Por Ernesto Caballero
Fotos de ensayo: marcosGpunto
Chéjov dijo de su última obra que era una comedia. En efecto, El jardín de los cerezos es el retrato irónico de un declinante grupo social en la Rusia prerrevolucionaria. En sus páginas se hallan condensadas todas las constantes del escritor: el gran caudal poético y dramático que conforman unas criaturas, en ocasiones ridículas e incoherentes, pero que terminan revestidas de grandeza heroica dada su descarnada humanidad. Tragicomedia, pues, de la cotidianidad con un ‘fatum’ inexorable: Cronos y su ineludible persistencia.
No es casual que la acción de la pieza se inicie y concluya en “el cuarto de los niños”, espacio entrañable donde se avivan los recuerdos como mágicos sortilegios para ahuyentar al temible devorador, pese a que el destino final de este jardín de la memoria no podrá ser otro que el de su tala definitiva, esto es, el manto de olvido que a todos nos espera como una nieve inevitable.
Una conmoción, expuesta por el dramaturgo ruso con sobrecogedor lirismo y un trasfondo de indulgencia, que hemos querido compartir desde el escenario.
- Autoría
- Anton Chéjov
- Dirección
- Ernesto Caballero
- Interpretación
- Carmen Gutiérrez, Carmen Machi, Chema Adeva, Didier Otaola, Isabel Dimas, Isabel Madolell, Karina Garantivá, Miranda Gas, Nelson Dante, Paco Déniz, Secun de la Rosa, Tamar Novas
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