La Asociación Endaiak regresa al OFF Latina con Nostalgia 2175, un interesante texto de la autora alemana Anja Hilling que analiza cómo serán las relaciones humanas cuando el planeta en el que habitamos sea muy distinto a como es ahora. Una propuesta que interpretan -y han dado forma y dirigen de forma colectiva- Felipe Muñoz, Clara Oliver y Chema Risko, los tres miembros fundadores de esta compañía teatral que empieza fuerte y que a buen seguro, dará que hablar…

 

Nostalgia 2175 en OFF Latina

Por Redacción

 

Siglo XXII

El colapso que durante tanto tiempo amenazó nuestro planeta ya ha ocurrido. Pero hemos sobrevivido, nos hemos adaptado. El semen de los hombres ya no sirve para la procreación, pero hemos reproducido uno artificial. Hemos construido lagos y bosques que reemplazan la naturaleza desaparecida. Hemos creado paredes y trajes protectores que nos permiten mantener nuestra piel a salvo de la radiación de la atmósfera y su temperatura, instalada en un promedio de 60°. En cuanto al brillo del sol y al azul del cielo, quedaron para siempre sumergidos tras una gran manta de polución. No nos cuesta reconocer que solo la nostalgia de las imágenes del pasado consigue traérnoslos de vuelta. Pero quizás haya algo más en esas imágenes que nos esté costando recuperar…

 

«Entra al agua»

Nostalgia 2175 es un viaje al futuro en que el ser humano se nos presenta a partir de tres individuos muy distintos sobre un paisaje de incubadoras artificiales. Posch, Pagona y Taschko -un empresario, una camarera y un artista- se entrelazan en una historia de anhelo y tragedia, en un mundo de calor, asfixia y piel tumefacta. Con Nostalgia 2175, Anja Hilling nos sumerge en un universo desbordante de una tremenda complejidad e imaginación. Anja nos sitúa en la segunda mitad del siglo XXII, y el salto mortal al futuro al que nos empuja deja tras nosotros el colapso climático que hoy en día algunos ya temen inevitable. En este futuro hipotético la amenaza se ha hecho realidad.

 

«Un día de agosto del segundo año del siglo XXII, el mundo se colapsó»

La situación en que ha quedado el planeta es devastadora. Las temperaturas están por encima de los 60°. El sol y el cielo han quedado enterrados tras una atmósfera de polución tóxica y radiactiva. Han desaparecido los bosques, los paisajes naturales y se han extinguido la mayoría de los animales. En cuanto al ser humano… el cuerpo ha conseguido sobrevivir al cambio radical, pero en condiciones lamentables: sangre en las vías respiratorias, obstrucción de las vías auditivas, reducción de la vista en un 30%, pérdida de olfato, migraña crónica, taquicardia, hiperpirexia. Pero el sentido del tacto es el que más nos dolerá ver deteriorado; la piel se ha vuelto delgada y agrietada, en un estado de irritación constante.

 

«El semen ya no es apto para la procreación»

Como en una especie de castigo divino, el ser humano parece haber sido condenado a ver y a sufrir el panorama de devastación generado por sus excesos. Pero contra todo pronóstico la historia de Anja Hilling no es un alegato contra el cambio climático.

 

«Hubo un cambio. Un despertar de nuevas condiciones»

En el futuro que nos dibuja Anja el ser humano parece precisamente haberse repuesto con cierta dignidad a las adversidades. Ha echado mano del siempre membrudo bastón de la ciencia y el ingenio y, apoyándose en él, ha logrado incorporarse de nuevo y seguir adelante. Aunque con ciertas limitaciones…

La ciencia ha logrado crear un semen artificial y reproducir las condiciones de la gestación fuera del cuerpo de la mujer. También han construido bosques y lagos artificiales. Pero, lo más importante, se ha descubierto algo que será la clave de la resistencia en la Tierra: el Dermaplast. Un material sucedáneo compuesto a partir de piel humana que protege nuestra piel enferma de las nuevas condiciones del clima. Con esta piel artificial están fabricados los trajes protectores que necesitamos para poder salir a la calle. Una piel sintética que nos acompaña para siempre. Que nos protege para siempre. Que nos permite reunirnos de nuevo. Y que nos separa. Para siempre.

El azul del cielo y la luz del sol, no volveremos a verlos. Solo el arte, la contemplación de las imágenes del pasado, consigue traérnoslos de vuelta. De modo que, una vez resuelto el problema de la supervivencia, las preguntas van más allá. Cómo nos relacionamos en un planeta en que tenemos que zafarnos de la maraña de lo artificial para acercarnos los unos a los otros. Cómo nos mostramos cariño si ya no podemos acariciarle la cara a alguien al aire libre. Cómo puede uno apreciar un rostro si jamás podrá verlo bañado por el sol, si jamás lo verá emerger del mar, iluminado por brillantes gotitas de agua. Cómo podremos darnos amor si nos duele tocarnos. ¿Podremos enamorarnos a 60°?

Actualmente nos preguntamos constantemente qué condiciones debe tener un planeta para albergar vida, para albergar otras especies que no conocemos. O quizás… para albergarnos a nosotros algún día. Pero ¿qué condiciones debería tener un planeta para poder albergar el amor que contiene nuestras vidas? Vivimos en una sociedad en que ya aparecen múltiples elementos de dispersión que funcionan como una pantalla que disipa, difumina y deteriora el encuentro amoroso entre las personas. La desigualdad, el individualismo, la incomunicación, los móviles… son algunas de los rasgos que pertenecen ya a la genética de nuestra sociedad y que nos alejan a unos de los otros abocándonos a un panorama de soledad e insatisfacción.

Nostalgia 2175 nos sitúa en un escenario después del, ya amenazante, colapso climático. Un escenario tapado, como una olla a presión, por un cielo de oscuridad que obstaculiza el lugar para el cariño, la comunicación, el amor y el sexo. Un lugar imaginario, calentado a 60°, en que la lejanía mutua en que vivimos hoy ha sido sublimada hasta el horizonte de la pesadilla distópica. En estas circunstancias, ¿queda lugar para la esperanza? ¿Para el amor?

 

'Nostalgia 2175'
‘Nostalgia 2175’

 

El proyecto

La Asociación Endaiak la forman Felipe Muñoz, Clara Oliver y Chema Risko. Procedentes del mundo del teatro universitario, deciden dar el salto a una autoproducción teatral de carácter profesional tras quedar fascinados con la lectura del texto de Anja Hilling. Su trabajo sobre Nostalgia 2175 se concibe desde el primer momento como una creación colectiva en cuanto a la dirección. Nostalgia 2175 es un texto dramático muy fragmentado, con un enorme contenido discursivo, una gran carga poética y absolutamente desprovisto de acotaciones y signos de puntuación. Con esto último, Anja Hilling, parece declarar la intención de su estilo dramatúrgico: dejar todo el espacio posible para la creación.

La obra es un falso monólogo en que la narración de Pagona se intercala con sus propios recuerdos, que asaltan su cabeza trayendo con ellos a Posch y a Taschko. La propuesta de la compañía rompe la cuarta pared y sitúa en el público al bebé a quien Pagona dirige su historia; y un manejo fugaz de la energía para viajar del recuerdo a la narración, convirtiendo el conflicto de la fragmentación del texto en estímulo para el espectador.

La tercera gran elección que conforma el lenguaje de Endaiak viene de la convicción de que el Teatro es un arte aglutinador de artes: tanto la motivación de crear un espacio de creación multidisciplinar como el compromiso con la situación crítica que el teatro comparte con otras disciplinas artísticas nos ha llevado a implicar en el proyecto a Iria Rodriguez, Cris Kalva, Iñaki Simón García, Íngrid Shcramek, DMT Films y Martín Rid Lozano.

Se han lanzado a contar una historia tan compleja como Nostalgia 2175, que recoge elementos y escenarios de una realidad futura con una gran inventiva y toques de ciencia ficción, con la elección de la austeridad extrema: con poco más de dos taburetes, exigiendo al público el tributo de la imaginación y confiando en la iluminación evocadora de Ingrid Schramek para transportarnos a los más de diez espacios distintos en que sucede la acción.

Incorporan las animaciones de Iria Rodriguez para sumergirnos en las descripciones poéticas que hace Taschko de sus cuadros, que nos inducen a la mencionada nostalgia por las imágenes del pasado; y el vestuario de Cris Kalva, para traer con realismo los trajes protectores de Dermaplast que nos protegen del clima extremo.

Por último, la música de Iñaki Simón García nos ayuda a contar, lo que para nosotros es más importante, el viaje emocional de los personajes a través de una historia que, a pesar de situarse en un escenario futurista, habla de algunos de los conflictos humanos más primitivos: la soledad y el anhelo, el trauma y el amor, tocar y ser tocado.