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Canalizar los traumas a golpes

“Hay ciertas actitudes que son injustificables, hayas sufrido lo que hayas sufrido anteriormente”

 

Paco Sáenz, el impulsor de La Encina Teatro, dirige a David Laguía en Nuremberg, un texto del dramaturgo uruguayo Santiago Sanguinetti en el que da vida a un individuo atrapado en sus traumas del pasado y cuyo dolor sólo lo sabe canalizar a través de la violencia.

Hablamos con el propio David acerca de las complicaciones -físicas y emocionales- de interpretar a un personaje como este.

 

Nuremberg en La Encina Teatro

 

Por Sergio Díaz

Fotos: Andrew Jim

 

¿Cómo has abordado este trabajo? ¿En qué informaciones te has basado para dar vida a tu personaje? ¿Has visto anteriores propuestas? 

Realmente no he abordado este trabajo de una manera diferente a cualquier otro, quizá si con un poco más de respeto y responsabilidad, no solo por el tema que trata y el personaje que es, si no también por estar yo solo en el escenario, algo nuevo para mi. Pero con la misma ilusión, ganas y predisposición que siempre. En el comienzo del proceso de creación del personaje creo que empecé a ‘sobreinformarme’, pero luego me di cuenta que realmente toda la información para darle vida ya viene en el texto y me centré en todo el proceso personal que ha tenido que pasar el personaje para llegar al punto donde está.

La verdad es que no he visto anteriores propuestas y creo que tampoco me hubiese gustado verlas ya que no hubiera partido desde cero. Yo ya había leído Mein Kampf y Diario de un Skin: Un topo en el movimiento neonazi español y sí que he vuelto a echarles un ojo, sobre todo a este último. También me he visto más de un documental sobre el tema, Los cachorros del nazismo, que me ayudó mucho a ponerme en situación.

 

 

¿Has vivido de cerca el fenómeno skinhead?

La verdad es que no, sí que me he encontrado en varias situaciones con diferentes personas que apoyan la ultraderecha pero no que pertenezcan al movimiento skinhead como tal y nunca ha derivado a una situación violenta. Tampoco tengo muchas ganas, la verdad.

 

¿Hacer esta obra te ha cambiado tu visión sobre estos grupos? ¿Y te ha cambiado a ti de alguna manera?

No, no siento que haya cambiado mi visión y punto de vista sobre estos grupos… Aunque sí que me ha hecho pensar en el individualismo dentro de ellos, no todo el mundo es igual por mucho que pertenezcas a ciertos conjuntos radicales o compartas ideologías, me ha hecho pensar en las personas que están involucradas de lleno y no por voluntad propia, impuesto por su entorno y sin la posibilidad de conocer otra cosa y elegir, que después de trabajar en esto estoy convencido de que las hay.

Si hay alguna manera en la que me ha cambiado, y que está relacionado con lo que te acabo de decir, es que posiblemente haya ampliado mi capacidad de humanizar a las personas y pensar en los motivos que le han llevado a opinar y actuar de esa manera, pero me siguen pareciendo injustificables ciertos comportamientos e ideales.

 

¿Qué directrices te ha hado Paco Sáenz para construir el personaje?

Creo que Paco es un director realmente inteligente, porque aunque si que me ha dado una gran libertad actoral a la hora de tomar decisiones para construir el personaje y ha sido un trabajo mano a mano en el que la escucha y el entendimiento ha sido desde el principio, tengo la sensación que me ha llevado sin darme cuenta a un personaje concreto y exactamente como él lo quería desde un principio.

Me ha dirigido partiendo de crear una barrera, una coraza de comportamiento, que es lo que los demás veríamos del personaje de puertas para afuera, hasta ir quitando capas poco a poco encontrando todas esas inseguridades y desequilibrio que tiene. No sabría decirte una directriz concreta que me haya dado, más bien ha sido un recorrido conversando continuamente, mucho trabajo de mesa analizando al personaje en cada situación y mucho trabajo desde la máscara facial. Creo que Nuremberg es una obra que, a pesar de tener un personaje muy extremo y complejo, se puede hacer de muchas maneras y estoy seguro que las otras propuestas son totalmente distintas a la que hemos creado ahora partiendo de mis aptitudes como actor y las que Paco Sáenz ha ido arañando, creo que eso es lo que él pretendía cuando decidió que yo lo hiciera, que fuera ‘mi Nuremberg‘.

 

Porque dentro de que es un texto ya escrito y cerrado, se puede trabajar a partir de él con muchos matices… ¿Qué es lo principal que queríais transmitir? ¿Qué queríais provocar en el espectador?

Justo esto es a lo que me refería, se puede trabajar desde muchos puntos… La obra y el personaje tienen un sentimiento de angustia continuo y busca algo que él mismo ni si quiera sabe qué es, la cuestión es si acabará encontrándolo y entendiéndolo o no. Transmitir esa angustia, esa inseguridad a pesar de proyectar dureza continuamente y provocar que el espectador intente averiguar con él aquello que busca es mi objetivo principal. Luego ya puedes odiarle, darte pena, entenderle o lo que sea, eso depende de cada uno.

 

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David Laguía, protagonista de ‘Nuremberg’

 

Es un papel que implica un gran desgaste físico y emocional, ¿no?

Sí, a parte de ir viajando continuamente por distintas emociones bastante potentes y extremas estoy continuamente realizando ejercicio físico, literal, en el escenario. Lo más complicado es encontrar ese equilibrio entre las dos, porque a veces me pasaba que al llevar la emoción al extremo y expresarlo mediante lo físico me descontrolada y mantener el equilibro entre las dos para poder llegar hasta el final de la obra es la clave.

 

La obra tiene una gran impronta freudiana, el personaje alude a traumas infantiles y situaciones muy complicadas que ha tenido que vivir. ¿Cree que eso justifica todo?

Me resulta muy complicado contestarte a esto. No, hay ciertas actitudes que son injustificables, te haya pasado lo que te haya pasado… No puedes ser injusto con la gente o coartar los derechos y libertades a alguien por ser diferente a ti, por mucho que te lo hayan hecho en algunas ocasiones, eso es algo que todo el mundo debería entender y llevar a cabo, aunque no esté a la orden del día, por desgracia. Así que no, no justifica todo pero creo que sí se puede llegar a entender que tiene ciertos comportamientos por situaciones complicadas que ha pasado.

 

¿Llegas a empatizar con él en algún momento o es imposible hacerlo?

El personaje hace un recorrido por toda su vida, por todo lo que le ha llevado al momento en el que está y cuenta momentos muy difíciles en los que es realmente una persona muy injusta y odiosa, pero también pasa por situaciones en las que es la víctima cien por cien. Yo, como persona y como actor, al ponerme en su piel y en su lugar sí que llego a empatizar y darme cuenta de que tenemos más cosas en común de las que se pueden pensar a priori. Siente, sufre, ama, odia… te quiero decir, son sentimientos por los que pasamos la mayoría, así que no es tan difícil sentir lo que él siente. Te hablo de los aspectos personales de su vida, políticamente no empatizo con él para nada.

 

¿Y el público podría llegar a empatizar? Porque es un montaje muy humano.

Es un montaje muy humano y es un personaje muy humano, casi primitivo diría yo, por lo que sí pienso que el público pueda llegar a empatizar, aunque seguramente le odien, pero una cosa no quita a la otra.

 

La obra es en el fondo un grito de auxilio. ¿Tu personaje espera redención?

No, no espera redención. Es verdad que es un grito de auxilio pero él no es consciente de ello, tiene tan incrustada la doctrina que no sabría ser de otra manera, de hecho al final se da cuenta de eso y solo le quedan dos opciones, y las dos dependen de él. No creo que sea cobarde.

 

Estamos asistiendo a un auge muy importante de las ideologías neonazis, si es que alguna vez se fueron, pero ya es algo extendido por toda Europa y prácticamente por todo el mundo, ¿a qué crees que es debido?

Creo que estos ideales nunca han desparecido, aunque hayan sido de forma residual, y en épocas de incertidumbre, como la que estamos viviendo, la apología de estos pensamientos crece y parece que el ser humano tiene memoria a corto plazo y volvemos a repetir errores del pasado. Tal y como se dice en la obra “dejaron el miedo y eso es lo que les alimenta ahora”.

 

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¿Crees que todos llevamos un alma violenta dentro? ¿Qué todos podemos sucumbir ante los discursos de odio?

Yo desde luego sí, si no tuviera un alma violenta no podría haber hecho este personaje. Ahora, hay gente que la tiene más desarrollada que otra y en mayor o menor grado, para hacer esta obra yo he tenido que buscar, crear y sacar a la luz toda esa violencia que guardaba, con la ayuda del director. Ha sido un ejercicio muy interesante y muy terapéutico, no te voy a engañar.

Y no creo que todos podamos sucumbir ante estos discursos, tenemos que intentar desarrollar la capacidad de frenarlos y hacerles frente, lo cual no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discursos degenere en algo más peligroso.

 

¿El racismo se cura leyendo y viajando como se suele decir o es algo mucho más profundo y atávico?

Tener un pensamiento racista viene de una larga historia en la que nos hemos colocado por encima del resto de personas y se pasan esas comodidades por alto ya que no interesa cuestionarse porque encontramos aspectos que no encajan con la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es justo lo que le pasa a mi personaje, que empieza a reflexionar sobre él y no le gusta lo que encuentra. Entonces, el racismo se puede curar viajando o leyendo si tienes la predisposición a ello, si tienes una venda en los ojos por mucho que viajes o leas tu ego va a ser mucho mayor, por desgracia.

 

Si tu personaje se pega un tiro, ¿Lo lamentamos?

Habrá unos que sí, habrá otros que no. Justo el otro día comentaba con un amigo todo esto y me decía que él no sentiría ninguna pena por la muerte de alguien que mata e incita el odio hacia otros. En este caso, vemos a una persona que sufre y, bajo mi punto de vista, ver cómo alguien acaba con su vida al ver que está destruida por las decisiones que ha ido tomando sí lo lamentaría.

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