el actor ha añadido: “esto no es cuestión de explicar al espectador, si no de compartir y de reírnos de nuestra condición humana, nosotros como actores, pero también ellos, a los que se les hace referencia en muchas partes de la obra”.

 

LA MÚSICA COMO ELEMENTO CONDUCTOR

Y en esta mezcla de ‘cocosas’, Clara Sanchis confiesa que también son co-compositores de las canciones, un poco oníricas, que podremos escuchar durante esta hora y media de función. Una música que ha sido creada a través de los ensayos con la idea de servir estos textos, que han ido afilándose día a día por estos cuatro actores, pero también músicos vocacionales. Nada ha partido de algo hecho, y todo confluye hasta el final para que el espectador pueda verse reflejado en esa propuesta de la condición humana desde la poesía que caracteriza el teatro.

 

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