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Algo que empieza y que termina: eso es lo que somos.
Una vida compuesta de ciclos, de momentos que empiezan y terminan.
Eso es lo que hacemos: empezar y terminar.
Empezamos a vivir sin que nos pregunten nada, y terminamos de la única manera posible. Mientras, nos queda vivir.
Podemos elegir cómo.
Katsuko no es un resultado. Es un proceso.
Y, como todo, empieza y termina. Y eso es lo que elegimos hacer:
Nacer, vivir y morir.
Palabras de Samuel Viyuela sobre su montaje y el ciclo [abril imaginario]
«Este es mi segundo año trabajando con Carlos, ya que el año pasado hice el curso de dirección escénica y la verdad es que a mí me ha volado la cabeza trabajar con él. Yo tengo formación de intérprete y aunque vengo de una escuela que viene del actor-creador, yo he ido aprendiendo a organizar un poco el movimiento de la escena, pero la formación con Carlos ha sido ir mucho más allá, es conocer cómo funcionan todos los sistemas, descubrir la descomposición de todos los elementos que forman parte del teatro es una inmersión increíble. Carlos nos ha enseñado a despedazarlo todo y a hacer teatro a partir de ahí llegando a lugares muy profundos. Eso ya fue en el curso de dirección. Y en este año, en este taller de acompañamiento sí que ha sido una experiencia brutal que a mí me ha superado, pero no en sentido negativo, sino que veo que todo es tan enorme que hay un mundo entero por explorar y me encanta.
Katsuko es un proyecto de investigación que va más allá de este proyecto que presentamos ahora. La idea es crear un núcleo de trabajo que perdure en el tiempo más allá de los individuos, más allá de los proyectos, más allá de los géneros. Queremos encontrar la manera de hacer lo que queramos en las Artes Escénicas y para ello tenemos que pasar mucho tiempo perdidos para encontrar esa luz que nos lleve por el camino que queremos. Carlos está poniendo algo de luz y el resto la tenemos que ir encontrando nosotros, pero lo que tengo claro es que esta dimensión en la que nos estamos adentrando ha tenido que ver con trabajar con él y eso es muy de agradecer. Él hace una asesoría y un acompañamiento muy importante, pero también hace de psicólogo y hemos creado entre todos los asistentes al ciclo una piña en la que nos ayudamos los unos a los otros. Es muy emocionante, honestamente.
Es un taller que teniendo una sesión a la semana, te ocupa la semana entera, porque Carlos es una fuente inagotable de trabajo, así que siempre tiene propuestas que hacernos para que podamos evolucionar y seguir adelante.
Yo siempre he querido formar un grupo de trabajo, nunca he tenido el arrojo y este ciclo lo ha posibilitado. Katsuko es el comienzo y yo estoy muy feliz de este viaje.
Esta obra es una presentación de la compañía, es sentar las bases de la filosofía que la gente va a encontrar con nosotros en el futuro».
