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Al caer la noche, mientras una mujer que ha sido desahuciada traslada sus pertenecías de una acera a otra, conocemos a un grupo de indigentes (metáforas de una realidad que se pretende invisible) en su hábitat natural: la calle. Una de las miles de calles de cualquier ciudad, que son evitadas a partir de ciertas horas, y que sirven de ‘hogar’ para aquellos que lo han perdido todo.
En esta calle coinciden desde un ángel caído, alcoholizado, con un ala rota por una paliza, hasta una novia que habla con el cadáver del novio, desde una Mujer Tortuga a dos yonkis en pleno delirio, desde unas mujeres inquietantes que filosofan mientras tomas té al director de un banco, en calzoncillos y chistera, que trata de llevar las cuentas mientras una mujer da a luz más hijos de la calle.
