SUSCRÍBETE
GODOT-Maldito-Espinosa-09

Buscando el sentido y la esperanza

«Frente al pensamiento único la filosofía es capaz de abrirnos a los senderos de la diversidad»

Hablamos con Marta Santiago y Sergio Santiago. Su apellido delata el origen de ambos: son hermanos y son unos apasionados por el teatro. Juntos forman parte de la Compañía de teatro Theaomai y suya es Maldito Espinosa, una obra que lleva viéndose en El Pasillo Verde Teatro desde la temporada pasada consiguiendo que mucha gente empiece a descubrir a Baruch Espinoza, un filósofo holandés de origen español del siglo XVI.

No es que la obra sea un tratado académico de filosofía ni un bio-pic sobre la figura de este importante filósofo, es una obra contemporánea, hecha por creadoras y creadores jóvenes que usando aspectos de la filosofía espinosiana tratan de explicar el mundo que nos rodea. Y lo hacen de una forma muy orgánica y muy trabajada. Y en esta entrevista nos cuentan ese proceso creativo que tan bien han trasladado al escenario. 

A pesar de estar considerado como uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía, su nombre no suele sonar mucho, de hecho en mi plan de estudios ni se mencionaba. ¿Quién fue Baruch Espinosa y por qué hacer una obra basada en él de alguna manera?

Sergio Santiago: Para el gran público Espinosa es un gran desconocido. Aunque no haya logrado un hueco en la lista de filósofos que se estudian en bachillerato (Platón, Aristóteles, Kant, Nietzsche) no puede entenderse la Modernidad sin sus aportaciones. El siglo XIX fue un siglo dominado por una ardua polémica en torno al ‘espinozismo’, y creo que nuestro tiempo marca un nuevo periodo de vigencia de sus ideas. Además, es un ejemplo paradigmático para repensar la relación con nuestra propia historia, porque Espinosa fue un filósofo holandés de origen español. En la obra no le hacemos a él protagonista, sino a un chico de barrio que se va de Erasmus a Holanda. La obra no es, pues, un biopic, sino un intento de buscar la actualidad de la filosofía espinosiana.

 

A grandes rasgos, ¿cuáles son esos principios fundamentales de la filosofía de Espinosa?

Sergio Santiago: Es difícil sintetizar un pensamiento tan bien ahormado como el de Espinosa. Quizás sea mejor soltar solo tres pinceladas al aire. Para mí Espinosa supo combinar magistralmente el racionalismo más extremo de su tiempo con un pensamiento de cuño más bien renacentista, holístico y orgánico: un pensar sobre dios como fuerza activa que se manifiesta en la realidad. Una ontología de lo divino indisponible, por decirlo con Teresa Oñate. Además, creo que fue fundamental su concepción moral -su racionalidad no derivó en un rigorismo ético como el de Kant, sino en una Ética de los afectos- y su atención, verdaderamente novedosa, hacia el cuerpo. “Nadie sabe aún”, dice, “lo que puede un cuerpo”. ¡Qué gran verdad!

 

¿Cómo habéis construido esta obra? ¿Qué nos vamos a encontrar?

Sergio Santiago: El espectáculo surge de un laboratorio que se ha prolongado durante dos años. En él no solo han participado nuestros actores, sino también alumnos de Filosofía y Literatura de la Universidad Carlos III de Madrid. No existía un texto previo que el elenco haya memorizado, sino que todo se ha ido construyendo a través de improvisaciones planteadas desde la lectura de la Ética de Espinosa. Los intérpretes han sido co-creadores del proceso, y no han sido ajenos al sustrato filosófico que lo fundamenta. Todo lo que ellxs dicen en escena es el resultado de un largo proceso de reflexión, investigación y corporización. Se trataba de dar carnalidad a un tratado de filosofía, de llevarlo al cuerpo. Creo que esa densidad se percibe en cada palabra que dicen. No se pasa por encima de nada, todo tiene peso, fondo.

 

La filosofía de Espinosa tiene un trasfondo religioso propio de su tiempo. ¿Qué cosas de las que él pensaba se pueden extrapolar a nuestros días para ayudarnos a construir una sociedad mejor?

Sergio Santiago: Dios o la naturaleza; Dios en las cosas. Ese fue, en realidad, el comienzo del proceso. Al igual que Giordano Bruno en el caso del cristianismo y de Averroes en el Islam, Espinosa se enfrentó a los fundamentos de una gran religión monoteísta, el judaísmo, oponiéndole una nueva forma de pensar a Dios y lo divino. Espinosa propone un modelo de panteísmo que merece ser repensado en un mundo donde lo divino está muy presente, a pesar de que lo haga en formas no institucionalizadas. Las nuevas formas de espiritualidad -desde el yoga a la meditación y el Feng shui- nos hablan de la necesidad que tenemos de llenar la ausencia de los dioses. Mejor pensar lo divino desde otro lugar que divinizar realidades como el dinero o la fama. Quisiéramos seguir pensando sobre esto en futuras obras acerca de Bruno y Averroes, para terminar conformando una Trilogía del panteísmo…

 

GODOT-Sergio-Santiago-01
Sergio Santiago

¿Cómo habéis hecho esa conexión entre el siglo XVII y nuestros días? ¿Cuáles son esos canales que riegan ambos mundos?

Sergio Santiago: La obra conecta el siglo XXI con el XVII y los Países Bajos con España. El agua común de esos canales es una historia amarga compartida, pues Holanda fue durante décadas parte de la Monarquía Hispánica, y en Ámsterdam se asentaron buena parte de los judíos sefardíes que fueron expulsados por los Reyes Católicos. Entre ellos los antepasados de Espinosa, cuya lengua materna era el castellano. La historia de los sefardíes es nuestra en la medida que nos habla de esa abigarrada costumbre de España que es irse cortando trozos de sí misma, expulsando más que acogiendo. Imaginar el encuentro de unos jóvenes españoles del siglo XXI con este holandés errante del XVII se convirtió en una auténtica obsesión para nosotros.

 

¿Esa Lección de anatomía de Rembrandt que replicáis en escena es uno de esos canales?

Sergio Santiago: En la obra aparecen varios ‘tableaux vivants’ de pintura flamenca de los tiempos de Espinosa, que fue vecino de Rembrandt y que tal vez posó para él de niño. No tengo muy claro en qué momento la pintura se convirtió en un hilo conductor de la pieza, pero ahora creo que ha sido un acierto. Ese ejercicio -a veces corporal, a veces de écfrasis- da un anclaje cultural al público, que se siente conducido por él. Hay también razones históricas para esa presencia -se dice que Espinosa también era pintor- y simbólicas, pues la obsesión por la luz -en diferente especie, claro- es lo que une a los dos hermanos protagonistas… Cuando escribía tenía muy presente las palabras de Buero sobre Las Meninas: “Un cuadro de pobres seres salvados por la luz”…

 

Habladme un poco de los personajes que aparecen en la obra.

Marta Santiago: En primer lugar, el público conocerá a Miguel, un estudiante de ingeniería, patán y fiestero, que nos cuenta cómo vivió su Erasmus en Ámsterdam. Y es que esta experiencia marcó un antes y un después en su vida, tras conocer a Marga, estudiante de Historia del Arte; y a Juan, su inteligente pero huraño y misterioso hermano que está terminando su tesis sobre el filósofo Baruch Espinosa. Junto a ellos, Rafa intentará mantener su amistad con Miguel, que parece amenazada con la aparición de los dos hermanos en su vida. Mientras, Eva, será el apoyo fundamental de Marga y tratará constantemente de tender puentes con el extraño Juan. También hay otros personajes que son más bien sombras que máscaras, y que vienen más de la ensoñación que de la Historia…

 

¿Tiene Sergio Santiago algo de Juan? ¿Este personaje es un trasunto del dramaturgo?

Sergio Santiago: Esta es una pregunta recurrente entre los espectadores que me conocen. Supongo que si tanta gente encuentra esa conexión será porque algo habrá de cierto en ella. Respira Juan la amargura de un mundo académico que yo comparto en parte como profesor, pero en mí esa mueca irónica va acompañada de un amor profundo y a veces irracional por la Universidad que creo son ajenos al protagonista. Por lo demás, quiero creerme más vitalista que él, en sentido amplio…

 

Estrenasteis Maldito Espinosa la temporada pasada y os habéis mantenido en cartel todos estos meses casi de forma ininterrumpida. ¿Cuál creéis que es la clave de este éxito?

Marta Santiago: La realidad es que llevamos muchos años con la Compañía Theaomai, la mayoría de los intérpretes de Maldito Espinosa comenzaron a estudiar interpretación en su temprana adolescencia. Han sido (y siguen siendo) años de lucha para conseguir visibilizar nuestro trabajo. Es cierto que hemos recibido siempre ayuda de las instituciones académicas como el Instituto Julio Verne de Leganés y la Universidad Carlos III. Comenzamos siendo una asociación hace poco tiempo, todos teníamos la necesidad de seguir avanzando y luchando por lo que creemos y lo que hacemos. Todo el esfuerzo de tantos años ha culminado con Maldito Espinosa, pero cada paso que hemos dado y cada obra estrenada ha venido marcada por la emoción y el amor hacia el teatro. Requiere tiempo, dedicación, esfuerzo y sacrificio, porque no es fácil empezar desde cero y no es fácil que la gente te dé la oportunidad de darte a conocer. El empuje se encuentra en las ganas que tengas de hacer las cosas y esas ganas surgen de creer en lo que haces.

Sergio Santiago: Yo creo que el éxito es impredecible y que por eso es un don. Jamás pensé que una obra sobre Baruch Espinosa fuera a tener veinte representaciones, la mitad de ellas con cartel de no hay entradas. Lo que hay detrás de esta obra sí lo sé: una decena de personas pensando juntas, amando juntas las mismas cosas, durante dos años. ¿Es por eso que ha funcionado tan bien? No tengo la menor idea: ¡prefiero disfrutarlo!

 

¿Qué os dice la gente cuando sale de ver vuestro espectáculo?

Marta Santiago: La mayor parte de la gente nos dice que la obra le remueve por dentro, le trastoca, le hace pensar. Mucha gente nos para porque quieren exponernos sus pensamientos y sus sentimientos frente a los personajes y lo que acaban de ver. Tratan de preguntar más, se quedan con ganas de conocer más de la filosofía de Espinosa. Siempre hay un ambiente de reflexión, pensamiento y conmoción, todo el mundo expone sus ideas dejando claro que no quieren dejar pasar lo que han visto, dejando claro que la historia que el personaje de Miguel les ha contado les ha dejado huella.

Sergio Santiago: Para mí como autor lo más satisfactorio llega cuando algunos espectadores nos dicen que siguieron dándole vueltas a la obra después, tomando algo, o incluso los días siguientes. Siempre me han gustado las obras que sobrevuelan la cena, aquellas cuya resonancia aumenta con la distancia. Creo que la gente sale a veces en la marabunta de un viaje muy intenso que, poco a poco, se va desenredando y colocando.

 

Sois la Compañía de teatro Theaomai. ¿Cómo surge y quiénes formáis parte de ella?

Marta Santiago: La historia de Theaomai comienza hace más de veinte años, incluso antes de tener ese nombre. Es una historia indisociable de la figura de Rosa Fernández, la directora de la Compañía. Ella, profesora de Música y amante del Arte, ya hacía espectáculos musicales en todo centro educativo en que trabajaba. En uno de esos institutos conoció a Sergio, que fue su estudiante, y formaron un tándem perfecto: él escribía y actuaba y ella construía musicalmente todas esas historias.

Esto se propagó con el tiempo, hasta llegar al Instituto Julio Verne, donde se unió en este camino Antonia Castro, profesora de Lengua y Literatura. Entre los tres fueron haciendo llegar a los alumnos del instituto distintos proyectos teatrales y musicales que tuvieron muy buena acogida. Poco después, decidieron poner un nombre a lo que llevaban años construyendo en forma de compañía teatral: así nacería Theaomai. A partir de ahí fuimos llegando todos los demás: Alfredo Miralles, asesor teatral; Cristina Sanz, diseñadora de arte; Alberto Villegas, escenógrafo; y yo, regidora. Actualmente, la compañía se divide en dos grupos: el de los estudiantes del Instituto Julio Verne, que comienzan su andadura; y la compañía profesional, cuyos actores podemos ver en Maldito Espinosa. La mayoría de ellos formaron parte de Theaomai en su adolescencia y construyeron con nosotros su base interpretativa.

 

¿Qué tipo de teatro os interesa?

Sergio Santiago: Últimamente me viene mucho a la cabeza el título de un artículo de Mayorga: «El teatro piensa, el teatro da que pensar». Cuando hablamos de un teatro filosófico -si es que se nos quiere poner ese rótulo, del que no renegaría- creo que nos referimos a eso: un teatro que piense y que dé que pensar. No un teatro escolar que te enseñe filosofía de manual, sino un teatro que sea él mismo una forma de pensamiento. Como la tragedia de Sófocles, que es tan teatro como filosofía. En el teatro actual, admiro profundamente la capacidad de autores como Mayorga, Liddell y Gondra para hacer eso. También nos resultan inspiradoras las lúcidas experiencias de un teatro social y de base (por nuestro trabajo con los más jóvenes), como el que hacen Paloma Pedrero, Elena Cánovas, Pilar G. Almansa y Lucía Miranda, e iniciativas como la del Teatro Urgente de Ernesto Caballero y Karina Garantivá. ¡Teatro urgente! Eso es la filosofía: urgencia.

 

¿Y tiene cabida la filosofía en nuestros días? ¿A la gente joven en general, le siguen interesando personajes como Espinosa, Descartes, Kant…?

Marta Santiago: Yo creo que en la sociedad hay una tendencia a subestimar a la gente joven. Lo que nos importa o nos interesa a las personas viene dado de cómo nos hacen saber de ellas. Yo, a pesar de no ser actriz en Maldito Espinosa, siempre que puedo acudo a los laboratorios de teatro que hace Sergio. Él tiene una manera especial de contar las cosas, de plantearlas y de reflexionarlas. Siempre desde un punto de vista que nos interesa, que está presente en nuestra vida diaria. Nos hace preguntas, nos invita a reflexionar y nos da absoluta libertad de creación en torno a lo que nos expone. Nos hace fundirnos a la perfección con aquello de lo que vamos a hablar. Con ello, resulta fascinante descubrir que hay cosas que nunca nos han interesado o personajes que nos habíamos tenido que estudiar en algún momento porque era la obligación, que toman un verdadero sentido para nosotros. Todos nos encontramos en una cafetería después de los ensayos y estamos hablando conjuntamente de Espinosa, por ejemplo, de lo que decía o de cómo debía sentirse cuando trataba de explicar lo que creía. El interés nos llega de golpe, sin darnos cuenta y nos dejamos llevar por él sin ningún tipo de resistencia, porque todo cobra sentido.

Sergio Santiago: La filosofía, que es el camino del pensar múltiple, está hoy tan amenazada por el miedo de los dogmáticos a que la juventud se ponga a disentir por medio de la razón. Frente al pensamiento único, la filosofía es capaz de abrirnos a los senderos de la diversidad. De ahí el miedo que genera en los poderosos. Con La metafísica de Aristóteles en una mano, El anticristo de Nietzsche en la otra, y la Fenomenología de Hegel entre los dientes, los jóvenes podrían poner el mundo patas arriba. ¡El día que se enteren de esto…!

 

Theaomai significa contemplar, ser espectador. En estos tiempos convulsos, ¿con qué actitud mira la vida una compañía formada por gente joven que inicia su camino en las Artes Escénicas?

Marta Santiago: Nosotros comenzamos juntos hace muchos años, ahora mismo somos una familia. Compartimos las alegrías juntos y los éxitos son de todos, a pesar de que los intérpretes son la cara visible de nuestro trabajo. Siempre tenemos muy presente la dificultad que entraña elegir este camino, todos estamos compaginando nuestro trabajo en Theaomai con otros trabajos que nos dan más estabilidad económica a futuro, por ejemplo. Creo que el teatro es ese aliento de libertad que todos nosotros buscamos. Crear y mostrar lo que creamos es lo que da sentido a todo lo que hacemos y siempre miramos la vida con ilusión y esperanza.

Sergio Santiago: El théaomai griego -verbo que dio origen a la palabra teatro- señala el aparecer de las cosas cuando abrimos los ojos, su desvelarse en la mirada. El maestro Jorge Dubatti lo define de un modo impecable: théaomai es «poner un mundo a ser». ¿Hay alguna palabra que pueda definir mejor a un grupo de intérpretes jóvenes que desea pensar una realidad distinta a través del arte? Mirar es un acto revolucionario.

 

¿Cómo de importante es poder mostrar vuestro trabajo en una sala como El Pasillo Verde Teatro?

Marta Santiago: Somos una compañía joven que no podría haber iniciado su andadura en un lugar mejor que esta joven sala del Off de Madrid. El Pasillo hereda su color del verde esperanza, ese que tanto necesita nuestro teatro independiente para remontar el largo invierno de los últimos años. Los heroicos impulsores que han fundado El Pasillo Verde -Elisa, Ángel, Keka y Marcelo- han puesto su alma en un proyecto sólido, ubicado en una sala preciosa y que, además, da cabida a jóvenes creadores y a proyectos no comerciales como el nuestro. Quisiera aprovechar esta ocasión para animar a los lectores a conocer la sala, porque estoy segura de que repetirán.

 

Espinosa fue una persona abierta y tolerante que defendía los valores de la democracia, un adelantado a su tiempo en muchos aspectos. Y quizá por ello fue desterrado de su comunidad. En esta época de retroceso, ¿corren riesgo los ‘Espinosas’ de nuestros días de ser expulsados del sistema también?

Sergio Santiago: Espinosa creía que la superstición y el dogmatismo son «asilos de la ignorancia», una expresión irónica y lúcida que empleó para señalar a todos los inquisidores de su tiempo y también del nuestro. Su vida es, por lo demás, la historia de un doble exilio -la expulsión de sus antepasados de su nación natural y la expulsión del propio Espinosa de la comunidad sefardí de Ámsterdam- que nos habla de las dinámicas de exclusión de la disidencia que todavía siguen vigentes. Nuestra forma de relacionarnos con los distintos, nuestra intrínseca falta de tolerancia a lo otro, siguen siendo espinas punzantes para este siglo.

 

¿Es la razón el camino al conocimiento y la libertad?

Sergio Santiago: A mí me resulta curioso que siendo el más racionalista de los filósofos de su tiempo -en algunos sentidos más que Descartes incluso, a quien admiró mucho- Espinosa fue de los primeros autores en poner el acento filosófico en el cuerpo, sus potencialidades, y en el valor de las pasiones, los afectos y las intuiciones en el camino del conocimiento. La razón es un instrumento y un criterio axial para este autor, pero hay en él un fondo de vitalismo dionisíaco que quizás sea lo más moderno de su obra.

 

GODOT-Marta-Santiago-01
Marta Santiago

 

Espinosa era también un determinista: Todo lo que le ocurre es necesario y está escrito de antemano. ¿Somos libres en algún momento de nuestra existencia?

Sergio Santiago: Para Espinosa la libertad era una forma de conciencia. Ser libre es el resultado y el objetivo de la empresa más importante para la que hemos nacido: conocer, volvernos sabios. Es cierto que el camino de la sabiduría, según él, nos libera al mismo tiempo que nos hace conscientes de nuestra propia compelencia, de nuestro encadenamiento a la ley de causalidad. Más allá de Dios -la única causa libre, causa de sí- la mayor expresión de libertad para los hombres es la conciencia de ese determinismo. Esa conciencia, por último, es una forma suprema de amor, instancia capaz de obrar la emancipación total del ser humano.

 

¿La Compañía de teatro Theaomai cree que conseguirá ser libre en este camino que le queda por recorrer?

Marta Santiago: Es algo que entre nosotros no hablamos. La realidad es que está siendo todo un poco extraño; nunca nos habíamos planteado qué pasaría si una de nuestras obras tuviera tanto éxito como está ocurriendo con Maldito Espinosa. Creo que todos nos estamos enfrentando a una nueva realidad, pero no hemos cambiado nuestra forma de hacer teatro ni el porqué lo hacemos. Hacemos teatro porque nos ayuda a mirar el mundo de una manera mucho más crítica y profunda, hacemos teatro porque creemos que, independientemente de la gente que nos vaya a ver o que nos conozca, hacer teatro nos da libertad. Hemos sido libres desde el principio, por lo que lo seguiremos siendo ahora y en el futuro.

Nuestro objetivo es llegar a más gente, y creemos que podemos hacerlo, pero no sin más esfuerzo y más implicación. Los éxitos requieren trabajo y dedicación y ahora más que nunca, tenemos un motivo para continuar.

 

La obra es un viaje en busca del sentido y la esperanza. ¿Cuál es el sentido de levantar una obra como ésta?

Sergio Santiago: Cuando se elige el tema sobre el que va a orbitar un proyecto se puede escoger en función de la actualidad o poniendo sobre la mesa temas que a priori no están en la agenda social pero que tal vez merece la penar situar en el debate público. Maldito Espinosa nace del segundo impulso, es decir, del afán de nuestra compañía por llamar la atención sobre la filosofía, la espiritualidad y la búsqueda del sentido. Cuestiones que no están de moda pero cuya invisibilización en el discurso público es la mejor prueba de su necesidad.

 

Y entonces, ¿al final hay esperanza?

Sergio Santiago: Aunque tengo algunos problemas con la idea de esperanza, si la asocio a la idea de destino me siento próximo a ella. En ese sentido, creo que el amor y el conocimiento son el destino del hombre y, como nos enseña Espinosa, son las dos caras de la misma moneda: no hay conocimiento sin amor ni viceversa. En el amor y en el conocimiento -y, sobre todo, en el amor que nos alienta a conocer- cifro el sentido de nuestra vida y la razón de nuestra esperanza.

Marta Santiago: Siempre debe haber esperanza. Debemos esparcir pequeñas dosis de esperanza en lo que hacemos; en las personas que nos rodean y nos apoyan; en las muestras de generosidad, de lealtad y de amor. Precisamente, Miguel nos enseña a mirar más allá de lo que las personas nos muestran, a empatizar aún con aquellos que se diferencian de nosotros radicalmente y a escuchar activamente cada pequeño segundo que las personas nos regalen con la esperanza de entenderlas y de protegerlas.

Es la esperanza el motor de las cosas: cuando desaparece, ya no queda nada.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post